Sexteto con mi padre, mis tíos y mis primos.
Bonito recuerdo de como un día de golf acabó en un motel. .
La siguiente historia ocurrió cuando yo tenía 10 años de edad. Es una de aquellas memorias que te pueden acompañar para toda la vida. Y quizá me pregunta de algún recuerdo sobre yo follando con hombres cuando era niño. Sin duda alguna sale a la luz.
No recuerdo exactamente el motivo. El caso es que mis tíos Gustavo y Ramón se encontraban en la ciudad, seguramente por alguna visita que requiriera de una reunión familiar importante. Habían acudido con acompañados de sus esposas y sus hijos, y obviamente la visita se había caracterizado por tremendas folladas tropales desde que habían llegado a la casa de mis padres para hospedarse. Habitualmente, a ellos los gustaba ir a jugar golf con mi padre, la manera de convivir, conversar y simplemente poder pasar un rato sin tener a las mujeres presentes. El día anterior, mi padre había llegado a mi cuarto donde estaba jugando con mis primos, a lo cual, para decirnos que al día siguiente iríamos al campo de golf temprano por la mañana, preguntándonos que si queríamos ir, a lo que comentamos que sí. A mis primos nunca les gustó jugar golf. Yo, en ese entonces, todavía buscaba emular un poco la imagen de mi padre e intentaba hacer lo mejor que podía con los palos infantiles que me había regalado en un cumpleaños. Sin embargo, les puedo decir que ahora de adulto, cuando recibo este relato, el golf es algo que si bien puedo llegar a intentar practicar para quedar bien con personas del trabajo, nunca fue una pasión que me gustó mucho a comparación de mi padre o de mis tíos.
Mi madre me despertó temprano, aproximadamente a las seis de la mañana, para vestirme. Hizo que me metiera a la regadera y vigiló que me enjabonara bien todos los rincones importantes. Fue entonces cuando sacó mi limpiador rectal, a lo que supe inmediatamente que el motivo del viaje no solamente era para ir a tirar bolas, sino también para pasar un rato entre chicos. Ya muy acostumbrado, con cuatro años de experiencia follando con hombres, me limpié el recto, así como una parte más profunda de mi intestino, eventualmente terminando la limpieza con introducción de gel lubricante. Cuando salí de la regadera, mi madre me esperaba ya con mi pastilla de neoprasol, para evitar la acidez estomacal, debido a que estaríamos desayunando durante todo el juego, para no estropear el trabajo de limpieza rectal para cuando quisieran follarnos.
Me encontré con mis primos, y eventualmente mis tíos y mi padre, ya todos vestidos con ropa apropiada para el campo de golf, zapatos, bermudas, calcetas blancas altas, pantalones cortos khaki, una camiseta polo, y las gorras que alguna vez nuestros padres nos habían cedido. Todos listos para abordar la camioneta y emprender el viaje al campo. En el camino recuerdo, y a la fecha puedo sentir cómo me estremezco y libero algo de adrenalina, de cómo estaba emocionado imaginándome que era lo que estaba a punto de pasar. Era verdaderamente la primera vez que iba al campo de golf acompañado de mis tíos y aquellos primos, siendo normalmente yo quien acompañaba a mi padre, solamente ambos solos, y por lo general terminar follando a escondidas en alguna de las regaderas del club.
El camino fue bastante cotidiano, los papás hablando sobre cuestiones de la economía nacional y de los empleos, mientras que nosotros hablábamos de historietas, videojuegos y de películas que habíamos visto recientemente. Nuestra práctica se vio interrumpida nada más en un punto por mi tío Gustavo, quien nos preguntaba que si nos sentíamos hambrientos, a los cuales nos ofrecieron unas botellas de Coca-Cola, que como aquellos que son practicantes del sexo anal saben que no es una contraindicación y que con ellas se puede evitar un movimiento intestinal. Los tres aceptamos la Coca-Cola con gusto, aprovechando la fuente dulce, así como la satisfacción que nos daban nuestras panzas. Llegamos al campo de golf y eventualmente comenzó el juego. Si bien al principio los tres chicos comenzamos entusiasmados a intentar pegarle a las bolas, teníamos cuenta rápido de que no éramos buenos para el deporte, eventualmente prefiriendo mejor estar paseando alrededor del hoyo y sin mente platicar o inclusive intentar jugar algún tipo de juego fantasioso, imaginando que veíamos cosas, nuestros padres alternando entre beber algo de cerveza, platicar, verdaderamente pegarle bien a las bolas y jugar el juego al que teóricamente estaban ahí para jugar, y claro, vigilar que ninguna bola perdida pudiera caer en nuestra zona y que pudiera lastimarnos.
