SEX AND LOVE. CAPITULO VII: "EL PEÓN"
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por GinanoDeCiudad.
¡¡¡Hola a todos chicos!!! Una disculpa por la espera, pero he andado un tanto ocupado, pero aquí está la continucación de mi historia, espero les guste.
Ya saben……….
I. “Primera Imagen” http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-15431.html
II. “Impulsos” http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-15668.html
III. “Aprendiendo A Ganar” http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-16176.html
IV. “Su Regreso” [Part 2] http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-16322.html
[La primera parte no fue publicada, pero está explicada en los comentarios…]
V. “Strike One” http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-16410.html
VI. “Geovanni” http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-16529.html
Pasaba ya a ver a Isa a casa de Víctor y Alethea todas las tardes, después de que ella terminara sus deberes escolares. Ahora si podía decir que lucía como una niña de verdad con largos vestidos, faldas o jeans ceñidos y playeritas muy coquetas, siempre peinada de coletas o en ocasiones especiales con su rizada cabellera suelta. En cuanto a la oficina para “desgracia” mía no tardé mucho en hacerme de una muy buena amistad con la señorita Victoria, el simple hecho de tener su escultural figura a escasos centímetros de mi me hacía sentir bastante poca cosa. Ella con sus tan definidas curvas y bien proporcionados atributos perfectamente bien colocados en su lugar me hacían sentir humilde y ciertamente invisible, aunque ella siempre se esforzara por todo lo contrario, sus pláticas me resultaban siempre bastante interesantes; sus aspiraciones, sus gustos, después de algunos días llegó al tema que en la vida hubiese querido haber tocado con ella; Geovanni, de cómo le insistía en el tema del sexo, aunque le agradaba el asunto de traerlo de aquel modo le resultaba extraño que al parecer de un tiempo para acá él había dejado el tema por la paz. Yo sabía el porqué y en realidad me sentí abrumado por aquello, no molesto, pero si fuera de sitio.
Al ganar los casos pendientes del señor Georgino, Geovanni rápidamente se hizo de una buena reputación, así que más casos comenzaron a lloverle; sencillos y complicados, extensos y rápidos pero hubo uno en especial. Era jueves por la tarde y me disponía a irme a casa, ya empezaba a disfrutar de ese espacio a solas, ningún encuentro se había vuelto a producir entre Geovanni y yo, aunque comenzaba hacérsele costumbre saludarme con un, siempre efusivo y ardiente beso en la boca o despedirse de igual manera, manosear un tanto mi trasero e incluso morderme los labios, yo ya me contoneaba descaradamente frente a él, siempre provocándolo; es más jugueteando ya con eso normalmente, pero él era un hombre de suficientes estribos y no me era sencillo lograr sacarlo de sus casillas. Estaba por acercarme a despedirme, pero me percaté al salir del baño que él seguía inmerso en un bonche de papeles.
— ¿Todo bien? —me senté a su lado en el borde del escritorio.
— Más o menos, acaba de llegarme un caso, es el pariente de un amigo, le quieren quitar unos terrenos, pero él está aferrado —seguía metido en lo suyo, ya amaba verlo siempre serio y ocupado, lucía más que sexy.
— ¿Y si son suyos? —froté su hombro.
— De palabra, porque de ley el difunto no dejó testamento —tomó mi mano y la llevó a su pecho, dando un gran suspiro y haciendo círculos en su pectoral con mi mano.
— ¿Y podrás ayudarlo? —me acerqué cada vez más.
— Tendremos que ir a verlo éste fin de semana —me tomó por la barbilla y resopló de nuevo a mis labios.
— ¿Así que salen los dos el fin de semana? —alejé mi mano, poniéndome un tanto serio de repente.
— Me refería a ti y a mí —me sorprendió por completo.
— Pero… yo… no sé de…
— No quiero discusiones, el fin de semana iremos a verlo
Quedé nuevamente avisado desde el viernes por la noche que me alistara para un fin de semana fuera de la ciudad, así que en una mochila aguardé lo necesario y en un pequeño maletín guardé cosas más esenciales como una toalla de baño, pasta dental, desodorante, lubricante… etc.
— Pero no vamos de vacaciones —comenzó Geovanni de burlón al hurgar en el maletín.
— Pero tengo que ducharme
— Yo no lo haré —comenzó a sobarse el paquete.
