Sebastián… viejo pa ´sin vergüenza
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Eventualmente_Sexual.
Callejón pequeño… pero infierno grande. Algo así decía la buena chismosa de la comae Aura. De hecho así lo era. Es un angosto y corto callejón, humilde y pintoresco. Al finalizar la calle, en la casa de dos plantas, pintada de rojo, ahí vive la comae Aura, la que sabe bien de los chismes del callejón.
Efraín es pintoresco, por decirlo de ese modo. Más bien sigue los pasos que muchos cogen; el típico afeminadito que se hace las propias burlas y así caer bien con las chicas y con los chicos.
Es un barrio, como todo barrio inseguro, ahí se ve de todo. Pero Efraín se la ha apañado para ser bien llevado en el callejón. A temprana edad salió del closet; claro no fue una novedad, pero a ver de todos modos, el chisme ya no es si era o no era gay. Ahora el muchacho es amiguísimo de las nietas de la buena chismosa comae Aura.
Una tarde como cualquiera, venia del trabajo el señor Edmundo. El viejo Sebastián estaba de espalda, desnudo de la cintura para arriba. No se percató que Edmundo venía entrando al callejón. Y lo ha pillado. Algo le dijo al oído al muchacho Efraín, este asintió y al ver que el vecino, esposo de la comae Aura los vio, rápidamente se alejó. Claro el que menos ibas ser perjudicado era la mamita de Efraín, sino el viejo Sebastián… viejo pa´ sin vergüenza.
2
Todo tiene un principio y un fin. Y así mismo fue lo de Efraín y el viejo Sebastián. Empezó cuando aún el muchacho tenía 12 años, no, no fue ese el principio. Comenzó cuando tenía al nieto en casa, Oliver. Para ese entonces, el nieto contaba con una edad de 17 años. Guaro, moreno y de ojos achinados. Desarrollando una musculatura, por los juegos del futbol en las tardes.
Fue un mediodía algo lluvioso, pero también soleado. O sea, como dice el dicho, dios y el diablo están peleando. Porque primero llueve y al ratico había un sol resplandeciente. Sebastián cree que el muchachito Efraín ha entrado a la casa, porque iba empezar a llover (aunque lejos de su casa no estaba) pero eso fue lo imagino el viejo seba. En el porche de la casa, estaba Efraín con Oliver.
Luego entro de nuevo y vio a su vieja Lucrecia acostada en la cama, pasando un malestar. El bajo al garaje y se olvidó de los muchachos.
Ambos chicos subieron a los cuartos, en la habitación de Oliver se encerraron. Rápidamente saco del short una verga medio erecta. La blandió agitándola y de inmediato cogió firmeza. Gruesa y empinada hacia arriba, latiendo como el corazón mismo. Reventando esa cápita blanca en el glande oscuro. Mostrando un monte de olimpo, negros, rollos gruesos, despendiendo olor de macho.
El chico se puso de rodilla y buscando su mamila. Abriendo la boca, engulle el trozo de carne e inmediato se ahoga. Oliver empuja la cadera hacia adelante, coloca las manos sobre la cabeza del muchacho, jadea y ahoga un suspiro, cuando el chico comienza a chupar el glande. Lo empuja, ha mamado muy intenso. Oliver le saca el güebo de la boca, le pasa por los labios, lo tumba sobre la cara. Efraín huele el aroma que despende las bolas de Oliver. Se embadurna del olor, busca de nuevo mamar ese güebo. Se atraganta y Oliver sin dejar que lo saque, lo aprisiona, y le embiste la boca.
Agarra fuerte de la cabeza, y empina toda la cadera hacia delante. Alza las piernas y gime arrecho. Ahgrrs… ahss… cierra los ojos, y llevado por el momento, no deja de soltar la cabeza del chico, ni menos liberar la boca, que se la tiene toda atascada de verga. Como pudo, Efraín se las apañó para poder chupar el tronco y aguantar las arcadas. Sin previo aviso, Oliver con sus gemidos guturales, le afinca la metida y quedando quietito… Umm…ohm… ahhgss le ahogó toda la boca de esperma.
No hizo falta para averiguar de quien se trataba el que estaba de rodilla, recibiendo la verga de su nieto. El viejo Sebastián experimento esa sensación del morbo, del descubrir del sexo. Veía las nalgas de su nieto apuñadas hacia adentro. ¿Cuántas veces el no hizo lo mismo? ¿Hace cuánto tiempo dejo de contraer las nalgas de esa misma manera?
