Se me salió la cadena
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hasta que me pasó esto, solo había tenido mas fantasías que realidades. En mi pueblo patagónico solo había encontrado alguna experiencia que otra, todas express, que a veces no llegaba ni a conocerlos porque era "gay" de paso que dando vueltas con el auto encontraba. Así desde mi adolescencia a mis 25 años, muchas pajas, poca práctica real. A esa edad viajé una vez a Buenos Aires y traté de conocer algo de la vida nocturna gay allí. Compre una guía-gay y me fui a un SAUNA, de esos que tienen sus laberintos oscuros y gabinetes para seguirla en privado.
Nunca imaginé ver tanta gente en bolas, con tanto olor a hombre y macho. Paseaba como todos, con la toalla en la cintura, y dando vista a lo que se ofrecía y viendo si alguien se interesaba por mí. Me daba verguenza y eso que casi no podía ver sus caras. Pasaba una y otra vez, hasta que en un rincón del laberinto se hizo un embrollo de gemidos y pijas sueltas ofreciendose a un pibe que se las chupaba. Ahí nomas me arrodillé, y comencé a darle una mano a este pibe. Al rato no sé cuantos había, pero me dedique a darla una mamada tremenda a un español que los invitaba a otros, diciendole "no saben como chupa éste". De repente me encontré solo con tres pijas para mí, saboreando una tras otra.
De repente uno de ellos se pone detrás mío, se pone un forro, y él casi sentado fue metiéndomela de a poco. Esto me excitó más y parece que mejor chupaba. Era un deleite sentir esa pija hermosa en mi culo y hacer que mis manos tocaran bolas, piernas, pijas, y saboreando como postres ese olor y esa piel de machos. Siento que el gallego que estaba culeándome va a acabar, y en eso recibo en toda la cara la leche de otros dos. Fue mágico, único.
Me levanté del piso, busqué las ojotas que habían dado vueltas por ahí, y me fui a las duchas. Volví con el cuerpo refrescado y en eso, me encuentra otro gallego de la misma camada, y me lleva de la mano a un gabinete. Me dice: "no aguanto más, tienes un culo hermoso". Pasó la cadenita para cerrar la puerta y me lamió por todo el cuerpo. Lo chupé con gusto, tal cual él lo había hecho, sobé su pija y quedó a mil. Esta pija hablaba por sí sola. Me acomodó en la camilla, boca abajo y me lleno de besos y caricias. Pasaba su mano por mi raja y un dedo para ir sintiendo lo que vendría.
Cuando la calentura no podía más, se subió de un salto a la camilla, bajó un poco la intensidad de la luz del gabinete y comenzó a decirme cosas dulces al oído. Y poco a poco buscó mi ano con la pija y la fue metiendo, con la delicadeza de dar amor y no violentar. Buen rato estuvo encima, hasta que me hizo ponerme boca arriba y levantar las piernas. Sujetándome en el aire, fue dandome pija hasta decir basta, no daba más. Sentía esos orgasmos tan nuestros y pedía que acabara, pero que no la sacara. Se empezó a agitar más y me empezó a llenar de leche, al mismo tiempo que yo acababa sin tocarme.
Me la sacó del culo y se acostó encima, con mi leche como "pegamento" entre ambos. Me besó tiernamente, nos pusimos las toallas en la cintura, salimos a las duchas, nos bañamos, y nos despedimos con un beso y abrazo eterno.
Fue hermoso, y me pasó hace unos años. Cada vez que vuelvo a Buenos Aires, trato de conocer otros "espacios" como este, y mis anhelos son que pueda vivir algo tan parecido a los que le relaté.
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