Solo por esta noche… Sacrilegio
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ElMarques.
Primera parte
Aun la tormenta relampagueaba, pero en la mente del padre, el tiempo se tornó cálido. El vahído recuerdo se hizo profundo y en él, se encimo en un sueño…
II
El pastizal seco, se movía por el viento del aquel medio día. El joven Ramón ventura, a la finca de su padre llegaba. La ciudad ha dejado, y ahora en el caluroso campo, no dejaba de imaginar, cuanto disfrute en estas vacaciones, podia tener.
Después de ser atendido él y sus padres, por la servidumbre. Ramón cogió a los establos, cerca de ahí había un cobertizo, algo descuidado, donde no se veía actividad alguna. Pero ramón cogió interés y desvió el camino al cobertizo.
Entro y la puerta, a media chillo, cuando el, la abrió. En el suelo había pasto regado y madrea vieja, pipotes y demás cosas, guarda el cobertizo. Entro y se interesó en buscar cualquier cosa que pueda hallar.
Se sorprendió cuando oyó tazados de agua caer. Por un momento, ramoncito pensó que venía de afuera, pero cuando vio, salpicadera de agua, al fondo del cobertizo, se dio cuenta que era de ahí a dentro que venía la acción del sitio. Corrió e imagino, que era alguna bestia, a la que daban un baño, pero de cierto modo no era así como él pensaba.
Llego y asomo la vista sin pensarlo. Sus ojos se abrieron, y al mismo, la emoción bajo rápidamente. La curiosidad se vio en su rostro, y por vez primera, sintió aquello, nunca antes sentido.
Se quedó ahí, apoyado con una mano de la columna de madera; vio de arriba hacia abajo, y la piel desnuda que veía; era tostada, gruesa y lucia por el agua.
El joven que tomaba un baño, giro y se percató de ramoncito. El agua caía en su cuerpo y cuando el joven volteo, la mirada de ramón, quedo atraída por la entrepierna, que colgaba gruesa, el prepucio intentando cubrir el glande, y con la ingle extremadamente peluda.
Lo conocía, es juan el que toma el baño. Juan también sabia de ramoncito, el padre del muchacho es su patrón desde que tiene conocimiento.
Sonrió y hasta no darse cuenta que ramoncito veía su desnudes, juan volteo apenado, y echando una tazada de agua a su cuerpo varonil, el joven saludo a ramón, dando la espalda. Ramoncito no sabía qué hacer, mirando las nalgas morenas del joven juan, entrecortado, respondió al saludo de juan, pero sabía que tenía que apartar la mirada del muchacho, tomando el baño.
Cuando se movió, y dejo de mirar a juan, el chico vio que su pantalón corto de gabardina, levantaba una carpa hacia arriba.
La mejilla la trae coloradas, cuando sale del cobertizo. Se fue lejos al solar de la casa, y se ocultó detrás de un gran árbol. Recordaba el catecismo, la primera comunión, y todo lo que había dicho el padre de su parroquia; << no caigamos en tentación >>. Ramoncito recordaba todo aquello, demás estaba el sueño de su madre, ser el, alguien importante en la sociedad. A su padre le encantaba la idea de ser un gran militar, pero, para la madre de ramón, si él fuese, un fiel servidor de la iglesia romana, sería el mayor orgullo de una madre por su hijo.
III
La tarde llego, con un calor sofocante, la madre de ramoncito, en el porche leía la biblia, y con una mano, abanicaba para darse aire. La señora con su tupe y pestañas largas, le miro cuando el caminaba por el frente de ella, le vio acompasado; no quiso preguntar, al muchacho, que le pasaba, solo le miro con ternura y lo invito, a que fuera a su habitación y leyera un poco la biblia, después de eso, que rezara, para que este bien consigo mismo.
El joven así mismo hizo, pero que interés tenia de leer o rezar. En la mente solo veía la desnudez de juan y cuando abría los ojos, se daba cuenta, lo duro que estaba, por dentro de su pantalón. La virilidad de su entrepierna, brincaba y el, no hallaba como calmar la ansiedad.
Culpable por los pensamientos, lo que imaginaba era atroz. Ya su madre y hasta el padre de su parroquia, habían hablado, sobre lo sodomitas.
Se preguntó; si él era uno, o como decía su padre biológico, << un marica afeminado >>. De solo imaginar aquello, le provoco un malestar enorme.
IV
En la cama, acostado sudaba, pero del calor que hacía. Despertó y quedo mirando al azul oscuro del cielo de esa noche. Oye relinchar los caballos, y recuerda a juan con su denude humedad. La palpitante erección, forma la carpa en su calzoncillo, y sin sabana encima, ramoncito ve su erección reventar.
