Soy hetero pero mi tío me revienta el culo a cambio de cosas y dinero. Él se llevo la virginidad de mi ano.
Un chico bastante guapo y masculino, de una familia humilde y de gustos caros, conoce a uno de sus tíos lejanos. Su tío le propone que si lo deja ser primero que lo penetré, lo sacará de la pobreza..
Siempre me ha gustado mucho vivir bien. Me había gustado, desde que tengo memoria, tener todas las cosas de la marca más cara y poder presumirlo en mi escuela con las chavitas sabrosas que se me acercaban, pues físicamente de rostro era bien parecido. Tenía unas facciones finas y masculinas que me daban un porte muy elegante. Lo más bello de mi rostro eran mis ojos, que, si bien no eran de colores, si eran bastante almendrados, alargados y algo pequeños, dándome una mirada muy misteriosa y profunda, acompañados por unas cejas pobladas que volvían loca a cualquier mujer, y uno que otro puto pendejo de la escuela. Y si a esto le sumamos unas pestañas que eran la envidia de cualquier nena, te darías cuenta lo guapo que podría llegar a ser.
Mi nariz no se quedaba atrás y parecía haber sido tallada por un buen cirujano. Mi barbilla masculina cerraba la parte inferior de mi rostro varonil, de hombre. Que si bien a mis 17 años no había terminado de exaltar testosterona, ya me veía como esos galanes de telenovelas con las que toda mujer tiene sus fantasías.
Además de esto, había comenzado a ir a unas clases de gym pues con la moda fitness, tenía que lucir un buen cuerpo. Con el gym, mi cuerpo se había tonificado bastante. Había llegado a estar musculoso pero sin exagerar. Había hecho que toda la ropa me tallara muy bien. Que mis piernas se hicieran más grandes quedándome los pantalones súper apretados, rebelando un bulto bastante prominente.
Mis nalgas no se quedaban atrás pues parecían dos balones que luchaban para salir al mundo y romper en cualquier momento mis pantalones. Mi cintura era pequeña y mi espalda bastante ancha, dándome una imagen más varonil. Mis brazos eran otra cosa, estaban grandes y se veían fuertes, daban ganas de tocarlos y que te asfixiara con ellos, aunado con mis manos delgadas y algo venudas, dándome más masculinidad.
Toda la ropa me quedaba ceñida al cuerpo. Me gustaba que me quedara así y presumir mi aire masculino que tanto me caracterizaba.
Mi piel era blanca, como de porcelana. Mi cabello negro enmarcaba todo el paquete de guapura con la que me habían dotado mis papas. Lamentablemente esta imagen no iba en armonía con mi cartera pues al abrirla, apenas alcanzaban unos cuantos pesos para comprarme mis cosas.
El estilo de vida que yo quería mis papas no me lo podían dar, ya que a pesar de que no somos totalmente pobres, no tienen mucho dinero, así que para compararme mis cosas y darme ciertos lujos comencé a trabajar desde muy pequeño. Creo que desde los 12 años en una tienda por mi casa, en donde era bastante acosado por hombres y por mujeres.
Siempre había envidiado a aquellos tipos en la escuela que tenían muchas cosas como celulares caros, laptops y ropa de marca, y más aún si estos eran regalados por sus papas. También, cuando iba a las plazas comerciales y veía alguien comprándose algo, sentía que mi estómago se revolvía al yo no tener esa solvencia económica. No había día que no deseara salir de la situación en la que me encontraba viviendo. Me imaginaba ganándome la lotería, teniendo mucho dinero para tener muchas mujeres a mi alcance, los coches más caros y las cosas más exclusivas.
Afortunadamente la gente pudiente me invitaba a sus fiestas, a sus reuniones o de antro, gracias a que era bastante bien parecido. La parte triste llegaba cuando me daba cuenta que no tenía mucho dinero disponible. Como la vez en la que fui a un antro por primera vez, apenas y pude pagar mi consumo y eso que me limite bastante. Esto me avergonzaba y sabía que esa gente, aunque no lo pareciera, se fijaba en estos detallitos, haciendo que las chicas, a pesar de ser guapo, no quisieran salir conmigo como novios o algo formal, porque no tenía nada que darles y con lo superficial que eran, preferían regalos caros a una cara bonita.
Para tener un par de cosas y costearme estas salidas, tenía que trabajar en algo que ni siquiera me gustaba. Era un tormento para mi escuchar de los viajes de algunas personas a otros estados, y algunas veces, a otros países. Mis papas no me alentaban mucho, ya que su conformismo les había hecho quedarse en una vida miserable donde a penas y nos alcanzaba para pagar el internet y comprarnos una que otra cosa.
Ahora me encontraba trabajado en una pizzería, haciéndole de todo. A veces estaba en la cocina, otras en el mostrador y a veces hasta me tocaba salir a repartir. Si alguno de mis conocidos me veía trabajando, decía que era un negocio familiar y que yo tenía que estar al tanto de lo que pasaba, que mis papas me obligaban a trabajar.
En la escuela siempre fui uno de los mejores promedios y podría sonar a que odio mi vida pero realmente me gustaba lo que tenía. Valoraba cada peso que ganaba y me daba mis lujos diciendo que era autosuficiente a mi corta edad.
En una de las tardes que me encontraba trabajando, uno de los repartidores no fue a trabajar, por lo que tuve que tomar su lugar para entregar algunos pedidos.