— Por sucio, pero yo soy más limpio —bromeé.
Fueron cerca de tres horas y media de viaje en su auto, llevaba música bastante agradable puesta de su USB; entre Pink, Muse, Green Day, Marron 5, Cold Play, Lawson e incluso David Guetta, Rihanna y Shakira. Me di cuenta de que estábamos cerca porque se desvió del camino cerca de una enorme casa y comenzó a rodearla; aquello parecía más bien una mansión en el campo, se estacionó frente al gran portón de madera y llamó con el claxon en tres entrecortadas ocasiones, apagó el reproductor justo a la mitad de “Time Is Running Out”. Un señor ya maduro y vestido con ropas humildes abrió la puerta con cierta dificultad, Geovanni arrancó de nuevo el auto y llenó de polvo al pobre empleado, no pude más que hacerle una mueca, puesto que él no separaba el rostro del frente, un gran camino definido por pequeñas rocas circulares nos llevó hasta el frente de la casa, el jardín claramente era enorme; ya veía por qué el tipo quería pelear por aquellas tierras. Un tipo demasiado bien encarado salió a recibirnos, el sujeto era claramente de la generación de Geovanni y realmente parecían sacados de la misma caja de empaque, de su misma estatura, pero un poco más robusto, peinado hacia atrás con bastante fijador, de piel bronceada, con unas piernas algo delgadas para aquel cuerpo tan enorme, pero con un paquete entre las piernas que en verdad sobresalía. Geovanni me presentó como un pasante y entramos a la casa, el asunto era que su tío antes de morir le había dicho que aquella casa era suya, pero al no testamentar los hijos y la joven y astuta esposa lo estaban sacando del lugar. Aún no pasaba del medio día, pero entre el viaje, el propio clima del lugar me había causado un bochornoso calor, no dejaba de sudar y de resoplar, el sujeto me ofreció una ducha, a lo cual acepté, mientras ellos seguían hablando de papeles y fechas en concreto, el mismo hombre humilde que a penas entraba por la puerta se disponía a llevarme a la tercera planta al baño en una recámara para huéspedes, ordenado así por el amigo de Geovanni, supuse acertadamente que el pobre hombre había tenido que regresar todo el camino a pie, aquello hubiese parecido una tortura tomando en cuenta el sol destellante que quemaba como el fuego y su poca prontitud al caminar.
A penas y subía la escalera cuando un tipo joven, alto de piel clara, bastante bien acuerpado, entraba acelerado quitándose un sombrerito de paja, dejando al aire su rizada cabellera color cobre, llamaba al amigo de Geovanni “Señor Arturo” con un acento más que propio de rancho con una dulce y poco ronca voz que parecía a penas y la de un ángel campesino. No pude evitar detenerme y por consiguiente detener igualmente al pobre hombre a mi lado.
— ¿Quién es él? —inquirí bastante quedo sin apartar la vista del pecho que se abría paso entre una camisa blanca a cuadros rojos, descendiendo lentamente a su más que bien formado trasero forrado por unos desgastados jeans bien ajustados, dejándome ver unas enormes piernas que ya ideaba aprisionándome entre ellas.
— Es mi hijo Pánfilo —claramente aquel no era para nada un buen nombre para semejante escultural cuerpo.
— ¡¡Teófilo!! ¿Qué pasa? ¡¡Ya no das una, hombre!! Deja que tu muchacho lo lleve, al chico le urge el baño y si tu lo llevas lo terminará tomando mañana —se echó a reír el sujeto, mostrando cierta acritud para con el pobre hombre, me sentí culpable porque le regañaran, puesto que había sido yo quien se había detenido voluntariamente para admirar al peón que ahora se dispondría a llevarme a la ducha.
— ¡¡Permítame ayudarle apá!! —más que amablemente el chico tomó al hombre por el brazo y con muy poca dificultad le ayudó a bajar las escaleras—. ¡¡Váyase a su cuarto y acuéstese!! Ahoritita le llevo su comida, usted no se preocupe —aquella actitud tan protectora hacia su desfavorecido padre no logró más que enamorarme.