Cree no poder más, intentando pensar, que ya esa noche había rezado; que ahora este con una mano metida en su calzoncillo, la idea le bloqueaba, el experimentar del sexo.
No pudo más, y su empalmada erección, con una curva y el glande rozado, brillo en esa noche llena de calor; gimió y tembló de pie a cabeza, los vellos se le crisparon, y del capullo, descubrió su pene caliente. Trago saliva y cerró los ojos, la mano de él, subió y bajo; el cosquilleo intenso, le penumbra la mente, y la sensación al dar el segundo bajón, embriagado por el placer, se deja hacer por el mismo.
Convulsionando, ahí acostado en su cama, ramoncito, se ha corrido, y toda su mano de semen ha llenado. Se miraba la entrepierna, y el pecho le subía y bajaba rítmicamente. El olor del semen joven, prendió la habitación, y el no dejaba de pensar en lo que ha hecho, se sintió culpable y hasta lloro, con el ahogo de su almohada.
V
Solo fue, por esa noche; pensaba ramoncito, mientras desayunaba en la mesa de la cocina. Mojando en café, el pan tostado, ve enterar a la cocina, a juan. El joven que hace trabajo en el campo y con los caballos, siente vergüenza al encontrar al chico en la mesa, incomodo saluda con una mirada y movimiento de cabeza.
Ramoncito queda sin habla, le ve, con su pantalón raído, su piel sudada y con su sombreo de asta larga. El chico queda viendo las facciones mestizas del joven juan, y de solo imaginar, que guarda el muchacho dentro de su pantalón, una erección le provoca, sin poder controlar.
Después de una mañana en la capilla, con su madre y, luego una tarde con su padre en caballo, hablándole del servicio militar; cuando comenzó a escurecer, ramoncito tuvo un momento a solas, para poder pensar y que hacer…
Caminaba más allá del cobertizo y los establos, en casa su madre recibía visitas y el padre, en el despacho bebía whiskies con los refinados amigos. No había quien lo molestara, ni la madre ya que, ocupada se encontraba, por eso esa noche camino lejos de casa, y al llegar de nuevo al cobertizo, recordó a juan bañarse, y como en la noche se corrió por vez primera.
Entro de nuevo al cobertizo, y ya una erección llevaba. Claro está, que el chico ya sabe lo que es una masturbación y no vez que la prueba, no la puede dejar.
El olor a viejo y pasto, le baña la nariz. El cierre baja y su mano ya está adentro. Con los pensamientos divididos; por una parte, imaginaba a juan desnudo, por otro lado muy lejos en su cabeza, como regaño, se decía cuántos padres nuestros, iba a rezar, por su desobediencia.
No se oía nada, pero cuando estuvo cerca, donde se bañaba juan la otra vez; ramón cerca de ahí escucho sonidos ahogados, y cuando asomó, no espero ver aquello, de esa manera…
Aun no se bañaba, reposaba y solo el calzoncillo le caía a los tobillos. Recostado en un pipote cerrado, juan con una mano se tocaba; el duro mástil, erguido hacia arriba, con la cabeza ancha y roja oscura, palpitaba y se marcaba las venas en el tronco. Ramoncito quedo boca abierta, con el falo de juan, y el joven de ojos achinados, que no veía que lo miraban, gemían muy quedito, mirando cómo se hacía una paja.
Un mazo cayó al suelo, inmediato, juan giro la cabeza para mirar. Cuando vio a ramón de pie, ahí mirándolo, con ojos perturbado; se puso de pie y de frente al muchacho, aun con la mano en su falo, le miraba y pregunto al chico, que hacía en el establo. Ramoncito no respondió, pero juan sin razón aparente, no entendía, por qué no dejaba de tocarse, más bien, la situación le calentaba mucho más.
El silencio de ramoncito, hizo que el muchacho desnudo, se acercara con el falo en mano y preguntando; que hacia el aquí. Pero el chico embobado, miraba como juan se jalaba el trozo de carne gruesa y roja oscura.
Cuando estuvo juan, tan cerca del chico; ramoncito, ido de mente, toco con sus dedos, a la gorda cabeza del miembro de juan; el muchacho se estremeció y quito su mano de la entrepierna, arqueo la espalda, y la musculatura tostada, se prenso con su cara de muchacho malo. Ramoncito le miro a la cara, y con su mano en el tronco, sentía como bombeaba la sangre juan; palpitaba en su mano y el, la apretó, mirando como roja se ponía el glande hinchado. El olor viril se desprendió, el nuevo dulce, pulsaba para ser probado, el silencio era toda la conversación de sus miradas… y abriendo la boca, ramoncito, probó el pecado de aquella acción.
