SEDUCIENDO A DAVID 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por betocabron.
Mi vida sexual empezó en la secundaria, yo estaba por cumplir los 14 años y era un niño muy timido, tenía pocos amigos.
No era nada guapo y mi cuerpo era más bien delgado.
Un dia, al empezar segundo año, entró al salón la directora para presentarnos a un nuevo alumno, yo no le puse mucha atención hasta que dijo su nombre: David, justo igual que el mío.
Levanté la vista para ver de quien se trataba y de pronto me encontré en presencia del chico más hermoso que jamás había visto.
De la misma estatura que yo, el nuevo David tenía la cara de un ángel, la piel más blanca que la cera, su cabello lacio y fino hacía juego con sus negrísimos ojos, y remataba su bella cara una nariz fina y unos labios carnosos y muy rojos.
Mi corazón, no supe porque, dio un brinco.
Luego la maestra le mostro al nuevo chico su asiento y lo vi dirigirse hacia mí.
Sonreí y no me atreví a parpadear mientras lo veía acercarse.
David pasó de largo sin siquiera mirarme.
A la hora del recreo lo busqué y lo encontré solo sentado bajo un árbol
.
Hola¡ le dije con voz tímida.
Hola¡ me contestó con una amplia sonrisa.
Me llamo David, como tú.
Agregué.
Qué bien, me contestó sin perder su sonrisa.
Vamos a ser amigos y tocayos.
Le sonreí y me senté junto a él.
Le pregunté muchas cosas que me contestó amablemente mientras admiraba su belleza, era perfecto.
Platicamos de su familia, de su anterior escuela y le dije que yo vivía frente a la deportiva que estaba cerca de la escuela.
Qué chido¡ Me encanta nadar, podemos ir a nadar juntos.
Sugirió.
Claro¡ contesté con entusiasmo.
A las dos semanas de su entrada a la escuela me preguntó que si podíamos ir a la alberca frente a mi casa el fin de semana.
Le dije que sí, yo no tenía nada mejor que hacer.
El sábado llegó a mi casa como a la una de la tarde y nos fuimos inmediatamente a la alberca.
Llegamos a los vestidores y yo me dirigía a uno que estaba vacío.
David me siguió mientras me platicaba algo sobre sus pasatiempos.
Yo me puse nervioso porque nunca me había metido a un vestidor con otra persona y no sabía si el señor encargado de cobrar la entrada se iba a molestar o algo.
En fin, entramos y cerré la puerta.
David empezó como si nada a desvestirse y mi corazón se aceleró a 100 en cuanto vi su torso desnudo, su piel blanquísima, me fascinaban sus brazos, su cuello, su abdomen, todo.
Yo empecé torpemente a quitarme la camiseta y cuanto empecé a aflojar el cinturón de mis pantalones de repente vi caer el short de David junto con su calzoncillo.
Lo tenía completamente desnudo frente a mí y casi me desmayo de emoción.
Bajé mis pantalones y mi calzoncillo torpemente y por lo mismo caí sobre la banca del vestidor.
Intenté detenerme y solo logré quedar tendido en la banca con los calzoncillos en las rodillas y mi verga parada expuesta a la vista de David.
Orale wey¡ si que la tienes larga.
Me dijo y yo me sonrojé.
A ver, creo que la tienes más grande que yo, agregó.
Me ayudó a levantarme y quedamos parados uno frente a otro, muy cerca.
Luego, sin esperarlo David tomó mi verga parada y la puso junto a la suya, que aun sin estar erecta se veía de buen tamaño.
La situación era electrizante, nunca me hubiera imaginado tener la oportunidad de apreciar al chico más hermoso de la clase completamente desnudo frente a mí, y que me estuviera agarrando la verga¡.
David se jaló un poco la verga para que se le parara y poder compararla con la mía.
Yo podía olerlo, admirarlo, sentir su calor.
No, si cabron, es más larga que la mía.
Dijo con un tono de risa.
Volteé a ver nuestras vergas y vi que en efecto la mía era como un centímetro más larga pero él la tenía mucho más gorda.
