Sauna santiaguino
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Después de una plana noche de carrete capitalino, chicos bonitos, un poco de droga y buena música, con Daniel nos habíamos despedido de sus amigos y debíamos irnos a su casa, supuestamente.
En el camino me ofreció algo más, si acaso me gustaría ir a una sauna.
Nunca lo había hecho, pero las ganas sobraban.
Me los imaginaba como una película porno, hombros con buenos cuerpos caminando en busca de sexo por pasillos oscuros, tocándose al pasar, follando en algún rincón, alguna orgía en el otro rincón, etc.
Con las expectativas así de altas, le dije a Daniel que fuéramos.
Él ya los conocía, sabía cuáles eran las alternativas y cómo llegar.
Fuimos a uno, no recuerdo nombre ni lugar, pero había fila como si fuese un after muy habitual del mundo cola santiaguino.
Estaba llenísimo, así que terminando yendo a otro.
Este estaba un poco menos expuesto, era una casona grande, donde casi había que decir una palabra clave para entrar, parecía de película y me sentía haciendo algo muy underground, Daniel las cachaba todas.
Entramos y estaba todo oscurito.
Nos pasaron toallas y otras cosas y nos dirigimos a los casilleros.
Un par de hombres guapos desnudos estaban por irse, pero fue una buena señal sobre la oferta de hombres que me esperaban en los pasillos.
Yo hace un tiempo había comenzado a ir al gimnasio, estaba trabajando mi cuerpo y estaba deseoso de exhibirlo, no soy pudoroso, me encanta mostrarme.
Comenzamos recorriendo los pasillos, subimos y bajamos de piso, la mayoría de los hombres eran de 30 a 45 años, cosa que no me incomodaba, para mí es un morbo la gente mayor.
Todos muy mirones y yo en eso no me quedaba atrás.
En el cuarto de vapor todos sentados se miraban, pero nada fuera de lo normal.
Así que decidimos ir en busca de acción o crear nosotros la acción.
Llegamos a esos glory hole que solo había visto en películas, así que no lo dude y metí mi erecto pene en uno de ellos, de inmediato recibí respuesta, alguien lo mamaba, quizás dos al mismo tiempo, no sé.
Había un hombre, quizás de qué edad, con qué cuerpo imperfecto recibiendo en su boca mi miembro erecto y caliente entusiasmado por esta nueva experiencia.
Me encantó, el morbo de no saber que hay al otro lado.
Daniel estaba al lado mío desnudo como yo, haciendo lo mismo.
Nos mirábamos y para calentar más la situación nos besamos con nuestras vergas en el orificio siendo mamadas casi en otra dimensión.
Después de un rato, se apareció un hombre de unos 45 años, con cuerpo muy bien cuidado, curioso de saber a quién le había mamado la verga, me miró y le sonreí.
Me persiguió un rato, pero como no vio respuesta, se conformó con mirarme, cosa que no me incomodó.
Me pasé a otro cuarto, donde reproducían una porno, con Daniel nos quedamos ahí, sentados en un cubo junto a otro hombres que se masturbaban como si nunca hubiesen visto una.
Yo quería ser puta, aprovechar la oportunidad y disfrutarla, así que no solo me masturbaba, me empecé a meter los dedos por el culo.
Al instante, los calientes no se aguantaron y llegaron a mi alrededor, fueron unos 7 al menos, los más atrevidos se acercaron más, el de 45 años del glory hole ahora me lamía el culo, mientras otro dos me masturbaban y lamían mi verga, los demás se turnaban o solo miraban y disfrutaban el espectáculo.
Yo alcanzaba para todos.
Les regalé mi leche caliente a todos esos hombres, deseosos de un puto flaquito tonificado con rico culo y verga, jovencito y tierno para sus cuarenta y tantos años.
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