Sin temor a equivocarme, creo que ninguno de mis cuatro amigos y yo, antes habíamos hecho algo similar ni parecido.
Unos amigos se reúnen a beber cerveza y fumar marihuana, en la casa de uno de ellos, hablan de mujeres, y al rato se comienzan a desnudar por sentir mucho calor, y así siguen hasta que todo termina en una orgia gay..
No hace mucho, mis amigos yo nos encontrábamos en la plaza del pueblo bebiendo cerveza y contando chistes.
Ya serían cerca de las doce de la noche, cuando apareció la patrulla de la policía, y nada más de verla supimos que era hora de retirarnos, pero como lo cierto es que ya nos encontrábamos un poco picados, y con ganas de seguir bebiendo.
Uno de ellos nos comentó que podíamos ir a una casa propiedad de su familia, en las afueras del pueblo, así que la mayoría de nosotros aceptamos y como quedaba cerca nos fuimos a pie.
Así que después de que entre los que decidimos aceptar su invitación, reunimos lo suficiente como para comprar unas tres cajas de cerveza, después de montarnos todos en el auto del gordo, salimos del pueblo, y llegamos a la casa.
Apenas llegamos los cinco, pusimos las cervezas en la nevera, y seguimos contando chistes y bebiendo, pero después de un buen rato de estar tomando, y volviendo a contar los mismos chistes tontos.
Por lo que comenzamos a hablar de mujeres. “Que, si la viuda del policía la afloja; que a la hija del carnicero le gusta que le den hasta por el culo; que una de las maestras de la escuela es lesbiana, y su esposo lo sabe.”
Ya nos encontrábamos algo más que tomados, cuando el dueño de la casa, diciendo que tenía mucho calor se quitó la camisa.
Al poco rato la mayoría de nosotros lo habíamos imitado, y eso fue motivo para seguir riéndonos, pero del gordo, ya que, por lo grande de sus pechos, parecían un par de enormes tetas.
Y en medio de la charla, uno de los chicos le pregunto a manera de broma, que, si se las dejaba tocar, a lo que el gordo contesto sin ponerse bravo. “Sí, siempre y cuando al mismo tiempo tú me hagas la paja.”
Ya para esos momentos habíamos bajado más de media caja de cerveza entre nosotros cinco.
Las palabras del gordo nos trajeron a la memoria, cuando siendo chicos, nos masturbábamos todos juntos, y en más de una ocasión, alguno de nosotros se la hacía a otro, y viceversa.
Entre cerveza y cerveza, no me acuerdo quien fue el primero en quitarse los pantalones, pero después de un buen rato ya todos estábamos en interiores, contando o mejor dicho inventando cosas sobre algunas de las mujeres del pueblo, al punto en que alguno de los muchachos se comenzó a masturbar.
Era prácticamente como cuando todos éramos adolescentes, y porque no lo voy a decir yo también me puse a jalar mi tripa.
Entre las cervezas, y lo que estábamos contando, no sé precisamente quien sacó varias bolsitas de la sabrosa, y sin perder tiempo nos pusimos a fumarla.
Entre la cerveza que habíamos bebido, el estar fumando de la importada, hablando de sexo, y estar masturbándonos, nos comenzamos sentir mucho más excitados.
En mi caso cuando escuché a uno de mis amigos preguntarme si me gustaría que él me la hiciera, al mismo tiempo que yo se la hacía a él, sin pensarlo mucho le respondí que sí.
Realmente o por lo menos yo no deseaba acabar de inmediato y así se lo hice saber a mi amigo, el cual me pidió lo mismo.
Suavemente agarré su verga, al tiempo que él agarraba la mía ante la mirada de los otros tres amigos nuestros.
Y mientras nos las jalábamos mutuamente, de momento veo que al gordo tras quitarse los grandes boxes que aún tenía puestos, entre los otros dos amigos nuestros, comenzaron a acariciar sus grandes pechos.
Uno de ellos hasta se los comenzó a besar o lamer como si fueran las tetas de una mujer, al mismo tiempo que nuestro otro amigo que nos acompañaban, acariciaban y agarraban la verga y las bolas del gordo.
Así que entre los cinco de momento nos encontramos participando de una especie de orgía, a medida que mi acompañante y yo, seguíamos bebiendo cerveza y fumando, nos continuábamos masturbando mutuamente, tanto él como yo poco a poco nos fuimos pegando más él uno al otro, al punto que sin dejar de masturbarnos comenzamos a besarnos.
En mi vida yo había besado a otro hombre, pero poco me importó en ese instante, ya que se sentía tan rico que mi amigo me estuviera haciendo la paja, que el besarnos fue como algo extra, dentro de nuestra excitación.
Ocasionalmente les daba un vistazo a los otros, y a diferencia de nosotros, no tan solo se estaban besando y acariciando por todas partes.
Sino que ya uno de ellos mantenía la verga del gordo dentro de su boca, propinándole una sabrosa mamada, al tiempo que el otro, estaba colocado tras el gordo, acariciando sus pechos y restregando su verga contra las nalgas del gordo, que se movía de lado a lado como si realmente ya lo tuvieran clavado.
Pero entre mi acompañante y yo surgió una pequeña diferencia, tanto yo como él queríamos comerle el culo al otro.
Hasta que llegamos a un punto que ni él ni yo, queríamos ceder en ser el primero, ya a mí se me estaban quitando las ganas, cuando él me propuso que lo hiciéramos a un mismo tiempo.
