Segunda experiencia con Miguel
Después de aquella primera vez, y de el arrepentimiento de Miguel, mi padre, me invito nuevamente a su recamara.
Segunda experiencia con Miguel
Sentí frio, mucho frio, alargué mi mano para jalar mi cobija, no la encontré, estaba totalmente desnudo ¿dónde había dormido? Mis ojos se obstinaban en permanecer cerrado, por fin logré abrirlos, una incipiente luz matinal se colaba por las rendijas de la ventana, ¿Dónde estaba? ¡Ahora lo recordaba! había dormido en la cama con Miguel, percibí el olor del café recién hecho. ¿Qué había pasado? Busqué mi short, lo encontré tirado en el piso, Fui hasta la cocina, Miguel estaba sentado a la mesa tomando su café,
–Buen día señor,
–Hola muchacho.
Fue un Hola desangelad y frio, permaneció sentado a la mesa, con la taza de café en sus manos, no se dignó mirarme, me sentí extraño, opté por refugiarme en mi cuarto, antes de salir de lo escuché.
–Muchacho, –me dijo—lo que pasó anoche fue una insensatez, nunca debió haber sucedido, no debe repetirse, olvídalo, guarda el secreto. ¿entendido?
–Si, si, Señor, nada diré, ¡perdón, no supe lo que hacía!
No dijo nada más, se quedó sentado, tomando su café, fui a mi cuarto, me sentía culpable, yo con mi actitud provoqué a Miguel.
La semana trascurrió lentamente, asistía a la escuela, al llegar a casa rehuía toparme con Miguel, Sentía pena, tenía un sentimiento de culpa, permanecía en mi cuarto, leyendo, haciendo trabajos de mi escuela. Un sábado por la mañana, pensándome solo en casa, fui a la cocina a prepararme una bebida caliente, el ambiente exterior estaba frio, no me preocupé por vestir un pantalón, solo me cubrí con un pequeño short.
–Cúbrete Juan, ¿no tienes frío?
Era la Voz de Miguel, me sorprendió, estaba agachado buscando una taza para servir mi bebida, él estaba a unos dos o tres pasos tras de mí.
–Buena tarde señor, si me preparé una bebida caliente, gusta usted,
–Si Juanito, te lo acepto.
Esa tarde después que se metió a bañar entró a mi cuarto, yo estaba tendido en mi cama, vestido con mi trusa, solo en mi intimidad me sentía bien de esa manera, su mirada acusaba deseo, pasó la mano por su entrepierna, se acomodó el paquete y me dijo…
–Juanito, tu madre ya salió de viaje, fue a ver a tu abuela espero que vayas a mi cuarto hoy por la noche. ¿Te parece?
–Si señor, lo acompañaré en la noche como usted dice, estaré pendiente cuando me llame.
No podía decir que no, ignoraba que pasaría esta vez, me preparé antes de ir con él, tomé un baño, lavé bien mi boca, me vestí con mi short, a Miguel le agradaba verme así vestido.
Leía, nervioso, acostado sobre mi cama, cuando escuché que me llamaba, dejé a un lado mi libro, tomé un peine me lo pasé por mi cabello, me vi al espejo y fui a su cuarto, la puerta estaba semi abierta aún así toqué como lo tenía ordenado, entré me planté frente a él.
–¡Oh Juanito, me gusta mucho como te miras con ese short! en la primera oportunidad vamos a comprarte otro quítatelo y acuéstate a mi lado.
No lo dudé, parado frente a su vista me despojé de mi short, al levantar la sábana lo vi, completamente desnudo, no disimuló su erección, sin ningún recato me abrazó, su cuerpo estaba tibio, sentí en mí cuerpo su verga semi erecta
me abrazó, sentí la tibieza de su cuerpo, sus manos recorrieron mi cuerpo, tocaron mi espalda, fueron bajando poco a poco, hasta llegar a mis nalgas.
–Estás lindo, ¿cómo te has sentido Juanito? Qué bueno que nos quedamos solos, podemos ser nosotros, solo tu y yo.
