Seduciendo a mi roomie. Segunda parte
No lo podía creer, mi roomie me estaba pidiendo masturbarnos uno al otro y seguramente no sería lo único, la noche apenas empezaba.
Continuación del relato «Seduciendo a mi roomie»
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Pablo estaba proponiendo masturbarnos uno al otro, al escuchar la propuesta, me quedé sin habla, mudo, quería decirle que aceptaba, pero no podía articular palabra por lo nervioso que estaba, afortunadamente Pablo interpretó mi silencio como una aceptación tácita y su mano se dirigió a mi verga, mi cuerpo se estremeció al sentir el contacto de la tibia palma de su mano, mi cuerpo dio un respingo, inicio el suave movimiento frotando el tronco de arriba a abajo y mi espalda se arqueó involuntariamente, abrí las piernas en señal de gozo, sin embargo, no me atrevía a ir tras su verga en reciprocidad, al notar mi indecisión soltó mi verga y su mano tomó la mía y la dirigió a su gruesa verga, tan pronto sentí su calor y suavidad en la palma de mi mano no pude evitar apretarla, caliente, suave y esponjosa, era tan gruesa que mi mano no podía abarcar todo el contorno, lo que había estado deseando por semanas se estaba cumpliendo, al fin una verga de macho en mis manos y vaya verga, era imponente, empecé el movimiento arriba y abajo, apretando el tronco y sintiendo la hinchazón de sus gruesas venas, la mano de Pablo regresó a mi verga y empezamos a pajearnos, uno al otro, suave, lento, del ojo de la verga de Pablo brotaron gotas de un líquido viscoso y transparente, me quedé mirando, hechizado, viendo como chorreaba su néctar, no pude resistir tocarlo, acerqué la yema de mi dedo índice y lo dispersé sobre la punta de su verga, una caricia que le encantó a Pablo ya que dio un ligero gemido y eso me descontroló, empecé a pajearlo más rápido y gimió con más fuerza, me encantaba escuchar que disfrutaba con mis caricias y quería darle más placer, volverlo loco, así que continué apretando y exprimiendo su verga, Pablo soltó mi verga para concentrarse en el placer que sentía, no me importó, era evidente la fascinación que me provocaba ese enorme bulto.
En la pantalla una colegiala rubia estaba mamando la gruesa verga de un profesor y Pablo dice viéndome a la cara:
- Mmmm, que rico, como quisiera que me mamaran la verga así- su mirada fija en mi cara, en espera de mi respuesta.
Nuevamente no respondí, tampoco retiré la vista de su cara, atontado, como si no entendiera la indirecta, sentí su mano en mi cuello y empujar mi cabeza en dirección a su verga, puse una ligera resistencia, tratando de controlar mi ansiedad, la cabeza chorreante y cálida se posó sobre mis labios, frotó la punta y mis labios se impregnaron de su esencia natural, presionó más fuerte:
- Vamos, abre la boquita, te va a encantar, no te resistas, he visto tu mirada de deseo, como miras mi verga, sé que quieres probarla, tómala, anda, es tuya.
Mis labios cedieron y el enorme nabo fue entrando poco a poco, el sabor saladito característico me invadió, cuando entró toda la cabeza succioné con suavidad, despacio, cuidando de no dañarlo con mis dientes, recorriendo con mi lengua todo el hongo, me encantó, un sabor fuerte a verga, a macho, embriagante, empecé a chupar con mayor ahínco, su verga era diferente a la de Arturo, Roberto, Pedro o Mariano, las cuatro vergas que había probado antes, era gruesa, pero no tan dura, podría decirse que más esponjosa y flexible, el prepucio le daba un toque especial, me excitaba sentir la delicada capa de piel entre mis labios, lo recorría con mi lengua, se metía curiosa entre el glande y el prepucio, explorando y encontrando el frenillo, oculto y con un sabor más intenso, estiraba la delgada piel con mis labios, despacio, jugueteando llegué a soplar y el aire quedó atrapado entre el prepucio y la cabeza, inflándose como un globo, un globo de piel, dio un suspiro y su cuerpo se tensó, estaba gozando con mi mamada y mis juegos, me encantaba disfrutar esa tierna capa de piel.
- Por Dios, que rico mamas, nunca me la han mamado así, ufffff, se nota que tenías ganas de verga, eres una putita comepollas increíble, la mejor, ayyy, que rico, sigue mamando, me encanta.