¡Mucho tiempo! Hace mucho tiempo…
Aunque necesitaba la pastillita azul, la entrepierna del viejo vibró. Sin moverse un poco la verga, el cosquilleo estuvo ahí presente en la ingle. Termina de ver, como su nieto exprime la verga, dejando que lengua de Efraín lamba esas gotas del semen juvenil. Imagino esa boquita ávida en su verga; tragando su lefa… o si… yo sí que te doy bastante chamin
3
Los malestares de vejes, se hicieron más presente en Lucrecia. Cuando ya no pudo hacer más, la hija mayor se la llevo lejos, y ahora era responsabilidad de ella. Quedo solo con el nieto, que al no mucho tiempo, ya se fue a vivir con una chica del mismo barrio, pero siempre estuvo con él, a veces cuando se peleaba o cuando la mujer le daba por correrlo, Oliver siempre llegaba a la casa del viejo Sebastián. Pero al otro día o la misma tarde lo estaba buscando y se lo llevaba de nuevo.
El chico andaba con unas de las nietas de la comae Aura y Sebastián que estaba ahí afuera en la calle, los ve pasar. Efraín iba hablando todo afeminado, con ademanes y demás. Era la hora del almuerzo y la nieta de la comae fue llamada a comer. El chico pasa de nuevo por el frente de la casa, donde está el viejo Sebastián.
Y tu madre ¿Dónde está? –le pregunta a Efraín.
En el trabajo –responde.
Era una época, donde la necesidad era pan de cada día. Y más que todo en ese humilde callejón. Donde un fin de semana se la pasan hartando aguardiente, pero los días entre semanas están pasando hambre. Entonces cuando el viejo Sebastián le ofrece el almuerzo al chico, no fue para nada sorprendente que el carajo dijera inmediato que sí, aceptaba el almuerzo.
Adentro en la sala, lo que el viejo tenia de comida era, arroz con caraotas negras. Le sirve un plato al muchacho, que no teniendo aun bien la taza en las manos, ya hundía la cuchara en el arroz y se la traga de un sopetón.
Al rato después de ambos haber comido, Sebastián saca dinero del bolsillo y lo manda a la bodega. Efraín va y compra una Coca-Cola de un litro, regresa a la casa del viejo, le da el vuelto y se bebe un vaso de refresco. Antes de irse el muchacho, Sebastián le da el vuelto del refresco, sin negarlo, lo coge y se va corriendo a la casa, antes de que llegue su madre.
En casa de Efraín, estaba al cuidado de un hermano mayor. Que gran parte del día se la pasaba era en la calle, fumando hierba y hasta robando en la avenida. En la casa quedaba el chico, que ahora como está de vacaciones, todo el día en la calle, porque en casa estaba su hermana (una marimacha gorda) que a veces estaba con las novias. Mientras Betzaida salía temprano al trabajo, dejaba a esos muchachos a su cuido propio. Ella estaba clara con lo que son sus hijos, pero de vez en cuando, se sentía mal por los chisme, sobre todo por los comentarios que podía decir la comae Aura. Esta quien opinaba más de una vez, que la Betzaida tenía una matriz dañada; con una hija marimacho, un varón malandro y una mariquita potencialmente putita, estaba decir demás, que la negra no tuvo hijo bueno.
Hubo una mañana que llego un tío de Efraín. El negro bemba, conocido así del barrio que venía, siendo unos de los duros y futuro malandro viejo, si dentro de poco no lo matan o va preso.
El tipo, un negro alto, flaco y con bigotes llego esa mañana. Usando unos lentes de pasta blanca y vidrio azules. Andaba a lo mejor borracho y drogado también. La hermana de Efraín tenia a una “jeva” metida ahí con ella en la primera habitación. A lo mejor estaban haciendo cachapa, y el tío que para nada es “buena gente” espiaba por una ventana, viendo como su sobrina hacía de varón y se cogía un hembrón.
El chico se asoma, y ve como el negro bemba está espiando y está tocándose la entrepierna por encima del pantalón. Apenas sacaba la cabeza de la habitación, para ver como su tío estaba espiando, pero en una de esa, el negro bemba lo cacha y sonríe al sobrino, pelando una dentera blanca.