–Sí señor, como usted diga,
Sentí que desconocía a Miguel, no me esperaba eso, me abrace a él de frente, su cuerpo mucho más alto a mi 1.55 m. con un peso de 45 kilos, nos besamos, pusimos nuestras bocas muy juntas, un beso bonito, cálido, sincero, de amor padre-hijo, el muy mañoso abrió la boca, saco su lengua la metió en mi boca, me tendió boca arriba, cubrió mi cuerpo con el suyo y nos besamos largamente, cuando pudo hablar, me dijo
–Qué lindo eres Juanito, con razón le gustas a los hombres.
Me quedé con la duda, como sabía que le gustaba a otros hombres, no dije nada bajé mi mano a su entrepierna ya tenía parada su pija, descubrí su glande, sentí inflamado al máximo, de verdad siempre me impresionó el tamaño de la cabeza de su pene, mis manos no abarcaban todo el tronco acaricié sus bolas, acaricie su pene a todo lo largo, mientras nos besábamos, se volteó quedando boca arriba y me trepo a su cuerpo, acariciando mis nalgas, lamiendo mis labios, abriendo y poniendo sus dedos en mi ano.
yo estaba alucinado, deseoso, una caricia muy hermosa, fundido a su cuerpo en un profundo y largo beso, mientras sus manos se paseaban por todo mi cuerpo, un hombre siempre hosco conmigo, transformado en una persona delicada y a la vez en un lobo sexual
–¿Quieres mamar? Sí lo deseo, contesté, ¿Te gusta mamar?
–sí, mucho
–así se la mamabas a Miguel, insistía con su pregunta.
Supuse que mi confesión lo excitaba, como que le atraía que otro hombre me tomara ahora me tenía para él. Me deslicé lentamente sobre su cuerpo, besando cada parte de su pecho, de sus tetas, de su estómago, me fui bajando lentamente, hasta que quedé de rodillas entre sus piernas. acaricie su pene, bajé su prepucio, vi lo brillosa de su cabeza, baje mi manita sin poder abarcarla, comencé a masturbarlo, lentamente, y acariciando con mi otra mano sus huevos, él paciente disfrutó de la caricia, acercaba mi cara y olía su entrepierna, besaba su verga, abrí mi boca, saqué mi lengua y comencé a lamer su glande.
–¡Oh, si, así Juanito, así!
Me supo a gloria, lo lamí, abrí mi boca lo abarqué y comencé a chuparlo tratando de engullirlo completamente, en esa edad no me cabía todo, abría lo más que podía mi boca y me lo metía, y chupaba y mamaba, una y otra vez, más y más. me atragantaba, tomó con sus manos mi cabeza tratando de entrar cada vez más y más, me ahogaba, estaba siendo rudo, sabía que eso le gustaba, lo había visto hacerlo a Carmen, así que lo acepté. Estuve mamando un buen rato, luego se levantó me tendió sobre la cama con la cabeza al borde de la cama, el parado frente a mi cara, con su verga bien erecta, la pasaba sobre mi cara.
–Abre tu boca Juanito,
Lo hice, la metió, la chupé, la metió más y más, yo mamaba me atragantaba, me estaba cogiendo por la boca. Un rato después, se tendió sobre la cama, me puso a su lado, me dijo lo bonito que mamaba, lo bien que lo hacía.
–Esta vez vamos a ir más allá de la vez anterior. quiero cogerte, quiero hacerte mío.
¡Por fin!
–Si Señor, como usted quiera.
Muy rara vez le llamaba Papá, siempre le di el trato de señor, su forma de ser hosco me imponía, mal humorado, me daba miedo. Me abrazó, juntamos nuestras bocas abiertas
–Por ahora no me llames señor ni papá.
–¿Cómo quiere que le llame?
–¡Como se te ocurra!