Uno de los pedidos salió a una de las zonas más exclusivas de la ciudad. Tome la moto, empaquete todo y me dirigí a entregar aquella orden. Era la primera vez que visitaba esa zona. Cuando llegue, me quede con la cara cuadrada cuando vi el tamaño de aquellas casas. Una cochera era casi del tamaño de la mía. En la entrada un guardia me pidió mi identificación, anotó mis datos y casi, casi me tomo las huellas digitales. Aquella colonia tenía todo lo que yo anhelaba.
Me dirigí entre las calles buscando la casa del pedido y por fin, la encontré. Era una casa bastante amplia, muy elegante en la entrada, a pesar de que estábamos en épocas de sequía, ahí el pasto permanecía totalmente verde.
Toque el timbre dos veces hasta que atendieron mi llamado por le interfono. Me identifique diciendo que era el muchacho de las pizzas y que venía a dejar mi pedido. Pensé que me atendería un mayordomo o algo pero no, se abrió el portón y me invitaron a pasar.
Al entrar, vi dos coches de lujo estacionados así como si nada. Camine por un pasillito de piedras, o algo así, y en la entrada me esperaba un tipo algo desagradable. Estaba como con pijama, un pants gris y una camisa blanca bastante holgada, que ocultaba bastante bien su deterioro y descuido físico. Tenía algunas canas y ya hasta tenia entradas. Aquel hombre debería de rondar los 50 años.
Me asombré cuando aquel sujeto me preguntó por mis papas y que supiera mi nombre. Mi cara de confusión creo que le hizo entender que no reconocía a aquella persona. Me invito a pasar y yo accedí, más que nada por la curiosidad de saber quién era. Resultaba que este sujeto era un tío lejano de la familia al que, por alguna razón, habíamos dejado de visitar.
Al parecer a este sujeto le había ido bastante bien. Me platico un par de cosas y me pregunto cosas triviales de mi vida. Me invitó a quedarme más tiempo. Le dije que no podía porque me encontraba trabajando y tenía que regresar pronto. Me dijo que era una lástima, que generalmente se la pasaba bastante solo porque no tenía esposa o hijos que lo acompañaran. Le dije que era una lástima y que si no me encontrase trabajando le ayudaría a comer esas pizzas. Reímos ambos después de este mal chiste.
Me invito a que si quería, podía visitarlo el siguiente fin de semana. Le dije que sí, casi en automático, le dije que vendría el sábado pasando las 04:00 pm. El muy contento me despidió y me dio $500,00 de pura propina. Yo estaba feliz, asombrado y casi me da un infarto. Así como si nada me había dado esa cantidad en propina. O sea, la mitad de mi sueldo semanal me lo había dado en una propina. Mi campana de la ambición se prendió y sabía que tenía que ganarme a este tío a como fuera.
El día que paso todo esto había sido un martes, y cuando llegó el día sábado, después de salir de trabajar a las 02:00 pm, me fui a mi casa a bañarme y alistarme para visitar a mi querido tío. Mis papas ya no me daban permiso para salir, pues técnicamente, al pagarme casi todo yo, yo me mandaba solo, por lo que sobraban las explicaciones de a dónde iba yo a ir o con quien, y sobre todo, a qué hora regresaría.
Partí a ver a mi tío. Para no verme tan pobre, había prestado una moto en el trabajo y así no llegar a pie que ni para el Uber me alcanzaba, pues de donde vivía a la casa de mi tío era una buena cantidad que preferiría ahorrar. Me había puesto uno de mis jeans favoritos, que me marcaban unas piernotas y unas nalgotas perfectas. Llevaba una camisa medio entallada color celeste claro y unas botas mineras negras, que me daban un aire de motociclista ejecutivo. Algo así. También me había puesto uno de mis relojes finos, digo, para estar a la altura.
En la mañana, le había marcado a mi tío para preguntarle si estaba todavía en pie la propuesta. Me dijo que si, que ese fin de semana no tenía nada que hacer y que se iba a quedar en casa haciendo cualquier cosa. Antes de salir, le había mandado mensaje que ya iba en camino y más o menos en el tiempo que iba a llegar. Él me dijo que estaba bien, que le avisaría al portero para dejarme pasar y así fue. Cuando llegué, el portero me estaba esperando. Me hizo favor de guardar mi moto porque no estaba adecuada para aquella zona, que oso. Entré caminando a la casa de mi tío.
Me recibió con un atuendo casi idéntico al día martes. Mi tío a pesar de tener todo el dinero del mundo, aparentemente, era bastante desarreglado con su persona. No era difícil imaginar el por qué estaba soltero.
Me invitó a pasar a la sala y me ofreció algo de tomar. Comenzamos a platicar de cosas sin sentido como la familia, mi escuela, mi trabajo. El me platicaba de que trabajaba y como se había hecho con tanto dinero. Aquello me intrigaba mucho por lo que una lluvia de preguntas azotó toda la tarde. También me contaba de los viajes que había hecho y de la gente influyente que conocía.
En la charla, noté que varias veces veía mi bulto entre las piernas y cuando me paré para que me enseñara su casa, sus miradas no se separaron de mis nalgas. Mi tío no era nada discreto y me veía de una forma diferente, extraña. Me veía de una forma especial, iba más allá a la forma que ve un tío a su sobrino.