Solo el glande chupo, y en su lengua cogió todo el sabor. Juan instintivo, al sentir aquella humedad caliente, sujeto al chico de la cabeza y se la mando toda adentro, lo ahogo y al darse cuenta se la saco, y le miro espantado, sabiendo de quien se trataba. Pero el chico cerro los ojos y tomo el miembro en su mano, la pelo y se la trago el solo; lamio con la lengua y recogió residuos agrios, olio de cerca y volvió a chupar. Juan solo se dejó hacer, y viendo como el chico se atragantaba con su mástil de carne; se corrió y el semen, en toda la cara le cayó, el chico lamio y la cara roja se le veía, juan le sujeto la cara y se la metió en la boca para que chupara lo demás, y luego sabiendo lo que ha hecho; se arrepiente y aleja a ramón de su entrepierna, ve al muchacho y teme que diga algo.
Ramoncito limpiándose la cara, sale del cobertizo muy asustado y dejando horrorizado a juan.
Segunda parte
La misa de la tarde ha concluido. El padre ventura, despide a la poca congregación que ha asistido. En eso, un joven se le acerca; está sucio y con la ropa casi totalmente rota, los muslo de la pierna se le ven, es velludo y si, se sienta; el padre ventura esta casi seguro que le ve la entrepierna.
El joven muchacho, le pide ayuda, es de la calle, tiene hambre y no tiene donde quedarse, pero el padre ventura que conoce a su parroquia, nunca antes le había visto. Una de las hermanas, se acerca y regaña al joven para que no tome por la sotana al padre, pero el padre ventura, le haga seña que él se hará cargo de la situación. La monja ataviada se retira y el padre lleva al muchacho al jardín de la catedral.
La tarde es caliente, pero a lo lejos se ve, en el cielo, el gris oscuro, que trae el viento, una tormenta, en pleno verano.
El joven, con sus ojos marrones ve al padre, este le ve, y le parece atractivo, las pecas en la nariz, que tiene el chico. De cabello castaño largo, pero ya un joven bastante desarrollado, el padre decide darle una mano amiga. Ahí en el jardín, le ofrece lo poco que puede dar, el joven arrepiento, agradece y se ofrece para cualquier, servicio que él pueda dar.
El sol, por fin se ocultó, la brisa, soplaba el calor y con ella, levantaba volutas de polvo amarillo. El padre ordenaba, que fueran cerrando las puertas y ventanales de la catedral. En eso una monja aparece con una ropa en las manos, le entrega, y le dice al padre, que son para el muchacho. El padre ventura pregunta por el joven, un servidor, le dice ha de estar tomando el baño, y el padre, el mismo, busca al joven para entregarle la ropa que le han encontrado. Cuando llega al lugar, entra y la habitación de ladrillos negros, poco con una vela encendida, alumbra el baño. Ve hacia donde está el muchacho, y está desnudo, a espalda el, con la piel pálida el joven quita el sucio con tazadas de agua fresca; el padre se queda viendo y no interrumpe, el chico da el frente, y la ingle peluda, asoma con su entrepierna colgada. El joven se apena, y se cubre con ambas manos, el padre ventura baja la mirada; se disculpa y le deja la ropa en un lado, donde no se moje, le dice que eso, es lo que podido encontrarle, pero el muchacho, aun así le agradece, con muchas ganas.
II
El cielo pareció partirse en dos, el garrafal estruendo, brillo la división con la luz en la habitación. El padre despierta del recuerdo, y ve a la ventana; mirando al cielo naranja, como ha reventado en un relámpago estruendoso, haciendo temblar hasta el más valiente caballero.
El padre ramón ventura, recordó a juan, aquella vez que le hizo un felatio, en el cobertizo de la casa de verano de sus padres. Aquel pensamiento le turbo, y le hizo crecer una erección; miro debajo de sus sabanas, y recordó, como se hizo por vez primera, una paja. Acostado, pensaba, que ahora, que él es un padre, un siervo de la iglesia católica romana; << ¿debía el permitirse, esos pensamientos sodomitas? >>
El padre ventura, tenía muchas preguntas; y el sabia una repuestas, a una de tantas que se hacía; << ¿habré olvidado aquella experiencia? >>, Se preguntó. Y tocando su erección, visualizó al joven, que esta tarde ha dado cobijo en la catedral. Pero el padre, sabía que el ya no era un niño, y cómo va el hacer eso en la catedral.
El estruendo, de nuevo partió al cielo. Y el padre se preguntó, como ha de estar el joven, donde lo ha dejado dormir. Se pone de pie y se cubre con el sobretodo de dormir. Sale de su habitación y cree engañarse a sí mismo; que va solo para ver cómo está el muchacho.