- Si Pablo, me fascina tu verga, me encanta sentirla en mi boca, me vuelve loco, ¿te gusta? – respondí, aunque era innecesario, era evidente el placer que le estaba dando.
- Si, mamas de poca madre, ayyyy, que rico me voy a correr, ya no aguanto, ufff.
Regresé a mamar su verga, mi mano acariciaba sus pesados huevos y apretaban el tronco, sin dejar de mamar, Pablo acariciaba mi pelo y bajó a mi espalda, descendiendo hasta que encontró mi bóxer y lo bajó, dejando mis nalgas expuestas, a su alcance, las masajeó y apretó sin resistencia, un dedo recorrió el surco entre mis nalgas y pronto encontró mi sensible agujerito, al rozarlo, sentí un escalofrío y un suspiro salió de mi boca, mi hoyito se contrajo en acto reflejo, para volverse a relajar, abrí más las piernas en señal de aceptación y arqueé la espalda como una puta, dándole a entender que me había encantado su caricia, llevó sus dedos a su boca y los humedeció para regresar nuevamente a mi ansioso orificio, una ola de calor invadió mi cuerpo, frotaba en forma circular los arrugados pliegues y mi cuerpo me abandonaba, sentía mi culito tan caliente y ansioso, empecé a culear persiguiendo sus dedos, invitándolos a entrar.
Pablo me tomó de la cabeza con la otra mano y empujando mi cabeza empezó a meter y sacar su verga, follándome literalmente la boca, cada vez entrando más profundo, más y más carne entraba en mi boca, hasta que sentí la punta del nabo en mi garganta, me dieron arcadas, me costaba respirar, por lo que a mi pesar, haciendo un esfuerzo tuve que sacarla de mi boca, mis quijadas dolían de tanto tiempo abiertas y exhalé aliviado un poco de aire.
- Ufff nenita, casi entra toda, eres una putita fantástica, de película, no puedo creer que sea la primera vez que mamas, tanto tiempo desperdiciado, de haberlo sabido desde hace mucho tiempo me estarías mamando la verga.
Pablo azotó mi cara con su verga, sentir el golpeteo de su mástil de carne, me prendió, era algo que en ocasiones hacía con Adriana y la volvía loca, ahora sabía por qué, sentir el golpeteo incesante me hacía sentir más puta, entregada, sumisa, la cabeza de su verga recorrió mis mejillas, mi nariz, mi quijada, y cada milímetro de mi cara, quedando viscosa y brillante, llena de precum y saliva, marcando su territorio, mi mano fue a sus huevos, los palpé, pesados, rugosos, llenos de leche, los acariciaba suavemente, su verga apuntó nuevamente a mi boca y hundió su capullo, al tiempo que mi mano subía y bajaba por el tronco, empecé a salivar en forma abundante, mi saliva escurría por la comisura de mis labios.
- Ufff, agggghhhhh, ayyyyy, agghhhhhh- Gemía y gritaba Pablo de gozo, su cuerpo se tensaba, era inminente la corrida, aceleré los movimientos de mi mano y succioné más intensamente la punta de su verga, listo para recibir su néctar, realmente no me gustaba tragar el semen, era demasiado viscoso y me causaba náuseas al sentirlo en mi garganta, pero me gustaba recibir la leche en mi boca, solamente sentir el sabor y dejar que escurriera por mis labios y por la verga que mamaba, pero sus manos tomaron mi cabeza y me enterró la verga profundo al tiempo que explotaba en el fondo de mi garganta, depositando el semen directamente en mi garganta, sin poderlo evitar, sentí el ardiente y viscoso líquido resbalar por mi cavidad rumbo a mi estómago, era tanto esperma que se quedó alojado en lo más profundo y me dieron arcadas, sentí que me ahogaba y saqué su verga de mi boca al tiempo que intentaba tragar el tibio líquido, disparó más chorros de leche que se estrellaban en mi cara, cerré los ojos para evitar que me entrara la leche y sentí que restregó su verga en mi cara al terminar de eyacular, era inconcebible tener mi cara chorreando y oliendo a semen, me sentía una puta barata
Quedamos recostados unos minutos sin decir palabra alguna, Pablo se incorpora y sale de la recámara, pensé que allí acabaría todo y me estiré para sacar una toalla del cajón de la cabecera, a fin de limpiarme la cara, y quedé recostado, exhausto, boca abajo, recordando la experiencia, una de mis piernas semidoblada, segundos después se abre nuevamente la puerta y entró Pablo con un botecito de crema en las manos.
