SANTIAGO, mi compañero de escuela.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ManuelTwz.
Nuestra relación al principio, fue de hola, yo soy bla bla, y hay que hacer esto así y asa.
La verdad que yo tampoco soy el chico más sociable.
Fuera de eso nos saludábamos por los pasillos de la escuela, y poco más.
Yo me juntaba con chicos chungos (creo que así evitaba ser centro de bulling), y él se juntaba con chico pijos bien.
Santiago a los 18, ya estaba completamente desarrollado, media más de 1,80m, pero no era una anguila, sino que se lo veía acuerpado, con brazos gruesos, amplia espalda… y tras su pelo castaño corto y ondulado, pelaba unos ojazos verdes, con tintes amarillo.
El chico estaba bueno, pero como otros tantos que habían, tenía compañero con más facha y de mi misma edad que me ratoneaban más, lo único que le distinguía por sobre otros, era que podía pelar barba de unos días.
Yo en cambio a los 16 años, tenía pinta de 14/15(si no es que menos), tenía la piel de bebe, era lampiño y para mí 1,68 de altura era muy delgado.
Hacia atletismo, e intentaba hacer pesas, pero no ganaba músculos ni peso, tenía la apariencia era de niño escuálido, lo cual empeoraba vistiendo pantalones dos talles más grandes, y con el pelo en punta, no me acuerdo si creyéndome guay o para parecer más alto.
Pero las hormonas en toda la escuela se enloquecieron al llegar el verano, en octubre.
Las chicas tenían un protocolo de vestimenta, para no ir mostrando mucho, pero los chicos no lo tenían.
Debido a esto último, muchos chicos, iban en musculosa, y pantalones hasta los tobillos, otros en bermudas, pero Santiago fue más allá.
El chabón se paseaba en short deportivos muy cortos, y en musculosas sueltas y abiertas por los costados.
Se le veía todo, pelaba su peludos y gruesos brazos, según como se moviera por debajo de su musculosa podían vérsele los pectorales, pezones y hasta los abdominales.
En cuanto a sus shorts deportivos, solo bastaba decir que hay bóxer que cubrían más.
Ese exhibicionismo, fue copiado por muchos más chicos.
Todo el que creía que tenía algo que mostrar lo mostraba, algunos llegaron a quitarle el forro a su short, por lo que se le marcaba todo el matambre y los huevos, al caminar y sentarse.
Al año siguiente las musculosa quedaron prohibidas, al igual que los shorts deportivos, y se implementó un código de vestimenta también para los hombres.
La cosa se descontroló para octubre, los días anteriores al día de la primavera, que se dan clases y los alumnos tienen el concurso del rey y reinas, de canto, baile y cualquier tontería que sirviera para hacer tiempo.
Luego los alumnos jugaban al futbol, o al vóley mezclándose entre mujeres y hombres, hasta cumplir con el horario de clase, tras lo cual todos los alumnos se iban la plaza a encontrarse con alumnos de otras escuelas, y se hacían guerras de agua, barro y boludeces varias, por supuesto intentaban manosearse y ligar.
Pero la joda comenzaba días antes, cuando armados principalmente con botellas de aguas mineral y globos de aguas (que se llenaban en los baños clandestinamente), comenzaban a atacarse unos a otros en los recreos, y a la salida de la escuela.
No había forma de salir seco esos días.
Mientras no hubiera agua en las aulas, lo directivos no rompían los huevos.
Fue Santiago el primero en empezar el juego entre nosotros, al reventarme un globo de agua en los baños, cuando estaba meando.
Yo la seguí a la salida, al mojarle con el agua de una botella de, él se sacó la musculosa mojada, dejando al descubierto su pecho con bello, y se secó el agua de la cara, prometiendo que se la iba pagar al otro día, lo cual hicimos en los recreos al igual que toda la escuela.
Pero a la salida se me apoyo por atrás de sorpresa, me había esperado y me tomo con un brazo contra sí, apoyándome todo el matambre por la espalda, y con la otra mano me estampo un globo de agua en la cabeza.
Tras lo cual, me siguió apoyando, mientras se reía hasta que me zafé, reí nervioso y me fui.
Ahí fue que sospeche que el juego entre nosotros no era tan inocente.
Entre los chicos, no mojábamos a lo bestia, y hasta buscándonos hacer un poco de daño, mientras que con las chicas se era más considerado.
El hecho de que un chico se ensañara en mojar a una chica, era una forma de decir que le gustabas, y viceversa.
Esa apoyada y abrazo, era demasiado entre hombre quienes nos nalgueábamos y nos apoyábamos, pero a lo bruto y en joda.
Al otro día, “El día de la primavera”, debíamos poner el sonido para el acto, y los concursos de canto y demás.
Cuando desenrollé los cables, y dejé los micrófonos listos.
Fui hasta la cabina de sonido, que estaba por encima del escenario del gimnasio, Santiago me pregunto si quería aprender cómo se maneaba la consola.
Comenzó a decirme que hacer con cada uno de los canales.
Luego me dejo subir y bajar la música:
-Así suena mejor- me dijo apoyándome por atrás, pasando sus brazos hasta alcanzar los botones de la consola, reparándome en la nuca y hablándome al oído derecho, como quien no quiere la cosa.
Yo no me hice el ofendido, ni le alejé preguntando ¿Qué haces, loco de mierda? Solo me quede nervioso, Santiago se apoyó más aprisionándome entre él y la consola.
Me gire a mirarlo, y clavándome los ojos.