La verdad es que cuando lo escuché, pensé este me quiere coger de pendejo, y ya estaba a punto de mandarlo al coño de su madre, cuando comenzó a decirme. “Mira yo nunca lo he hecho, pero se me ocurre que, si los dos nos recostamos, tu sobre mi o yo sobre ti, pero en lugar de cara a cara, yo coloco mis pies hacía tu cara y tu colocas tus pies hacía mi cara.”
Tras pensarlo por unos segundos, imaginándome como quedaríamos, pensé que quizás si era posible que eso funcionara, me di cuenta de que mi verga alcanzaría su culo y la del el mío.
Sin demora alguna, y sin dejar de pajearnos, nos colocamos en esa posición, al principio nuestras vergas chocaron la una contra la otra, y por un corto rato nos las restregamos mutuamente.
Pero abrir nuestras piernas, y doblarnos, nuestras respectivas vergas quedaron justo frente al esfínter del otro, poco a poco mutuamente comenzamos a movernos.
Fue cuando comenzamos a sentir a un mismo tiempo, como nos penetrarnos el uno al otro. En cierto momento estuve ganas de hasta quitarme, por el dolor que me producía la verga del penetrando mi culo, y pienso que él sentía otro tanto igual.
Pero al mismo tiempo, el placer de estar penetrándolo a él, hizo que continuase sin fijarme tanto en el dolor.
Entre doblar un poco más las rodillas, e ir empujando nuestras caderas, finalmente tanto él como yo, nos habíamos penetrado por completo el uno al otro, hasta que comenzamos a movernos rítmicamente, y el placer fue en un franco aumento.
Sentía como su dura y caliente verga me entraba y salía prácticamente por completo de mi culo, mientras que la mía lo hacía dentro del suyo.
Con nuestros brazos nos apretábamos más y más, sin dejar de decirnos mutuamente lo mucho que nos gustaba estar haciendo eso.
Hasta que, al centrar mi vista en nuestros otros amigos, vi claramente que, al gordo, le continuaba mamando su verga, como si fuera un cabrito muerto de hambre.
Mientras que su acompañante abandonó las grandes nalgas del gordo, y se encontraba penetrando salvajemente por el culo al que estaba mamando.
Este movía sus nalgas de manera frenética, mientras que el otro, que sin vergüenza alguna se besaba con el gordo.
De no ser por lo incomoda de nuestra postura, creo que lo hubiéramos seguido hasta acabar el uno dentro del otro.
Pero cuando el que le daba por el culo al mamador, propuso alegremente que hiciéramos un tren, todos sin pensarlo mucho.
El gordo también se apuntó, y finalmente y el mamador también aceptó, pero con la condición de querer ser la locomotora.
De inmediato él se puso en cuatro, de tras de él nos fuimos poniendo los cuatro en fila, siendo yo el del centro, mientras que el gordo fue el último.
Por largo rato nos mantuvimos en el tren, dando y recibiendo al mismo tiempo, mientras que yo me quedé en todo el centro, por largo rato disfrutando de lo mejor de los dos mundos.
Después del tren, al gordo se la siguieron mamando, mientras que yo sin mucha presión, cuando mi amigo el dueño de la casa trajo unas cuantas prendas femeninas como pantis y sostenes, él que le estaba mamando la verga al gordo, y yo fuimos los primeros y los únicos en ponérnoslas.
A partir de ese instante tanto mi amigo como yo sin que nadie nos dijera nada comenzamos a actuar como chicas, por no decir que como putas.
Luego otros dos de mis amigos, al verme actuando así, sin que me presionaran mucho dejé que uno me clavase su verga, al tiempo que yo se la mamaba a otro.
Sin temor a equivocarme, creo que ninguno de nosotros cinco antes habíamos hecho algo similar ni parecido.
Cuando me desperté ya cerca de las 9 de la mañana, usando pantis y sostén, tenía sobre mi cuerpo al gordo, y en mi boca la ya mustia verga de no sé quién.
Toda mi cara estaba llena de leche, y mi culo completamente abierto, como si fuera una ponchera, de las veces que me clavaron mis amigos sus vergas.
Después de darme un duchazo, me vestí y me marché sin hacer ruido.
Ya estando en mi casa, comencé a ver como todos y cada uno de mis amigos regresaba a la suya, sin decir nada, ni tan siquiera saludar.
Como a las dos semanas, los cinco nos volvimos a reunir, pero en licorería, y volvimos a comprar cerveza.
Como si nada hubiera pasado entre nosotros, regresamos a la casa, ya casi llegando se nos sumaron, otros tres amigos más.
Todos continuamos bebiendo, después fumamos, y no había pasado más de una hora, cuando a unos de los chicos y a mí, por perder una apuesta, nos encontrábamos completamente desnudos.
Luego nos dieron a escoger entre salir así completamente desnudos a la carretera, o vestirnos, y actuar como chicas.
Aunque ya eran como la una de la madrugada, y a esa hora no pasaba nadie por la carretera, mi amigo y yo optamos por vestirnos y actuar como chicas.
Y sin que a ninguno de los dos nos lo pidieran cuando el resto de los chicos sacaron sus vergas, nos pusimos a mamárselas.
Por lo que no pasó mucho rato, cuando a nosotros dos, todos ellos, mientras bebíamos o fumábamos, nos dieron divinamente por el culo en infinidad de veces.
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