SECRETARY
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por markesdsad.
Te recuerdo cuando entraste a trabajar en mi despacho, eras una jovencita recatada e inexperta, a la vez muy atractiva aunque tu discreción en el vestir hacia pasar desapercibidos tus esplendidos atributos femeninos.
Profesionalmente siempre has tenido un comportamiento irreprochable y muy eficaz, me siento orgulloso de haber contribuido a tu formación práctica desde tu salto desde la universidad a mi despacho donde has crecido como profesional y como mujer.
Poco tiempo después de empezar a trabajar para mí te casaste, no tuviste hijos. Tu marido resulto por lo que tú me contabas más tarde era un hombre aburrido, muy poco apasionado y algo mojigato, tu matrimonio fue víctima de doña rutina muy pronto.
Te hiciste mujer a mi lado, cuarenta horas semanales juntos año tras año fue generando un conocimiento mutuo profundo, nos llegamos a tener mucha confianza, conversábamos de todo, incluso de nuestros matrimonios, de nuestras relaciones, fuiste cómplice en alguna travesura mía, y en una de ellas creí percibir en ti celos, estabas celosa de mi aventura?… no sé, tendría que asegurarme…
Siempre vestías muy discreta, a pesar de ser una mujer muy atractiva, tus exuberantes pechos eran disimulados por tu ropa, tu maravilloso culo apenas era exhibido por tus atuendos siempre tan puritanos, mi mirada hacia ti, después de tanto tiempo aprendió a apreciar lo que aquellos rancias ropas ocultaban, sabía que bajo ellos un cuerpo esplendido esperaba a gozar y a ser gozado.
Entre nuestras conversaciones informales, no era extraño hablar de asuntos personales, éramos jefe y secretaria pero también había amistad y complicidad especialmente desde que te enteraste de mi aventura con una mujer a la que conocías, un guiño de vez en cuando y sonrisas picaras me animaron a abrirme a ti y tu también a mí, hablamos de mi aventura y me confesaste que no habías estado nada más que con un hombre en toda tu vida, tu marido.
Mi mirada hacia ti cambio profundamente desde esos momentos, sentí que tenías una actitud algo coqueta y seductora conmigo y me sentí atraído por ti, un día viniste con un pantalón muy ajustado algo realmente novedoso para ti y note que bajo él llevaba unas braguitas muy convencionales, te hice la observación desde la confianza que nos teníamos y me ofrecí a regalarte algo para que te lo pusieras con aquellos ajustados pantalones, sonreíste picara y me dijiste –ya veremos-
Al día siguiente entraste en la oficina con el mismo pantalón y encontraste en tu mesa un pequeño paquete envuelto en papel de regalo, la puerta de mi despacho estaba abierta y me permitía verte sentada en tu mesa de perfil, me miraste, sonreíste y destapaste el regalo, unas diminutas tangas negras semi transparentes con unas discretas flores bordadas a un lado de la cintura colgaban de tus manos mientras que te sonrojabas ocultando tu rostro tras tus manos y la diminuta prenda, sin moverme de mi mesa te dije que me complacería mucho si las estrenabas para mí en ese momento, volviste a mirarme roja como un tomate, dudaste un instante y sin decir nada te levantaste y fuiste al baño… saliste con tus braguitas convencionales hechas un nudo en una mano y te sentaste en tu mesa poniéndote a trabajar, no quise ser imprudente ni acosador, deje pasar tiempo y cuando te vi más tranquila te pedí que me trajeras algo a mi despacho, así lo hiciste y cuando lo dejaste encima de mi mesa te dije que te dieras la vuelta, quería ver cómo te quedaba ahora el pantalón, volviste a sonrojarte y lentamente diste una vuelta sobre ti misma ante mi exhibiendo tu magnifica figura ahora sin marcas de braguitas, me excito lo que vi, aquel maravilloso culito se mostraba ahora libre bajo sus pantalones enmarcado con el diminuto tanga que yo te había regalado.
Ese fue el principio de una relación que alimento y alimenta nuestras fantasías, morbo, excitación y sexualidad.
Hacer un relato cronológico y pormenorizado de todas nuestras vivencias seria excesivamente largo para este lugar, así que nos limitaremos a contar algunas de nuestras más tórridas experiencias…
Siempre he tenido un marcado rasgo de carácter dominante, aunque sin experiencias reales en BDSM el asunto me atraía mucho, por tu parte desde que me confesaste que te había perturbado la película “secretary” comprendí que nuestras afinidades crecían, así que ocurrió lo que tenía que ocurrir…
Al aceptar mi regalo, necesite confirmar hasta donde estabas dispuesta a llegar, pocos días después hablamos de ello y ambos nos confesamos la excitación y el morbo que nos produjo, te dije que tendríamos que repetirlo con discreción a lo que asentiste tímidamente diciéndome que harías lo que yo te dijera siempre que no nos complicáramos la vida con el trabajo o la familia.