En el recorrido, noté que esa casa tenia de todo, además de la gran piscina y un patio amplio, tenía un cuarto de juego, un cuarto de tv y otro para ver películas, cuatro recamaras, una cocina enorme, bodegas, desván, etc, etc, etc. No podía creer que tanto espacio fuese ocupado por una sola persona y además que todo estuviera amueblado. Mi tío podía ser un descuidado con su persona pero tenía una casa muy elegante. Me había dicho que se debía por la naturaleza de sus negocios, se dedicaba a representar a políticos en juicios o cosas legales, y ya saben cómo son las cosas en México, teniendo conocidos, servía para desviar fondos públicos y él se sacaba una buena tajada por sus servicios.
Llegó la hora de partir, sin darme cuenta se había hecho tarde. Mi tío me ofreció a llevarme a la casa, pero me dio pena que viera en donde vivió así que no quise que lo hiciera, le dije que en la entrada había dejado mi moto. Al final, después de estarme rogando, entendió que no me iba a convencer a llevarme o quedarme más tiempo y es que también, ese mismo sábado, tenía una salida más noche con unas compañeritas que estaban, ufff, chulas, hermosas, y no me quería perder eso.
Al despedirme, me preguntó que, qué haría el siguiente día. Le dije que estaría muy ocupado con muchas cosas de la prepa y que el lunes, en la mañana tenía que ir en la prepa y en la tarde, al trabajo. Me dijo que si podía faltar a trabajar y le dije que no, pues entonces quien me compraba mis cosas. Él me dijo que si yo faltaba y lo acompañaba, él me compraría mis cosas en la tarde en la plaza. Pensé que estaba bromeando y me reí. Pero no, mi tío hablaba muy enserio. Yo me quede extrañado y le dije que lo iba a pensar. Me dijo que estaba bien y con un abrazo nos despedimos.
El abrazo fue raro, sentí como aprisionaba mi cuerpo como para sentirlo más cerca. Como que daba un suspiro hondo para sentir mi aroma. Ese no fue un abrazo normal, estoy seguro. Me despedí, fui por mi moto y me fui a la fiesta. La pase muy bien, tomamos varios tragos y me acosté con una chava en un motel de paso a la que le di bien duro por un par de horas.
Llegué a mi casa ya casi en la madrugada y estuve durmiendo hasta como las 2:00 pm. Al despertar tenía el mensaje de mi tío preguntándome si lo acompañaría al siguiente día. Titubeando le dije que sí, que iría a verlo pero si me tenía que pagar el día. Él me dijo que si, que me pagaría el día y me daría muchas cosas más. El domingo no hice más que estar en la casa organizando mis cosas de la escuela, lavando ropa y haciendo un poco de ejercicio y así.
Al día lunes en la mañana sin novedad. La escuela estuvo aburrida. al finalizar le dije a mi tío que ya iba a su casa. Él me dijo que no estaba ahí, que nos viéramos para comer en un restaurante que era bastante caro. Le dije que agradecía su invitación pero que no tenía dinero para pagar eso. Él me dijo que me estaba invitando no cobrando así que fui. Me indicó que ya había una reservación con su nombre para dos personas. Llegué y lo esperé ahí. Llegó como a los 40 min después de que llegué y yo, y al parecer, era un cliente frecuente pues todos los saludaron de una forma muy amable.
Me contó que venía de una junta con el presidente municipal y que habían varios proyectos en lo que iba a trabajar. También me dijo que pidiese lo que a mí se me antojara para comer. Él pidió varios platillos que ni se cómo pronunciar y yo pedí una que otra cosa para no verme tan ventajoso. Disfrutamos de la comida en una agradable charla, el sujeto era bastante agradable y esta vez lo vi bien vestido y no se veía tan mal. Tenía un traje color azul oscuro, una camisa roja y una corbata que hacia juego con el traje. Su obesidad era notoria, pero, al menos, estaba arreglado para disimularla.
Al terminar de comer me dijo que, si había ido al cine, le dije que no, que ya tenía tiempo que no iba. Me invitó a ir y fuimos. Al parecer eso de dejar grandes cantidades de propina era muy habitual en él. En la plática que habíamos tenido me comentó que no tenía muchos amigos pues mucha gente solo lo buscaba por interés o por conveniencia. Oops, pensé. Que no tenía familia y que era, a veces, bastante feo tener tanto y no tener con quien compartirlo. Ahora entendía mejor por qué quería que yo lo acompañara y cosas así, probablemente quería tener un hijo que le hiciera compañía.
Fuimos a la plaza pero no encontramos ninguna película que fuese de nuestro agrado, por lo que me invitó a recorrer las plazas. En las tiendas a donde entrabamos, notaba que habían cosas que me llamaban la atención. Él me dijo que si quería algo simplemente se lo pidiera. Yo con pena pero a la vez con ambición no sabía cómo reaccionar, no quería verme tan obvio ni desaprovechar aquella oportunidad así que comencé de poco en poco.
Primero le dije que había visto una camisa que me había gustado mucho pero que era muy cara. Él solo se rio y me dijo que el dinero no era problema y me dijo que lo llevara a ver mi camisa. Se la mostré y me dijo que tenía buen gusto. Me pidió que me la tallara para ver cómo me quedaba.
Al salir del probador, noté como casi, casi me comía con los ojos. Me recorría de arriba abajo escaneando mi cuerpo, centrándose en mis partes varoniles. Terminamos comprando la camisa y algunas cositas más. Yo estaba feliz. Aquello parecía como un padre vistiendo a su hijo, lo que siempre había querido se estaba materializando.