Se apresuró de nuevo para alcanzarme en las escaleras y lo primero que llamó mi atención; incluso antes que mirarle a los ojos fue el intenso olor a sudor de hombre que emanaba de él, claramente el sujeto necesitaba conocer un buen desodorante, pero mi vista le iba barriendo aquellos pectorales; ahora bien definidos por la cercanía, absolutamente nada de pelo, pero bien cubiertos por una capa de sudor que le hacía la piel brillar a contraluz, su mentón con un poco de barba dejada crecer y lo que disparó por completo mis hormonas, un par de ojos azules envueltos por unos bellos abanicos como pestañas, largas y bien curveadas.
— ¿A dónde va joven? —un pequeño suspiro escapó de mis labios.
— Necesito regresar al auto por mi maletín
— ¡¡No se preocupe que allá arriba hay toallas y jabón y champú y todo lo que necesite!! —su fuerte voz me resonó los tímpanos.
— Si, pero mi ropa —casi me derretí enfrente de él.
— ¡¡Usted dígame qué necesita y yo se la llevo ahorita que lo deje en la ducha!! —más que hablar gritaba.
— Está bien…
— ¡¡Si, mire es por acá!!
Comenzó a subir los escalones de dos en dos, dejándome ver en cámara lenta y detenidamente aquel par de glúteos más que firmes y sobresalientes. Pude ver de reojo que las habitaciones eran bastante extensas por la distancia que había entre puerta y puerta, al fin llegamos al tercer piso y me llevaba a la habitación del fondo, caminaba demasiado lento, dejándome alcanzarle con facilidad y manteniendo muy poca distancia entre ambos cuerpos, aquel olor más que marearme o incluso desagradarme me hizo fijarme más a él; identificarle. Abrió la puerta y me dejó pasar, recorrí con la vista aquella habitación, sintiendo aquel penetrante olor recorrer mi costado derecho.
— Qué bonito esta usted joven —abrí los ojos desorbitados, el chico se puso frente a mi y poniendo del lado el rostro me miró a los ojos.
— ¿Perdón? —metí mis manos a los bolsillos
— ¡¡Digo, perdón!! Es que el patrón siempre quiere que seamos muy amables con sus visitas y… ¡¡Pus usted está muy bonito!! —me mostró la más amplia, sincera e infantil sonrisa que jamás hubiese pensado ver en un sujeto tan guapo, la clara piel de su rostro poco bronceado se sonrojó por completo, se quitó el sombrero de nuevo y se cubrió la cara.
— ¿A todos los sujetos que visitan al señor Arturo les dices que son… “bonitos? —le cuestioné tomando el dorso de su mano; apartando el sombrero de su rostro varonil y perfecto aún sonrojado.
— ¡¡No!! ¿cómo va usted a creer? Es que usted es… —bajó el rostro, mecánicamente bajé la mirada y él mantenía sujeto su miembro, ciertamente pronunciado por aquel ceñido pantalón de mezclilla y con la otra mano el sombrero a la altura de su abdomen, queriendo cubrir aquel gesto.
— ¿Qué…? —le animé.
— Pus… es que camina como vieja joven y pus… yo pensé que usted es gay —fue muy específico al no saberlo pronunciar, aquello provocó una risita en mi muy por lo bajo.
— ¿Tú tienes novia Pánfilo? —intenté cambiar el tema, frunciendo un poco el ceño, mostrándole cierta molestia.
— ¿Cómo sabe mi nombre? —se exaltó al instante.
— Tu padre te llamó así hace un momento… —mentí.
— ¡¡Aaahh!! Si es cierto, ¿verdad? —sonrió, su perfectamente alineada dentadura fue lo que le dio un 1,000% en una escala de solo un 100%.
— ¿Y…? —comencé a recorrer la amplísima habitación
— ¡¡Ahh!! No, pus no, joven. Yo no salgo de aquí casi nunca, el patrón quiere que lo cuidamos día y noche y pus nada más estamos mi apá y yo —me alcanzó enseguida; ansioso.
— Pero te gustan las mujeres…
— He visto a muchas viejas guapas pasar por aquí, si usted supiera todas las mujeres que visitan al patrón todos los días —comenzó a reír escasamente—. Pero también vienen jóvenes como usted e igual se encierran en su cuarto y hacen el sexo, por eso yo pensé que usted…
— Pero no has respondido mi pregunta —lo alenté y volví a desviarle el tema.
