sexo con extraños
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Soy un chico joven, blanco, de ojos azules, delgado. Soy bisexual, pero debo reconocer que prefiero a los hombres y los hombres me prefieren a mí. Sé como menear mi culo por la calle, siempre a las personas indicadas, y también sé como vestirme para excitar a los hombres. De hecho, he tenido a varios que se decían hombres, pero han sido mis amantes y han dejado que yo les penetre. Con el tiempo he desarrollado un gusto por hombres fornidos, los cuales me hacen fantasear con tener un sexo asombroso. Una vez estaba en un elevador y entró un tipo, alto, de grandes brazos. Ahí mismo imaginé como sería hacerlo con él en ese mismo lugar, yo con los pantalones abajo, aprisionado por su cuerpo y él besando mi cuello y mi nuca, penetrando en mi culo con fuerza. Aquella vez me excité tanto que tuve que bajar del elevador, pues la pija se me puso tan dura que sentí iba a eyacular ahí mismo, y un orgasmo no lo puedo fingir o evitar.
Unas semanas después de esto, una construcción comenzó frente a mi departamento, en la cual trabajaban cientos de hombres como estos, algunos viejos otros jóvenes, pero cada uno de ellos me provocaba abrirme de piernas y ser follado. En una ocasión, una de tantas, abrí las ventanas de pieza de par en par, para que vieran como me desnudaba. Me quite la ropa de a poco, sensualmente, mientras meneaba mi culito la remera se perdía y también los pantalones, los cuales me quite de espalda a la construcción porque no quería que vieran mi pene, aun. Después de hacer todo esto me acerqué a la ventana para que quien deseara ver cómo me masturbaba pudiera hacerlo. No terminé hasta recurrir a una variedad de juguetes sexuales que guardo en mi cuarto, e hice toda la mímica de una explosión de placer, la cual, por cierto, tuve. Pude ver que algunos trabajadores se burlaban y gritaban cosas a través de la calle, sin embargo, uno de ellos estaba en silencio por detrás de estos hombres. Pude notar que discretamente se frotaba su área genital con su mano. En una ocasión solo el miraba, pues empezó a llegar más temprano a la obra. En aquella vez, mientras me desnudaba el frotaba con fuerza su pene e incluso pude verlo, pues lo sacó para mostrármelo.
Pasó el tiempo, y muchas veces pasaba frente a estos hombres, sin importar lo que me decían, ya que yo vestía siempre de pantalones muy apretados y unas remeras muy cortas o en otras ocasiones apretadas y de vez en cuando una camisa, por supuesto nunca usaba ropa interior. Lo que decían no me importaba, pues todo lo que yo quería era captar la atención de ese muchacho, un chico fornido de alrededor de 25 años. Un par de veces logré hacer contacto visual. En una de esas ocasiones, cuando me sentía muy atrevido, puse mi dedo en la boca e hice como si practicara sexo oral.
Cuando la construcción estaba a punto de finalizarse, de hecho, el aviso “venta de departamentos” era muy grande y notorio sucedió lo impensado. Para aquellos tiempos ya había perdido la esperanza de ser follado por este chico, así que dejé de organizar mis shows en vivo y no me vestía provocativo. Uno de tantos días, los trabajadores se retiraban de la construcción, no me vieron, salvo él. Se detuvo en la calle y me miró fijamente. Pude ver que sus manos eran grandes y callosas. Me fue imposible no pensar en ellas cogiendo mis nalgas y acariciando mi espalda, lo cual me causó “esa” sensación en mi ano. Debo reconocer, y la verdad no sé por qué, que su mirada me inquietó. Decidí avanzar, pero él me detuvo cuando cruzaba miradas con él.
-Eres el maricón de la ventana- dijo.
-Preferiría que usaras otro nombre- le respondí muy serio.
-Ok, lo siento, pero eres el chico que se masturbaba en la ventana?-
Si bien podría haberle mentido y seguir en mi camino, decidí lo contrario.
-Sí, soy yo-
-Sabes algo?, me gustaría verte más de cerca- dijo con un tono subversivo- Aquí hay muchas piezas vacías y está el departamento piloto, ahí podrías darme una demostración más cercana de tus habilidades para bailar, soy el único que queda-dijo.