Nos dirigimos a su coche y me dijo que esta vez sí me llevaría a mi casa y aprovecharía para pasar a saludar a mis papas. Me negué pues mis papas eran bastante orgullosos y al verme con tantas cosas intuirían que me las compró él y no me dejarían quedármelas. Que mejor así. Acepto mi explicación y me mando en Uber a mi casa.
Antes de despedirnos, me dijo que había pasado muy buena tarde a mi lado, que era una compañía bastante agradable. Un suspiro se le escapo. Me confesó que siempre había querido tener a alguien así a su lado para hacer cosas juntos. Yo le comenté que siempre había querido a alguien así, que me comprara mis cosas, como para romper el hielo y la tensión del momento. Lo dije en un tono de broma y solté una pequeña carcajada. Mi tío, por el contrario, no lo tomó tan así y se quedó serio. Me pregunto si lo que decía era verdad. Tomándole seriedad al asunto, le dije que me gustaría que mis papas hicieran eso por mí, pero que no estaban pasando por una buena situación económica y que por eso tenía que trabajar.
Me dijo que lo lamentaba pero que si yo seguía portándome así de accesible y amable me podía dar muchas cosas más. Así ambos saldríamos ganando de esa situación. Asenté con mi cabeza. En ese momento llegó el Uber y me salvo de ese momento tan incómodo. Nuevamente me dio un abrazo extraño. Aquello me hacía sentir incómodo, y más con su mirada lasciva sobre mi cuerpo. Yo atribuía a que quería estar como yo, en forma o algo así.
Al otro día, mi tío me llamo para ver si podía ir a su casa y le dije que sí. Al llegar, me estaba esperando nuevamente en fachas. Me dijo que no había tenido nada que hacer y que el calor estaba bastante fuerte como para meternos a la alberca. Le dije que no iba preparado para entrar a la alberca, no llevaba ropa adecuada. Me dijo que me prestaría algo pero que no tenia nada de mi talla, riendo un poco. Al mismo tiempo, me dijo que como estábamos en confianza, que me metiera así con pura ropa interior.
Yo no veía nada de malo en eso, pues éramos un par de hombres disfrutando de una alberca así que en lo que el iba a ponerse algo para meterse, yo me empecé a desnudar en el baño, dejando mis cosas en una mesa que había en el patio y quedándome en puro bóxer. Mi bóxer era de licra, revelando muchas cosas intimas a cualquiera que me viera. No quise entrar sin esperar a mi tío, por respeto.
Cuando vino, mi tío venia sin playera, lo que resultaba algo asqueroso, y traía una short para la playa, unas sandalias. Sus ojos casi se le salen cuando me vio ahí sin nada. Me sentí un poco avergonzado por la forma en la que me vio. Noté que en sus manos traía una pequeña cajita que dejo en la misma mesa en la que puse mis cosas.
Se disculpó conmigo pero me dijo que tenía un cuerpo increíble a mi corta edad. Me preguntó que a donde iba a hacer ejercicio. Le dije que por las noches, en el patio de mi casa, mi papá me había hecho algunas pesas y mancuernas con cosas caseras y que antes de dormir entrenaba.
Me veía de arriba abajo, con una mirada muy, muy morbosa y casi con la boca inundada en saliva, comentándome que era un buen trabajo lo que había logrado. Yo solo atinaba a taparme mi masculinidad, pues aquello era demasiado.
Mi tío me mando por unas Sabritas y bebidas a la cocina, y al girar, noté como sus ojos se movían con el vaivén de mis nalgas, y su lengua, mojaba sus labios en señal de antojo. Aquello era bastante incómodo para mí, ya que eso no era normal.
Alistamos una mesa de centro de jardín y serví las cosas ahí, bebidas y algunas frituras. Había un silencio incomodo en ese momento. Ninguno de los dos se atrevía a hablar, y mi tío, me seguía viendo de una manera morbosa. No aguanté más y exploté, diciéndole que me tenia que marchar porque tenía más cosas que hacer.
Como un resorte, mi tío me tomo fuertemente de mis manos diciéndome que no me fuera. Yo no entendí aquella actitud tan desmesurada y me empezó a dar algo de miedo. Mi tío leyó eso en mi rostro, me soltó de la mano y se levantó a donde había dejado la cajita. Regresó a donde yo estaba con la cajita en la mano.
Tío: —Mira, ¿te gusta? Lo compré especialmente para ti—. Me dijo.
Yo me quede con la boca abierta, aquello era un reloj carísimo. Se podía ver a lo lejos. Casi con la boca abierta y sin decir nada acerté moviendo de arriba abajo mi cabeza. Mi tío cerro la caja de golpe y me dijo:
Tío: —Es tuyo, vale casi los $50,000. Solo que me gustaría proponerte algo—. Me dijo muy seriamente.
No pude pronunciar ninguna palabra. ¿En verdad ese reloj tenía ese valor? No podría creer que mi tío me hubiese comprado eso así por así para mí. O sea, éramos un par de desconocidos, por qué tendría estas consideraciones conmigo.
Tío: —No sé cómo decírtelo sin que te lo tomes a mal—. Me dijo algo preocupado.
Yo: —Al chingadazo, ¿a quién hay que matar o qué?— Respondí un poco sarcástico.
Tío: — A nadie, no seas tonto—. Me contestó algo molesto.
Le pedí disculpas, diciéndole de una forma clara que no entendía porque se tomaba esas atribuciones conmigo ni lo que quería realmente.