El negro bemba le hace seña que se llegue hacía el, Efraín va temeroso y pensando que la ha cagado con asomar la cabeza. Aunque no había motivo de temer, al chico nunca le daba buena espina su tío. De hecho Betzaida, más de una vez le decía que si lo veía, se le alejara y se fuese mejor a la calle.
El pobre muchacho llegó a la ventana donde está parado su tío. Esperando a ver que le dirá. El negro bemba deja de tocarse la entrepierna y lanza la mirada a su sobrino. Se coloca detrás del muchacho, mete las manos por las axilas y los alza para que pueda ver a través de la ventana. Dentro mirando como su hermana, tenía a la “jeva” con las piernas abierta, mamando esa cuca como debe ser.
Ve… aprende sobrino. Mira como ese pal de jeva se cogen. Un macho e lo que necesitan ¿te guta lo que ve sobrino? –hablaba el negro bemba sin esperar repuesta.
Uff que rico güebón… mira cómo se come esa cuca.
El chico no decía nada. En el estómago sentía un vaho, quizás excitado o asustado. Pero cuando el negro bemba le habló al oído, sentía como la piel se le erizó; corriendo una corriente en su espalda, llegando en su entrepierna, provocándole que echara las nalgas hacía atrás.
¿Te guta lo que ve? A ti lo que te guta e jeto no sobrino –se masajea la verga por encima y si verle a los ojos, se baja el cierre y saca un morcillón grueso, largo y de cabezón morao.
Veni acércate, no tenga pena sobrino. Todo sabemos que ute e marico también. Mi ehmana no tuvo hijo bueno –le pela los dientes. A pesar de no ver a los ojos de su tío por las gafas oscuras, sabe que lo ojos le deben estar brillando.
Se desenfunda ese garrote negro. Empinado y curvo recto, subiendo ese güebo hacía el ombligo. Primero coloca la mano encima… dele agarre bien y juegue con este muñequito de carne sobrino. Dele besito pa que vea como le brinca de gusto.
Al carajo todo, piensa Efraín. Se arrodilla y mama ese güebo desde la patica. Huele el aroma de las bolas, el tío deja de ver por la ventana. Para detener la mirada en su sobrino; pensando que tan putito ha salido.
Efraín lame las bolas, una a una, sin importar que estén llenas de surcos negros y gruesos. Lame por debajo de la base del tronco y pasando la lengua por todo el cuerpo del miembro viril, sin dejar de ver hacia arriba, abre bien la boca y atraganta con ese morao cabezón.
El negro bemba oprime un gemido que le ha sacado su sobrino. Echa la cintura hacia adelante, le hace tragar todo el manduco y provocándole arcadas, hasta no pegar los labios del chico a las bolas, no lo zafa y lo libera de esa verga morada.
Ya sabe cómo mamar una verga. No es la primera que se mete una en la boca, claro esta es grande y gruesa. Pero Efraín ya sabe cómo detenerla con una mano, para no ser asfixiado. Aprieta el tronco, saca la lengua y lame el glande, le chupa como caramelo y al mismo tiempo le pajea el miembro. Negro bemba pone de nuevo la mano en la cabeza, empuja con fuerza y lo oprime de nuevo a la ingle. El muchacho se libera solito, y sin dejar de mamar su paleta, la boca se le hace agua y de tana mamadas le deja todo el güebo al tío, babeado.
Así sobrino ¡chupe como una buena puta! Vamo que ya la leche me la va saca… uff… agggrr… ay que rico güebón ya me vengo… ahhg… ummmhhh.
La viril verga del tío bemba arroja la leche dentro. Lo aprisiona y acabando con extensas eyaculadas, todo el semen se lo hace tragar. El muy putito se traga todo, aprovechando ese manjar que tanto le gusta de un macho. Lo último por exprimir, deja que su mismo tío se apretuje la verga y le lance las gotas en la lengua. El negro viendo semejante maricura, y como ya el placer corrió del cuerpo. Le espeta al muchacho arrancándole la verga de la boca… ay que ve, que tu va a ser tremendo maricón muchacho marico. Tú no eres sangre mía oite –sale al patio y va al baño. Efraín se queda ahí asustado, ve regresar al negro bemba, y sin siquiera verlo le pasa por un lado y sale de la casa.