III
El joven, no puede dormir. Los relámpagos no le asusta, pero la erección que guarda debajo de la sabana, le atormenta, si hacerse una paja o no. Pero deja de pensar en aquello, y descubre su cuerpo desnudo, coge su falo por el tronco; se la pela y jadea de excitación.
El padre va por el pasillo, llevaba una lámpara de querosén su mano, pero fue mejor apagarla y no despertar a otros. Mas el resplandor de los relámpagos, le ayudaban ver en los pasillos oscuros.
Llego y la puerta está cerrada, por suerte abre, sin hacer ruido. El joven está en la cama, acostado, y con el cuerpo arqueado dejando ver su erección a pleno esplendor. Al padre se le crispa la piel de la cara, y la erección le rebota en el sobretodo.
Abre más la puerta, ye l muchacho se da cuenta; rápido y nervioso cubre su cuerpo de desnudo, con la sabana; el padre, no esperaba que lo viera, pero ya no podía dar vuelta atrás, pensó solo en ignorar que no ha visto nada. Cuando estuvo dentro de la habitación, cerró la puerta y pasó el pasador, repitió a sus adentros; << ¡no vas hacer nada! >>.
El chico, miraba con temor al padre, se cubrió y aferro a la sabana, el padre llego hasta a él, le miro con consuelo y se sentó en la cama; le calmo y por un momento no dijo nada. El joven le miro a los ojos, y el padre pensó en darle un pequeño sermón, pero ante de eso, explico, el motivo por el cual ha llegado a su habitación.
Creí y tenías miedo – dijo el padre con voz apaciguada. El chico solo negó, moviendo la cabeza, luego el padre continuo hablando, y al ver que l chico dejo de estar tenso. Se acercó mucho más a él, el padre no sabía, cuál era su motivo, aunque en el fondo si creía saber.
En la mente, veía la erección del muchacho. Y la cara de inocencia mezclada con complicidad del muchacho, algo le decía, el padre de seguía hablando y luego pensó y se dijo… ¡solo por esta noche!
IV
Reposo la mano en el pecho del joven, y acaricio, como si una pomada le untara. Le repetía una y otra vez; – no todo está mal, solo no lo hagas todo el tiempo–. Lo repitió de nuevo y miraba al joven a los ojos, con seriedad y complicidad, y tocando el pocho del joven; como desliz, que corre suave y rápido, bajo hasta la cintura y llego a la entrepierna.
Estaba duro el muchacho, la sábana blanca, acobijo todo el falo. El chico se estremeció y arqueo la espalda. El padre se acercó al oído del joven y le susurro; – solo una vez, que yo te ayudo–. El muchacho ahogo el jadeo, la mano del padre ya tocaba su febril erección, al tacto de la piel con piel. Le jalo hacia abajo y el olor se deprendió. El padre ha quitado la sabana, y sentado en la cama, ve como él le hace la paja al muchacho.
Se pone de pie y se arrodilla, queda al medio de la entrepierna del joven. Toma los huevos con una mano, y con la otra mueve el prepucio del falo, escupe la mano y la unta en el glande, seguido de eso, con el chico teniendo espasmos, abre la boca y atraganta hasta el fondo de la garganta.
El sabor y el olor le traen recuerdos. La ingle peluda, tiene un olor que le hace quedar pegado, para absorber, lo que más puede. El joven le toma de la cabeza y mueve la cintura, como loco la mete y saca, el padre chupando, él le atraganta; y el joven aguantando le saca de la boca y le mira a la cara…
V
El padre se ha bajado el calzón, el sobretodo se lo ha subido hasta más arriba de la cintura. Y con el culo parado, en la horilla de la cama; empina el muchacho su erección y guiando al agujero cerrado y peludo, el glande presiona y se succiona al instante. El padre muerde la almohada, y e intenta zafarse, pero el joven, desea meter su miembro en aquel hueco cerrado. Con fuerza le toma de la cintura, y brusco como un animal, se la deja ir completa, hasta desflorarlo. Si no fuese por los relámpagos y lluvia, los quejidos del padre se oyeran en toda la catedral.
Con el trozo mástil, atravesando su agujero, el padre apretó y soporto la embestidas del muchacho; el culo cedió ante el intruso, y sintió el gusto en la entrada, relajando el esfínter, en cada clavada la erección del padre en el ombligo chocaba. El joven movía la cintura, como un conejo en celo, rápido y salvaje…
El chorro de semen cayo en la sabana de la cama, llenado también el sobretodo del padre. El muchacho sintió como el culo le apretó y le expulsaba el pene; el cosquilleo fue intenso, y pegando la ingle peluda a las nalgas del padre; el muchacho se corrió con un gemido largo e intenso…
Con el culo lleno de semen se fue a la habitación, y la vergüenza se hizo presente…
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