Seduciendo al viejo/El viejo seduciendo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
I
Desde que he salido de la casa, me ha venido palpitando la verga. Hice el intento de hacerme la paja en el baño, pero a mi edad, o al menos yo; necesito más que una imaginación. Necesito acción ¡necesito güevo!
Soy José, tengo 48 años. Me ha venido pegando una ansiedad, tengo ganas de mamar una buena verga. Aún recuerdo cuando la primera vez… en realidad vivo recordando las veces que he mamado un güevo, o las veces que la han metido por mi culo.
José… José ¡José! –grito la madre de José al patio. El chico saco la verga que le atragantaba la garganta. Le dijo a Toño que ya no podía hacerlo; – ¡mamá me va pegar! – dijo el pequeño José.
– déjame acabar –. Y Toño le hizo tragar…
Al llegar cerca de la casa, se acomodaba el pantalón corto. José iba hasta su casa con las mejillas rojas por el sol. Aun sentía el sabor de semen, se relamía los labios y sintió una resequedad.
Cuando hubo refrescado la tarde, José ya se ha bañado, salió por la puerta del patio, del humilde hogar rural. Más adelante, después de dejar el monte alto, hay una quebrada.
El instinto lo sabía, quizás por ello llego en silencio. Se fue asomando poco a poco, Tomasito estaba sentado en el montículo de barro, tenía la bermuda casi abajo, veía a los lados, y con una mano le hundía la verga, en la boca de Marcos. José se ha calentado, pero no quiere interrumpir el acto; marquito se está comiendo un buen trozo de güevo parado. Solito se lo chupa, cogiendo el trozo por el tronco; el glande esta prensado y rojo, su lengua lo abraza, lo lame y luego se atraganta. Tomas solo se deja hacer, pero está mirando a los lados, atento por ver quien llega. Una vez que le ha mamado lo suficiente el güevo, marcos se pone de pie, rápido se baja el short, y ahora es el que está en el montículo, pero de pie y con el culo en pompa.
Tremendo güevo que se gasta el Tomasito, moreno y muy peludo, grueso y largo, y de un mismo tamaño. Tomasito se sube la franela blanca, se la detiene con la barbilla y en eso, ha escupido bastante su mano, lo unta en el culo de marcos, y el resto se lo frota en el glande grueso.
José sintió en su entrepierna un cosquilleo, y la piel estaba hirviendo tanto que el ahí acostado en la tierra veía hacia abajo, como Marcos se iba a tragar por el culo ese mazo de carne gruesa.
El gesto de su cara, era dolor, pero se lo aguantaba. Tomasito no tenía intensión de retroceder; tenía a ese culito ya clavado, solo faltaba pasar el grosor del tronco, porque ya el glande se lo ha chupado.
Era muy tarde, para decir que no. Cuando marcos quiso rechazar el intruso, que abría su culo, se quejaba, pero la arrechera que traía Tomasito, lo que hizo fue terminarlo de clavar hasta al fondo. Ambos cuerpos presionados; el de marcos contra el montículo de tierra, el de Tomás contra el de marquito.
El chico se angustió, pero Tomasito le hablaba al oído y dejaba que su estrecho culo, se fuera expandiendo al grosor de su güevo templado.
José sintió un vahído intenso, quiso explotar. Era algo que no ha visto, tampoco lo ha hecho, pero ansiaba estar en el lugar de marquito. Lo pensó vagamente, salir del escondite y participar en aquello – ¿pero cuando no? José siempre dejando pasar las oportunidades –.
Tomasito bombea la cintura, metiendo ese güevo en el culo de marcos, le hacía chillar, y en su rostro se veía el placer que el sentía. Cuando vio que marquito levantaba más el culo, sabía que el chico le ha cogido el gusto. Abre las nalgas, y ve como el trozo de su miembro viril, va entrando lento y suave en ese culo apretadito. Cuando llega a tope, jadea y la da una comezón en la punta del güevo. Le coge por la cintura con ambas manos, lo mueve rápido y soltando gemidos, se deja ir por la intensidad, y el glande rozando las paredes anales de marquitos; unos cuantos espasmos, y lo trallazos de semen lo están llenando.