4
Así comenzó todo. La primeras veces solo iba a comer comida. Pero el muchacho no es tonto, sabía por dónde viene la cosa. Después de la tercera vez que iba almorzar en la casa del viejo Sebastián, este se le exhibe descaradamente.
Lo dejo ahí solo en la sala, comiendo. ¿Pa’ donde había ido? Efraín no lo sabía. Al terminar de comer lo busca.
Señor Sebastián, señor Sebastián… mire ya me voy –
Aja… pero veni un momento acá –le grita el viejo.
Siguiendo el sonido de la voz, Efraín llega a la habitación. Empuja la puerta, y ve al viejo tirado en la cama. Solo le cubre una toalla azul de la cintura para abajo. Con el antebrazo derecho bajo la cabeza, el viejo seba lo ve y le hace seña que se acerque. Sebastián tiene las piernas cruzadas, tapado únicamente por la toalla, espera lograr su intención.
Sentaté –le dice.
El chico se sienta, conociendo esos nervios que le recorren cuando sabe que hay sexo próximo. Lo mira de pies a cabeza. El viejo solo le sigue la mirada, luego la baja a la entrepierna y es ahora Efraín quien le sigue la vista. Se queda mirando pero no ve carpa levantada, todo está plano.
El viejo Sebastián espabila los ojos, como esperando movimiento del muchacho. Es el chico el que debe empezar todo… ¿no? Piensa el hombre.
Se queda mirando el cuerpo del viejo. A pesar de lo viejo, es un viejo moreno claro. Si la piel no la tiene tan firme, y es delgado, de abdomen plano y casi redondeado de una forma que hace parecerlo un… ¿esquelético?No sabe con qué compararlo. Pero no está tan mal… vale la pena por comida y riales…
Posa la mano sobre el abdomen, el viejo no hace más que ver. Siguiendo la manita negra bajando y entrando por debajo de la toalla azul. El abre las piernas y la verga que la tenía sujetada con las piernas hacia abajo, libera la erección gracias a la pastillita azul… valió la pena tomarla.
En sus dedos, siente el enjambre de pelos. Lo acaricia primero, luego sigue tocando, y agarra el fierro erguido en la base. Tantea las bolas, pero las deja quieta. Sigue en el tronco, apretando y sintiendo como esa verga le palpita con fuerzas. Le jala el prepucio hacia abajo, ve a los ojos del viejo, y presencia como se pasma y jadeando privado.
Le quita la toalla de encima, dejándolo todo descubierto. Es un güebo firme, lleno de vena y a punto de reventar. El glande es rojo oscuro, a decir verdad no es para nada feo, y Efraín creyendo que podía darle asco, más bien le levanta el ánimo, y provoca en el dar una buena mamada, ya que la boca se le hizo agua.
No esperó indicaciones, sin decir nada, se llega a la entrepierna, la pela hacia abajo, y le da una chupada al glande… ammmhh…
Los chorros de semen le escupe la cara, los labios hasta incluso le eyaculado dentro de la boca. La pastillita azul logro una erección, pero no controló las ganas del vejete. No estaba mal el sabor, Efraín le pasa la lengua y recoge ese semen maduro. Lo prueba y con más ganas, busca pasar la lengua de nuevo. Pero la cabeza le quedo sensible al viejo, no pudo más y le aparta la verga de la boca del muchacho. Efraín lo ve a los ojos… para luego ¡ya no! –le dijo el vejete.
Y así comenzó todo, las sinvergüencerías del viejo Sebastián…
5
El viejo Edmundo llego con la primicia a la buena chismosa comae Aura. Secándose las manos en el delantal, dejo de amasar la harina para las arepas y puso oído al tambor… los ojos se afilaron en la vieja chismosa. No ha terminado el viejo Edmundo de contar bien el chisme, cuando ya la vieja está más que suponiendo. Afirma que el sinvergüenza se está cogiendo al marico de Efraín… jumm, si es que Laurita me lo dijo viejo. Que ella había visto algo raro ahí –mentira – Lo está inventando. La vieja tan pendiente de los demás, pero omite ver u oír, de lo que hacen sus nietos. Siempre viendo la pajilla en el ojo ajeno, pero nunca viendo la viga que trae en su propio ojo.
