Siempre quise ser niña.

Cuando veía al perro y la perra, yo quería ser la perra. Cuando veía a la vaca y el toro, quería ser vaca..
Mis padres fallecieron en un accidente ferroviario cuando yo era tres años de edad y fui a vivir a casa de tía Tita y tío Dardo en una de las tantas villas de emergencia qué tiene la ciudad de Buenos Aires.

Honestamente no recuerdo haber sido «tocado» por nadie, pero lo cierto es que desde mis seis o siete años me atraían los varones y lo insólito es que por entonces yo no sabía de la existencia del sexo en las personas y siempre pensaba que hubiese sido hermosísimo nacer vaca, gata, perra, etc. Cierto día descubrí el placer de tocar mi colita de ocho años y como quedaba solo en la casilla donde vivíamos, me tocaba «a piacere» y cada día más tiempo. Así fue que descubrí los placeres de meterme un dedito y me quedaba transformado de ganas de más. Cabe aclarar acá que por esos años (1963), nunca había visto material pornográfico, así que todo era inspiración propia. Un día tía Tita me mandó que vaya a la verdulería a buscar algunas verduras, entre ellas zanahorias… acertaste… compré una para mí y esa misma noche la estrené en el mayor silencio dado que yo sabía que eso no era correcto. Al día siguiente cuando Tita y Dardo salieron para trabajar, empecé a usar la zanahoria desaforadamente. Al rato de usarla, mi calor corporal la ablando por lo que usando el dinero que diario me dejaban para la golosina escolar,  fui a comprar otra zanahoria, ya un poco más grande. Cuando regresé de la escuela volví a comprar otra y así cada día compraba una o dos y siempre más grande, hasta que antes de una semana Pancho el verdulero me dijo: ¿Qué hacés vos con tantas zanahorias?. Más que colorado me puse morado y salí corriendo sin mi zanahoria, ahí fue que se dio cuenta. Estando yo muy triste por carencia de mi consolador comestible, veo que Pancho entró a la casilla y me dijo: No te avergüences… todos hacemos eso. Se sentó a mi lado y me entregó una super zanahoria. Mi carita se iluminó y me dijo úsala con confianza y cuando quieras otras me la pedís, pero sabés…? Te puedo dar algo mucho mejor. Movió su silla hacia atrás, me sentó entre él y la mesa de frente y poniendo mi sanitario sobre algo muy duro que tenía entre las piernas me dijo: ¿Estás cómodo? Sí, le dije. Empezó a moverme sobre esa cosa dura a la vez que me preguntó si me gustaba y también dije que sí. Sos muy linda, me dijo. Sos muy hermosa. Me gustan las nenitas como vos. Era la primera vez que me trataban como niña y me encantó, me empujó hacia la mesa y maniobra sacando su verga y me invitó a tocársela se la toqué, quedé fascinada con el espectáculo, era mi primera vez en presencia de una verga, me puso mirando a la mesa, mientras me bajaba pantalón y calzoncillo pasándome su verga por mi puertita trasera. En un momento intentó meterme la por lo que yo traté de ayudar pero me mandó bajar y que empezará a chupársela, me enseñó que no debía rayarla con los diente y yo con una inspiración natural lo hice muy bien. Después de pocos segundos me cambió de posición y mientras yo se la mataba, me metió toda la zanahoria. Era yo la niña más dichosa del Universo. No duró mucho la situación. Me dijo: Vení que te meteré la verga… y tal cual. Me la enterró toda y a pesar de tener mi agujero bastante usado me dolió poquito lo que me produjo mucho más placer. Esa vez me enteré lo que es una acabada cuando sentí sus chorros en mi interior porque no usó condón. Me enseñó a besarle y me pidió que después que él cerrará fuera para la verdulería, cosa que hice tan bien que fui cinco minutos antes a recibir mi segundo polvo del día. Ya cojidito nuevamente volví a casa a esperar a mis tíos, cuando éstos llegaron, tío Dardo me vio tan feliz que enseguida notó mi estado y me preguntó qué había pasado. Yo no dije nada. Me mandaron a que me duche y allá fui disfrutando aún en mi culito las sensaciones experimentados. Estaba secándome cuando tía Tita sacó mi ropa para llevarla a lavar y centró su atención en mi calzoncillo azul oscuro que tenía “manchas raras”. Ante la duda lo consultó a tío Dardo quien aseveración que eso era leche. Le pidió a tía que salga qué él hablaría conmigo, en lugar de hablar me puso sobre su cama en pompa y revisó mi agujero que ya no era agujerito y me dijo: ¿Quién te coje? Yo bajé la cabeza con vergüenza y callé. Tío Dardo sacó su verga parada y me dijo: Sí me contás, te comeré también yo y no pude resistirme, apenas empecé el relato ya me había acomodado sobre su pija y me la estaba metiendo mientras me decía: Desde hoy ya no serás Berto, serás Berta.

En la próxima les contaré de tío Dardo con mi tía Tita, el verdulero y yo.