El rostro de José, estaba rojo. Nunca se le ha olvidado, la cara de un joven adulto acabando. El morenazo de Tomasito se tensó de pies a cabeza; su cara cuadrada, y sus labios gruesos quedaron apuñados cuando en cada espasmo estaba acabando en el culo de Marcos…
José… José… estaba viendo hacia la ventana, cuando maría me está llamando. Recordaba muchas cosas, el sexo esta en mis pensamientos. Cuando me he levantado para coger los documentos que me ha dejado maría, no percate de la erección que traía. Me senté de nuevo, y por debajo del escritorio me he presado la verga.
II
Estaba aún acostado en la cama. Me daba duro, jalando mi güevo templado. Como todas las mañanas levantado con el trozo duro. Esa mañana estaba full de caliente, quería hacerme la paja, e irme al trabajo muy relajado… como diría “Er Conde”; “una cana casi que me sale” cuando mi primo ha irrumpido en mi habitación.
Me di la vuelta hacia la pared, y rápido me he envuelto con el cobertor. Iba Luis al liceo, por eso creo que está despierto en este momento. No dijo nada, quizás no haya visto, solo entro y busco lo que buscaba.
– Roberto, no olvides el almuerzo – dijo la madre de este.
Cuando he salido a la calle, fui hasta la parada de buses, ahí esperando veo a una jeva buenísima. Teniendo el güevo de no hace poco haberse bajado, rápido se me puso como un palo. Me quite el bolso de la espalda, y cubrí mi erección.
Necesito un culo, pensaba. Lo necesito, ya no puedo con este verano. Iba en el bus sentado, pero una gran parazon de güevo, dentro de mi pantalón. Mientras veía hacia la ventana, estaba pensado en Luis, por si ha visto algo, pero luego caigo en cuenta; no debe preocuparme, cuando él ya me la ha mamado…
A pesar que le dieron una habitación para él solo. Luis deseaba dormir con su primo, al igual que la primera noche cuando llego a casa de sus tíos. Esa noche, después de haber jugados hasta tarde con la consola de video juego, se acostaron en la habitación de Roberto.
Luis se acomodó en una colchoneta, al lado de la cama del primo. Cuando la noche se hizo tranquila, Luis no podía dormir, tenía ganas de hacer lo que venía pensando desde hace rato. Es que Roberto está buenísimo; un chamo, de ojos marrones, blanco y con el cuerpo marcado de un joven, que hace deporte…
Estaba durmiendo sin short, solo con un bóxer negro, que resalta la palidez de su piel. Titiritaba Luis, del frio, con una fiebre y pálpitos temblorosos.
Solo tocar… si solo tocar y más nada >> pensaba Luis ahí acostado y mirando al techo. Sentado aun en la colchoneta, se puso a mirar a la cama de Roberto; ahí el muchacho, acostado boca arriba, suspirando el sueño, veía como su abdomen blanco, subía y bajaba. Luis se imaginaba, besar cada parte de ese abdomen, y bajar tan lento el bóxer, se imaginaba como está ese güevo aun dormido y de lado. Imaginó el prepucio arrugado, y también cuando se jala hacia abajo, y aparecer ese glande rosado; tal vez sucio, pero el limpiarlo con la lengua sería un agrado.
El corazón parecía salirle por la boca, tenía que hacerlo y ya es el momento. Estiro la mano, y movió la sabana a un lado, descubriendo su pierna llenas de finos pelos. Se fue tocando por el muslo y toco el bóxer negro, sintió una corriente en su cuerpo. Luis cerró y abrió los ojos, sus dedos están en ese bulto de güevo.
Cálido como la noche misma, las pelotas de Roberto un poco húmedas y con calor propio. Era suave pasar los dedos por ese bojote de güevo dormido. Luis pensó, que ha sido demasiado, lo que la oportunidad le ha brindado. Pero no, hasta ahí no iba llegar, debía saber, como era su miembro, solo eso; para tener una imagen y hacerse una paja por la mañana. Cuando corrió el bóxer, los pelos largos, salieron, los tocos al tacto. Luis cuando hubo terminado de bajar el bóxer negro, casi le da algo, o mejor dicho… casi es igual, como él lo ha imaginado.