Eventualmente, tal vez por aburrimiento, decidí que quería empezar a adelantar un poco de las cosas, por lo que yo di el primer paso. Mi padre se encontraba practicando un tiro que estaba a punto de realizar. Mi tío Reinaldo, parado al lado de él, pues era quien seguía de tiro. Mi tío Gustavo, sin embargo, se había acercado al carro de Wolf, ya habiendo disparado su bola hacia el grill de aquel hoyo, cruzando las piernas recargado sobre el pequeño grill. Con una cerveza en una mano, mientras que con la otra tenía el palo de Wolf puesto. Yo me acerqué, él preguntándome que cómo me lo estaba pasando, a lo que le dije que estaba bien. Sin embargo, todavía un poquito atrofiado y de forma improvisada, como uno puede ser a aquella edad. Me acerqué y puse mis manos sobre el bulto de su pantalón. Él inmediatamente, volteándome a ver a los ojos, sonriendo, sabiendo cuáles eran mis intenciones, comenzó a asomar su bulto, sintiendo como poco a poco comenzaba a crecer. Mis primos, por su parte, al ver aquella escena, se dieron cuenta de lo que se estaba suscitando, y dejaron de jugar lo que sea que estaban jugando en ese momento. Sentí como Gustavo puso su mano sobre mi cabeza, acariciando mi cabello, yo a mis diez años, probablemente teniendo una altura alrededor del apéndice de su esternón, sacándome prácticamente dos o tres cabezas de diferencia. Él siendo un hombre blanco, con algo de sobrepeso, de uno setenta y cinco de altura, de pelo corto, café oscuro. Una estatura que tal vez no se comparaba a la diferencia que había con mi padre, un hombre blanco de pelo, de pelo oscuro también, de uno ochenta y cinco de altura. En esa época, mi padre tenía cuarenta y cinco años, mientras que mi tío Gustavo tenía cuarenta y tres, mi tío Renaldo tenía treinta y ocho.
Gustavo le habló a mi padre y a mi tío, y les comentó que claramente yo ya estaba aburrido y que prefería hacer alguna otra cosa. En forma de juego, mi padre, sabiendo que la escena era bastante obvia, preguntó que qué era lo que se antojaba hacer. A lo cual yo le respondí que quería follar. Pude ver cómo una cara de lujuria invadió a los hombres, la misma que puede esperarse de dos hombres adultos. A quienes un niño de mi edad de diez años les dice que quiere ser follado en este momento. Renaldo y mi padre caminaron hacia el carro de golf, guardando los palos, invitando a Santiago e Ignacio a que se unieran a nosotros.
Los adultos se dieron a la tarea de divisar una estrategia de donde podríamos collar los seis juntos. Al principio alguien sugirió el baño o inclusive la camioneta, obviamente siendo descartado rápidamente por lo riesgoso que representaba esto. Por un momento, mis tíos dijeron que lo más probable es que lo ideal sería ir a los vestidores del club y que cada quien pudiera encerrarse en una regadera con uno de los chicos para recibir algo de oral. Sin embargo, mi padre les declaró que yo venía con el recto limpio y que podía ser follado, a lo cual mis primos también dijeron que habían sido preparados por su madre. Entonces fue cuando mi padre sugirió la idea de ir a un motel al cual él ya me había llevado anteriormente, encontrándose cerca del club, lo cual le pareció a los otros dos adultos del grupo. Empacamos las cosas, llegamos al centro del club, dejamos el carro y tomamos los palos. Nos dirigimos a la camioneta en la cual habíamos llegado y emprendimos el viaje. Inmediatamente mi primo Santiago, de 12 años y ya con edad suficiente para viajar en el asento delantero, se fue al lado de mi padre, probablemente acariciándole el bulto durante todo el camino. Mientras que atrás se fueron los otros dos adultos, yo todavía con mi tío Gustavo, mientras que mi primo Ignacio estaba con mi tío Reinaldo. Repitiendo cosas similares. En un punto inclusive Gustavo llegó a sacarse la polla del pantalón para que yo la masturbara, inclusive en comenzar a darle oral, mientras que nos dirigíamos al motel.