–¿Te molesto? —pregunto morboso.
Yo solo agite la cabeza en una negativa, el sonrió satisfecho, y al hacerlo en un solo espasmo, toda su pija se sacudió tras de mí, poniéndose dura y marcándose entre mi espalda y mi culo.
Allí mirándonos, con el apoyándome habría sido el momento oportuno para que nos comiéramos la boca, pero ni él ni yo lo hicimos.
Si bien estábamos solo en la cabina, y desde abajo no se veía mucho, obviamente era demasiado arriesgado.
Durante las primeras dos horas, estuvimos a cargo del sonido, lo aprovechamos para hablar sobre todo lo que no habíamos hablado hasta entonces, la verdad que fe un interrogatorio, para ver qué tan compatible éramos.
Allí recién me enteré, que él hacía carrera como DJ para fiestas, y yo le dije que hacia atletismo.
No hablamos de sexo, ni nada relacionado, pero sabíamos que algo iba pasar entre nosotros.
De hecho, me apoyo varios meses, mas y cada vez que lo hizo, sentía su matambre cada vez más duro detrás de mi espalda, y mientras hablábamos como si no pasara nada.
Cada tanto salíamos para escuchar el sonido, o yo bajaba para ver que todo estuviera bien, y asegurarme de que nadie subiera.
Por la ventana de la cabina, poco se veía de nuestra cintura para abajo, y supongo que nadie tampoco veía a los boludos de sonido cuando el show, era en el escenario, debajo de nosotros.
Tras las dos primeras horas, cuando se acabaron los concursos de canto, baile, y de elección de reina y rey, todos los alumnos se fueron jugar fuera al futbol, al vóley, o a las aulas jugar a las cartas, si es que estaban mojándose unos a otros.
Yo recogí los cables, los micrófonos, y toda la mierda de sonido, y cuando la fui a guardarlas en la cabina.
Santiago cerró la puerta, me agarro con su puño de mi remera, y mirando que nadie estuviera mirando para arriba, me arrastro por debajo de la mesa de sonido, y me comió la boca.
Primero fue un par de picos, luego sus labios atraparon los míos, y tras eso su lengua se coló en mi boca, húmeda y caliente para enredarse con la mía.
Su barba de dos días me pinchaba, pero no me detuvo de corresponderle con la misma efusividad.
Allí abajo, en el suelo de la cabina estábamos seguros, de la mirada de toda la muchedumbre que hacia ruido abajo en el gimnasio, o en los patios.
Yo aproveche para meterle mano por debajo de su pequeño short, agarrándole todo el paquete que me había estado apoyando durante las últimas dos horas.
Tenía la pija media dura y húmeda por el líquido pre seminal, que había segregado de tanto frotarme durante las dos últimas horas.
–¿Me la quieres comer? — me pregunto cuando yo tenía su matambre caliente y bien dura sujeta mi mano, debajo de sus shorts.
Yo asentí relamiéndome la boca, mientras el cuerpo me vibraba de adrenalina, sentía como si me fuera a mear del miedo, me cosquilleaba todo el cuerpo.
Santiago, se sentó en el piso apoyado contra la puerta de entrada, se bajó el short, dejo libre su pija, y la sacudió sacudió invitándome a chuparla, mirándome lascivamente.
No lo dude y fui a por ella.
Primero le chupe la cabeza, mientras el gimió estremecido por el contacto de mis labio y lengua con su glande.
Le lamí todo el líquido pre seminal caliente que humedecía su pija, era como una miel liquida de sabor levemente salado.
Procuré chuparle todo el líquido de la cabeza y luego comencé a lamerle el tronco de su venosa pija.
La mía no era ni tan grande, no se le marcaban de forma tan bestia las venas, y mucho menos tenía el bello tan crecido y abundante.
Santiago intento ahogar sus gemidos, se relamía los labios, y serraba los ojos, aturdido por la chupada que le estaba dando.
Para hacerlo más cómodo para mí, le bajé su pequeño short, al liberar sus huevos, comencé lamiéndolos y luego llevármelos completo a la boca, mientras con una de mis manos le masturbaba.
Me tragué aquella grasa, húmeda, y caliente pija un par de veces más, lo más profundo que pude, hasta provocarme arcadas.
Santiago sujeto su pija con su propia mano, y se la jalo fuertemente, mientras yo le chupe sus peludos huevos, hasta que se vino a borbotones.
Yo intente atajar el chorro con mi boca, para evitar que hiciéramos mas enchastre del que debíamos, o que nos ensuciemos.
Algo de semen, mancho el piso y otro tanto logre comérmelo, tras lo cual me lleve su pija a la boca, para sorber las últimas gotas que despedía.
Se la lamí suavemente mientras lentamente se desinflaba.
Santiago, me agarro de mi remera con fuerza, me atrajo asía si y me beso, sin reparar en que, mesclando su saliva con la mía, que aun tenia rastro del sabor de su salado néctar.
Tras eso, metió su mano por debajo de mi pantalón de gimnasia, saco mi pi pija, me masturbo un rato, luego me la chupo con más destreza de la que había hecho gala, y me hizo venirme en tiempo record.
Tomo un trapo que había por sobre la mesa de la consola y me limpio el semen, se limpió él y lo del suelo, me beso una última vez, me apretó las nalgas, me lamio el cuello, y nos paramos, acomodamos todos, y no saliéramos de la cabina de sonido.
Ese solo fue el comienzo de día, más tarde me daría por todos lados en su casa.
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