Se llevó los dedos a la nariz, sintió el olor de la ingle. Lo aspiro como aspiraría una fragancia.
Grata sorpresa, o incomodo momento. Se está poniendo duro. Luis está viendo como ese mazo crece, y se pone totalmente templado.
Lanza la mirada a la cara de Roberto, pero Roberto sigue igual; con la cabeza hacia la pared. Parece no estar despierto, pero cuando ve, la mano de su primo, terminando de dejar ese güevo templado… la vergüenza y el miedo desaparece. Invitado o no, se engullo y se atraganto.
Fue una mezcla, de varios sabores, pero todos sabroso los sintió en su paladar. Luis vio que era un tremendo güevo, grueso, desde la base hasta el glande. Con la lengua saboreo todo el troco y frenillo también. Limpio a gusto esa verga inmensa. Pegaba el olfato a la ingle peluda, olor tan rico emanaba esa entrepierna. Roberto solo jadeaba, y cerraba los ojos, quizás para no sentirse culpable como su primo. Mordía sus labios en cada chupada que le daba Luis a su tronco, cuando Luis le mamo una bola, abrió los ojos de sopetón; y le detuvo un poco la cabeza, fue tan sabrosa esa chupada, que Roberto temió de haber acabado en el instante.
Roberto cerraba los ojos, pero con ambas manos en el cabello ondulado de su primo Luis, le guiaba la mamada…
Le sorprendió el primer chorro de leche. Luis muy goloso se lo tragaba, en cada expulsada de semen, bebió ese líquido bueno. Hasta no dejarlo limpio y si no es porque su primo, le empuja las manos y la cabeza, Luis no deja de tener ese güevo en la boca.
Roberto con cara de culo, se tapó con la sabana y el cobertor, durmiendo de lado, hacia la pared, le dio la espalda a su primo, que acostado en la colchoneta, se pajeo y en su mano acabo…
Al bajarme del bus, por la parazon de machete que tengo, aun llevo mi bolso en las manos. Antes de llegar al trabajo, pensaba, que hoy, esta noche, Luis seria mi salvación.
III
Roberto en cada movimiento que hacía en el trabajo, la fricción del caminar, sentía lo caliente que estaba su verga. Todo el día en el trabajo, pensaba era en sexo. José igual estaba, cada muchacho que veía, cuando venia del trabajo, y se montó al metro, iba lleno, como otras veces que lo ha hecho, busco la manera, que un hombre quedara detrás de él. La otra vez tuvo suerte, un tipo, detrás de José, se le puso tieso el güevo; todo el trayecto se afinco al tipo, y el tipo bombeando el güevo en las nalgas del viejo José.
Esta noche no pela a Luis, capaz y hasta se lo coge por el culo. Eran los pensamientos de Roberto al llegar a casa. José sentía, que un día como este, y esta ansiedad que lleva, debía ser expulsada con una paja, sea en el baño o cuando ya esté en la cama, pero esta noche, sí que se hace la paja.
Al voltear, vio a eso ojos marrones y labios rojos. Roberto debió darse cuenta de la mirada del viejo; no tuvo el pudor, de demostrar con su mirada, que al chico le ha parecido guapísimo.
Es un hombre, como todos, al ver al viejo con mirada, se alejó un poco, cruzado sus brazos a la altura del pecho. Roberto escupió al suelo y José seguía viéndolo. Por fin llego un carito, cupieron los cuatros, José y Roberto quedaron atrás, con otra señora más. Cuando iban a mitad de camino la señora se bajó, y más adelante el señor que iba delante.