Junto antes de llegar, mi papá pidió que uno de mis tíos se pasara hacia adelante, mientras que nosotros nos dirigíamos hacia la parte de atrás y nos escondíamos, debido a que era obvio que en el motel el vigilante no dejaría a menores de edad pasar. Una vez que avisábamos que estábamos bien escondidos entre las bolsas de golf en la cajuela y uno de mis tíos se encontraba en el asiento delantero, mientras que el otro se encontraba en la fila media, pasaron a la caseta del motel el conmutador solicitando saber cuántas personas eran, debido a que podían ver la tercera silueta del carro de mi tío. Comentaron que tres, a lo cual se les hizo el cobro respectivo, muy probablemente asumiendo que se trataba de tres hombres adultos que estaban a punto de tener un trío gay. Eventualmente arribamos a la cochera del cuarto solicitado y abrieron la cajuela, nosotros saliendo de esta, de entre los palos y las bolsas. Nos recordaron de no hacer ruido y que cuidadosamente subiéramos a la habitación, siendo una habitación matrimonial singular, con un sofá en S, con una gran cama matrimonial king size, con una pantalla plana y con una regadera descruzado y en baño.
Habíamos pasado toda la mañana en el campo de Wolf, ya era mediodía para ese entonces y seguramente los seis estábamos igual de sudados por estar bajo el sol, por lo que se sugirió que los seis nos bañáramos. Los primeros en pasar fueron mis tíos, primero Gustavo, luego Reinaldo, luego eventualmente mi padre. Ya por último nos invitaron a que los tres chicos pasáramos a la regadera, lo cual hicimos prácticamente al mismo tiempo, pidiéndonos que procuráramos no mojar nuestro cabello para que no estuviéramos tan despeinados, lo cual obedecimos. Los tres, entre risas y carcajadas, nos enjabonamos el cuerpo rápido, sabiendo lo que se avecinaba, eventualmente saliendo y ya presentándonos completamente desnudos ante los tres adultos que estaban a punto de follarnos.
Nos presentamos ante los tres adultos, tomados de la mano, como muchas veces nuestras madres nos habían instruido al momento de orgías familiares. La evidencia de edades se agobe por las estaturas. Yo a mis 10 años, llegándole a la altura de las tetillas a tanto mi tío Reinaldo y mi tío Gustavo, ambos hombres que me dieron 1.75 de altura, siendo la diferencia obviamente un poquito más con mi padre que media 185. Mi primo Santiago, el más grande de los tres, de 12 años, les llegaba a una altura un poco inferior al inicio del cuello a ambos tíos, y obviamente a un punto menor a mi padre, mientras que mi primo Ignacio estaba en una estatura promedio entre Santiago y yo. Curiosamente nos optamos todos por aproximarnos a aquellos a quien con el que íbamos sentados en el momento que emprendimos el viaje, Yo me acerqué a mi tío Gustavo, el cual estaba sentado en el sofá de ese, ya con polla dura en mano, invitándome a que me acercara, y se me dio la mano la cual yo tomé con una de las mías, él acercándome. Se sentó a lo largo del sofá en ese, yo sentándome enfrente de él, entre sus piernas, tomando su polla, comenzando a masturbarla, él acariciándome en la mejilla, antes de que me permitiera ingullir su glande
Los gemillos de mi tío nos hicieron esperar al momento que comencé con mi mamada, los mismos que comenzaron a entremezclarse en el lugar con los semillos de mi padre y los semillos de mi tío Reinaldo, los cuales ya tenían sus pollas dentro de la boca de mis primos. Mi padre con Santiago y mi tío Reinaldo con Ignacio. El inicio de la orgía se caracterizó por nosotros tres adolescentes, un grupo de cualquier orgía de niños y chicos. Al principio fui un poco tenue con el grande de mi tío, antes de comenzar a querer introducir un poquito más, disfrutando de las paredes de mi boca algo apretadas, eventualmente invitándome a que pudiera meter lo más posible hasta el fondo de mi gargante
a. Sin embargo, a mis diez años y por la diferencia de tamaños, obviamente no pude engullir más de la mitad. Una vez que había llegado al punto máximo de almacenamiento a la que mi boca daba abasto, seguí masturbando con una mano la base de su polla, mientras que con la otra estimulaba sus bolas. Él nada más recorrió mi espalda con las uñas de una mano y acariciándome el cabello con la otra.
