SEX AND LOVE CAPÍTULO V: “STRIKE UNO”
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por GinanoDeCiudad.
Amigos, muchas gracias por leerme, como saben; les dejo los links de los capítulos anteriores.
CAPITULO I “PRIMERA IMAGEN”: [http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-15431.html]
CAPÍTULO II “IMPULSOS”: [http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-15668.html]
CAPÍTULO III “APRENDIENDO A GANAR”: [http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-16176.html]
CAPÍTULO IV “SU REGRESO”: [http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-16322.html]
Las semanas comenzaron a seguir su curso, mi cumpleaños se acercaba. Habíamos hablado incluso se retomar mis estudios, yo no había tenido la más mínima curiosidad sobre la vida que Víctor estaba llevando hasta aquellos días, me bastaba con lo que hacía por nosotros; más que por mi, por Isa, quién se sentía… orgullosa de su padre y yo… me limitaba a “pagar” conmigo mismo de algún modo todo ese apoyo. Honestamente no quería indagar, pero el tema salió a flote mientras calentaba algo de cenar en la cocina., aquello era ya más bien casi una rutina; suponía que vivía solo, puesto que después de salir de su agencia llegaba directo a la casa. Yo estaba en lo mío, mientras él, prácticamente admiraba cómo iba yo de un lado al otro.
— Y… ¿tú has estado con alguien más…? —inquirió al fin; un tanto temeroso.
— No lo sé… tal vez
— ¿No lo sabes? —bufó una risita falsa.
— Es decir, del modo en el que he estado contigo no
Aquello pareció aumentar de algun posible modo su ego, enarcó una ceja y cruzando los brazos se recargó en el respaldo de la silla, mientras yo iba y traía cubiertos, platos, servilletas… etc.
— ¿Y tú…? —no me quedó más remedio—. ¿Conociste a alguien después de mamá…? —inquirí mirándole fijamente a los ojos y comencé a servir dos platos únicamente; Isa se había ido a dormir.
— A decir verdad… estoy saliendo con alguien. Quien se encargó de enderezar mi camino después de… tu madre —resopló. Al parecer aún no “la perdonaba”—. Se llama Alethea, es maestra de universidad
— Wow… —enmudecí.
— Si… —al parecer él tampoco tuvo nada sensato qué decir.
Llevaban ya más de año y medio saliendo, conocía ya incluso a su familia; ella no sabía de mi existencia, ni la de Isa, aquello me reconfortaba, no habrían problemas. Sus planes eran casarse y tener hijos propios, pero algo andaba mal con ella y no podía tener hijos propios, así que después de algún rato buscarían por dónde adoptar, pero al parecer había llegado yo a pausar aquellos planes por un tiempo. No puedo negar que el sexo con Víctor era bastante placentero; espontáneo, delicado y salvaje, sus labios siempre besaban de un modo desesperado y aquello me excitaba aún más, sus manos sabían bien por dónde indagar, sabían recorrer; sabían tocar. A decir por mis propias expresiones sabía ya a la perfección las miradas que me agradaban, el semblante serio que le brindaba un aire más varonil aún; sabía enteramente que yo no era nada más que un “break” a su paso por una vida llena de proyector y deberes. Probablemente estaba siendo muy egoísta al no pensar ni en sus planes, ni en él, ni en lo que estaba significando aquello para Isa. Se acercaba Diciembre y todo transcurriría “normal”, pero la llegada a casa de una mujer lo cambió todo desde aquel día.
— ¡Ángel! Ella es Alethea. Alethea él es Ángel, el hermano de Isabel, mi hija
Nos presentó como si nada, a decir verdad, por la expresión sorprendida en su rostro; bien maquillada con una sonrisa amable y cortes atiné a que ella no sabría nada de lo que pasaba entre él y yo, era una mujer realmente encantadora aunque ese semblante tímido y feliz la hacía lucir un tanto estúpida, jamás imagine que detrás de aquel par de ojos color miel se escondiera una mente tan retorcida que fuese capaz de idear un plan tan descabellado.
— ¡¡¡¿QUÉ?!!! —casi le escupí mi corazón en la cara a Víctor.
— Es una solución… —se quejó Víctor por lo bajo.