— Pus… es que no sé joven, he escuchado como gritan las mujeres y los huercos que vienen a hacer el sexo con el patrón, la mera verdad yo no quiero que me metan nada en mi colita, pero, mire, si me gusta agarrarme el pajarito. —el chico era bastante inocente a decir por sus palabras, no pasaba de las masturbaciones, cambié mi mirada de asombro por una un tanto más seductora.
— Y no te gustaría que yo… —me acerqué a él y quité la mano de encima de su paquete que ahora sobaba, intentando imitar sus infantiles movimientos.
— ¡¡No cómo creé!! —lo había asustado con semejante ofrecimiento—. El patrón se va a enojar si yo toco su mercancía —se alejó un par de pasos atrás, enseguida fruncí de nuevo el ceño. No entendía a qué se refería.
— Yo no soy mercancía suya, yo vengo con el otro sujeto, pero no soy mercancía —como si a un niño le hubiesen mostrado un caramelo al chico le brillaron los ojos. Yo ya me moría por agarrarlo a besos y comérmelo todo, pero tenía que andarme con cautela para no ahuyentarlo y quedarme solo con las ganas.
— Pero joven… qué pena… es que… pus yo no la tengo como su amigo —“ya le había visto” pensé—. La mía es más chiquita, pero más ancha, no sé si le guste —se sonrojó de nuevo, ese hermoso hombre parecía un niño y yo estaba apunto de abusar de él.
— ¿Cuántos años tienes?
— Diecinueve —supuse que el trabajo en el campo debía ser duro para que a mi parecer lo hiciera lucir de al menos 25 ya.
— Yo tengo dieciocho, soy más chico que tú
— Además, joven yo no he hecho el sexo con nadie… —se había sonrojado al extremo, algunas venas comenzaron a exaltarse de su cuello, parecía que iba a estallar.
— Yo puedo enseñarte… —susurré muy cerca de su rostro, jalándolo de la hebilla de su cinturón hacia mi.
— ¡¡De este lado está la ducha!! —cambió radicalmente el tema, alejándose de mi, metiéndose en uno de los recovecos del fondo, un pequeño pasillo llevaba al enorme baño que tenía el tamaño de otra habitación, el baño sería en tina, abrió la llave y dejó correr el agua, me senté en una de las acolchonadas sillas que había y comencé a desabrochar mis botines—. ¡¡Yo lo ayudo joven!!
El chico se lanzó al suelo a colocarse de rodillas y tomándome la pierna comenzó a bajar el cierre de mis botines, quitó ambos y echó a un lado mis calcetines, dobló un poco mi pantalón y se quedó un buen rato acariciando la planta de mis pies, ahora fui yo quien se intimidó con su movimiento. Al notarlo enseguida se incorporó de nuevo, el cálido humo de la bañera comenzó a invadir la habitación y el fuerte aroma de ese chico a expandirse por completo. Ya detrás de mi comenzó a desabrocharme la camisa a rayas que llevaba, bastante delicado, aunque involuntariamente sus grandes manos me rasparan recorrió un par de veces mi pecho y mi vientre. Sentí su respiración sobre mi cuello y aquello me hizo tener una erección instantánea.
— ¿No te bañas conmigo también? —me incorporé de la silla y me dirigí a la tina para sentir la temperatura del agua; era ya perfecta, llevaba solamente puesto el bóxer ya.
— ¡¡Na’ más si usted me lo pide joven!! —volvió a curbir su entrepierna con el sombrero.
— Te lo estoy pidiendo… —enseguida lanzó lejos el sobrero dejándome ver una pronunciada erección. Comenzó a desabrocharse la camisa; dejándome ver un abdomen bien marcado a cuadros y su pecho completamente lampiño, sin apartar su azulada vista de mi prosiguió a desabrocharse el pantalón, con algunos tirones logró quitárselo. No llevaba ropa interior puesta, su pene aún un poco semirrecto rebotaba sobre un par de enormes testículos colgantes, aquella parte de su ser era ciertamente un poco más oscura que el resto de su ya bronceada piel, de un color café con leche, sus piernas largas y macizas, comenzó a acercarse a mi, esta vez el aroma llegó de lleno, activando ese motor en mi, me deshice de mi bóxer y me senté en la tina, él se sacó de un tirón las botas y se metió seguido mío, inclinándose un poquito sobre mi.