Estuvimos así un rato, eventualmente invitándome a que bajara a succionar alguna de sus bolas, lo cual yo hice justo. Antes de volver a lo que era su glande, lo masturbába y succionaba y le apretaba las pelotas. La verdad es que no me tomé el tiempo de intentar ver de reojo la escena que estaba sucitando en otra parte del cuarto, pero entre los sonidos de lameteos y gemidos de hombre adulto, supe que mis primos están haciendo también un buen trabajo, igual que yo. Mi tío me pausó en un punto, recorriéndose un poco para atrás, para que ahora en lugar de estar sentado en su espalda prácticamente estuviera acostado, tomando sus piernas y levantándolas hacia arriba, exponiendo todo su culo al aire. Era obvio que era lo que quería que yo realizara. Entendiendo la indicación de forma indirecta, como ya muchas veces se me había aplicado en mi edad como su miembro de la familia, comencé a envolver su ano con mis labios. Mi lengua como la punta de un colibrí intentando abrirse a pasos en su recto, obviamente jamás pudiendo llegar, mientras que con mis ojos, parcialmente ya cubiertos por sus testículos colgantes, veía como él se masturbaba y gemía, disfrutando de mi lengua en su ano.
Eso seguramente fue un punto de no retorno para alcanzar un absoluto nivel de lujuria que los hombres normalmente pueden llegar a tener, pero que raramente pueden sacar con cualquier mujer, o en su de facto con cualquier chico. Para el momento que volví a levantar mi cara para volver a poner atención en su polla, esta vez él me tomó fuertemente del cabello, pidiéndome que abriera la boca, golpeando mis labios con su polla que tenía tomada desde la base, yo obedientemente abriéndola para que pudiera ingresar su polla hasta lo más profundo posible. Él me tomó fuertemente la cabeza, aunque era más firmeza que agresividad, comenzando él ahora a subir y bajar sus caderas, mi pollo entrando y saliendo, yo solamente manteniéndome estático con la boca abierta, sintiéndome como su glande intentaba abrirse paso hasta el fondo de mi garganta, aunque aún así sin poder alcanzar más de la mitad.
Los gemidos de mi padre y de mi tío se empezaron a verse acompañados por los sonidos de las arcadas que yo estaba produciendo. Esto marcó una pauta también para mi tío y para mi padre que ya vieron que estando en confianza tomaron a Ignacio y a Santiago de una manera muy similar, comenzando a alternar sus caras entre lamerles el culo o también empezar a embestirles las bocas. Prácticamente ahora siendo nuestras arcadas las que estaban inundando más el espacio sonoro de la habitación que los gemidos que ellos estaban produciendo.
Una lujuria casi animal característica del sexo entre hombres se apoderó de todos nosotros, particularmente de los mayores, comprendida por agresividad y firmeza que no siempre pueden llegar a tener con mujeres de la familia. Eventualmente mi tío me levantó la cabeza, ya con algo de saliva colgante de mi barbilla que se estaba produciendo con las arcadas que me provocaba, viéndome a los ojos, los cuales ya comenzaban a ser llorosos. Me dijo que me amaba, me decía que era un excelente sobrino y que lo estaba haciendo muy bien, antes de tomar nuevamente mi cabeza y apuntarla hacia su polla, yo evidentemente abriendo mi boca para que éste ingresara lo más profundo posible.
