Sorpresa deseada: El Abanderado (Primer Capítulo)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por OrfeoEros.
En la primera tarde de marzo, quinto año de secundaria comenzó su último año. Ya teníamos 17 y nos faltaba un año más para llegar a la mayoría de edad.
Como era normal, tuvimos un acto de no más de 10min, mi amigo el abanderado estuvo ahí, en su puesto portando la bandera nacional, por primera vez ante los ojos de sus compañeros. Noté su felicidad, yo la entendía, pero me molestaban mis compañeros que estaban orgullosos de él, estaba seguro que si yo estuviera en su lugar ellos no lo estarían de mí. Soy muy solitario en esa secundaria, muy pocos me agradan, podría cambiarme de colegio pero me quedaba cerca de casa y ya llevé 5 años allí, uno más no haría mucha diferencia.
El abanderado era mi más reciente amigo.
Ese verano le había declarado mis sentimientos a él, le dije que me gustaba y que lo quería. Meni, como le decía, no se sorprendió. Me dijo ?Ya lo sabía desde mitad de año, se notaba, no sé por qué?y la verdad es que yo tampoco lo sé, mi apariencia no ayudaba a mi masculinidad, mi comportamiento sí lo era, por lo que con eso arreglaba lo que mi cuerpo mostraba. Básicamente, tengo labios grandes y gruesos, una voz suave, y al ser muy flaco y no tener una musculatura desarrollada mis movimientos me dan un aspecto de ser delicado. También mis ojos, de alguna forma que no puedo explicar, se ven como si los maquillara o algo. Muchos pensaron que era homosexual por eso, y lo cierto es que no lo atribuyo y es falso. Siempre me habían gustado las chicas hasta que me enamoré de él, Meni.
Esa noche en diciembre, en que le dije lo que sentía por él. Meni me dijo que estaba bien, que podríamos seguir siendo amigos. Necesitaba eso para saber que todo terminaría.
Si bien estaba enamorado de él, la situación me hacía mal. Me sentía solo y triste. Y tenía la ilusión de que podríamos estar juntos, aunque yo sabía que él era heterosexual.
Cuando el acto había finalizado y entramos a las aulas, yo entré a la que me correspondía y me senté solo. Al finalizar el año anterior me había peleado con muchos, y los que seguían siendo mis amigos habían faltado. Después entró Meni y se sentó 2 bancos detrás del mío y así permanecieron todos sentados hasta el primer recreo. Entonces él se acerca a mi banco , yo no salía al recreo, siempre permanecía sentado.
– ¿Por qué tan solo? ¿Por fin te quedaste sin amigos?
– Me siento solo porque sólo quedaron los estúpidos. Mejor solo a que mal acompañado, muchacho.
– ¿Yo soy mala compañía entonces? -Tocó un punto importante en mi interior con su voz, ambos sabíamos que yo todavía estaba enamorado de él. Y se aprovechaba de eso.
– Claro que lo sos -Dolía mentir-. Serás abanderado pero te conozco y no sos lo que todos creen ¿No?
– Pero yo soy abanderado y vos no. Listo. Yo estoy bien, vos estás mal. Ahora corré tu banco, me voy a sentar acá.
– Como quieras… Pero sostengo lo que dije sobre la estupidez de los que no se sentaron conmigo.
– Bueno, ahora me estoy sentando acá. Y el único tonto sos vos en todo caso.
Y así, el abanderado trajo sus cosas y se sentó en el banco vacío junto a mí.
Después de un día escolar completamente normal y monótono. Cuando estábamos a punto de irnos, la directora le pide a Meni que vaya a guardar una mesa que usaron en el acto a la biblioteca, le dejó las llaves de la biblioteca y después le dijo que al terminar vaya a la casa de frente para avisar a la portera que cerrara la escuela. Él era muy tímido para estas cosas, y como yo estaba al lado me pidió ayuda (me ordenó). Entonces, ambos fuimos a buscar la mesa y a dejarla en la biblioteca. En el camino, con la mesa en manos, Nemo me apuraba, empujandome con ella, hasta que llegamos a destino. Abrió la puerta, entramos muy despacio y dejamos la mesa en el lugar donde la directora pidió.
Mi amigo cerró la puerta con llave, pero ambos seguíamos dentro.
– ¿Qué pasa Meni? ¿Por qué cerraste?
– Tenemos que hablar ¿No creés?
– ¿Eh? ¿De qué?
– En diciembre, vos me dijiste que yo te gustaba y que estabas enamorado. Aún te gusto ¿No?
– Bueno, sí, pero ya no te amo. Somos amigos ahora.
– ¿En serio ya no me querés? Aun si… ¿Aun si hago esto?
