SECRETOS DE FAMILIA II
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Después de aquel incidente con mi tío Carlos, la resaca moral me acompañó durante mucho tiempo; me masturbaba recordando aquella situación para después caer en tremendas crudas morales por lo sucedido. Aquella visión de mi padre y su hermano teniendo sexo, llegó a convertirse en una obsesiva fantasía; siempre buscaba en mi padre algún indicio de su bisexualidad o del “secreto” entre mi tío Carlos y yo; pero si lo platicaron entre ellos, mi padre no daba muestras de nada. Esa incertidumbre me acompañó durante mucho tiempo, pero no me atrevía a nada; mi padre era muy cariñoso pero de carácter fuerte.
Un sábado de verano, hubo una reunión en casa de unos vecinos, tendría yo unos 16 o 17 años; la fiesta se había prolongado hasta la noche; mi padre, un poco ebrio, se había retirado a descansar, mi madre se había quedado a la reunión jugando al bingo con toda la familia vecina, incluyendo a mi hermano menor. Cerca de las 9, mi madre me ordenó ir a ver a mi padre para cerciorarme de que estuviera bien. Mientras me dirigía hacia la casa, miles de fantasías cruzaron por mi mente, e inmediatamente me atraparon los nervios.
Entré sigilosamente y me dirigí a la habitación de mis padres, me extrañó no encontrarlo ahí; pasé junto al baño pero no escuché ruido alguno; instintivamente lo fui a buscar a nuestra habitación, abrí la puerta, estaba en penumbras, la claridad que entraba por la ventana, iluminaba el espléndido cuerpo de mi padre, ahí estaba él, acostado en mi cama, sólo con unos amplios calzoncillos puestos. Aquella escena me hizo dar un vuelco al corazón, estaba durmiendo de lado, con una pierna flexionada, podía ver la redondez de sus hermosas nalgas, su espalda ancha y sus enormes brazos cubiertos de vello.
Roncaba fuertemente. Siempre fue un hombre corpulento sin llegar a gordo; yo quedé petrificado por un momento, sin saber qué hacer, sentí la sangre correr por mis sienes e hinchar mi verga; como hipnotizado, me acerqué lentamente a la cama, puse mi mano en su cadera para cerciorarme de que estuviese completamente dormido, todo yo era un manojo de nervios y excitación. Al ver que no reaccionaba, comencé a acariciarle las nalgas, eran macizas y redondas, busqué la parte más ancha de sus calzoncillos y metí mi mano, sus gruesos vellos púbicos me excitaron aún más, toqué suavemente su pene y sus enormes huevos, olía a jabón y alcohol. Eso me excitó aún más; comencé a bajarle los calzoncillos, lenta y pacientemente; logré dejar al descubierto parte de sus nalgas cuando un movimiento me hizo retirarme momentáneamente; había estirado su pierna flexionada, yo quedé inmóvil, esperando alguna reacción, pocos segundos después, sus ronquidos se hicieron otra vez audibles, en la posición que había quedado, bajarle por completo los calzoncillos resultó más fácil. Ahí tenía a mi padre, completamente desnudo y roncando como un tronco. La verga ya me dolía de tanta excitación, con desesperación me bajé los pantalones, y comencé a masturbarme mientras acariciaba las nalgas de mi padre, las separaba con mucho cuidado hasta sentir los pelitos de su agujero; me puse saliva en uno de los dedos y lo fui metiendo entre sus nalgas, logré acariciarle los pliegues de su culo, pero aquello fue demasiado para mí; un chorro de semen me inundó la mano, apreté mi verga con fuerza pero otro chorro se escurrió entre mis dedos.
En ese momento el ruido de la reja del jardín me hizo reaccionar de inmediato, asustado, le eché una sábana a mi padre y salí casi corriendo hacia el baño. Mi madre y mi hermano habían llegado; después de ducharnos, nos sentamos los tres a tomar café en la cocina, mi hermano dormiría en la habitación de mi madre y yo me acomodaría en la cama de mi hermano para no despertar a mi padre. Aquel plan me retumbó en los oídos, los nervios y la excitación comenzaron de nuevo. Al rato, todo era silencio en la casa, solo el leve ruido del aire del ventilador se dejaba escuchar en la habitación, pero yo no podía dormir, me sentía ansioso, excitado.