Tío: —Quiero cogerte—. Me dijo de una forma clara y muy seguro de lo que decía.
Yo: —¿Cómo?—. contesté yo, titubeando y bastante sorprendido por lo que me decía.
Tío: —Lo que estas oyendo—, me respondió en lo que nuevamente abría esa cajita. —Te regalo esto si me dejas quitarte tu virginidad, porque supongo que nunca has estado con algún otro hombre, ¿verdad?— Me preguntó.
Mi tío tenía razón. Si había recibido propuestas indecorosas por parte de varios hombres en el gym, en la escuela, en la calle o donde anduviera, para tener sexo con ellos pero jamás había aceptado. Yo era un poco homofóbico porque siempre me acosaban, pero aquello superaba todas las propuestas que me habían dado. Hablábamos de un reloj valuado en $50,000 y que estaba ahí. Ahí, a unos cuantos cm de mí.
Yo: —Emmmm… si claro, nunca me han cogido ni he estado con otro hombre—. Respondí titubeando—. Lo que me pides es demasiado para mí, o sea, yo soy hombre—. Le dije.
Tío: —Si, lo sé. Todo tu cuerpo exhala tu hombría. Quizás por eso me gustas y te deseo tanto—. Me dijo en un tono muy seguro.
Yo: —¿Qué es lo que quieres realmente?, ¿Qué yo te penetré?—. le pregunté, con una cara de desagrado.
Tío: —No has escuchado nada. Quiero ser yo el primer hombre en tu vida, ese quien te quite la virtud de tu culito tan sabroso que tienes—. Me dijo nuevamente cerrando la cajita. —Pero si te has escandalizado y ofendido, creo que te puedes retirar y olvidarte de todo. Ah, y además, deberás de regresar todas las cosas que te compré, ya habrá alguien que si las quiera usar—. Me dijo en un tono bastante amenazante.
Aquellas palabras dieron duro en mi ego, ¿Cómo que otra persona?, ¿acaso yo era así de remplazable?
Yo: —Tío, no te lo tomes a mal. Debes de entender que para mí esto no es algo fácil o que se decida al instante…—. Le estaba diciendo cuando me interrumpió.
Tío: —Si te entiendo, tómate un par de días para decidir mi oferta, pero si te niegas, devuélveme todo. Si decides aceptar, acá tendrás todo lo que has deseado conmigo. Como dicen ustedes los jóvenes, puedo ser tu sugar daddy—. Me recalcó. —Incluso, si lo decides, puedes venirte a vivir conmigo y tener todas las comodidades. No te pido gran cosa ni algo del otro mundo. En tus manos esta cambiar tu realidad—. Concluyo bastante convincente.
No podía creer lo que estaba escuchando. Pensé que esas cosas no pasaban en la vida real.
Yo: —Necesito pensar las cosas, esto es demasiado para mí—. Respondí con una notoria confusión. —Además, tú quieres penetrarme no que yo te penetré, eso tampoco será fácil si me decido — Le dije.
Tío: —Tu rol será versátil. Algunas veces te penetraré y otras tú me penetraras a mí—. Me dijo como calmándome un poco.
Yo: —Okay, entiendo. ¿Sabes?, quiero irme y pensar las cosas—. Le dije.
Tío: —Ten—. Dándome la cajita. —Para que te ayude a pensar mejor—. Me dijo.
La tome entre mis manos y me levanté para buscar mis cosas en la mesa, vestirme e irme. Mi tío estiro su mano y logro tocar mis nalgas cuando pasé a su lado. Esto me hizo sentir muy incómodo pero no despegaba la vista de la cajita que tenía en mis manos. Me vestí con la mirada de mi tío recorriendo todo mi cuerpo. Me despedí de lejos pues no quería que me manoseara y me fui.
Al otro día, en el colegio, decidí llevar mi nuevo reloj. No hubo persona alguna que no lo notase. Maestros, amigos, alumnos, compañeros, directivos. Todos notaron mi reloj. Me sentía muy bien con tanta atención. Lo que me bajaba la guardia era pensar en la forma en la que lo había obtenido, que si bien no había pasado nada aun, pronto pasaría.
Ese día estuve esperando un mensaje de mi tío pero no me llegó nada. Supuse que me estaba dando tiempo para pensar. ¿Cómo la vida de alguien puede cambiar tan fácil en tampoco tiempo?, ¿debería de aceptar?, ¿Qué dirían mis amigos si pierdo este reloj? ¿es muy malo dejarse coger o cogerte a otro hombre? Mi cabeza era un torbellino de dudas esa tarde. Para colmo, me hablaron del trabajo preguntándome por qué no había ido en estos días. Para darme un golpe de realidad, el carro del gas, paso por mi casa, pensando en que si me iba a vivir con mi tío pfff… la suerte que iba a tener cuando él se fuese de viaje y me llevará a mujeres a la casa. Todas iban a querer salir conmigo. A todas me las iba a coger sabroso y desquitar el precio de eso.
De pronto, perder la virginidad del culo no sonaba tan mal cuando me imaginaba paseando en el extranjero, comprando cosas más caras. Quizás si aceptaría podía poner mis propias condiciones.
Paso uno y dos días y me llegó el mensaje de mi tío, advirtiéndome que solo tenía hasta mañana para decidir y que pasaría por mis cosas a mí casa. Tenía que tomar una decisión rápida. Le respondí el mensaje pidiéndole que nos viéramos al siguiente día en su casa, obteniendo una respuesta positiva de su parte.