— ¡¡¡SOLUCIÓN…!!! ¡Claro! A sus problemas
— Tienes que ver el lado positivo…
— ¡¡No ha nada positivo en el hecho de que quieran alejarme de mi única razón para existir!! —lo reté con la mirada, lo desafié con el semblante. Alethea estaba completamente loca al pensar que yo podría considerar el hecho de darles a Isa en adopción.
— Tienes que considerar que es lo mejor para ella —tenía razón.
— ¿Y yo…? No están pensando en mi, ¿cierto?
— Sabes que es lo mejor… —resopló resignado.
No le iba a ceder la batalla tan fácilmente, tenía que luchar. No iba a permitir que me quitaran a Isa, aunque debía reconocer que ellos podrían brindarle un futuro mejor al que yo solo por mi cuenta podría. Si esa mujer había utilizado como excusa el hecho de que no podía tener hijos para convencer a Víctor, yo tenía que utilizar mi mejor arma, tendría que apostarlo todo por el todo, no debía importarme nada.
Sabía que el grupo de adolescentes que estaba a un par de colonias al este del condado manejaba drogas, sólo era cuestión de encontrar la adecuada y la forma más sencilla de pagar sin efectivo, pero con lo más apropiado; mi cuerpo. No me fue difícil engañar a aquellos chicuelos y sacarles las drogas sin más. Cité a Víctor en casa una noche lluviosa, Isa estaba de nuevo de excursión, así que el Viernes por la noche era todo mío, tenía que aprovechar hasta el último segundo.
— Pasa —le invité; yo con esos vaqueros negros ajustados me contoneaba descarado frente a él para provocarlo.
— ¿Qué sucede Ángel?
— ¡¡Shhh……!! Sólo déjate llevar
Tenía el polvo alineado ya sobre la mesa, su rostro desdibujó aquella sonrisa pícara y se llenó de pánico.
— ¿Qué es esto…?
— Quiero que te relajes…
— Sabes que esto no…
— ¡¡Shhh…..!! Sabes que quieres… —casi gemía en cada palabra, incitándolo, provocando esa parte reprimida dentro de él. No podía detenerme a pensar en él si ya él no lo había hecho conmigo al decidirse a adoptar a Isa sin mi consentimiento.
— No debo… —se mordía los labios, honestamente pensé que aquello me costaría más trabajo, pero sólo bastó un pequeño masaje en sus hombros y otro más suave en su firme trasero para que en seguida se lanzara sobre la mesa para sorber el polvo.
Fue automático que perdió el control, podía ver fuego en su mirada, me tomó por el brazo y me jaló hacia él, estaba siendo bastante brusco, mordía desesperado mis labios, mi lengua, sus dientes chocaban contra los míos, sus manos estrujaban todo mi cuerpo, torpemente caímos en las escaleras al tratar de subir a la habitación, sus pies resbalaban sin coordinarse bien, se desvestía eufórico y mis desgastadas ropas de desvanecían entre sus dedos, cayendo completamente desgarradas al suelo. Tenía que soportar aquello; yo mismo lo había provocando, comenzó a morder mi cuello, a pellizcar mi trasero, mis piernas, mis brazos. Se lanzó a lamer mi pecho, mientras “acariciaba” mi rostro, yo hurgaba por debajo de su bóxer y su miembro estaba ya erecto; bueno, mucho más que eso. Palpitaba eufórico en mi mano y quemaba mi palma de lo caliente que estaba.
— ¿Quieres un macho…? —su ronca voz se quebró.
— Si… —gemí para acallar el grito que se ahogó en mi garganta cuando comenzó a morder mis pezones, mi pecho, mi vientre, mis brazos; era como si quisiera despedazarme poco a poco.
Traté en vano de incorporarnos a ambos; ahí, ya en las escaleras separó mis piernas y colocó la punta de su pene, ya bastante bien humedecido en la entrada de mi ano.
— Pues te voy a dar macho… —parecía ya que balbuceaba.