Eso no fue lo que me sorprendió, vi una mata de pelos en la base de su pene como nunca me hubiera imaginado, yo ya tenía pelos pero para nada se comparaban al matorral que cubría no solo la base del pene sino también sus huevos.
Huyyy, que peludo¡ Dije con nerviosismo.
David levantó la vista y nuestras miradas se cruzaron por unos largos instantes
.
Te gusta? Preguntó.
No supe que contestar, no sabía exactamente que me preguntaba, y su mirada tan penetrante me tenía como embrujado.
Nos quedamos callados sin quitar la vista uno del otro.
Tomé instintivamente su verga y el siguió agarrado de la mía.
Y lo que sucedió entonces fue tan natural que pasó como en cámara lenta.
Acerque mis labios lentamente a los suyos, y lo besé.
Fue un beso más bien tímido, mis labios rozaron los suyos y mi lengua probó la suya, suavemente.
Cerré los ojos por unos minutos y grabé para siempre en mi mente la sensación que invadía mi cuerpo.
No sabía que me excitaba más si el contacto de sus labios, el roce de su piel, su mano en mi verga, o mi mano en la suya, o era todo junto.
Por primera vez me sentía super feliz.
David no hizo nada, no movió ni parpadeó.
Luego nos soltamos al mismo tiempo.
Lo miré fijamente y sucedió sin pensarlo.
Orale, chido wey¡ dijo y se sonrió.
Te quiero¡ le dije quedito para sorpresa de los dos.
David solo me sonrió.
En eso me di cuenta de lo que acababa de pasar y me dio miedo.
Miedo a ser rechazado, a ser descubierto, miedo a lo que sentía.
Miedo a perderlo, a no volver a besarlo.
Sin decir palabra salimos de los vestidores y nos fuimos al agua.
SEGUNDA PARTE ________________________
Durante la siguiente semana anduve muy confundido.
David se mostraba a veces muy amistoso conmigo y a veces como que me evitaba.
La imagen de su cuerpo desnudo era ya una fijación a la hora de masturbarme.
Volvía a revivir la sensación de tocar su piel, de palpar su verga en mi mano, pero sobre todo, de sentir sus labios en los mio.
Lo amaba, de eso estaba seguro.
Pasaron otras dos semanas y de repente David me sorprendió.
Que? Vamos a la alberca el sábado? Preguntó con una amplia sonrisa.
Mi corazón dio un vuelco y le dije entusiastamente que sí.
El sábado nos vimos nuevamente después de medio día.
Yo iba más que contento, con la verga bien parada, casi no podía caminar.
Al llegar a la deportiva nos topamos en la entrada con unos compañeros y compañeras de la escuela.
Los saludamos y propusieron que jugáramos juntos en la alberca, yo me sentí triste, tendría que compartir a David con ellos y eso no me gustaba.
Tuvimos que tomar un vestidor cada uno para evitar problemas.
Yo me desvestí pronto y me salí a la alberca.
Jugamos con una pelota, jugamos carreras de nado, y nos divertimos en grupo por casi una hora.
Luego algunos de mis compañeros se empezaron a salir de la alberca para irse a casa.
Fue entonces que noté que David no estaba.
Salí del agua y me puse a buscarlo.
Lo vi detrás de los vestidores, recargado a un árbol, abrazando a Maricela, una compañera, los dos se besaban apasionadamente y David le tenía la mano metida por debajo del bañador.
Sentí celos, pensé en gritarles, en correr a Maricela, pero me sentí tonto, me quedé callado parado ahí viendo cómo se restregaban el uno al otro.
Maricela recostó la cabeza en el hombro de David y entonces él me vio y me sonrió.
Yo me sentí tonto, quería que la tierra me tragara, y no pude ni devolverle la sonrisa.
Me regrese lentamente a la alberca y me senté en el borde, confundido, sentía ganas de llorar y no sabía porque.
Después de varios minutos de confusión David apareció y me hizo señas de que lo siguiera.
Lo vi ahí.
Parado, tratando de tapar su tremenda erección con las manos, con su sonrisa y su cara de niño lindo que tanto me enloquecía.
Por supuesto que lo seguí.