-Estás seguro de eso?- En este punto no entendía el motivo de mi continuación en esta charla. Quizás se debió a la erección que comenzaba a gestarse dentro de mis pantalones y el sudor en mi ano.-primero asegúrate que no haya nadie-. Entró, pasaron algunos minutos, estaba en la entrada del lugar y pensaba todo lo que podía hacer. Luego el volvió –Ok, he revisado, soy el único. Me condujo hacia el departamento piloto, era un segundo piso, amoblado con sillas, una sala de estar y una cama -Quiero que te desnudes, despacio, hazlo sexy, como solías hacerlo- Se sentó en un gran sillón, como si fuera un club en el cual las chicas hacen lapdance a sus clientes. Obedecí a sus comandos y mientras bailaba como si fuera una estríper, me quitaba la ropa. Ya desnudo, me acerque a él y puse mi culo en su cara y el lamió mi culo y chupó mis bolas, lo hizo durante un buen rato. Me volteé y puse ambas manos sobre sus hombros, me incliné para que mi pecho quedara contra el suyo. Cuando hice eso, me senté sobre él para frotar mi verga con la suya, la cual, no tanto para mi sorpresa, estaba dura y vigorosa.
-Esto no es lo que busco- me dijo-recuéstate sobre el suelo- una vez ahí tomó mi verga y empezó a masturbarla, e incluso a probarla, pero en tanto veía señales de mi eyaculación detenía el proceso, introducía dedos en mi ano, hurgaba en él para hallar mi punto de placer- Te gusta el sexo rudo?- preguntó. Le respondí “sí”. Sin saber la importancia de esta pregunta, acto seguido, me masturbo con violencia y en cuestión de minutos me hizo eyacular, semen que cayo sobre la carpeta del departamento piloto –vas a tener que limpiar eso- dijo. Tuve que entonces lamer mi propio semen de la carpeta.
Una vez que terminé me habló – te hice una pregunta y me diste la pregunta que deseaba, desde la primera vez que te vi he querido follarte, quiero que sepas, no te haré daño, pero después de hoy solo buscaras la compañía de machos capaces de hacerte gozar de maneras que quizás no habrías considerado o bien desechado- Una vez dicho eso, me puso en cuatro patas.
-Que vas a hacerme?- le rogué. Obtuve silencio, pero sentí cómo varios dedos entraban a mi ano. Luego de varios minutos entrando y saliendo, y que mi ano, que ya lo sentía muy dilatado, se encendiera por la actividad, sentí algo muy grande: era su puño. Emití unos pocos breves gemidos, -auuu, auuuu- lo cual lo excitó –Hagamos esto más entretenido- tomó mi ropa interior y la puso en mi boca y sobre ella puso cinta adhesiva. No podía pedir ayuda, pues no podía hablar, pero yo sabía que esto era lo que deseaba desde hace meses, ser penetrado por este chico, que bajó sus pantalones, y de a poco pude ver su pene, que una vez lo vi a través de la calle en mi ventana. Contemplándolo así de cerca solo puedo describir que era algo “glorioso”. Era muy grande, tanto que recuerdo haber abierto mis ojos de la impresión. Se puso justo detrás mío, acomodó unos cojines bajo mi barriga para dejar mi culo en posición. Me cogió por las muñecas, las cruzó e hizo un movimiento con el cual mi pecho y cabeza se levantaron, pero también el impulso hizo que su verga entrara en mi ano. Continuó haciendo esto por un rato, pero luego cambio de posición y puso su cuerpo sobre mi, sacó su pene y luego lo volvió a meter. Empujaba con vigor, solo podía escucharlo hacer “uf, uf, uf” mientras pistoneaba dentro de mi culo, con cada embate, sentía mayor calor y sudaba por e hecho de tener un macho sobre mi espalda, el que paecía hacer flexiones, pero con mi ano como destino.