Esa noche me puse a ver algunos videos de gays teniendo sexo en un blog llamado LadoSensible, o algo así. A pesar de que tenía buenos videos con relatos bastantes llamativos, por ser heterosexual, aquello me resultaba algo asqueroso. ¿Dos hombres teniendo relaciones? Busqué y busqué y ninguno de ellos me excito lo suficiente. Lo que sí, es que vi que muchos jóvenes tienen sexo con gente mayor. Eso me hizo ver que no era tan raro lo que mi tío me decía, que tenía razón al decir que yo era el que se escandalizaba, pero al mismo tiempo, mi ego de hombre me decía que no podía permitir eso, que tenía que haber otra salida.
Casi no pude dormir y al otro día mi tío me pidió un Uber que me llevó rápidamente a su casa. Llevaba unos pantalones blancos para seducir más a mi tío, pues ahora que sabía lo que quería, iba a usar mi cuerpo como una herramienta de negociación. Los pantalones me daban más cm visuales de todo, de hombría, de piernas y de nalgas. La camisa que llevaba, a medio abotonar también ponía bastante empeño de su parte al revelar mi escultural pectoral. Que si bien, mi tío ya me había visto casi desnudo, ahora tenía la herramienta del erotismo jugando a mi favor.
Entré, me saludo algo frio y fue al grano, preguntándome sobre mi decisión. Le respondí que antes de decidir, tendría algunos ofrecimientos que hacerle. Estaba bastante distante conmigo, mi atuendo, a pesar de que si le robaba varias miradas no había tenido el impacto que yo quería.
Le propuse algunas cosas y todo se negó. La oferta era clara, era mi culo, era tener sexo conmigo o no quería nada.
Al ya no encontrar más alternativas o excusas, casi derrotado, le dije que aceptaba. No quería perder todos sus regalos y quería seguir recibiendo más cosas. Mi mirada cayó al suelo cuando decidí esto.
Apenas pude ver la sonrisa burlona de mi tío al escuchar mi respuesta, asegurándome que no me iba a arrepentir y que era algo que a los dos nos beneficiaba. No quise decir nada más que asentar con la cabeza de arriba abajo. No podía creer que mi ambición fuese más grande que mi hombría. ¿ahora qué?, ¿en qué momento me iba a convertir en su puta?
Mi tío se paró y se colocó a un costado de mí. Esto me hizo sudar mucho. Me comentó que sedeaba hacerme suyo ahí mismo pero que estaba ocupado, que volviera pasado mañana y que fuese listo a ser brutalmente desvirginado. La palabra “brutalmente” se quedó grabada en mí y la repetí casi en todo el día. Si no había nada más que hablar, me despedí.
Antes de irme, mi tío me detuvo agarrándome de las manos. Me dijo que quería una pequeña adelantadita para él. Me acercó a él jalándome con bastante fuerza y yo, casi sin fuerzas en mi actitud de derrota me deje ir. Delante de mí, mi tío comenzó a tomarme de los brazos con sus manos anchas y gordas, recorriéndolos de una manera muy morbosa, la cual, me hacía sentir muy mal. Me giro bruscamente y sus manos rápidamente se bajaron a mi espalda baja y manosearon mis nalgas sobre mis pantalones. Cuando quiso meter mano adentro de ellos, me reitre un poco. Mi tío soltó una leve carcajada y me dijo que todo eso iba a ser suyo. Me ordenó que me retirará y así lo hice.
Me fui pensando en que ya no había marcha atrás. Pensando en todas las cosas que me iba a poder comprar con todo aquel sacrificio, tratando de convencerme que eso valdría la pena.
Al otro día, mi tío me escribió diciéndome que, después de desvirginarme, iríamos al banco a tramitar una tarjeta de crédito para mí, que llevará ciertos documentos para agilizar el proceso. Aquello me daba mucha felicidad pero al mismo tiempo me dejaba preocupado. “Brutalmente” seguía resonando en mi cabeza. Fui a renunciar a la pizzería, aunque ya me hubiesen dado de baja por mis faltas. Todos notaban que me pasaba algo, yo solo dije que me sentía cansado y necesitaba unas vacaciones.
Llegó el esperado día y no queriendo tuve que ir a la casa de mi tío pervertido. Iba bien vestido, como siempre, usando el reloj que me había regalado. El Uber ya se me empezaba a hacer costumbre. Parecía que volaba pues llegamos muy rápido a su casa. El portero ya me conocía y me saludo bastante efusivo. Camine a la casa de mi tío y entré. Mi tío me estaba esperando sin playera y con un short bastante diminuto, que ahora que lo pienso, creo que era un bóxer muy holgado.
Me recibió con un juego de llaves de la casa, diciéndome que cuando quisiera, aunque él no estuviera, podría llegar y llevar amigos o amigas, solamente que le avisara si iba a hacer reuniones. Eso me alegró bastante pero mi sonrisa fue opacada cuando al acercarse para dármelas me volvió a tomar frente a él, observándome como un cazador a su presa.
Tío: —Bueno, basta de charla y pasemos a la acción—. Me dijo, mientras me ponía sus dos manos sobre mis hombros en señal de dominio y me dirigía hacia su habitación.
Yo solamente opte por bajar la cabeza y ver hacia los lados mientras era conducido a mi destino. Hay muchas veces, mientras caminaba, quise salir corriendo. No podía creer que lo iba a hacer de verdad.