Quedaron solos atrás, José veía al muchacho, mientras Roberto se hacia el loco. Roberto le estaba molestando ya, la mirada del viejo. Pero en vez de pensar, una manera de darle atender, al viejo, que él es un hombre. Comenzó a tocarse la entrepierna, como tenía el güevo hacia abajo, se lo acomodo de lado. Con lo caliente que anda, no fue mucho esperar, cuando tenía todo el machete templado, ceñido al jean degastado. José se puso a ver, con los ojos como un plato. Estaba titiritando de nervios, el señor que maneja no se va dar cuenta, pensaba José, en estirar la mano. Pero si solo era mentiras del muchacho, José se espetó; no dejes pasar la oportunidad y brinco su mano…
Que iba hacer, con apartar la mano de José. Roberto cerró los ojos, y con la presión que hacia el viejo en su tronco, creía que podía acabar ahí en su pantalón. Abrió las piernas y se puso a ver por la ventana. José sentía la gloria en sus manos, tocaba ese fierro duro, caliente y apetitoso. Era un dulce que tenía en su mano, y se le hacía agua la boca, con solo imaginar, de mamarle hasta las bolas.
La parada de José está cerca, es ahora o nunca.
Era muy tarde ¡muy tarde! Pero ya estoy aquí y él ha cerrado la puerta. Ahora está en el baño y yo aquí en su sala, con el güevo templado.
Salió del baño secando sus manos con una toalla. Sonreía, se acercó hasta donde estoy yo. Estuvo tan cerca de mí, que creía me iba a besar; si lo hacia lo iba a patear, pero él supo que hacer. Se bajó y quedo arrodillado ante mí; desabrocho mi pantalón, no antes de haber tocado y masajeado y hasta besado mi bulto por encima del jean.
Cuando bajo por completo, mi bóxer blanco también se vino abajo. Estaba tan empalmado, que mi güevo le ha rebotado en la cara. El viejo solo sonreía y se veía a gusto, con mi güevo atravesando su cara. Deseaba que de una vez me lo mamara, pero el primero olio mis bolas sudadas, cerraba los ojos e inhalaba como droga el olor de mi entrepierna. No aguante más, y tome mí güevo con la mano, lo dirigí a su boca y el de una me lo chupa.
Se engullía solito, con hambre y desesperación. Mientras me chupaba la cabecita, me sobaba las bolas, luego se tragaba todo mi falo, hasta quedar su nariz pegada a mis pelos. Cuando salió de su garganta, el glande de mi güevo, salió totalmente ensalivado. Deje de quedarme quieto, y ahora arrecho, levante al viejo y le hice bajar rápido el pantalón. Desesperado por mi trozo de carne gruesa, el viejo pelo el culo y se puso en pompa, apoyando las manos en la mesa del comedor. Mientras veía ese culo peludo, sacaba de mi cartera un condón nuevo que siempre llevaba para la ocasión.
Me lo puse, me acerque a ese hoyito peludo, el viejo intentaba ver. Tenía full arrechera, no pensé en su dolor, imagine que ya estaba full exfloretado. Solo hice poner la punta de mi güevo en la entrada de su culo; presione, y de una se lo mande completo hasta al fondo. El viejo chillo, y se quiso zafar, pero era tarde. Él quería güevo, güevo le voy a dar.
Solo quiero calmar estas ganas de tirar que tengo. Le bombeaba mi verga, sin compasión alguna. El viejo solo hizo fue aguantar. Cuando le he visto pajeando su verga, más duro le daba por el culo. Lo estoy partiendo a machetazo. El viejo aprieta ese culo rico, está sintiendo como le relleno con mi güevo templado. Lo sujeto por la cintura y moviendo mi cintura rápido, hasta que me vino el cosquilleo, lo prense hasta soltar mis lechazos.
He acabado como nunca ante lo había experimentado. Sentía que cada prensada, mi cuerpo se relajaba. No me quise salir de ese culo tan rápido, espere y hasta le sobaba las nalgas peludas al viejo, que en eso ya también él había acabado. Cuando salió mi machete aguado, le metí el dedo en el culo, y eso estaba muy caliente aun…
IV
Llego Roberto a casa, con un sueño tremendo. Después de cenar y luego un baño, se metió a la cama.
Desde el umbral de la puerta, Luis espiaba y quería entrar…
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