Me abrazó, nos seguíamos besando, besos apasionados, besos profundos, se fue bajando poco a poco, besando mí cuerpo, yo tendido boca abajo, el montado en mi besando mi cuello, acariciando mi espalda, bajando lentamente con sus besos por todo mi cuerpo llegó a mi espalda baja, abrió mis nalgas acaricio mi ano, puso su boca entre ellas con su lengua me chupó, metía su lengua en mi culo, me apretaba las nalgas, acariciaba mis piernas, me decía cosas, me sentí raro, nunca nadie me lo hizo.
..–¡Sí, así Miguel, sigue así. -Me atreví a decir-
Me puso al borde de la cama, con las piernas sobre el piso, con una almohada bajo mi barriga para que alzara las nalgas, se agacho a besar mi espalda, temeroso, cómo iba a aguantar su cabezota y lo gordo de su verga, la puso en la entrada, jugó, un rato, usó saliva como lubricante, hizo un esfuerzo, nada, no entraba, jugó un rato, puso más saliva e hizo un segundo esfuerzo, nada, no entraba.
–Afloja Juanito, relájate.
Lo intentaba, no podía, era el temor, algo me lo impedía relajar mi ano para permitir su introducción, se esforzó una vez más, nada, metió un dedo, luego otro, me dio un suave masaje, Lo volvió a poner a la entrada, hizo esfuerzo, me dio una nalgada, me abrí, por fin entro el glande, sentí que me partía.
–tranquilo Juanito, ayuda, afloja, solo tienes la cabeza dentro, voy meterla poco a poco, relájate.
ya con un poco de su verga en mí, se cogió de mis caderas hizo un esfuerzo continuo y fue introduciendo su miembro poco a poco,
–Tranquilo Juanito, tranquilo.
–Si Miguel, si, estoy tranquilo, métela, cógeme.
Ahora le hablaba con mayor naturalidad, fue entrando poco a poco hasta que tocó fondo, ahí permaneció un rato.
–¿Ya vez que fácil? la tienes toda adentro, ayudando es más fácil.
Tomado de mis caderas comenzó a moverse, se movía lentamente, me quejaba, hacía sonidos, ¡Por fin tenía esa verga tan hermosa en mi interior! ¡Cuántas noches la soñé, muchas veces la anhelé! Ahora disfrutaba como entraba, sentía como me abría, la sacaba dejando solo el glande en mí y la dejaba ir toda, entera, hasta el fondo de mi recto, ahí permanecía un momento, volvía a sacarla lentamente y volvía a incrustármela toda en un solo movimiento.
–Lo disfrutas Juan, disfrutas la cogida que te estoy poniendo.
–Si Miguel, ¡Qué hermoso es tenerte dentro de mí!
Nos tendimos sobre la cama, besándonos, el afuera de mí, como en un descanso, como disfrutando el momento, el momento de tener a su Juanito solo para él, sabiendo que nada ni nadie podría interferir en nuestro amor. Su falo bien grande, erecto, su cabeza brillaba, encendió la luz principal, nuestros cuerpos se mostraron a nuestras vistas, dos cuerpos desnudos, tocándose, acariciándose, besándose con una loca pasión.
Fue un momento de calma, por un momento pensé que ahí quedaría todo, pero él no se había corrido, lo sentía nervioso, me parecía que estaba disfrutando al máximo. ahora me abrazó por detrás, alzó mi pierna derecha, busco la entrada de mi ano, puso su verga ahí a la entrada, hizo presión, yo aflojé y el entro en mí, siguió cogiéndome, entrando lentamente y saliendo del mismo modo, sin apresurarse.
–Juanito, cuanto desee tenerte así, desnudo, abierto para mi pedazo de verga, para que la sintieras, para que te llenara. ¿Te gusta? ¿La disfrutas?
Antes de contestarle tapó mi boca, no me permitió proferir palabra sin embargo continuó cogiéndome lentamente entrando y saliendo, con mucho cariño, ahí nos quedamos, su cuerpo pegado al mío, su pecho en un contacto íntimo con mi espalda, sus manos acariciando mis piernas, subiendo a mis nalgas, después a mi cintura, su boca mordiendo mis orejas, dando de palmadas en mis nalgas, su verga bien adentro de mí, toda, la tenía toda, fue un momento muy largo en esa posición.