Él se acercó y me besó suavemente en los labios. Su boca se movía débilmente, sus labios eran cálidos y mantenía sus hermosos ojos cafés cerrados, mal ocultos detrás de sus anteojos, que lo hacían ver como un niño, a pesar de tener una complexión grande y atlética. Era alto, medía metro ochenta, yo era unos 4 cm más chico que él. Luego se apartó.
– ¿Me querés todavía?
– Meni… Yo… antes ya jugaste con lo que sentía por vos. No quiero que lo hagas otra vez.
– ¿Eso es un sí? Sí o no.
– No…
– Última oportunidad ¿La vas a perder?
– Meni, no juegues así. Abrí la puerta, me quiero ir.
– No te hablo más si no contestas.
– Bueno, sí ¿Está bien? Todavía te amo…
– Amor es una palabra bastante fuerte ¿Sabés?
Sin dejarme decir palabra alguna, me abrazó tiernamente pero con fuerza, algo típico en él, inmovilizando mis brazos. Luego me besó como antes, pero fue un beso más pasional.
– Te amo -Dijo, como si se tratara de un suspiro-. Te amo mucho, siempre te amé. Pero no te lo dije antes porque no entendía lo que sentía por vos. Fuiste muy valiente al decirme lo que sentías, pero creo que eso me asustó más.
– Perdón, fui egoísta. Ya te lo pedí antes pero en serio lo siento…
– No hay nada que perdonar, dijiste lo que sentías. Igualmente, ahora te amo, y vos me amas. Ya podemos estar juntos si querés.
Cuando pasa algo que en serio me hace feliz, hago como si no lo escuché y trato de mantener la calma. Entonces, lo único que se me ocurrió fue abrazarlo. Y así, entre sus brazos fui feliz, pero no me di cuenta de que él tenía más intenciones.
– ¿Sabés que yo…? Esperé mucho por esto, y es todo muy rápido pero… ¿Lo hacemos?
Eso me dejó confundido ¿Hizo todo este número por qué estaba caliente y quería sexo? Pero no alcancé a interrogarlo o enojarme. Él comenzó a besarme en el cuello y tocarme el trasero con sus manos grandes. Se sentía realmente bien, yo aún no había tenido relaciones sexuales y comencé a perder el control. Me continuó besando mientras me quitaba la campera de la escuela, luego su lengua entró a mi boca y comenzamos a jugar con nuestras lenguas, cuando me quitó la remera ya era tarde para volver atrás. Bajó a mi torso y comenzó a besar y lamer mis tetillas, lo hacía siempre de manera suave y lenta. Me parecía perfecto, tenía miedo pero él me inspiraba seguridad en ese momento y eso era lo que más me atraía.
Luego, bajó por mi pecho y llegó hasta mi pantalón, desabrochó con delicadeza el ajustado cinturón, lo bajó y lamió mi pene sobre el boxer. Ya perdí enteramente el control, no podía hablar, sólo emitía gemidos.
Ya con prisa, bajó mi ahora húmedo boxer y comenzó a sobar mi pene, para luego darme la mamada de mi vida. Lo hacía suave, despacio, sin hacer contacto con los dientes en ningún momento. Luego aceleró el ritmo, y continuó hasta hacerme terminar. Quería avisarle que me iba a venir, pero en serio no podía hablar, y me vine en su boca. Se enojó y me preocupé, pero luego subió y me besó, compartiendo el semen con su lengua.
– Sucio, ahora vas a pagar.
Realmente no sabía que iba a pasar, capaz en serio estaba enojado, este era un terreno inexplorado para mí. Tenía entendido que el sexo anal era doloroso como peligroso, tuve miedo.
– Dale, date vuelta -Dijo antes de que él me volteara y me pusiera sobre la mesa. Se subió sobre mí y me besó, luego bajó a besarme el cuello, y siguió con su camino de besos por mi espalda hasta llegar a mis glúteos, y allí estuvo un rato, hasta comenzar a lamer mi entrada y a jugar con su lengua. Eso era demasiado excitante, ya no aguantaba, mi espalda se arqueaba y mis gemidos llenaban la biblioteca.
– Voy a meter un dedo ¿Sí? Avisame si te duele.
– NO. Tengo miedo…
– No pasa nada nene, lo voy a hacer despacio… ¿Confías en mí?
No hizo falta que conteste, el metio su dedo y comenzó a dilatarme, luego metió otro y continuó con eso. Yo disfruté, él lo hacía bien y nunca pensé que sería tan bueno en ello, tenía experiencia a diferencia mía.
– Nene, voy a entrar ¿Sí? Te va a doler igual, pero sólo por un rato.
– Dale… yo aguanto.
Y acto seguido perdí mi virginidad, comenzó a meter el glande, y dolía pero lo hacía lento. Pero cuando iba la mitad, brusca y violentamente, metió el resto en un instante. Obviamente dolió y me quise separar.
– BASTA MENI. AAHHHH. DUELE.