Al entrar a la habitación, había una película gay en la televisión. Mi tío me pidió que nos sentáramos en la orilla de la cama, frente a la tele para verla. Así lo hice. Mi tío se empezó a excitar, lo pude ver de reojo por su diminuto short, causándome algo de nauseas. Por mi parte, aquello todavía me parecía asqueroso y más en esa situación. Mi tío había comenzado a acariciarme mi cabello, bajando suavemente su mano por mi espalda y dándome un leve masaje.
Mi tío quería más cooperación de mi parte. Así que me pidió que me parara frente a él y me empezará a desnudar, y mientras lo hacía, quería que fuera muy sensual. Por mi nerviosismo empecé a actuar muy torpemente, esto en vez de disgustar a mi tío parecía excitarse. Se recostó un poco mientras se sobaba el pene de arriba abajo. Se lo había sacado por uno de los costados de su short. Yo intentaba ver hacia otro lado, pero al mismo tiempo, no podía dejar de ver aquello con lo que me iba a penetrar. Su pene no era tan grande, unos 15 cm de largo, lo que sí, es que era bastante ancho, quizás tanto como el mío.
Torpemente me quité la playera que había llevado ese día. Una playera color mostaza que le iba muy bien a mi piel. Después, proseguí a desabotóname al pantalón. Antes de dejarlo caer, que más bien, tenía que hacer fuerza para quitármelo porque mis nalgas no lo dejaban caer libremente, mi tío me pidió que me diera la vuelta para verme las nalgas cuando salieran, y así lo hice. Me di vuelta y me bajé el pantalón. Siempre me costaba meterlos o quitarlos por mis nalgas. En esta pose, comencé a bailar supuestamente de una manera sensual para él, sin voltear a verlo.
Después de unos minutos de solo bailar en mi bóxer blanco, que remarcaban aún más mis nalgas. Mi tío me pidió que me diese la vuelta. Al darme la vuelta, casi por instinto me tapé mi masculinidad. Mi vista estaba fija casi en cualquier otra parte menos en la cama donde estaba mi tío. Mi tío me pidió que le posara como si estuviera en una competencia de gym y así lo hice, bastante torpe pues con el nerviosismo no sabía cómo posar. Aquel hombre se fascinaba viéndome el cuerpo. Sus miradas me desnudaban y era bastante morboso conmigo. Me hacía sentir incomodo, aquello no me gustaba, luego, volteaba a ver el reloj y sabía que valdría la pena. Lo que hacía que cerrara mis ojos y me imaginara comprando cosas o estando de viaje.
Al final, mi tío ordenó que me quitará el bóxer blanco, revelando mi desnudes y dejándole a su alcancé mi masculinidad. Pidió que me acercará y comenzó lentamente a recorrer mi cuerpo con sus manos. Él me veía al rostro y yo, rara vez daba contacto visual. Me daba la vuelta como quería, manoseándome todo. Mis brazos, mis piernas, mi espalda, mi masculinidad, mis nalgas. Todo mi cuerpo estaba en su posesión.
Ya habían pasado varios minutos desdé que empecé pues la película se detuvo. Mi tío apago la televisión y me dijo que ya no era necesaria. Arrojó el control sobre la cama y me pidió que yo me subiera a ella y que me pusiera en cuatro, yo sabía lo que venía a continuación. Obedecí sin decir palabra. Tenía los ojos lagrimosos, con ganas de llorar pues me sentía humillado.
Absorto en mis pensamientos, sentí algo húmedo y caliente entre mis nalgas. Mi tío había hundido su boca que luchaba por separar mis musculosas nalgas y dejar descubierto mi virginal ano. Su lengua recorría las paredes de mi cavidad anal con una maestría impresionante. Mi primera lagrima sucumbió al sentirme totalmente humillado. Sus manos se posaban en mis perfectos balones, hasta ahora nunca antes tocados por otro hombre que no fuese yo. Sus dedos parecían ventosas que se posaban en todas partes de mi cuerpo, me apretaba mis nalgas o se bajaba a mi verga para jugar con ella.
Estando así en cuatro podría sentir como mi ano poco a poco iba sucumbiendo a sus pervertidas intensiones. Su lengua se abría paso en mi cavidad anal y me empezaba a lubricar con su saliva, tal cual yo lo hacía con todas las chavas a las que cogía. La sensación era extraña, tenía un asco por ser un hombre el que me estaba comiendo mi culo, pero al mismo tiempo, había una sensación de cosquilleo y leve excitación.
Mi tío detuvo un momento su invasión, pidiendo que me colocara una ropa interior bastante especial. Eran de esas que solo tienen un par de lazos atrás, de las que te levantan las nalgas y adelante te cubren tu verga. Lo curioso es que a los lados tenían como unas bolsitas grandes que la hacían parecer como un cinturón de policía. Yo me lo puse sin verlo a la cara y evitando cualquier contacto visual y regresé a la posición humillante en la que estaba.
Mi tío volvió a lo suyo, a intentar perforar mi culo con su lengua. Sus manos me seguían manoseando todo. Me arañaban mis musculosas piernas, me tocaban mi abdomen y subían a mis pezones.
Volteé la vista no creyendo que yo estuviera en esa situación y al hacerlo, noté como mi tío tenía su celular y me estaba sacando fotos o videos de cómo se comía mi culo. Yo me asusté y rápidamente me puse de pie diciéndole que eso no era parte del trato, cubriendo mi cuerpo con sus sabanas y tapando mi cara con mis manos. Mi tío se carcajeo un poco, me dijo que ese material iba a ser solo para él. Quería recordar la forma en la que le había quitado la virginidad a su sobrino favorito, al que mas había deseado hasta ese momento.
