Se la mamé a mi vecino anciano y con bastón
Mi vecino anciano arrugado, de pelo blanco, con bastón, recargado de su pared mientras gemía porque yo estaba hincado con su verga en mi boca, y me empujaba con su mano para ahogarme, mientras se echaba algunos tragos de alcohol..
Hola
Continuando con algunas de mis experiencias, les contaré cómo se la mamé a un viejo que era mi vecino.
A diferencia de las historias pasadas, esta es más reciente, de inicios del año.
Pues un día empecé a notar a un anciano que vivía a un par de casas de mí. Nunca lo había visto, y creo que hace poco sus hijos lo habían llevado. Por lo poco que supe, él vivía solo en una casa y sus hijos iban varias veces a la semana a dejarle cosas y verlo.
En fin, el señor más bien era un anciano, no sé cuántos años debía tener, pero al menos debería estar sobre los 80: no era muy alto, como 1.70, tenía el cabello corto, completamente blanco, y una barba tupida y un poco larga del mismo color. Era delgado, pero de esos ancianos que se notan fueron fuertes, pues aún con su delgadez y la piel arrugada, se alcanzaban a ver los músculos pectorales y un poco en los brazos. Era blanco, pero curtido por el sol. Su cara estaba muy arrugada, pero era atractivo y parecía siempre molesto. Era bastante mayor y caminaba con ayuda de un bastón y un poco despacio.
Cuando digo que me gustan los maduros, es de verdad, y eso incluye hombres de 40 o del doble, y prácticamente con cualquier físico. Así que este viejo no era la excepción, aunque honestamente no pensé intentar nada. Ya era mayor, y aunque sé que eso no es impedimento para que tengan necesidad sexual, siempre trato de no incomodar, y si acaso veo un hombre que me gusta le doy alguna mirada para ver si me sigue el juego, y si no, paso de ello.
En este caso ni siquiera intenté eso, no quería incomodar a un anciano solo. Aunque debo confesar que un par de veces pasé por su casa, y tenía la puerta un poco abierta y, por el calor, estaba el viejo sin camisa, y aún sin querer se me iba la mirada un poco hacía él. Supongo que se dio cuenta de eso, o tal vez sólo sabía que me gustaban los hombres.
Un día estaba esperando el transporte público, que se detenía a unos 2 o 3 metros de la casa del anciano. Era la tarde, como las 5, pero ese día no había más personas esperando. Estando ahí, podía ver a la entrada de la casa del anciano, donde el viejo estaba recargado, y cruzamos miradas. Yo lo vi y la verdad primero me apené un poco (soy descarado, pero no me gusta molestar), pero noté que me seguía mirando, así que empecé a voltear a verlo, y me turnaba entre mirarlo a los ojos y bajar la mirada a su paquete. Después de unas veces, el señor se metió la mano en la bolsa y se empezó a sobar. Yo ya sabía lo que quería, pero preferí ser prudente y me quedé ahí. Pasado apenas uno o dos minutos así, el anciano se bajó el cierre. No se sacó la verga ni nada, pero eso ya fue bastante claro. Se bajó el cierre, echó la mirada para abajo, y se metió a su casa dejando la puerta abierta.
Así ya me animé y me acerqué a su puerta. El anciano estaba a un metro adentro, recargado de una pared, y me hizo una seña con la mano para que entrara. Yo así lo hice. El viejo no dijo nada, de hecho nunca hablamos, sólo se bajó los pantalones y se puso las manos en la cadera. Su verga se veía muy pequeña y arrugada, no estaba parada sino retraída, como si tuviera frío, y por supuesto, estaba llena de pelos blancos por todos lados. A mí no me importó, toda la situación me excitaba mucho, así que me acerqué. El anciano olía un poco a alcohol, pero no parecía ebrio. Como sea me hinqué y empecé a pasar la lengua por su pequeña verga. El anciano abrió la boca y dejó escapar un gemido, que en su voz ronca y gastada, sonó casi como una queja.
Después de un momento, su verga empezó a reaccionar y empezó a relajarse y luego a crecer. Ya parada, su verga no estaba mal. Era curvada hacía arriba, de un tamaño promedio, como 16cm, con la cabeza en forma de punta, blanca y bastante firme. Para ese momento yo ya estaba súper caliente, y le empecé a desabotonar la camisa, sin sacarme su verga de la boca, claro. Y el anciano hizo algo que me encendió aún más. Metió su mano en una bolsa del pecho en su camisa, y sacó un paliacate o pañuelo rojo, lo desenvolvió un poco y le empezó a tomar. Al parecer tenía una pequeña botella con alcohol enrollada en su paliacate, y se empinaba la botella con una mano, mientras con su otra mano rasposa, venuda y arrugada, me empujaba la cabeza.
Toda la situación me parecía muy morbosa. Mi vecino anciano arrugado, de pelo blanco, con bastón, recargado de su pared mientras gemía porque yo estaba hincado con su verga en mi boca, y me empujaba con su mano para ahogarme, mientras se echaba algunos tragos de alcohol. El olor también ayudaba a la escena. Los ancianos tienen un olor particular, que aunque a veces puede ser un poco fuerte, a mí me prende mucho. Su aroma a viejo, combinado con el olor a caña, me prendía todavía más.
Así seguí mamando un rato, hasta que noté sus huevos, que colgaban bastante y estaban llenos de pelos blancos. No me pude resistir y me los metí a la boca, pero lo hice muy poco tiempo, ya que el anciano me tomó del cabello y me alzó de nuevo a su verga. Me hubiera gustado seguir en sus huevos, pero me agradó su actitud dominante y decidí hacer lo que me pedía. Así que continúe metiéndome su verga hasta la garganta, mientras ocasionalmente subía mis manos para tocar su pecho y abdomen con la piel muy delgada y un poco colgada.
Todo esto no duró mucho, si acaso unos 10min, hasta que el anciano empezó a gemir, aunque parecía casi un mugido, mientras se ponía duro y me empujaba su verga hasta el fondo. No se vino mucho, unos dos chorros que no fueron muy espesos y tenían un sabor amargo fuerte. Pero de cualquier manera disfruté el sabor de su leche. Una vez que se calmó me saqué su verga de la boca, le exprimí un poco la punta y me comí la última gota que le quedaba, mientras lo veía a los ojos. El anciano sólo seguía con la boca abierta y su expresión malhumorada.
Ya terminado, el anciano se subió el pantalón, se guardó la verga (que sorprendentemente seguía medio dura), y se empezó a vestir. Yo sólo me di la vuelta y salí de ahí a esperar, de nuevo, el autobús. Desde el lugar donde estaba, sólo vi al anciano asomarse con la camisa aún abierta, y cerrar su puerta.
Fue así como se la mamé a mi vecino anciano, sin intercambiar ninguna palabra.
Me hubiera gustado repetir alguna vez, ya que es de los hombres que se notan más ancianos con los que he estado, y no es una situación fácil de que suceda. Lamentablemente, aunque el señor me miraba cada que pasaba, yo no tuve mucho tiempo esas semanas, y poco después vi los autos de sus hijos fuera sacando cosas de la casa. Espero que sólo se lo estuvieran llevando con ellos, ya que después de eso no volví a ver al viejo.
Mi telegram: @Dtm56
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Comparto el morbo, me encantan los viejos!
Que bonito relato ami igual me encantan los maduros o muy maduros tienes mucha suerte