Este chico hacia que mi ano ardiera de placer, podía sentir cada centímetro de de su poderoso pene entrar y salir de mí, con una fuerza que jamás había sentido. De pronto me tomó por la nuca y me dijo – levántate- sacó su verga, mientras con una mano sostenía mi nuca con otra abrazaba mis muslos. Fuimos hacia la terraza y pensé “de verdad voy a hacer esto?”, pues estaríamos al aire libre. Cuando llegamos hasta ella dijo -Afírmate en el borde- Desde ahí podíamos ver la ventana de mi pieza, donde tantas veces lo había provocado con mi desnudez, pero también podía verse gente que cruzaba la calle allá abajo. Me quitó la mordaza y puso mi cabeza sobre el borde de la baranda de la terraza, también me afirmé con mis manos. Esperaba de nuevo su verga en mi culo, pero en vez de eso sus manos acariciaban mis muslos. Lo hacia lentamente, subía con ellas y jugaba con mis bolas y mi verga, la cual tenía algunas gotitas de semen en la punta. Con la yema de sus dedos frotó la punta de mi verga mientras me tocaba más. Hizo correrme otra vez. Con la palma de su mano detuvo la explosión de leche, luego la acercó a mí y me dijo – lamela- lo hice con gusto, cada parte de su mano, la deje limpia, y también aproveché de tomar uno de sus dedos y ponérmelo en la boca, se lo chupé un buen rato, luego introduje más dedos en mi boca. -Hay más?- le pregunté- Sentía humedad en mis piernas. El revisó mis bolas y mi pene, encontrando gotas de semen en ellas y un poco más en mi muslo izquierdo. Pasé mi lengua por su mano y nuevamente gocé con mi propia leche. Cuando terminé de hacerlo sentí un fuerte golpe, sólido, que azotaba mis nalgas, era su pelvis contra mí. Solo pude emitir un sonido y luego dar un par de frases:
-MMMMMMFFF!, AHÍ SÍ, PAPITO, QUE FUERTE, AY QUE GRANDE LO TIENES!!!!-
Sin darme cuenta mis gemidos habían captado la atención de los transeúntes que pasaban a esa hora de la tarde, quienes ahora miraban el espectáculo, eso me excitó así que me incorporé con mis brazos y me levante un poco para menear mi cuerpo, lo cual agregaba mucho más placer. Él, entonces, me cogió por las nalgas y fue más profundo, sabía que estaba tan caliente como yo, pues cada empuje venía más rápido y con mayor fuerza. Mis brazos y piernas comenzaron a tiritar, porque la fuerza de su penetración era descomunal. Entonces, me cogió por la cintura y con ello tuvo que ponerse más cerca de mi culo, por lo que ahora la penetración era mucho más intensa. Podía sentir todo su pene dentro de mí, lo movía de distintas formas, hacia movimientos circulares, me daba fuertes embates y luego se detenía por unos segundos, lo hacia muy despacio, yo aprisionaba su pija con mi ano, lo cual nos daba más placer, y de pronto volvía su carga:
-OH, MIERDA, QUE RICO ERES, OOOOOOH, SÍÍÍ- Estaba extasiado, solo podía sentir su pene en mí. -AHORA SÍ PAPI, DAMELO, TODA TU LECHE EN MÍ, QUIERO TU LECHE EN MI PECHO, MI BOCA, MI LENGUA!!- Su empuje era cada vez más veloz. Quitó su pene de mí y volvimos dentro del departamento, caía sobre el sillón de la sala de estar, cansado, sudoroso. Él se acercó a mí, con su verga muy dura, se masturbaba con fuerza, y su cara revelaba el éxtasis. Se puso frente a mí, de forma que su pene apuntaba directo a mi rostro. Le dije – Hazlo más lento, cuando sientas que te vienes cierra los ojos- Siguió mis consejos y antes de correrse, semen salto y golpeó mi cara, cuando el orgasmo total vino sentí tres chorros de semen en mi cara, el resto cayo sobre mi pecho.
Una vez que se corrió, se vistió, hice lo mismo. –Volveremos a vernos?- pregunté ansioso. -No lo creo- respondió. Y así fue, cuando nos despedimos furtivamente en la entrada del lugar fue la última vez que vi a este muchacho. Días después lo busqué, pero no lo hallé. Nunca supe que fue lo que le ocurrió, quizás miedo a la vergüenza o bien prefirió irse antes de ser despedido. En cuanto a mí, pude recuperarme de la pérdida, porque en lo que fue la construcción ahora se erige un gran edificio, habitado por parejas jóvenes y hombres solos, por lo que ahora tengo muchos vecinos frente a mí, los cuales disfrutan con mis shows, temprano en la mañana.
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