Desde la cama observaba a mi padre; ahora dormía boca arriba, se había quitado de encima la sábana que le puse y dormía a pierna suelta, su enorme pecho y su estómago cubierto de vello se hinchaban a cada ronquido. No le quitaba la vista de encima esperando una erección, por momentos parecía que su entrepierna crecía, pero todo era producto de mi imaginación. Yo me acariciaba la tremenda erección que traía a través de unos bóxers de tela suave, bastante amplios. Tal vez fuera la media noche, temblando de nervios y de excitación, me levanté de mi cama y me acerqué a la de mi padre, la entrepierna de sus calzoncillos estaba abierta, eso fue como un golpe de sienes y de excitación; audazmente metí mis dedos hasta tocar sus gruesos pelos que contrastaban con la suavidad de su verga flácida, la tomé entre los dedos y la saqué; aquello era sensacional, era gruesa y con un gran glande; metí de nuevo mi mano y expuse sus huevos peludos, los acaricié por unos segundos, me incliné hacia ellos y con cuidado me metí su verga en la boca, la acaricié con la lengua y la saqué, acariciaba los pelos de su vientre, cuando intempestivamente una mano tomó mi mano, entré en pánico, por instinto traté de zafarme, pero mi padre me tenía agarrado con firmeza. ¿Qué pasa? Preguntó; no pude contestar, fueron un par de segundos que me fueron eternos, estaba yo muy asustado. ¿No puedes dormir? Preguntó de nuevo; aquella pregunta me desconcertó un poco, esperaba alguna reacción violenta o algo así, no una pregunta tan tonta. No, no puedo dormir, no sé qué me pasa. Logré contestar. En ese momento me jaló hacia él y me desconcertó aún más: ¿Quieres acostarte conmigo? Con un tímido si, me acomodé junto a él, me pasó el brazo por mi nuca y descansé mi cabeza en su pecho; era extraño, no recuerdo haber estado así desde que éramos pequeños mi hermano y yo en que dormíamos a veces la siesta con él.
En ese momento, no sabía qué pensar, estaba desconcertado, la excitación se me había bajado por el susto. Su mano comenzó acariciarme el pecho y a jugar con mi tetilla, poco a poco fue bajando hasta que rozó mi verga, un vuelco al corazón me hizo soltar un suspiro, mi mano estaba que en su pecho, comencé a acariciarlo, a jugar con sus vellos, mi respiración era muy pesada de tanta excitación, no lo podía creer, miles de fantasías y especulaciones se hacían realidad en esos momentos; mi padre tomó mi mano y se la llevó hasta su verga, un choque eléctrico me recorrió el cuerpo al sentir la dureza y las dimensiones de su verga; me sentía ya como drogado, como si no fuera yo mismo, sabía que aquello estaba mal, pero ya no importaba; la excitación me había embotado la mente y la razón.
Me acomodé junto a él y de inmediato comencé a mamarle aquel enorme fierro impresionantemente caliente y duro; apenas cabía en mi boca; no era la primera vez que hacía algo así, pero aquello era diferente, era la verga que me había dado la vida. Mi padre mientras tanto me acariciaba la verga y jugaba con mi culito, metía un dedo húmedo y después metía dos; yo no dejaba de lamer aquel rígido tronco alternándolo con sus enormes huevos. De pronto mi padre me detuvo, me acomodó de manera que mis nalgas quedaban en su cara y mi cabeza en su cintura; la humedad de su lengua en mi culo, me puso como loco; con más ahínco tomé su verga e intenté, sin lograrlo, meterla toda a mi boca; sentía su barba sin rasurar en mi culo, me raspaba y me embotaba de excitación. Ante tanta excitación, tomé la iniciativa y me viré, me senté a horcajadas en la cintura de mi padre e intenté sentarme sobre su verga; él trató de impedirlo con un movimiento de cabeza, pero no hice caso y apoyándome en su pecho, acomodé el culo tratando de tragarme aquella mole, él alcanzó a soltar un buen chorro de saliva en sus dedos y lubricar su verga; una fuerte presión en el ano, me hizo soltar un gemido, mi padre trató de impedirlo, pero yo ya estaba decidido; otra presión y un pequeño dolor me recorrió la espalda. La excitación fue demasiado, sin pensarlo ya tenía toda la verga de papá en mis entrañas, él no se movía, estaba asustado, como temiendo hacerme daño.
Cuando mi culo se acomodó a aquella mole, mi padre comenzó a bombear, a cada movimiento sentía que no podía más, sentía que iba a eyacular en cualquier momento; mi padre me tomó el rostro y me besó en la boca sin dejar de bombear; entonces, si haberme tocado la verga comencé a expulsar chorros y chorros de semen sobre su pecho; después de tanto espasmo, me dejé caer en su pecho y me abrazó fuertemente mientras recuperaba el aliento. A los pocos segundos, me separó de él; su verga aún estaba rígida e inmensa; me pidió que le trajera del baño papel sanitario; cuando regresé, se había acomodado ya sus calzoncillos, se limpió el pecho y me extendió los brazos. Me acomodé en su pecho y me cubrió con sus brazos, no dijo nada, no emitió sonido alguno. Yo no sabía cómo reaccionar, era yo un remolino de sentimientos encontrados.
Poco a poco me fue venciendo el cansancio y el sueño.
A la mañana siguiente me desperté solo en la cama, mi padre se había levantado muy temprano como siempre, era domingo e iríamos a la iglesia. Tuve miedo de levantarme y de verle la cara a mi padre; mientras desayunaba solo en la cocina, se acercó y me dio un beso en mi cabeza; fue un beso que asentó todo un remolino de sentimientos encontrados. Durante muchos años, no hablamos del tema e incluso pensé que se había quedado en el olvido, pero la intimidad familiar siempre guarda secretos… secretos que tarde o temprano se asoman sin querer… continúa…
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