Me paré de un brinco y entré a los vestidores.
No había ya mucha gente por ser la hora de la comida y el encargado estaba comiendo y escuchando música en alto volumen.
Me encaminé por el pasillo de los vestidores sin estar seguro de en cuál estaba David.
La mayoría de las puertas estaban abiertas y los cubículos vacíos.
Al final vi una puerta entreabierta y empujé la puerta.
Lo vi ahí, atrevido, perverso, con su cara de niño, sin ropa, sus ojos encendidos y con las manos tapándose la verga.
Me la enseñó, bien parada, tragué saliva y entré.
Cierra¡ me ordenó
.
Cerré y al volverme hacia él me hizo señas para que me acercara hasta quedar parado entre sus piernas abiertas.
Me bajó el bañador poco a poco hasta liberar mi verga dura.
Volteó a verme a la cara y me sonrió.
Me quieres? Preguntó inocentemente.
La pregunta me sorprendió pero le contesté que sí.
Luego sin más metió mi verga en su boca y la empezó a mamar.
Yo no lo podía creer¡ Me sentía tembloroso, excitado, y sin pensarlo puse una mano en su nuca y empujé un poco.
El se tragó toda mi verga mientras con sus manos acariciaba mi espalda y mis nalgas.
Luego levantó mi verga y con la lengua recorrió mis huevos lentamente enviándome casi a la gloria.
Mi cuerpo nunca había sentido lo que en aquel momento nublaba mi mente.
Cerré los ojos y me propuse a disfrutar cada momento y cada sensación que David me pudiera proporcionar.
Luego él se puso de pie, pasó un brazo por mi cintura, yo lo abracé con ambos brazos, luego su mano en mi nuca detuvo firmemente mi cabeza mientras sus labios se acercaban a los mios.
Me beso de manera sensual pero firme.
Me imaginé que así besaba a Maricela cuando los vi momentos antes.
Abrí los labios y dejé que su lengua penetrara y jugara en mi boca.
Me mordió suavemente los labios y yo me dejé hacer.
Me sostenía fuertemente por la cintura y empujaba su verga sobre la mía.
Los dos estábamos excitadísimos.
Mis manos recorrían su espalda de arriba abajo hasta acariciar sus nalgas y él las mías.
No sé cuánto tiempo duramos ahí.
Entonces dejó de besarme, me miró a los ojos, me sonrió y dijo:
Te quiero¡
Yo sonreí ampliamente y lo abracé con fuerza.
Luego, así abrazados me llevó al piso, se recostó boca arriba y luego me acomodó sobre él de manera que su verga quedó frente a mi cara y la mía frente a la de él.
No estaba seguro que iríamos a hacer pero la excitación me hizo olvidarme hasta del frío suelo de concreto.
Luego sentí como mi verga se deslizaba nuevamente dentro de su boca y por imitación hice lo mismo.
Su verga me supo al agua de la alberca pero la sentí caliente, viva, palpitante.
Dejé que su pene entrara hasta mi garganta y sentí que me ahogaba.
Tosí un poco y él sacó su verga de mí para que agarrara aire.
Despacio, no te la comas toda¡ me dijo mientras sonreía.
Volvimos a ocuparnos de nuestras respectivas vergas y yo trataba de imitar lo que David hacía con mi pedazo de carne.
Luego me pidió que cambiáramos posiciones y yo quedé debajo de él.
Sus manos empezaron a jugar con mis nalgas y sus dedos a masajear mi culito.
David mamaba mi verga de muchas formas, con diferentes ritmos, yo no me di cuenta en que momento uno de sus dedos estaba ya dentro de mi culo, y me gustó.
Podía sentir lo excitado que David estaba ya que su cuerpo temblaba, hacía ruidos y su verga dentro de mi boca se sentía tan dura como una piedra.
Luego se detuvo y se puso de pie, se arrodilló entre mis piernas y siguió mamando mi pene mientras me masturbaba.
Yo estaba tan excitado que solo duramos así unos instantes.
Sentí el orgasmo formarse dentro de mí.
David, David¡¡¡ dije con voz entrecortada.
Me voy a …no terminé la frase.