Los movimientos de su cadera se volvieron un poco más agresivos, rascándome la espalda un poquito también más fuerte, en un punto las arcadas llegando a cortarme la respiración. Cuando sintió que ya me estaba asfixiando me mantuvo ahí unos cinco segundos, seguramente yo poniéndome rojo al sentir el entumecimiento que estaba teniendo alrededor de mis párpados, mientras que algunas lágrimas escurrían por mis mejillas. Eventualmente me permitió sacar su polla, yo tomando aire con algunas bocanadas. Fue entonces cuando con sus manos me dirigió a que yo me volteara, todavía arrodillado sobre el sofá en ese del motel, dejando mi culo al descubierto. Sentí como una mano me nalguió a ambos lados, antes de hacer que me acostara completamente boca abajo sobre este mismo sofá. Él, ahora reclinándose hacia delante, abriendo mis nalgas con sus manos, comenzando a recorrer todo mi ano con su lengua, preparándome para ser penetrado.
Los lenguetazos fueron firmes, la succión fue intensa, y comenzó también de forma firme a introducir uno y después dos dedos a mi ano. Mientras sucedía todo esto, yo veía como ya Reinaldo también tenía a mi primo Ignacio de a cuatro, su culo al aire a la orilla de la cama, comenzando a introducir unos dedos en el ano a él, alternándolo con movimientos de su lengua, también dilatando su sufrimiento para penetrarlo, mientras que mi padre estaba acostado boca arriba en la cama, con las piernas alzadas, en parte apoyado por las manos de Santiago, que tenía la cara entre sus nalgas, laméndole el ano, sus ojos siendo tapados por los testículos de mi padre, mientras que éste masturbaba su polla.
No puedo recalcar lo suficiente los gemidos animalísticos y gruñidos que casi casi emitían los hombres adultos en este momento. Muchas mujeres que les gusta el sexo agresivo y también hombres que estén leyendo este relato comprenderán a lo que yo me refiero. Una vez que ya había decidido que el estímulo y la dilatación para mí ya no era suficiente, así como estaba acostado, mi tío se acostó sobre mí, completamente envolviéndome con su cuerpo, sintiendo cómo su panza chelera aterrizaba sobre mi espalda lumbar, mientras que sentía presión en mi ano, producto de su ojo grande que estaba buscando abrirse a paso. Mi ano ya veterano, desafollado por hombres desde hace cuatro años, dilató casi instantáneamente, permitiendo gradualmente la entrada de su grande, luego llegando al resto del tronco. Al principio fue un poquito agresivo, entrando y saliendo, intentando alcanzar un poco más de profundidad con cada entrada y con cada salida, hasta que logró llegar al punto máximo, la mitad de su polla en mi interior. Una vez ahí, yo prensado por su peso contra el colchón del sofá en ese, me tomó de lo que era el cabello con una mano y del hombro con la otra, él prácticamente como si estuviera en una posición de misionero, comenzando a recorrerse hacia adelante y hacia atrás, su polla entrando y saliendo de mi ano, lo cual provocaba gemidos de él, y por supuesto, gemidos de mi parte.