La lluvia afuera se convirtió en tormenta, la luz se fue y quedamos a oscuras, sólo con los relámpagos iluminando a ratos nuestros cuerpos. Me aferré a su espala y dejó ir todo su pene hasta el fondo de una sola. Casi grité del dolor y él gruñó como una bestia, volvió un poco en sí y me lanzó una mirada devastadoramente amenazante, advirtiéndome que no estaba dentro de sí mismo, cerró los ojos y al compás de sus embestidas comenzó a gemir fuertemente, la mezcla entre el dolor y el placer que me provocaba escuchar sus gemidos hizo que comenzara a; extrañamente disfrutar de aquello. No se estaba tomando la más mínima delicadeza, me estaba lastimando de verdad, era como si una espada filosa entrara y saliera desgarrándome por dentro una y otra vez. yo arañaba fuertemente sus brazos y ahogaba mis gritos en la garganta, sólo salían pequeños suspiros de mi boca, su respiración chocaba contra mi rostro, a ratos se detenía y dejaba su pene erecto palpitar dentro de mi, sólo en esos instantes yo podía tomarme un respiro y contraer algunas veces mi ano, tratando inútilmente de que se acoplara.
Comenzó a lamer mi barbilla y a embestirme más a prisa, me dolía sentir sus venas penetrándome sin piedad, mi ano estaba ya húmedo, pero me temía que no eran los fluidos propios del sexo. Sus testículos chocaban una y otra vez contra mi trasero, mis piernas sudaban y se adormecían de lo abiertas que estaban. En un instante se detuvo y sacó por completo su miembro de mi ano, se medio incorporó y tomó un respiro.
— Te gusta el palo, ¿cierto? —aquello fue como un relámpago en mi memoria, ese Víctor al que desprecié por tanto tiempo estaba volviendo y comenzaba a cogerme la boca. Me tomaba fuertemente del cabello y me ahogaba con su pene, que sabía extrañamente a sangre y semen.
No podía casi respirar, pero mi instinto sexual me hizo esforzarme por satisfacerlo, succionaba fuertemente y poco a poco comencé a tomar yo mismo el control de la mamada., en medio del vaivén, como si no lo hubiese sentido se vino en mi boca; el sabor fue ésta vez un tanto amargo, así que comencé a dejarlo escurrir por las comisuras de mis labios, dejándolo caer todo en mi vientre. Se detuvo un rato y sin que su miembro perdiera firmeza me cagó en su pecho, casi caímos, me aferré con las piernas a su cintura y me llevó a la habitación, su pene golpeaba contra mi ardiente ano, sabía que aquello no era todo, me tiró sobre la cama y se desvaneció cobre mi, el contacto de su piel contra la mía; su sudor mojando todo mi cuerpo me animaron a despertarle, se incorporó solamente con sus brazos y comenzó a juguetear con su pene entre mis nalgas, de su nariz escurrían algunas gotas de sudor sobre mi frente, deslizándose hasta mis oídos, de pronto comenzó de nuevo. Sentí que me partía en dos, su bello pubico raspaba por debajo de mis testículos, picaba entre mis nalgas, pero el vaivén de su palpitante miembro dentro de mi ano era ya más placentero, seguía rasguñándole los brazos y él gruñendo como bestia, su voz, me excitaba, sus ojos se perdían en mi rostro, esa segunda vez fue más a prisa, gritando con locura y desenfreno al venirse, su miembro engordó dentro de mi ano, haciéndome sentir dolor cuando acabó, continuó un buen rato con el mete-saca y se desvaneció por completo sobre mi, su miembro comenzó a perder firmeza, pero se quedó dentro de mi.
No pude dormir en toda la noche, acariciaba su cabello y lloraba en silencio por haber dejado que los fantasmas de toda una vida se apoderaran de mi otra vez, la tormenta afuera se hacía más intensa, me abracé de nuevo a su cuerpo, estaba adolorido por dentro y por fuera, de nuevo sentí el dolor desgarrante de aquella noche, Víctor desfallecido sobre mi cuerpo, inconciente de lo que acabábamos de hacer. Justo cuando el día comenzó a aclarar la tormenta empezó a desvanecerse, formando sólo una ligera llovizna. No tardó mucho en despertarse y yo fingí que dormía, se miró, me miró; estaba horrorizado; yo inconciente sobre la cama, con las cobijas ensangrentadas, sabía que le temía. Fingí que despertaba y él lloraba horrorizado con las manos en el rostro.
No podía creer que estaba reduciendo toda mi vida de nuevo a aquel no grato recuerdo de mi infancia.
Sabía que mi vida no era normal, pero valerme de aquello… tal vez después de todo si era una peor persona que ella. Sabía que estaba sufriendo, pero utilizaría su dolor para tratar de evitar que se llevara a Isa de mi lado…
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