– Tranquilo bebé, lo hice rápido, igual te iba a doler. Pero ya va a pasar. Espero ¿Dale?
– NO, salí.
El no iba a dejar que yo escape, me abrazó con fuerza y dejó todo su peso sobre mí, no iba a poder escapar, yo pesaba 65kg y no era atlético, mientras él 80kg, 1.80m y atlético. Estaba atrapado.
Esperó unos minutos, hasta que me dejé de quejar e intentar escapar.
– ¿Ya está? Empiezo.
– Bueno… ah… dale.
Comenzó el vaivén, primero despacio, para acostumbrarme. Luego con más fuerza y rapidez. A veces bajaba su cara hasta mi cuello, me lo besaba y me decía al oido?Te amo, estemos juntos para siempre?o ?En serio me gustás mucho, y tu culito igual, amor?eso sólo me excitaba más, aunque era casi imposible, estaba sintiendo el placer más grande que había vivido hasta entonces.
Continuamos en la misma posición, yo no tenía fuerzas, estaba rendido en la mesa. Antes me agarraba con fuerza del borde o arqueaba mi espalda, ahora ya no podía. Estaba exhausto y rendido a mi amigo, mi gran amor. Sólo podía gemir, los gemidos que lo llenaban de excitación. Que él deseaba producirme.
– Ah… me voy a venir… Ahh… te molesta si… ¿me vengo adentro tuyo?
Él ya no podía hablar tampoco, su voz era agitada y entrecortada.
– Amor… hacelo… te quiero tener adentro mío -Me metió una envestida con mucha fuerza y gemí fuerte-. Para siempre.
Y así, después de un minuto de envestidas aceleradas, llenas de pasión, sentí su calor que invadía mis entrañas. Soltó varios chorros y luego cayó sobre mí. Se corrió a mi izquierda y estuvo ahí por un tiempo, hasta que al fin habló, yo aún estaba exhausto.
– Amor… tenemos que cerrar la escuela, ya está por oscurecer.
– Hubieses pensado en eso antes… -Me levanté-. Ah… mierda, no puedo caminar. Bestia.
– Uy, igual te gustó. Escuché tus gemidos ¿Quién diría que podías ser tan zorra? Y bueno… los más calladitos…
– Callate Meni. Ayudame a vestir, quiero ir a casa y darme una ducha. También ayudame a llegar, estoy hecho polvo.
– Bueno zorrita, pero sólo si aceptas ser mi novio ahora.
– NO ME DIGAS ASÍ… Pará ¿Qué?
– No-vi-o.
– No… esto… Y… ¿Andar de la mano, abrazarnos, estar tiempo juntos y demás?
– Y sexo, te faltó eso.
– Pero ¿Y qué le digo a mis padres?
– Que sos mi amigo, si no querés no contamos nada. De hecho, todo iría mejor así. Creo que tendríamos menos problemas, sólo te necesito conmigo.
– Pero… -Él agarró mi remera y me comenzó a vestir.
– No importa lo que digas. Vas a ser mi novio, porque me amás y yo igual te amo. Ahora sacá los brazos por las mangas.
Después de vestirme, salí tomado de la mano con mi nuevo novio. Él en realidad me llevó a rastras. Le avisó a la portera, que le preguntó por qué se tardó y él dijo que estuve vomitando y él me asistió. Es bueno para mentir, lo reconozco. Una vez se despidió y llegamos a la esquina de la cuadra. Él se puso delante mío dandome la espalda y se agachó.
– Bueno amor, te llevo a casa, transporte Meni a la orden -Me quedé mirando extrañado de ello. Me hubiese encantado subir, quería, pero soy muy arisco y vergonzoso así que lo rechacé. Hasta que él me obligó. Se levantó, me empujó hasta una pared cercana. Me mantuvo acorralado entre sus fuertes brazos y me besó bruscamente. Cuando terminó el beso quedé perplejo.
– Ahora, imaginate tener sexo así. Subí.
Sin alternativas, subí a su espalda y me llevó a casa. Afortunadamente ya estaba oscuro y no había gente que me reconociera.
– Bueno, Meni… Creo que acá termina todo por hoy. Nos vemos mañana.
– Bueno amor, chau – Y me plantó otro beso en los labios. Luego se fue.
Sin darme cuenta, mi primo mayor de 19 años, me miraba desde la ventana de mi habitación, que daba a la calle, donde me había besado con Meni y por la que pasé en su espalda. No había nadie más en casa. Y si me vió, y claramente lo hizo. Tendría problemas.
Bueno, primer relato, perdón si está mal redactado. Espero mejorar. Y me gustan los relatos largos, así que espero que a ustedes también. Prometo subir otro capítulo, sobre lo que pasa con ese primo, y seguramente haya un tercero de lo que continúa con Meni. Incluso quizás más. Gracias por leer.
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