Soy el Putito de Joaquín
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Gusvixius.
Mi primo Joaquín es el típico chico que escucha música indie, es alto, usa pantalones entubados, camisas de franela y botines de gamuza. La verdad no es muy guapo, pero hay algo de él que me atrae mucho: es muy varonil. Tiene un cuerpo regular, pero bien definido, llegando casi a ser musculoso. Y unas piernas y brazos bien torneados. Tiene una voz algo gruesa, a veces lo confunden con una persona mayor a pesar de sólo tener 17 años. Usa el cabello algo largo, lo suficiente como hacerse ese típico peinado desaliñado que se usa últimamente. Yo, por el contrario, soy muy delgado, tengo las facciones finas y mi cabello es más largo, me gusta traerlo así porque se me llega a rizar un poco y eso me gusta. Él, y en general mi familia, me dice Pepe, que es el diminutivo de José en México.
Tengo también 17 y yo diría que no tengo algún estilo definido. Vivimos en el mismo terreno aunque no en la misma casa, sin embargo, toda la familia tiene llave de las casas de los demás. Y a mis padres no se les hace extraño que mi primo se quedé de vez en cuando en mi habitación en un sofá viejo que tengo dentro, ni siquiera cuando llega ebrio, pues suponen que lo hace para escapar del regaño de mis tíos.
Pero en fin, lo que voy a relatar ocurrió justo una noche en la que mi primo llegó borracho a la casa después de salir de fiesta con sus amigos.
Ese día por la tarde-noche mi primo se despidió de mí diciéndome "al rato vengo, voy a una fiesta, porfa no cierres tu puerta a lo mejor me quedo contigo, ya ves cómo se pone mi mamá". Yo sólo asentí con la cabeza y le dije "Vas me traes unas". Joaquín sólo sonrío y me dijo "cámara".
Sabiendo que mi primo llegaría todo borracho me metí a la cama imaginando que a lo mejor podía llegar a mamársela como la vez pasada. El sólo pensar que podía ocurrir me mantenía despierto de la emoción, aunque no fue por mucho tiempo porque me quedé dormido. Serían como las cuatro de la mañana cuando me despertaron unos pequeños ruidos dentro de mi cuarto, sabía que mi primo ya había llegado. Entre abrí los ojos y me voltee para el sofá. Pude ver a mi primo quitándose la ropa para meterse a dormir sobre el sillón. Supongo que notó que me había movido porque volteó mientras terminaba de sacarse el pantalón y me dijo: "¡Wey! Pinche fiesta más chingona, hubieras ido". Yo le sonreí y le dije: "Pues no me invitaste".
-¡No mames wey! Pues siempre te invito y nunca quieres ir.
-Jajaja Wey, pues si ni conozco a tus amigos.
-Pero me conoces a mí pendejo, jajaja. Además pues ya estando ahí te presento y ya solito se va armando la cosa.
Mientras me estaba hablando se había acercado a mi cama y se había sentado ahí. Yo no había podido dejar de ver su entrepierna, todavía traía su boxer. Un boxer de licra gris que me había encantado porque se le ajustaba a sus piernas, hacia que se le viera un culo delicioso y, sobretodo, hacia que se le marcara un bulto delicioso.
Supongo que mi primo notó cómo lo miraba, mis ojos insistentes en su entrepierna, clavados en el bulto que sobre su boxer gris se marcaba, porque cuando terminó de decirme que lo de que me presentaba a sus amigos me dijo:
-Wey, no me veas así, no mames. Ya sabes que el alcohol te deja bien caliente.
-Jajaja Wey ¿verte cómo? No inventes ya estás de mala copa.
-Jajaja Nel wey, ya sabes que yo no soy mala copa. Pero para que veas que no soy mal pedo ándale.
Y diciendo esto mi primo se bajó el boxer, ese "ándale" había significado que hoy "estaba de ganas" para que le hiciera una mamada.
Su verga me encanta, desde la vez pasada que la vi me fascinó. No es muy grande ni muy gorda. Pero es algo peluda y cabezona. Y tiene un color como moreno rosita que me encanta.
Desde la vez pasada había descubierto que a mi primo le encanta que jueguen con sus huevos mientras se la están mamando, así que esta vez mientras le pasaba lentamente mi lengua por todo el tronco de su verga con mi mano le acariciaba los huevos.
Mi lengua pasaba por todo su tronco, recorría todo el borde de su cabezota y de ahí la metía lentamente a mi boca hasta que estaba completamente adentro. Cuando alzaba mi miraba sólo podía ver cómo mi primo cerraba los ojos y hacía una cara de placer. Eso me encantaba, ver cómo se mordía su labio y apretaba la boca… y esos pequeños suspiros que dejaba salir.
-Wey no mames, que rico.
Dijo de pronto.
Sacándome su deliciosa verga de la boca le dije: "Pues ya ves, pero tú no me dejas hacerlo más seguido".
-Nel wey, yo no soy puto como tú.
Yo quería convencerlo de hacerlo más seguido, así que le dije: "Sí wey, ya te dije que sí soy puto. Pero que a ti te la mamen no quiere decir que tú lo seas". Mi primo se quedó unos segundos callado. Fueron de esos segundos que en el momento te parecen eternos. Después me dijo:
-Pues a lo mejor wey. La neta es que me la mamas bien chido. Además, si a ti te gusta ser putita no es mi pedo.
No comprendí completamente lo que dijo mi primo, supongo que el alcohol hacía que sólo su mente comprendiera lo que trataba de decirme. Sólo había entendido que por ese momento no habría problema.
-Dale perra, síguemela mamando.