- Mmmmm, que rico te ves así, que linda colita, no sabes las pajas que me hecho desde que la vi, aquella vez que llegaste del gimnasio- exclamó.
Me encantó el halago y empiné un poco más la colita, exhibiéndola, simulando inocencia expresé:
- En serio, ¿tú crees? –
Se acercó a la cama y acarició mi pantorrilla, mi piel se erizó al contacto y lentamente fue subiendo su mano a mi pierna,
- Si, tus piernas son tan suaves, tanto o más que las de mi novia, definitivamente son de nena, más firmes, pero lo que más me sorprende es este culito delicioso, es mejor que el cualquier chica que haya conocido antes- dijo al tiempo que acarició mis nalgas con una mano.
Otro escalofrío recorrió mi cuerpo, frotaba mi blanca piel con la punta de sus dedos y ese ligero roce hacía que mi piel se pusiera chinita, sensible, mi cuerpo se estremecía, jaló el bóxer que había quedado enrollado bajo mis nalgas y colaboré alzando mis caderas y piernas para que lo pudiera quitar, sus manos regresaron a acariciar y apretar mis nalgas en forma cachonda, aplicando más presión a sus dedos.
- Mmmm, que rica colita, sin ningún pelito, tan suave y redonda, como se me antoja darle un besito, ¿puedo?
No contesté, no hizo falta, disfruté un cálido y húmedo beso en mis nalgas un suspiro salió de mi boca, otro beso en mi otra nalga y después una caricia suave, húmeda y rugosa recorriendo el surco entre ellas, las sentía húmedas y calientes, todo tan suave y lento que me causaba ansiedad, me concentraba en sensibilizar los nervios de mis nalgas, incluso percibía el aire de su nariz acariciando mis nalgas, cada vez que respiraba.
- Mmmm, que culito más delicioso, pero el principal tesoro está oculto, en medio de estas suaves nalgas – dijo al tiempo que con sus manos las separaba y dejaba mi arrugado agujero al descubierto.
- Que lindo, rosadito, cerradito, mmmm, precioso, como se me antoja chuparlo como se merece.
Seguí callado, solamente me relajé y cerré los ojos, sentí la punta de su tibia lengua posarse en mi agujero, punteando y recorriendo los arrugados pliegues, como si quisiera borrar las arrugas, dejarlo liso, di un respingo y de mi boca salió un gemido, eso lo enardeció y aceleró las lamidas, apretaba las sábanas, esa caricia me llevaba al cielo de ida y vuelta, humedeció su dedo con saliva y siguió acariciando mi entrada, sentía mi colita muy húmeda, flojita, de pronto sentí sus labios prenderse de mi agujero y succionar, eso fue demasiado, una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo, apreté mis puños y mordí la almohada para no gritar, mi cuerpo se retorció y mi agujero empezó a palpitar y contraerse involuntariamente, mi verga estaba durísima, apretada contra el colchón, abundante precum salía de mi verga y humedecía la sábana, retiró sus labios y sentí nuevamente sus dedos, esta vez cubiertos con una sustancia viscosa y fría, apreté las nalgas al sentir esa sustancia fría,recordé que era la crema y aflojé la colita, hizo un poco de presión con uno de sus dedos y fácilmente venció la resistencia de mi esfínter, entrando solo la primera falange, lo rotaba en forma circular, presionando las paredes, revolviéndolo dentro de mi culo con cuidado y metiendo y sacándolo de mi interior, moría de placer, ya necesitaba que me cogiera, mi culito iba al encuentro de su dedo, lo quería sentir en lo más profundo de mi culo, sobra decir que me sentía una zorra y cumpliendo mis deseos su dedo se introdujo hasta lo más profundo.
- Ufff, se acaba de tragar tu culito todo mi dedo, está hambriento, ¿lo sientes?, dilatas muy bien, me encanta, lo tienes tan suave y cálido, estoy seguro que no te ha dolido.
Cuando su dedo entraba y salía con facilidad, metió otro y los revolvía dentro de mi colita, los abría y cerraba en tijera, estirando las paredes internas sin forzar demasiado, ensanchando poco a poco el conducto, preparándolo, mordí la almohada para no gritar y pedirle que me enculara en ese instante, siguió jugando con mi culito un largo rato, sin prisas, en ocasiones metía un dedo y después el otro, alternándolos, la forma en que me estaba preparando el culo era increíble, jamás había sentido nada igual, estaba en las nubes, en el paraíso, en otro planeta, pronto descubrí que mi culo iba al encuentro de sus dedos y lo notó:
- Pero que puta saliste, te está gustando, mira como meneas el culito, creo que estás lista- dijo al tiempo que sacaba sus dedos y me daba un azote en las nalgas, que más que dolor me excitó mucho.
