Se mata solito
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me di cuenta, cuando una tarde, estaba hablando con las panas en casa de mi tía. José Luis es un pana; el chamo es alto y delgado y con una cara de malo. Estábamos al frente de la casa, José Luis se levanta de la silla, se estira y la franela se le sube, dejando ver su abdomen blanco, también dejo ver los pelos del güebo, que sobresalían por el elástico de bóxer. Dieguito se quedó viendo, casi con la baba afuera. Mi amigo se apretó el bulto y yo le llame a diego. No quería que se dieran cuenta los demás panas, que a mi primito le gusta un güebo. Claro tampoco lo sabía yo, solo ignore la cosa, tampoco quería regañarlo; son cosas de su hermano mayor, pero creo que decirle a mi primo, que dieguito estaba viendo el paquete de José Luis, no era una buena idea.
Cuando se me paro el güebo, lo saque de mi bóxer y comencé a hacerme una paja. Quería dormir suavecito, me metí de nuevo la verga dentro del bóxer y acabe mojándolo. Mi glande presionado por la tela de algodón gris, se filtró mi leche escurriendo gotas. Me saque el bóxer y lo deje en el suelo al lado de mi cama; pensé, lo recojo por la mañana. Y me quede dormido…
Estaba full arropado con el cobertor, cuando mamá entro a mi cuarto, se iba ya al trabajo. Solo alcancé a oír; – ahí esta dieguito–.
Seguí durmiendo, creo que hasta las 11:00. Olvide que dieguito esta en mi casa, cuando abro los ojos y me estiro, lo veo a él, y como un reflejo vi que dejo caer mi bóxer de anoche. Su rostro blanco se hizo rojo y los ojos le brincaron mirando fijo a los míos. Le he cachado pero me hice el loco.
El busco el control del televisor y se puso a ver la tv. Me levante cubierto con una sábana, fui al baño y regresé; quizás con la mala intención.
Me acosté en la cama, y diego está en el suelo sentado. Note que había empujado el bóxer hasta casi debajo de la cama, donde lo había dejado. Creyendo el, que me iba hacer dudar lo que he visto.
La sabana es blanca, estaba desnudo y solo me estaba arropando de cintura hasta los muslo de mis piernas. Me está creciendo la erección, y sujeto la carpa con mi mano. Agarrando mi güebo por encima de la sabana, le pregunto a dieguito si ya había comido, el voltea hacia mí, y mueve la cabeza diciendo que sí.
Él se dio cuenta de mi parazón de güebo. Se hizo el loco, pero está ahora nervioso. Sabía que ya no quería ver la tele, estaba buscando la manera de poder voltear de nuevo. Mi primito ya tiene que tener pelos en el güebo, pero en vez de hacerse la paja por las mujeres, se la hace por los hombres, saque mi conclusión, y no cabe duda que dieguito es marico.
El pensamiento y la conclusión propia, me saco de onda y se me bajo tan repentino. Pero el chamito sí que le interesa las vergas, se las ingenio. Se levantó del suelo, sonriendo y se acercó a la cama, se sentó en la orilla y me pregunto si le jugábamos al nitendo. Mi verga se puso dura, y palpitando movía la sabana. Dieguito veía, pero luego esquivaba la mirada. La tensión en ambos se hizo muda. Me estire y la sabana se corrió de mi cuerpo, se veía la mata de pelos que tengo en la ingle. Dieguito no pudo más, con su miedo palpable lanzo la mano a mi güebo. Lo agarró por la base y su mano estaba fría.
Supe que se iba a sentir incómodo con mi mirada, la verdad es que también yo, me sentía incómodo en verlo. Con la almohada me cubrí los ojos y solté el suspiro y gemido, cuando el llevo su boca a mi güebo.