¿Cuál es? ¿La Laurita? A la que se va mamar güebo de los muchachos allá en el patio de la iglesia católica… o no se ha dado cuenta que, el nieto Cesítar también ha hurgado el culo de Efraín, bastantes veces llenándole el culo de leche. O que el ultimo nieto que le ha llevado unas de la hijas sin vergüenzas, tira pal mismo bando que Efraín.
Pero a la buena comae Aura, mejor es el chisme cuando es ajeno. Como tira piedras a techos vecinos, cuando el de ella es de cristal.
Claro el chisme “era cierto” como todo, pero que se va alargando, porque cada quien agrega un poquito de más. Edmundo lo que pensó (pa´ buena suerte del viejo Sebastián) no estaba equivocado. Como macho intuía que el viejo seba, había cuadrado con el chico ¿para cuándo no lo sabe? Pero a Edmundo le palpito la verga flácida, de tan solo imaginar lo que podía hacerle ese viejo a un muchacho de 15 o 14 años.
A las 11:00 de la noche, Sebastián lo esperaba ahí escondido detrás de las matas que están en el porche. Ha dejado la reja ajustada nada más, para cuando llegue Efraín solo la empuje y entre sin mirar atrás.
El muchacho llego, como si nada. En fin a él no le importa, todos saben que es gay. Ya salió hace tiempo de su closet de cristal. A quien debe preocupar es al viejo, pero Efraín intenta ocultar la relación hasta donde pueda. No es que le da vergüenza que lo vean con el vejete, sino que le preocupa que el viejo le de vergüenza, y eso para él sería fatal. Perdería esa tética de dinero que recibe semanalmente.
No ha sido la primera vez que intenta besarlo en la boca. Pero Efraín siempre esquiva aquello. Lo que hace tocarlo por encima, palpando la erección. Las primeras veces, después de la primera mamada que acabo rápido. Efraín solo llegaba y le daba una buena mamada de güebo, se traga el semen, mientras el viejo lo miraba a hacerlo.
Esta noche tiene apuro. Es viernes, después que termine con Sebastián va ir de parranda, y ahí unos malandritos le van a dar por el culo. Pero necesita el dinero.
Le saca la correa, y baja el cierre, sacando una verga empinada y a punto de reventar. Le da unos lengüetazos ávidos, y el viejo se contornea jadeando. Una que otra mamada profunda, le deja el glande babeado y listo. Se baja el pantalón apretado, y deja ver un “hilo” rojo carmesí. Una prenda femenina que el mismo viejo le ha regalada. Efraín bajando el pantalón hasta las rodillas, se monta en el mueble, y levanta el culo a disposición de Sebastián. Este le manosea ambas nalgas, las aprietas, chista entre dientes. Le hace a un lado el hilo, y ve ese culo moreno, entre esas nalgas color ébano.
Apunta su pincel grueso y de cabeza roja oscura. Escupe al culito apretado, pasa el pulgar y lo medio introduce, luego afinca el glande, y ve como ese culo lo traga sin chistar de dolor. Cerrando los ojos, deja ir el peso y mete toda la estaca en el hueco. Sintió como ese recto le apretujó el miembro. Lo hace palpitar y embiste la cadera dando arias sacudidas. Lo saca completo y lo deja ir de nuevo hasta al fondo. Le agarra duro por la cadera, y haciéndole levantar el culo, le da duro con un mete y saca parejo. Gimiendo el poseso, chilla como hembra, esto le gusta al viejo, quien más rápido le entierra el trozo adentro. Sin poder más está a punto de llegar. Dos sacudidas buen afincadas hacia adentro, y la verga se le expanden adentro y disparas ráfagas de leche hirviente.
Esta vez estaba como que más caliente. Efraín siente como ese semen le quema las entrañas.
Al finalizar, el viejo Sebastián espera echar dos polvitos más con el muchacho. Pero ve que el chico se arregla mucho frente al espejo.
Mijo no te vas a ir todavía ¿verdad? –pregunta sentado en el sofá.
Claro que si… deme lo que me va dar que ya me voy –le responde Efraín viéndose al espejo.
No se dio cuenta, cuando el viejo le llega por detrás. Le cruza el brazo por el cuello y lo aprieta contra sí. Le susurra al oído… tú no te vas ir de aquí ¡amorcito mío!
Con los ojos espabilados, viendo su espanto en el espejo, Efraín piensa… ¿acaso este viejo se enamoró de mí?
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