Acomodó su cuerpo contra el mío en posición de cucharita, la cabeza de su verga recorría el surco entre mis nalgas, buscando colarse entre ellas, me excitaba mucho el roce de los vellos de sus piernas y brazos contra mi piel, me hacían un poco de cosquillas, pero era un cosquilleo muy erótico que provocaba mayor sensibilidad en mi piel, sabía que el momento había llegado, y aunque estaba ansioso, puse algo de resistencia, no quería verme tan entregado, creí que era mejor hacerle pensar que efectivamente me desvirgar, sería más excitante para ambos.
- Espera, no, tu verga es muy gruesa, y mi culito demasiado estrecho, no me va a entrar, me vas a lastimar, por favor, soy virgen- le dije, volteando a verlo a la cara, aunque sin hacer esfuerzo por retirarme, dándole a entender que debía ser gentil al penetrarme, creo que dio resultado porque exclamó.
- Solo la puntita, anda, si te duele lo saco, solo la puntita, te meteré sólo la punta de la cabeza, despacito, suave, vamos te va a gustar, vas a ver que después me pedirás que te clave- me decía.
- Está bien Pablo, sólo la puntita, si me duele la sacas, no me vayas a lastimar- respondí, mirándolo a la cara, aceptando mi destino, pero me tratara con cuidado por ser mi “desvirgue”
Sus ojos brillaron y me puse en posición, abrazando una almohada y arqueando la espalda, mi culito en pompa, su verga recorriendo el surco entre mis nalgas, dejando una estela viscosa y húmeda, con una mano abrió una de mis nalgas y posicionó la punta de su verga en la entrada de mi hoyito cerradito y palpitante, punteó ligeramente, la sensación era indescriptible, me encantaba sentir la caricia suave y tibia de su ardiente nabo buscando entrar en mi cuevita, siguió presionando suavemente y moría de placer, cerré mis ojos y apreté mis labios para no pedirle que me empalara y me reventara la colita.
- ¿Sientes mi verga?, ¿te gusta?, relájate, afloja la colita y verás que va a ir entrando poco a poco, te dolerá un poco, pero te va a encantar- dijo mientras continuaba con su verga en mi orificio, presionaba y cuando pensaba que me lo iba a meter continuaba su paso hacia arriba o hacia abajo, cada vez que la posicionaba en mi agujero sentía una oleada de placer atravesar mi cuerpo, pero nada, recorría el surco entre mis nalgas y volvía a puntear y presionar, todo muy suave, mis pliegues se dilataban lentamente, aplicó un poco más de crema y siguió con la operación, lento, apreté los puños y mordí la almohada, no de dolor, si no de desesperación, quería gritar que me empalara, estaba ansioso por que me ensartara de una vez, el “desvirgue” se estaba convirtiendo en un delicioso tormento, pero debía aguantar, pensé que era mejor esperar y prolongar el “desvirgue” el tiempo que Pablo considerara apropiado, él disfrutaba mucho y yo también, sería un regalo especial que pensara que me había desvirgado y también me ahorraba darle explicaciones sobre mis relaciones anteriores, continuó refregándome la cabeza de su verga en círculos y apretar en forma más insistente, apreté un poco mi esfínter, ya que era “virgen” y debía forzar un poco más, por lo que siguió insistiendo varios minutos.
- Intenta relajarte y no te muevas- avisó, al tiempo que me abrazó y me apretó contra su cuerpo, como para evitar que escapara de mi destino, sus vellos acariciaban mis piernas y espalda, posicionó la punta de su verga nuevamente en mi colita y empezó a empujar, sentí los pliegues de mi esfínter expandirse y la barra de carne entrando en mi interior, sentí un ardocito rico al rendirse mi culo al invasor, que rico era sentir ese mazo de carne y la forma fantástica en que me estaba abriendo.
- Despacio, despacito- exclamaba,-agghhh- y Pablo trataba de relajarme, susurrándome al oído y pidiendo que me pusiera flojito – Shhhh, tranquila, no aprietes, ponte flojita, ya va entrando, que rico, tu hoyito es tan apretadito, caliente y suave, me encanta, ufff, como aprieta mi verga.