Mientras era follado por mi tío, volví a la cama matrimonial en donde observé cómo mi tío Reinaldo seguía teniendo a Ignacio en la misma posición de A4 a las orillas de la cama. Él ya también metiendo y sacando su polla de su ano. Mientras que cerca de ellos, casi céntricamente del colchón, mi padre estaba acostado boca arriba. Pero ahora Santiago ya no tenía su lengua pegada a su ano. mi padre Ahora más bien estaba acostado, con las manos debajo de su cabeza, como si le hubiera hecho un camazo de playa. Disfrutando de la vista que le brindaba Santiago mientras que este subía y bajaba sobre la polla de mi padre. La habitación estaba inundada de los gemidos de los otros dos chicos y de los gemidos de los tres mayores que nos andaban haciendo el amor analmente
Mi tío se salió brevemente de mi interior para pedirme que aún en lugar de estar completamente acostado de forma plana, estuviera de a cuatro también. Él poniéndose de pie con ambas piernas a los costados del sofá en ese, yo a cuatro patas con las piernas pegadas, lo cual hacía que mis nalgas se apretaran. Él escupiendo brevemente mi ano antes de dirigir su polla nuevamente a la entrada, comenzando a ingresar, llegando al tope de media polla adentro antes de tomarme de las caderas y seguir follándome. Mis tío y mi padre siguieron teniendo a mis primos en una posición similar. Eventualmente mi tío Reinaldo ahora tomando a Ignacio, poniéndolo boca arriba, todavía a la orilla de la cama, con sus piernas arriba en sus hombros, igualmente dirigiendo su polla nuevamente al ano de su sobrino para comenzar a penetrarlo. Mientras tanto mi padre seguía disfrutando del ano de Santiago, el cual ahora se mantenía estático, todavía de cuclillas, mi padre tomándolo de las nalgas, abriéndoselas, ahora siendo él quien era más activo, subiendo y bajando sus caderas, yo pudiendo ver directamente cómo sus bolas se columpiaban de un lado al otro, mientras que la polla de mi padre entraba completamente y salía casi completamente del ano de mi primo. Esta habilidad de él de contener toda una polla adulta, producto de que ya tenía doce años.
Seguimos así un momento hasta que ambos, tanto mi tío, como mi padre, tuvieron que tomarse una pausa, tal vez porque ya se aproximaba el climax y no estaban listos todavía para terminar el encuentro. Santiago se bajó de la polla a mi padre, mientras que Reynaldo salió el ano de Ignacio. se volteaon a ver y se preguntaron que si les gustaría cambiar, a lo cual los dos estuvieron de acuerdo. Ignacio se pasó gateando hacia el rincón de la cama en donde se encontraba mi padre, mientras que Santiago hizo lo mismo hacia reynaldo. Ambos chicos llegando con la nueva polla en la que estaban a punto de follar, primero que nada concienteando la oralmente, limpiando los jugos y lubricante anal del ano que previamente haya sido ocupado por éstas. Mi tío Gustavo también se tomó una pausa, saliendo de mi ano, dándome la malgada para que me volteara, yo todavía de a cuatro, ahora con la cara dirigida hacia su polla, él tomándome de la cabeza firmemente, yo abriendo la boca para que entrara su polla a través de mis labios, él metiéndolo lo más posible al fondo, provocándome algunas arcadas, mientras que él en su alegría alternaba entre colgar la cabeza hacia atrás para disfrutar del placer que yo le proporcionaba y entrever cómo sus hijos estaban siendo follados por mi padre y por mi tío.
Una vez que ambos chicos pensaron que las pollas ya estaban listas para follar nuevamente, Santiago se puso de a cuatro a la orilla de la cama, como inicialmente Ignacio había estado colocado con mi tío Reinaldo. Mi tio le dio una nalgada en ambos lados antes de escupir a su ano y comenzar a penetrarlo. Igualmente su polla, pudiendo llegar completamente hasta el fondo, cortesía de la edad que Santiago ya tenía. Mientras tanto, Ignacio ya se había puesto de cuclillas sobre mi padre, que por algún motivo estaba muy poco móvil ese día y prefirió estar todo el encuentro acostado, dejando que aquel que estuviera siendo follado por él hiciera todo el trabajo físico. Igualmente se subió sobre su polla y una vez que la mitad ya estaba aproximadamente adentro comenzó a subir y a bajar, ocasionalmente mi padre ayudándolo, dándole soporte en las pompas. Mientras tanto, mi tío Gustavo me volvió indicar que me pusiera de pie, ahora él acostándose nuevamente en el sofá en S, apuntando su polla hacia el techo, invitándome que me sentara. Puse mis pies a ambos costados de él debido a que el sofá en S era bastante delgado, al grado que mi tío en realidad tenía sus piernas apoyadas en el piso a través de los costados. Descendí sobre su polla sintiendo como la mitad se abría paso a través de mi recto y una vez que habíamos llegado al punto de máxima penetración, comencé a subir y a bajar con mis cuclillas. Mientras que él alternaba entre acariciarme el pecho, pellizcarme los pezones o tomarme de las nalgas, abrírmelas y ayudarme con el peso en la subida y en la bajada.