Chorros de semen brotaron de mi pene y fueron parar en mi abdomen, en el de él, en mi barbilla y hasta en mi cara.
David no perdió el tiempo.
Se agachó, lamió mi abdomen y mi verga y tomó con la boca cuanto semen pudo y lo llevó a mi boca.
Los dos comimos de mi semen y eso nos excitó más.
David continuó acariciando mi verga prolongando mi orgasmo mientras yo tenía los ojos cerrados y la boca abierta.
Sentí como limpió más semen con sus dedos y los llevó a mi culito y en poco tiempo, y con ayuda de lo resbaloso de mi semen y de la saliva dos de sus dedos entraban y salían de mi culito prolongando las nuevas sensaciones que David me había llevado a conocer.
No me di cuenta por estar concentrado sintiéndome inundado de placer, en que momento David había subido mis piernas en sus hombros.
Tampoco me di cuenta en que momento mi culito se abrió hasta permitir la entrada no de uno ni dos de sus dedos, ya eran tres los dedos que me daban placer en el interior del ano.
Te gusta? Preguntó David.
Siii,,, siii,,,,a siiii, dije entre gemidos de placer.
Me quieres? Preguntó una vez más David.
Siii,,, siii.
Y entonces lo sentí.
La verga del chico más lindo de la escuela empezó a invadir y expandir mi culo lentamente.
Abrí los ojos y me topé con los suyos.
SU cara de niño se había transformado en la de un chico traviezo, sus ojos parecía que echaban chispas, su respiración era muy rápida.
El aliento de su respiración llegaba hasta mi cara y no me importó más, doblé las rodillas hacia mi pecho y David entendió mi permiso para penetrarme.
Su embestida fue definitiva, su verga me inundó por completo.
EL dolor era intenso pero mi excitación era mayor.
Apreté mis manos en sus muslos y David se detuvo.
Estas bien wey? Preguntó tiernamente.
Moví la cabeza para decir sí mientras apretaba los ojos y la boca para no emitir un quejido.
David se detuvo un poco y luego siguió moviéndose dentro de mí, suavemente.
Su verga salía casi a la mitad y luego entraba hasta que los pelos de sus huevos rozaban la entrada de mi culito.
Poco a poco el dolor fue desapareciendo y el placer se incrementó al grado que empecé a gemir.
Te gusta? Me preguntaba David una y otra vez.
Si, si, dale,,, asi,,, decía yo entre gemidos largos.
Luego David aceleró el ritmo del mete y saca y me dijo al oído:
Te voy a llenar de lecha cabron¡
Si, si,,, no atinaba a decir nada más.
Con una mano logré tomar mi propia verga para masturbarme y pude sentir como el placer se duplicó.
En cuanto David empezó a bombear chorros de leche dentro de mí, mi propio orgasmo hizo explosión y nuevamente mis chorros fueron a parar en el abdomen de ambos.
David salió rápidamente de mi culo y terminó de aventar chorros sobre mi cuerpo.
Mi abdomen tenía tanto semen que empezaba a correr hacia los lados de mi cintura.
Me recosté y bajé las piernas de los hombros de David.
El se volvió a inclinar y a beber el semen mezclado de ambos sobre mi abdomen y lo llevó a mi boca, volvimos a saborear nuestros líquidos y me gustó.
Su saliva, la mía, su semen, el mío, todo, junto con el momento vivido hacían magia.
Aún podía sentir algo del orgasmo mientras seguíamos bebiéndonos el semen y besándonos.
Luego David descansó sobre mí por varios minutos.
Escuchamos voces en el pasillo y volvimos a la realidad.
Mientras nos limpiábamos nos mirábamos con una mirada nueva, más profunda y cálida.
Antes de salir del vestidor para ir al mío David me detuvo y me beso.
Te quiero cabrón¡ dijo con énfasis.
Yo te quiero más.
contesté.
Al salir de ahí me sentía triunfante, David era mío, su amor era mío, su verga era mía, su cuerpo entero era mío, y todo lo mío era de él.
Y su semen,,, todavía llevaba el sabor de su semen en la boca.
CONTINUARÁ…
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