Experto. Me sujetaba mi fierro caliente, prensado el glande, pasaba la lengua y saborea mi sabor. Se atraganto solito, hundiendo mi machete en su garganta, me lo chupa como si fuera una chupeta. Al chico le gusta la verga, y lo está disfrutando, creo que hasta más que yo. Deje la pena un poco y lo mire por un momento; sus ojos están rojos y aguados, me queda viendo y con la boca llena, se atraganta de mi verga. Se está ahogando pero a él le gusta. Le quedo viendo de nuevo, el con los ojos cerrado, está lamiendo mi tronco como una paleta de helado. Soy moreno claro, y mi glande de tanta chupada esta colorado. Lo veo como se ahoga hasta los treques treques. Jadeo y levanto mi cintura, me da un morbo y le apretó la cabeza, para rebozar su garganta de pura verga. El abre la boca y explaya la lengua. Le agarro el flequillo que le cae en la frente, y con mi otra mano agarro mi güebo; me pajeo en su boca, en su lengua presiono mi glande… cerrando los ojos, expulso mi semen en la garganta. Apretando su cabeza contra mi verga, diego se toma mi leche, y lo atraganto hasta no dejar de sentir como acabe muy rico en su boca.
II
Aquella noche fue el cumpleaños de mi tía, en casa de mis primos. Después de aquella mañana, con diego la cosa se volvió extraña, no fue incómodo, solo fue una transición algo rara; ni el, ni yo, hablábamos de eso, solo paso y ya.
La fiesta termino temprano, como eso de las 11:00 de la noche. Empezó temprano y con otra tía en la casa, y mi madre, se acostaron ya paloteadas. Me quede a dormir en el sofá de la sala. Estaba todo ya apagado y en silencio, cuando veo la sombra que esta dudosa de salir del pasillo de los cuartos…
– ¡Anda! ¡Déjame! – dieguito suplicaba.
Pero yo tenía miedo.
Mi güebo está a punto de reventar y, aunque quitaba su mano de mi verga, diego seguía insistiendo, le dije susurrando; un ratico nada más. El muchacho se atraganto de mi güebo tan rápido como pudo. Una vez su boca succionando mi güebo, me fue imposible despegarlo. No solo por él, sino también por mí.
Estaba sudando, y dieguito mamando mi trozo grueso. Él estaba muy caliente, cuando saco mi verga de su boca y se puso de pie, me extraño porque no sabía que iba hacer.
Se bajó tan rápido como pudo, su short. Acotado yo, de largo en el sofá, el abrió las nalgas y se quiso sentar. Lo detuve, pero a igual como con la mamada, termine dejándole, que sintiera mi güebo en el culo. Pensé que solo quería sentirlo y nunca creía que fuera su intención clavarse solo.
Lo deje que solito estuviera punteando su culo. Agarraba mi güebo con su mano y hacia presión, cuando el culo se fue abriendo, quise detenerlo; el placer me invadió y lo deje que solito se matara.
Pujo y entro mi güebo, se dio un sentón y quedo clavado. Como aguantando el dolor, no se movía ni un poco. Sin sacarlo, comenzó a moverse en círculo y se agarraba su verga, mientras alzaba la mirada al techo. En ese momento, creo me quede atónito, por la habilidad de penetrase solito.
Este ya lo han cogido… me entro la arrechera, y le bombee el culo. Sin dejarlo de tener clavado, le cogí por la cintura, y me puse de pie, mientras que el quedo casi en cuatro en el sofá. Dieguito es una perra, levanto el culo y le abrí las nalgas. No había mucha claridad, pero sentía la sensación de ver un poco, como mi trozo grueso le había llenado el culo. Comencé a cogerlo lento, luego le daba duro, sin compasión le estaba partiendo el culo.
Dieguito no se quejaba, más bien ahogaba los gemidos. Lo prense hasta el fondo, mi güebo palpito dentro del culo, le bese la espalda y le llenaba el culo de leche; expulsé mi semen dentro, como nunca antes lo había hecho, bien prensado y clavado, palpitaba y le llenaba. Jadee y no quería salir de ese culito caliente y hambriento. Al salirme de él, me fui directo al baño, me lave y cuando iba saliendo, él estaba esperando, paso por mi lado con la cara abajo y entro al baño. Imaginé que iba a expulsar mi semen…
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