— Si yo te pido otra cosa… tú…
— Yo hago lo que usted me pida joven… lo que sea —su aliento chocó contra mi rostro como ráfaga de viento, su entrecerrada mirada terminó por derretirme y tomándolo por la nuca le pedí un beso.
Se mojó un poco los labios y me besó como jamás me habían besado, enseguida introdujo su lengua en mi boca y comenzó a juguetear con la mía, al menos en eso no era tan inexperto; hecho que me hizo dudar, me abracé a él y casi lo tiro sobre mi, el agua ya había mojado todo su cuerpo y aquel choque entre nuestros cuerpos me permitió ver que él ya estaba completamente excitado, su pene era ciertamente más pequeño que el de Geovanni, pero era claramente del mismo ancho, aquello no me importaba para nada, le pedí que se pusiera de pie frente a mi y su miembro erecto chocó contra mi rostro, sobó con delicadeza mi mejilla y me permitió meterlo en mi boca. Tenía un sabor salado y un poco de olor a orines, pero estaba más que apetitoso, el chico era completamente lampiño, acariciaba los colgantes testículos sobre su bolsa y ya mamaba de su pene, nada venoso; recto y firme, joven. Supuse que fui ciertamente agresivo en cada chupada porque sin avisarme se vino en mi boca, dudé un poco, pero tragué su néctar, él ya acariciaba mi cabello y me miraba tiernamente; era todo un ángel bajado a la tierra; humilde y sencillo, pero hermoso y encantador. Ya me había ido a hurgar en su trasero, pero me detuve al sentir su venida, limpié su miembro, pero para nada perdió firmeza. Volvió a echarse sobre mi, tirando un poco de agua por los bordes de la tina, abrí las piernas y le aprisioné con ellas, haciendo la punta de su pene tocar la entrada de mi ano, volví a besarlo, ya acariciaba mi cabello y me tomaba del rostro, ese chico besaba con absoluta ternura y yo con entero deseo.
— ¿Entonces no sabes penetrar? —susurré entre sus labios.
— ¿Qué es eso joven? —inquirió confuso.
— Meter tu pene dentro mío —intenté ser sutil.
— No… pero si quiere aquí aprendo
— Si… si quiero —susurré; ya había captado como debía pedirle las cosas.
Lo seguí besando y acariciando todo ese cuerpo firme bien marcado; desde su espalda hasta su ombligo, su pecho, su abdomen, todo era perfecto en él, con mis manos enjuagaba sus axilas, para que al menos la ducha sirviera de algo más que un rato de sexo. Mojé igualmente su cabello y el agua escurría sobre mi cuerpo, pude sentir sus líquidos embarrarme la entrada muy independientemente de la sensación del agua.
— Intenta meterlo —le incité, noté sus brazos; que sostenidos sobre los bordes de la tina me abrazaban, tensarse aún más. El chico era realmente fuerte y musculoso, empujó un poco, pero tuvo cierta dificultad, frunció el ceño y se quejó un poco.
— Me duele… —aquello me sorprendió por completo, el chico era virgen y; o mi ano estaba realmente cerrado o su pene era más ancho a lo que yo estaba acostumbrado.
— ¿Lo intentamos al revés…?
Salimos de la tina, no me importó mojar todo el suelo, voluntariamente se sentó en el suelo, su pene se recargó un poco sobre su abdomen, abrió las piernas y me coloqué de rodillas sobre él. Por la cabeza ya chorreaba una gran cantidad de líquido, con la mano la esparcí por todo su miembro y lo masturbé un poco, hubiese querido metérmelo de nuevo a la boca y comerme todo su néctar, pero supuse que de poco serviría mi saliva como lubricante. Me abalancé sobre él y con la mano guié la punta de su miembro a la entrada de mi ano.
— Despacito joven —susurró a mi oído
Sabía que ya no le dolería, el chico sudaba de la excitación, se encontraba recargado sobre sus brazos, le hice recostarse poco a poco, con su miembro ya lubricado y mi ano hambriento entró más fácilmente, en pocos segundos sentí el contacto de sus piernas contra mi trasero y un estruendoso suspiro salírsele de los labios, tapó su boca con una mano y con la otra me acarició el cabello, recargando mis manos sobre su pecho comencé a cabalgarlo, primero lentamente, cuando vi que aquello en verdad le agradaba comencé a hacerlo un tanto más rápido. De nuevo el chico no tardó mucho en venirse. Ahora sabía que aquellas masturbaciones suyas debían ser demasiado constantes para haberlo hecho tan precoz. El chico sudaba; lucía exhausto, pero yo a penas comenzaba.