Mi padre fue el primero en avisar que el quería terminar, por lo que le avisó a Ignacio, este bajándose de su polla y arrodillándose entre sus piernas. Poniéndose de a cuatro, comenzando a meterse la polla de mi padre en la boca, masturbándola desde la base, masajeándola en las bolas, esperando que eventualmente le descargara su semen en el fondo de su gargante. Mi tío Reinaldo Le comentó a Santiago que fuera con mi padre, él dejando de follarlo. Santiago inmediatamente, de forma obediente, procediendo hacia donde estaba ubicado mi papá en el colchón, a gatas, también integrándose a la mamada que Ignacio le estaba dando a mi padre para cerrar su encuentro. La cabeza de la polla de mi padre dentro de la boca de Ignacio, mientras que Santiago se abocaba a succionar una de sus bolas. Mi padre tenía con una mano tomada la cabeza de Ignacio del cabello, invitándolo a que introdujera un poco más de su polla entre sus labios, mientras que con la otra mano acariciaba la espalda y las nalgas de Santiago, inclusive llegando a meterle algún dedo en el ano por el alcance que tenía debido a su altura. Entre gemidos, inmediatamente mi padre descargó todo su semen en la boca de Ignacio, el cual, como ya todo un campeón a sus once años, recibió sin chistar. Una vez terminado el gran orgasmo, Ignacio se levantó, probablemente dejando lo que era la polla de mi padre bastante limpia, encontrándose con los labios de su hermano. No pude ver lo que sucedía, pero inclusive podríamos suponer que hubo un intercambio de leche, algo que su padre, que todavía me tenía a mí botando sobre su polla, aprobó e inclusive llegó a aplaudir, felicitando a los chicos por la gran actuación pornográfica que acababan de tener con mi padre.
Mientras ellos protagonizaban esta escena, mi tío Reynaldo se acostó sobre la cama, pediéndole a mis primos que se acercaran a él, puesto que él también quería terminarlo. Alzó sus piernas al aire, sosteniéndolas. Y, como si se tratara de algo que seguramente ya habían hecho varias veces con ambos mis tíos, debido a que Reynaldo y Gustavo y sus familias viven en la misma ciudad, Ignacio se abocó a lo que era el ano de mi tío Reynaldo, el cual ya estaba levantado y expuesto al aire, mientras que Santiago se abocaba a mamar su polla. De una forma similar, con una mano sostenía una de sus piernas mi tío, mientras que con la otra recorría el cabello de Santiago, el que también la empujaba para hacer que su polla entrara lo más profundo posible en la garganta, ya a sus doce años casi pudiendo introducir toda su polla en totalidad. Eventualmente también alcanzó su punto de clímax máximo, inundándole lo que era la garganta a mi primo con su semen. Una vez terminado su orgasmo, soltándolo de él, igual ambos mis primos uniéndose en un beso, mientras tanto yo todavía aún botando sobre la polla de mi tío.