Poco a poco mi hoyito fue cediendo hasta que entró toda la cabeza- sentí claramente como mi esfínter intentaba cerrarse al traspasarlo el grueso nabo, pero el tronco lo impedía y lancé un fuerte gemido, junto con un grito.
- Bien, muy bien nena, vas muy bien, ya entró la puntita, aguanta, no aprietes, solamente me voy a mover un poquito para que sientas rico, te va a encantar, pon la colita flojita para que disfrutes más- me animaba
- Ay, me duele, uffff, me lastimas, espera un poco, no sigas- Mentí, la verdad es que, aunque si sentí dolor, resultado de la falta de uso, era un dolor tolerable, incluso disfrutable, un rico escozor al estirarse mis pliegues internos, pero fingí más dolor, se suponía que me estaban “desvirgando”.
- Mmm, que rico culito, indudablemente el mejor culo de mi vida, y además virgen, aguanta, ya tu culito se acostumbrará al grosor de mi verga y empezarás a sentir placer, eres una campeona, ya verás que pronto no será necesario ensartarte tan lento.
Espero un ratito sin moverse, sentía la cabeza de su verga palpitando dentro de mi cuerpo y mi culito latía al mismo ritmo, al unísono, contrayéndose involuntariamente, ligeros espasmos apretaban la cabeza de su verga, sus manos acariciaban mi cuerpo, mis nalgas, estiraba y pellizcaba en forma circular mis pezones, besaba mi nuca y mi cuello, sentía placer en todo mi cuerpo, unos minutos después empezó a moverse lentamente milímetro a milímetro, sacando un milímetro y metiendo dos, mis pliegues iban cediendo, sentía como se abrían, estirándose y ajustándose al diámetro del invasor, me concentraba en agudizar las terminaciones nerviosas de mi conducto anal y disfrutar las sensaciones que me provocaban sus suaves movimientos, percibía la textura, el contorno de sus gruesas venas, las suaves contracciones y espasmos de su inflamado instrumento.
- Aggghhh, despacio, solo la puntita- exclamaba y gemía.
- Solo la puntita, solo la puntita, siéntela, gózala- exclamaba entre jadeos Pablo, pero percibía como cada vez se iba hundiendo más profundo, venciendo la resistencia y ganando terreno dentro de mi cuerpo
Después de un largo rato como de unos 20 minutos alcancé a sentir el roce de sus vellos púbicos en mis nalgas, un rico cosquilleo y exclamé.
- Aghhhhh, cabrón, ya me la metiste toda, ufff, quedamos que solamente la puntita, agghhhh, que cabrón, ya sácala, me duele, me estás lastimando- Dije, aunque ambos sabíamos que no la sacaría.
- No nenita, no ha entrado toda, todavía falta – dijo al tiempo que me tomó de la cintura y dio un empujón ensartándome completamente su verga, hasta los huevos, lancé un grito inesperado, su pelvis rebotó contra mis nalgas.
- Listo, ya está, ahora si tienes toda mi verga dentro, ufff, ha sido increíble desvirgarte, eres una campeona, relájate, se que te duele, pero aguanta un poquito más, te juro que pronto morirás de placer, ufff, si supieras que rico es sentir toda mi verga dentro de tu culo, agghhhh, me encanta, jamás pensé que fuera tan bueno, superó con creces mis expectativas más altas- dijo, sus labios besaron nuevamente mi cuello y nuca y sentí un ardiente lametón que me puso la piel de la nuca chinita y retorcer mi cuello, sus manos jugaban con mis pechos, apretando y estirando mis pezones, me dejé llevar por el placer, un placer que me transportaba a otro mundo.
- Ay Pablo que rico, el dolor disminuye y empiezo a sentir mucho placer, que bárbaro, que rico se siente tu verga, ufff, con razón a las mujeres les gusta tanto que se las claven- le informé a fin de que supiera que podía continuar.
- Si Ariel, siente, estás empezando a gozar como una hembra, disfrútalo, gózame, te juro que te haré sentir una puta, una putita hambrienta de verga y vas a querer que te ensarte todos los días, así que prepárate ahora vas a empezar a disfrutar de verdad- expresó al tiempo que me daba una sonora nalgada.
