SEXO CON MI VECINO 2
La siguiente oportunidad la disfrute al máximo .
Saludos a todos. Espero disfruten este nuevo relato. Cien por ciento real.
Por petición de un lector describiré a mi jóven vecino.
El mide 1,70 es de piel negra, delgado, practica fútbol. No tiene un cuerpo atlético, aunque por ese deporte sus piernas son gruesas, musculosas, duritas. Y sus nalgas redondas y firmes. De rostro es bien parecido. Y su pene es fabulosamente rico. Grueso y grande.
Cuando se lo estaba mamando solo pensaba en lo que iba a disfrutar cuando me estuviera cogiendo. Antes ya me había comido unos penes así de grande. Así que sabía perfectamente bien lo rico que iba a pasarlo.
Ese día llega a mi casa y me dice que vaya a la suya, inventando alguna escusa.
Esta vez iba preparando con condón en el bolsillo, dispuesto a ofrecer mi culo.
Llegué a su casa, él ya me esperaba. Entré y cerré la puerta.
Pasemos al cuarto, me dijo
Se sentó en la cama, muy en la orilla. De inmediato comencé a tocar su pene, me arrodillé, lo saqué. Qué vista tan hermosa. Estaba muy erecto. Lo masturbe un momento, para luego mamárselo.
Antes de mamar hice algo que ya había intentado antes, quería hacerlo estremecer. Así que sequé la punta de mi lengua, utilizando mi suéter, traté que no quedara rastro de saliva en ella. Tomé su pene, baje todo el prepucio liberando su cabeza rosada.
Pasé mi lengua seca por todo el pene, desde la base hasta llegar a la parte del frenillo. Ese roce de mi lengua seca con su glande lo hizo estremecer, estiro sus piernas echo la cabeza hacia atrás y salió un suspiro lleno de lujuria.
Con esa misma lujuria, tomó mi cabeza y metió hasta donde pudo su pene, empezando a cogerme.
Que rico me hiciste sentir, dijo. Te quiero coger.
Sus palabras me calentaron más, me hizo sentir deseado. Eso me animó a mamárselo con mayor anhelo. Llevando su pene hasta lo más profundo de mi garganta.
Y otra vez le saqué un suspiro a esa vecino tan rico.
Después de mamárselo un rato, pasando mi boca por todo ese grueso tronco hasta sus bolas cargadas de leche, las que chupaba cómo quien trata de sacar el premio por dónde no se puede.
Chupe una, luego la otra, y después las dos juntas.
Él sostenía mi cabeza guiando la mamada que le estaba dando.
No aguanto más, me dijo. Para, no quiero acabar aún.
Paré, le dije que tampoco quería que acabará tan pronto. Aquí tengo unos condones. Le dije.
Usaremos uno solo, dijo, tengo que salir en un rato. En otra oportunidad cogeremos dos y hasta más veces.
Ok! Fue mi respuesta
Lo que más deseaba era que me cogieran, sentir ese pene abriendo mi culo e invadiendo mis entrañas.
Lo masturbé un poco pero volvió a pedirme que parara. Estoy a punto de acabar, dijo.
Esperé que se repusiera, se veía que hacía un esfuerzo por controlar su cuerpo, su deseo, sus ganas de alcanzar el clímax.
Lo miraba, mordía mis labios, se veía tan rico. Era tan morboso verlo así. Pero sabía que todo él era mío.
Cuando se controló, que fue cuestión de un momento, aunque pareció eterno, me dijo que ya estaba listo.
Se lo mamé nuevamente. Le di el condón y me dijo que se lo colocara yo.
Lo saqué, se lo chupé un rato y le coloqué el condón.
Listo, le dije.
Siéntate en él, me dijo.
Me bajé el pantalón y traté de sentarme encima de ese rico pene. Al no ser mi ano dilatado tenía que hacerlo poco a poco, lo que resultó un tanto incómodo. Aunque logro entrar la cabeza. Que rico.
Me levanté, me incliné y él se posesionó detrás de mí listo para ensartar su pene en mi culo.
Mételo despacio, dije.
Tranquilo, me dijo.
Me dio una nalgada, me las apretó y empezó a entrar en mí.
Sentía como entraba cada centímetro de ese grueso, duro y caliente pene.
Mordía mis labios tratando de relajarme. Permitiendo que cada vez más entrara su pene.
El empujaba cada vez hasta haberlo metido todo.
Le dije que se esperara un rato mientras mi culo se acostumbrara a tan ejemplar invasor.
Al rato le dije que empezara a menearse.
Empezó su mete y saca. En principio suave, pero aún mi culo se resistía y causaba algo de molestia, pero al mismo tiempo era una sensación rica, placentera.
Dame, le dije. Cada dolor, cada molestia me llenaban de excitación, lo que permitía suportar las envestidas que a cada momento eran más fuertes.
De mi boca salían quejidos llenos de pasión. Pero me dijo que hiciera silencio, que podían escucharnos. Así lo hice.
En cada envestida sentía como me masajeaba la próstata, me sentía en la cumbre.
De mi pene salía cada vez más líquido preseminal. Goteaba a borbollones.
Sigue así, le dije. Ya casi acabo. Me vas hacer acabar. Que rico.
Rico está tu culo, me dijo. Está caliente y aprietas rico. Me gusta mucho.
Dale papi, dame más duro.
Siii, me gusta, dijo.
Le dio con más fuerza y más rápido.
Cada vez estaba más cerca de acabar.
Unas envestida más y exploté.
Ya no aguanto, dije. Ya acaboooo
Bote varios chorros de leche como nunca lo había hecho.
Que rico aprietas, dijo, ya no aguantooooo
Y sentí aún más rígido su pene, sus palpitaciones en cada chorro de leche que salía de su pene.
Ahhh que rico decía, clavando cada vez más su pene, tratando de ir lo más adentro posible.
Menos mal que tenía de dónde sostenerme, mis piernas temblaban por la acabada que había tenido. Que sensación tan rica, tan llena de placer.
El saca su pene de mi culo, le quito el condón y lo limpio con mi lengua. Que rica su leche.
Gracias por leer mi relato, si desean comentar pueden hacerlo a mi correo [email protected]
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