Soy
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Ernesta.
Algunas veces me sentí frustrado, mi condición de mujer en cuerpo de hombre me parecía detestable o insoportable, miraba en el espejo a un ser estúpido, un desconocido que se apropiaba de mi sentir.
La tarde se hacía larga, las nubes oscurecían tempranamente el valle, mi abuela y mis primos partieron hacia La Serena a visitar a mis tíos, había decidido permanecer en la casa, solo, con la ilusión de encontrar un amante ocasional, mi ano pedía acción y era incapaz de satisfacer mis propios deseos.
Me senté en el sillón pequeño junto a la ventana, el ánimo estaba por el suelo, pensaba en Manuel, mi primo pequeño, me gustaba mucho, hasta ahora fui incapaz de atraparlo.
Fui hasta el dormitorio de mi prima, la Marce llegó hace unos días, era una muchacha hermosa, de tez blanca, bonita silueta, tetas justas, nada exagerado, de finas maneras y un elegante caminar, contorneaba su cuerpo de forma maravillosa, los hombres quedaban prendados al verla, se podía observar como su presencia desataba bajas pasiones.
Urge entre sus ropas, un calzón pequeño de color rosa, una mini que permitía ver algo de nalgas, una blusita semi transparente, me sedujo esa ropa de inmediato, algunas veces me maquillé, pero nunca me vestí así, mi piel disfrutaba esas telas femeninas, al fin me sentí libre de ser, me maquillé otra vez, pinté las uñas, unas sandalias terminaban por confirmar lo que soy.
Volví hasta el sillón que ocupaba junto a la ventana, caminé torpemente intentando ser como Marcela, acaricié mis piernas, mi cuello, toque suavemente mis pezones, bajé hasta mis culo, me acomodé para hacerlo fácil, por un instante creí que mi primito se había decidido al fin, la imaginación me llevaba hasta una habitación oscura
Manuel me besaba el cuerpo, mi vagina comenzaba a mojarse, me monta y abro mis piernas para él, me ofrezco para darle placer, chupo su pene, una vez, otra vez, así hasta que finalmente llena mi boca con su semen, un delicioso licor que bajaba por mi garganta hasta las entrañas, un dedo primero, luego otro y mi ano se dilataba, su pene desgarraba mis carnes, me quejaba pidiendo más, lo necesitaba, era urgente que fuera así, como lo ordenaban mis ojos cerrados, mis ojos blanqueaban, mi voz se quebraba de placer, mi cuerpo tiritaba, eyaculo sintiendo que él eyaculaba, paso mis manos por el semen sobre mi ombligo, mi boca goza su sabor, abro los ojos y otra vez este cuerpo encarcela lo que soy, una mujer.
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