Mi primo había comenzado a tratarme despectivamente y en femenino. Jamás lo había hecho nadie, era la primera vez y noté que me excitaba bastante. Tomé de nuevo la verga de mi primo y me la metí con más ganas a la boca. Él de pronto me tomó por la nuca y empezó a empujarme para que me metiera completa y de un sólo golpe su verga.
-Oh, sí putita, así. Que boca de puta tienes.
Me la saqué de momento para responderle. Sabía que no era necesario, pero lo que buscaba era que me dijera más cosas, buscaba que me siguiera hablando más sucio.
-¿Sí? ¿Así? ¿Te gusta?
Le dije mientras acariciaba sus huevos.
-Claro perra, me encanta cómo mueves tu boquita de puta. Eres toda una putita, de seguro se la has mamado a muchos.
Así que sigue chupando perra. Eres mi perra.
Yo me metía su verga con más ganas esperando que se diera cuenta del efecto que sus palabras causaban en mí. Supongo que a las personas que les gusta que le hablen así, o las que sólo se imaginan, podrán saber cómo me sentía. Esa sensación de cuando escuchas una voz masculina, viril, que te encanta y te dice las cosas sucias que te gusta oír.
-Su putita, así. ¿Te gusta que te den pito por la boca, verdad? Chupale, chupame el chile que ya casi te escupe.
Yo me metí su verga lo más profundo que pude y empecé a acariciarle sus huevos. Sentía cómo sus pelos rozaban las yemas de mis dedos. Supongo que ésto le encantó porque de pronto él tomó el control y empezó a mover su cuerpo dándome unas embestidas muy duras.
-Mmm… Toma, puta, toma.
Sentía cómo su verga entraba en lo más profundo de mi garganta. Sus embestidas, hacían que sus pelos me tocaran la nariz, lo ojos, toda mi cara.
-¿Esto querías no perra? Toma putita ¿Te gusta mi pito? ¿Querías verga no? Toma así.
De mis ojos empezaron a brotar una pequeñas lágrimas, sus embestidas me empezaban a provocar arcadas pero él no se detenía.
-Toma perra. Me vas a sacar los mecos. Te vas a tomar toda mi leche.
Mientras me embestía comencé a mover la lengua de derecha a izquierda. Las lágrimas seguían escurriendo, seguía sintiendo cómo sus pelos se restregaban por toda mi cara según el movimiento de entrada de su verga a mi boca y podía percibir el aliento alcohólico de mi primo y sentir el aire de sus eructos que me aventaba en la cara de vez en cuando, las arcadas seguían pero ya había comenzado a disfrutar todo eso. Todas esas sensaciones que se te quedan grabadas porque te están cogiendo como te gusta.
Porque ya no era una simple mamada, mi primo me estaba cogiendo por la boca, follaba mi garganta con el mete-saca de su verga.
-Toma putita ¿Quieres lechita? ¿Quieres que te aviente mis mocos en tu boca?
-Sí, quiero tu leche de macho.
Le dije aprovechando que me había soltado la nuca.
-Jajaja, eres una putita. Sí eso soy, soy tu macho. Y ahora tú eres mi hembra, eres mi perrita en celo. Con esa boquita de facilota que tienes me voy a divertir mucho.
Mientras decía esto me azotaba su verga en la cara. Yo lo disfrutaba. El oír que mi primo me consideraba su perrita en celo me provocaba mariposas en el estómago.
-Sígueme chupando el pito que ya viene tu leche.
Me metí a la boca su verga y mientras mis labios recorrían todo su tronco, por dentro, con mi lengua, rodeaba toda su cabezota.
De pronto sentí cómo se hinchaba más, las piernas de mi primo se tensaron, sentí cómo los músculos de la base de su verga empezaron a contraerse y cómo la leche empezaba a salir por el agujero de la cabeza de su verga.
-Toma tu leche puta, ahí te van mis mecos.
Mi primo me sacó su verga mientras su chile escupía todos sus mocos. Mi cara quedó completamente bañada en con su leche. La playera que uso para dormir quedó toda salpicada. Cuando terminó de sacar todo su semen, tomó con dos de sus dedos parte de lo que escucurria por mi cara y me lo metió a la boca.
-Tómatelos todos putita. ¿Te gusta la leche de macho?
Sacó sus dedos lentamente, mis labios los recorrieron completos, sentí sus uñas con mi lengua. Le dije: "Claro que me gusta, me encantan". Y con mi mano llevé lo que quedaba de su semen a mi boca.
-No mames, sí eres bien puta, eres una pinche zorra.
Levantó su pie a la altura de mi hombro y con él llevó mi cara hasta el piso, estando así me dijo:
-Limpia todo lo del suelo, ya me voy a dormir. ¡Ah! Y mañana lavas mi boxer, porque seguro amanece oliendo a mecos.
Me quedé con la cabeza en el piso, disfrutando el contraste del calor de mi cuerpo con el frío del piso. Mi mente procesaba lo ocurrido, guardaba cada momento de la deliciosa cogida que me acababa de dar mi primo.
Mientras caminaba al sofá mi primo me dijo:
-Haces cosas bien ricas con tu boquita putito.
Y mientras me dijo eso pasó su pie por entre mis nalgas. Llegó al sofá y se acostó.
Yo terminé de limpiar todo el semen que se había escurrido al piso, me cambié la playera, la guardé y me acosté también.
|| Espero que hayan disfrutado mi relato, si le gustó o no comenten, por favor. También puedo contarles de la vez que Joaquín me cogió, pero depende de lo que me digan. ¡Gracias por leer! ||
gran realto como sigue