Bajé hasta su entrepierna y comencé a chupar de nuevo aquel mástil, mientras lo hacía comencé a masturbarme, haciendo un rápido recuento mental tenía ya mucho tiempo sin hacer aquello, las veces que me había venido había sido por la fricción y la excitación del momento. El chico me tomó de los cabellos y comenzó a cogerme por la boca, lo hacía bastante torpemente, pero aquello me facilitó poder masturbarme y meterme un par de dedos con ayuda de su semen escurriéndome por el ano. Me corrí mojándole los glúteos, me lancé a besarlo efusivamente y de nuevo volví a su miembro, lo masturbé con fuerza y de nuevo eyaculó dentro de mi boca. Ésta vez salió muy poco semen, peor me encargué de exprimir aquel trozo de carne lo más que pude, hasta que comenzó a perder firmeza por si solo, su cabeza estaba roja, durante algunos minutos me dediqué a acariciar su cuerpo, su rostro, su miembro. Aquel chico seguía luciendo aún perfecto para mi, aunque fuese precoz, sabía que si hubiese una segunda oportunidad; aunque fervientemente lo dudaba, podría arreglar aquel asunto. Ciertamente aquellas tres veces para él fueron totales, pero a mi me faltó tiempo. No pude siquiera molestarme porque el chico tiernamente se lanzó a besarme, lo hacía con dedicación y ternura.
— Lo amo joven… —decía entre las comisuras de mis labios. Sabía que aquello en verdad tendría un sentido diferente para él a comparación al que podría haber tenido para mi
— Eres magnífico —me limité a decir. No supe cuánto tiempo estuvimos tirados en el suelo, pero me inquietó escuchar unos pasos firmes andar por el gran corredor.
Rápidamente se medio vistió, tomó sus botas y salió por la ventana, me metí a la tina y enjuagué mi ano. No había visto lo sucia que estaba el agua, así que quité el tapón y volví a dejarla correr, ni siquiera me había bañado como tal, me envolví en una toalla y al instante llamaron a la puerta.
— ¿Si…? —inquirí aún con la voz temblorosa.
— Ángel, ¿puedo pasar? —reconocí al instante la voz de Geovanni.
— ¡Claro! —respondí un tanto más seguro, se adentró, entrecerró los ojos, se acercó y me besó, salvajemente—. ¿Todo bien?
— Más que bien, el agua ya casi está lista —sabía que no se tragaría aquello al ver el encharcamiento que había provocado previamente en el suelo, la alfombra que coloqué encima no logró cubrirlo todo.
— ¿Me puedo bañar contigo…? —comenzó a acariciarme el trasero por debajo de la toalla
— Dijiste que no te ducharías… —sonreí ante su gesto.
— Ya cambié de opinión al verte.
— No me siento a gusto con tu amigo aquí… —en verdad no me había quedado justo en ese momento con las ganas, además de que enseguida notaría que ya había sido previamente penetrado
— ¿Por Arturo…? —pude notar cierto recelo en su voz.
— Me da pena… —me limité a decir en mi defensa.
— Al menos disfrutaste al campesino, te dejó bien lleno —sonrió pícaramente.
El chico había eyaculado demasiado dentro de mi, pensé al sentir sus dedos húmedos recorrer mi trasero y él ya lo había notado, que de cierta forma era lo peor. Tendría algo de problemas, pensé…
¡¡¡Una vez más infinitas gracias a todos los que me siguen leyendo!!! Espero no defraudarlos con lo que esperan en cada relato, me he esforzado mucho por seguir la historia, sólo me queda decirles que en cuanto a éste capítulo aquello no acabó ahí.
PREVIEW: “No podía creerme todo lo suscitado en solo un fin de semana, ciertamente me ardía el ano de más, más aún con la forma tan atropellada de manejar de Geovanni. Para nada me hubiera imaginado la “venganza” que él tomaría en mi contra junto con su amigo Arturo por haberme metido con el peón, mucho menos de la “despedida” que se había suscitado con Pánfilo, realmente extrañaría volver a ver a aquel chico…” Esto vendrá en la siguiente entrega.
¡¡¡Saludos desde México!!!
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