Empezó un suave vaivén, la sacaba suavemente hasta quedar solamente la cabeza dentro y arremetía hasta metérmela entera, profundo, me hacía gemir de placer, en cada embestida mi alma se iba y regresaba, me derretía, susurraba a mi oído, definitivamente era su hembra, o al menos así me sentía:
- Ay, Ariel, que rico, ufff, me encanta tu culo, quiero cogerte seguido, quiero cogerte siempre, desde hoy serás mi putita, mi putita particular, ¿Te gusta puta?
- Si, ayyy, si me encanta, soy tuya, tu hembra, tu puta, me encanta como coges, que macho, agghhhh, sigue, más duro, aghhh – exclamé.
Mi vista se nublaba, me encantaba esa cogida, una cogida más suave que cualquiera de mis amantes anteriores, pero más intensa, más llena de pasión, mi verga estaba al tope.
Me estuvo cogiendo por un largo rato y poco a poco, fue embistiéndome más rápido, su verga chocaba contra mi próstata haciéndome gemir y aullar de placer, me apretó más fuerte, ensartándome profundo, succionaba y mordisqueaba el lóbulo de mi oreja, mil sensaciones recorrían mi cuerpo, me sentía tan entregada, puta, cuando su verga llegaba a lo más profundo la movía en forma circular y veía el cielo, mi boca babeaba y gemía sin parar, inconscientemente empecé a mover mi colita también en círculos y arqueé la espalda de tal forma que me empalaba más fácil y profundo, completamente entregado, empezó a gemir, a bufar de placer, unidos en un éxtasis total, nuestros cuerpos temblaban, convulsionaban y exploté entre torrentes de placer que recorrían todo mi cuerpo, mi semen salíó disparado con fuerza, chorros de abundante leche que se estrellaban en las sábanas, sin haberme tocado la verga, sentí una descarga desde mi columna vertebral hasta mi culo, haciéndome dar un alarido que seguramente se escuchó en todo el edificio, al tiempo que un líquido lubricaba mi culo, dejándome el culo más húmedo, pensé que Pablo se había corrido en mi culo, pero no fue así, el seguía embistiéndome profundo, taladrando mi culo sin piedad, mi cuerpo convulsionando y retorciéndome sin parar, casi sentí desmayarme de placer, cuando lo escuché decir:
- Ayyy, por Dios, que putita, te has corrido como una hembra, eres una putita increíble, agghhhhhh, me voy a correr, aghhh, ya viene, te voy a preñar, agggghhh.
Ahí comprendí que había logrado lo que se llama un orgasmo anal, algo que había escuchado alguna vez, pero pensaba que era un mito, mi culo había lubricado naturalmente, como una hembra, algo impensado, increíble, todo mi cuerpo vibraba y los músculos de mi trasero tenían un espasmo tras otro, ya no podía más, necesitaba que acabara y quería que fuera dentro mío, que me preñara como hembra, su hembra y así se lo pedí.
- Agggggh, preñameeee, preñameeee, hazme tu hembra, aggghhhh, ayyy, vamos, lléname con tu leche.
Dio una última embestida muy profunda al tiempo que daba un alarido estruendoso, su verga se hinchó y explotó en lo más profundo de mis entrañas, chorros de su ardiente néctar inundaron todo mi interior, mezclándose con mis flujos, siguió embistiendo, estocadas profundas, que me hacían delirar, me había cogido por cerca de una hora, sin pausa, mi cuerpo ya pedía un respiro, no me lo daba, siguió algunos minutos más embistiendo hasta que sentí que su verga iba perdiendo dureza y tamaño, su leche escurría por mis nalgas, nuestros cuerpos sudaban, el sudor lubricaba el roce de su cuerpo con el mío, gocé algunos minutos más esa tibia sensación, me sentía tan a gusto con mi macho, en sus brazos, hasta que poco a poco me fui quedando dormido, fundidos en un solo ser, exhausto, la película había terminado también y la habitación quedaba en silencio, solamente se escuchaba nuestra respiración.
En la madrugada desperté, tenía el cuerpo de Pablo aún pegado al mío con una de sus piernas entre las mías, mi cuerpo pegajoso, sudor y fluidos en mis nalgas y piernas y pensé que necesitaba una ducha, intenté moverme sin interrumpir el sueño de mi amigo, pero no dio resultado, Pablo movió su pierna para dejarme incorporar, y se incorporaba también, le dije que necesitaba una ducha.
Lo que pasó después se los cuento en el siguiente relato.
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Me encantan tus relatos!
Gracias, precisamente son los comentarios de mis lectores los que me animan a seguir escribiendo.