Antes de las ordenes vinieron las peticiones y la primera fue plantearte que deberías venir al trabajo vestida siempre con vestidos o faldas, de este modo preparaba el camino que había planeado para ti, aceptaste y por primera vez te sentí sumisa, obediente y complacida por ello, también te pedí que tu ropa fuera más actual y atrevida… sonreíste.
Al día siguiente te presentaste al trabajo con una faldita algo suelta por encima de la rodilla, la primavera empezaba a brotar pero aun hacia frio, bajo la falda unos pantis negros y un suéter ligeramente ajustado completaban tu atuendo, yo había previsto que te pondrías algo así y pase por una lencería para elegir dos regalos para ti, otras tanguitas, esta vez moradas y unas medias hasta los muslos terminadas en un elegante encaje, cuando llegaste a tu mesa el paquetito estaba en ella, nuevamente tu rostro enrojeció al desenvolverlo y esta vez sin necesidad de decírtelo te levantaste fuiste al baño y al rato saliste aun colorada con tus pantis y braguitas apretadas en una mano y mis regalos acariciando tu piel.
-quiero ver cómo te queda por favor- le dije
Bajó la cabeza avergonzada y ante la puerta de mi despacho se subió la falda hasta la cintura, estaba esplendida, su cuerpo superaba todo lo que había imaginado…
-date la vuelta despacio-
Se giró lentamente ofreciéndome el espectáculo de sus esbeltas piernas envueltas en mi regalo hasta medio muslo donde el blanco de su piel desnuda terminaba bajo la diminuta tanga por delante y su fascinante culo se mostró ante mis ojos esplendido con los hilos del tanga perfilando sus erguidos y firmes glúteos.
-no volverás a usar braguitas, solo tangas, tampoco pantis, solo medias, será tu uniforme de trabajo, y quiero que te depiles completamente el sexo- le dije.
Fue la primera vez que la vi en ropa interior, y noté que su sexo no estaba depilado, lo cierto es que no se apreciaba un bello abundante, más bien escaso y en su sitio, pero me apetecía seguir jugando con ella.
Me miro con cara de sorpresa y afirmo tímidamente con la cabeza sin decir palabra.
Transcurrió el resto de la jornada llena de una contenida excitación para ambos, no tenía prisa, quería que ambos saboreáramos cada uno de esos momentos a tragos lentos, sin precipitaciones, era muy placentero cruzar miradas con ella entre asunto y asunto, visitas, llamadas telefónicas… cada vez que se levantaba notaba como se exhibía tímidamente para mi…
Al día siguiente un vestido adornaba su cuerpo, como cada día paso a darme los buenos días por el mí despacho y a recoger mis encargos para la jornada, con las carpetas en la mano y antes de que saliera del despacho le pregunte:
-quiero ver si llevas puesto “todo” tu uniforme-
Dejó las carpetas en la mesa y se subió el vestido, llevaba la primera tanga que le regale y las medias del día anterior, en cambio note que no se había depilado…
-no te has depilado-
-no pude hacerlo, temo que mi marido me pregunte y no sabría que decirle-
-no me gusta que me desobedezcas, ven!-
Rodeo la mesa y se acercó a mí, gire mi silla y de dije que se tumbara boca abajo en mis rodillas, temblaba… roja de vergüenza y excitación se tumbó sobre mi como una niña que va a ser azotada por su papa, levante el vestido y le propine media docena de azotes, los primeros suaves y los últimos violentos, sus glúteos enrojecieron y su cuerpo vibraba con cada uno sobre mis rodillas, no se quejaba, la escuchaba gemir y cuando le propine el último pase mis dedos por su sexo comprobando lo que sospechaba, estaba muy mojado…
-mañana vienes depilada, no te costara encontrar una excusa en tu casa-
-lo haré- dijo
Recogió las carpetas y se fue a su mesa.
Ese día y muchos otros nos encerramos en la oficina después de terminar la jornada, no describiré lo ocurrido porque reiteraría un encuentro sexual como los miles que se pueden leer en cualquier página de relatos y si, fue nuestro primer encuentro sexual pleno, y muy satisfactorio para los dos, aunque cueste creerlo, fue la primera vez que alguien le hizo un cunnilingus y también la primera vez que ella hizo una mamada, también afirmo que solo tenía orgasmos cuando se masturbaba nunca con su marido, que resultó ser mucho más puritano y mojigato de lo que me imaginaba.
Y seguíamos hablando, confesándonos nuestras más tórridas fantasías y describiendo los caminos que queríamos caminar juntos, no todos, pero muchos de ellos transcurrían por la senda del BDSM.
Después vinieron situaciones morbosas, escabrosas, excitantes, instrumentos, dolor-placer, entregas a terceros, exhibiciones… Aun recorremos y descubrimos nuevos caminos pero eso se explicará en otro momento.
-el-
Mi señor me ha ordenado que ponga unas palabras en esta confesión, os digo que soy feliz entregándome a él y que jamás imagine que mi vida iba a ser tan intensa y placentera, gracias mi señor por todo.
-ella-
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