Nuevamente mi tío Gustavo volvió a aplaudir la escena que sus hijos habían recreado con mi tío Reinaldo, mientras que yo aún subía y bajaba sobre su polla. Era obvio que ahora él también tenía que terminar debido a que ya estaba concluyendo el encuentro, y como todos ustedes que participan en orgías sabrán, hay veces que hasta por decencia o por cortesía, no es bueno estar follando cuando todos los demás ya han terminado. Mi tío volvió a ver a mis primos, pidiéndoles que me ayudaran a mí a recibir el orgasmo de él. Mi tío me bajó, su polla saliendo de mi ano, yo poniéndome de pie al lado del sofá en ese, él también poniéndose de pie, ambos caminando hacia la cama, mi tío y mi padre haciendo un espacio para que él se pudiera acostar de forma céntrica, con sus piernas y cadera todavía en la orilla de la cama. Habiendo hecho esto, me invitó a mí a que me pusiera de a cuatro al lado de él, para que yo siguiera mamándole la polla, pero luego cambió de parecer y mejor me puso en un 69. Sentí cómo hizo mis huevos y mi pollita a un lado, para tener acceso a mi ano, el cual estaba un poquito por debajo de su mentón, él pudiendo levantar su cabeza para que su lengua se pudiera pasear entre mis paredes rectales, debido a que me había quedado dilatado por la penetración. Mientras tanto, yo en esta posición de 69, ya con la polla de mi tío en la boca, uno de mis primos se arrodilló entre sus piernas, para poner tener su boca en el ano de él, mientras que el otro comenzó a seccionar una de sus bolas. Fue entonces cuando me di cuenta que mi tío estaba recibiendo tres estímulos. En huevos, polla y ano. El orgasmo nos hizo esperar, apretándome las nalgas fuertemente, hundiendo su lengua en lo más profundo para poder sucucar sus grandes envidios, encajándome las uñas en las pompas, mientras que yo sentía cómo chorros de semen cálido brotaban hacia mi garganta. Mis primos intentando ser mucho más agresivos en su succión y lamidas, yo sentía que los huevos de mi tío se contraían al expulsar toda su leche. Mi tío y mi padre vieron la escena y no pudieron evitar tener una cara de placer y de contemplación. Particularmente mi tío Gustavo, que había sido bendecido nada más con chicos varones en la casa, tenía mucha virtud en lo que era la práctica del sexo gay, seguramente llegando a realizar todas estas acciones verdaderamente pornográficas, que inclusive su esposa, aunque una mujer muy liberal para la secta sexual en la que pertenecíamos, aún así no daría el consentimiento para realizarlas. Esta era la ventaja de follar con chicos, que el sexo podía ser de lo más puerco posible a comparación de follar con mujeres o con niñas. Mi padre inclusive llegó a comentar que de haber sabido que algo así era posible, se hubiera esperado para poder recibir también su orgasmo con una boca en su polla, una boca en sus bolas y otra alrededor de su ano. Una vez terminado, mis primos se acercaron a mí para plantarme un beso, pidiéndome que les compartiera la leche, a la cual desafortunadamente les había dicho que por costumbre ya me la había tragado. Los tres reímos a carcajada infantil, acompañados por risas de nuestros tíos y de mi padre.
Nos pusimos la ropa, nos subimos a la camioneta, e igual que como habíamos ingresado, a escondidos los chicos, regresamos del motel, dirigiéndonos a la casa. El camino era relativamente largo debido que el club de golf estaba apartado de donde vivían mis papás en ese tiempo, y tardamos una hora en llegar aproximadamente. Era obvio que los adultos se fueron platicando, mientras que nosotros, los chicos, colapsamos dormidos uno sobre el otro. Cuando llegamos a mi hogar nos recibieron mi tía Mayra, esposa de mi tío Reinaldo, Marián, la esposa de mi tío Gustavo, y mi madre. Las tres saliendo a saludar a sus esposos, e inclusive saludándonos a nosotros. Mi madre me abrazó saludándome con un beso notabio, preguntándome cómo la había pasado, sabiendo perfectamente que era lo que habíamos hecho después de estar en el campo de golf, a lo cual yo le dije que había estado muy bien. Me pregunto que si mi padre y mis tíos no habían sido demasiado duros conmigo, a lo que yo había comentado que no, a pesar de que yo sabía que si probablemente hubieran visto como nos follaron, hubiera protestado por temor a que pudieran lastimarnos. Pero ya para entonces, yo como buen varoncito adiestrado, sabía que era lo que te tenía que decir. Claro, me encantaba que fuera un secreto entre los hombres y nosotros los chicos. Mi padre le preguntó a mi madre que qué habían hecho mis tías, mis primas, mis hermanas y ella, a lo que ella simplemente respondió que habían pasado una buena tarde entre mujeres, nosotros sabiendo perfectamente lo que eso significaba.
Qué delicia de relato. Dan ganas de crecer en una familia así. Jejeje.
Verdaderamente. Gracias por comentar. Sigue al pendiente!
Abusaste de la palabra «eventualmente».
Me di cuenta al instante que salió publicado. Algo que corregiré! Gracias por comentar!
Por favor, síguenos dando más historias como está. Saludos!