–¡La disfrutas cabrón! Te gusta sentirla.
–Si Miguel me tienes como querías, me he dado cuenta de que me miras, de que me deseas, de que querías tenerme.
Después de estar ensartado un buen rato me la sacó, me tendió sobre la cama, se metió entre mis piernas y me las levantó para ponerlas sobre sus hombros, puso su miembro en mi entrada empujó y la metió de una sola vez, hasta el fondo, sentí como entraba, me di cuenta de su brusquedad, había cambiado de ser tierno a agresivo, me daba fuerte, apretaba mis nalgas, me daba de nalgadas, yo aguantaba y el continuaba, una y otra vez penetrando mi ano, entrando hasta el fondo en mi recto y se quedaba ahí un momento para volver a comenzar a envestirme.
–Me tienes loco Juanito, no pensé llegar a esto, me tienes loco.
–Si Miguel, será como digas.
Me sentí con esa confianza, Miguel me la otorgo y aproveche el momento para ser yo.
En ese momento ya estaba muy caliente, me extrañó ese cambio de ser tierno, amable y cariñoso a ser fuerte, brusco, lo estaba siendo, me penetraba, se agarraba de mis caderas y me la metía toda, incluso su voz se transformó.
–Juan me voy a venir, me voy a correr.
–Córrete, eyacula, disfruta Miguel.
Continuó entrando y saliendo por un rato, se quedaba estático unos cinco segundos dentro de mi para continuar con su movimiento rápido y brusco, muy fuerte, me la metió toda se quedó ahí sentí como su verga comenzaba a palpitar, se estaba viniendo dentro de lo más profundo de mí, bajo mis piernas de sus hombros quedé tendido sobre la cama, el sobre mi cuerpo, dando de besos en mi cara, hasta que poco a poco su verga salió.
–¡Que hermoso fue todo Juan!
–Mucho Miguel.
Me abrazó por la espalda, sentí su corazón acelerado por el esfuerzo realizado. Yo no había eyaculado, y si disfruté mucho de su manera, poco a poco fue relajándose, me sentí protegido, me sentí amado, Ya era tarde, mis ojos comenzaron a cerrarse, mi corazón palpitaba calmado, poco a poco fui perdiendo la conciencia, caí en un profundo sueño.
Aún estaba oscuro, no sabía que hora era, sentí un ligero rose de algo contra mi boca, mi ojos se negaban a abrirse, una vez mas a sentí la presión de algo sobre mis labios.
–Juanito, abre tu boca, Juanito.
Mas por la presión sobre mi boca que por convencimiento acepté su pene, Miguel lo estaba poniendo en mi boca. Acostado de lado, lo puso para que lo tomara con mi boca, lo acepté, comencé a mamar, más dormido que consciente. No hubo mucho dialogo, solo ordenes confusas en mi escasa consciencia de ese momento.
–Chúpalo Juan, es todo tuyo.
¿Dónde había quedado el arrepentimiento después de aquella primera vez? ahora se mostraba seguro de lo que hacía, desinhibido, deseoso de llevar nuestro gozo al máximo yo lo aceptaba con gusto. Recibí su pene en mi boca, y lo hice, mas consciente lo acepté totalmente, En algún momento eyaculó, llenó mi boca de su semilla, lo tragué.
Contrario a su hábito Miguel permaneció en la cama hasta bien entrada la mañana, yo a su lado, ambos desnudos. Solo se levanto a lavarse la boca, lo imité y regresé a su lado. Besos, caricias.
–¿Te agradó Juanito? ¿Te gustó nuestro amor?
–Si señor, me gustó mucho. Me sentí muy bien a su lado.
–Es nuestro secreto Juan.
–Si señor, es nuestro secreto.
Espero les haya gustado, pronto seguiré escribiendo sobre mi vida. Si desean hacer un comentario mi correo es [email protected] también pueden enviar mensaje a Instagram juanfuldos
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