Yo no estaba muy convencido, pero termine sucumbiendo a lo que mi tío quería. Siendo honestos no tenía muchas alternativas. Me volví a colocar en cuatro sobre la cama solo para sentir como uno de sus dedos gordos iba entrando en mi cavidad. Esto me ocasionaba un ardor increíble. Sentía como las paredes de mi recto se abrían, como mi esfínter luchaba por no ser desvirginado y por no permitir dejar pasar aquel objeto extraño para mi cuerpo. Aunque mi culo le dio mucho trabajo, logró penetrarme con uno de sus dedos. Lo metió hasta adentro, lo que hizo que yo diera un salto hacia adelante por el dolor que me causaba. Él, con su otra mano libre me tomaba y me jalaba para sí. Dejo ahí su dedo adentro mientras continuaba besándome las nalgas. Su dedo permeancia inmóvil. De pronto, aquello comenzó a salir de mi culo, sentí un ligero alivio. Cuando iba por la mitad, lo volvió a introducir abruptamente. Yo podía sentir cm a cm como ese dedo me robaba mi virginidad anal, como se iba abriendo paso entre mis entrañas.
Aquel movimiento brusco y repentino hizo que, además de brincar hacia adelante y arquear mi espalda, soltara un gemido de dolor. Ese dolor se repitió más veces ya que había empezado un mete y saca que a veces era lento y otras veces más despacio. De pronto, mi recto se vio invadido por un segundo dedo, lo que hizo que me doliera más. El tercer dedo llego y el mete y saca continuaba mientras mi tío me seguía comiendo por todos lados. Del dolor no aguanté y me tumbé en la cama, boca abajo. Mi culo estaba indefenso ante mi depravado tío.
Mi tío estaba disfrutando mi cuerpo como nunca. Lograba ver que su excitación era asombrosa. Así, tumbado en la cama solo se limitó a manosearme, subiéndose sobre mí para refregarme su verga contra mis invadidas nalgas, diciéndome al oído que yo sería suyo. Se levantó momentáneamente para ir por su lap y dejarla grabando frente a nosotros. Yo no tenía mucho que decir, aunque no era de mi agrado aquello, no podía decir más. Era como un objeto sexual sin voz ni voto.
Seguía tumbado en la cama deseando que todo aquello se terminará. Mi tío me ordeno que me pusiera nuevamente en cuatro, exponiendo mi vergüenza frente a la cámara. Así lo hice, casi sin poner resistencia me coloqué en cuatro, mostrando mi culo ante la pantalla de la lap. Mis nalgas estaban algo separadas, lo que dejaba ver un culo rosadito, casi lampiño, sin pelos. Mi tío, sentado a un costado de mí sobre la cama, jugaba con mi culo delante de la cámara. Metía uno de sus dedos y me daba de nalgadas con ambas manos. Tomaba mi verga y me la manoseaba. Sus nalgadas eran fuertes, lo que hacía que contrajera para adelante mi musculo cuerpo, escapando del dolor que me producía.
Estuvimos así un par de minutos. Mi culo se había acostumbrado un poco a la invasión de sus dedos, aquello ya no era tan doloroso.
Mi tío se puso de pie y se acostó boca arriba, debajo de mí. Yo seguía en cuatro. En esa pose, empezó a meter mi masculinidad en su boca, pues había quedado a su total alcance. Por otro lado, la masculinidad de mi tío quedaba de frente a mi rostro. Mi tio jugaba con mis nalgas mientras se comía mi masculinidad. Me sentía más humillado por dejar que otro hombre hiciera eso conmigo. Acariciaba mis musculosas nalgas y mi flácida verga poco a poco iba tomando grosor.
Tenía una verga de 19 cm bastante gruesa que había hecho gemir a cualquier mujer. Ahora, aquello de lo que me sentía más orgulloso estaba en manos de un pervertido, de un joto. Jamás imagine que otro hombre me daría sexo oral. Mientras mi tío me chupaba, metía sus dedos en mi culo, le estaba dando un espectáculo, además de comerse mi verga, mi culo quedaba a su altura fácilmente, lo cual, era evidente que disfrutaba.
Me dijo que me metiera su verga a mi boca. Traté de hacerlo, pero me resultaba asqueroso. Me daban ganas de vomitar. Él me decía que lo hiciera despacio, que imaginase que aquello era una paleta. Su verga no cabía en mi boca y apenas logré meter la puntita de ella, sintiendo un sabor salado de su liquido preseminal. Mi tío seguía comiéndose mi masculinidad y manoseando como se le antojara todo mi cuerpo y yo, poco a poco, empecé a comerme la suya, torpemente porque era la primera vez que lo hacía. A ratos paraba pues mi tío con sus embestidas de dedo me provocaba dolor. Soltaba su verga para respirar. No podía creer que un hombre tan masculino, tan macho como yo me encontrara chupando como si fuera un puto cualquiera aquel trozo de carne.
Seguimos en esta posición varios minutos más, sintiéndome más humillado que nunca. Mis lágrimas reflejaban lo que me estaba guardando, haciendo todo lo posible por tolerar aquello y comenzar a disfrutarlo. Mi tío comenzó un movimiento como si me estuviera cogiendo por la boca, lo que hizo que me ahogara en varias ocasiones y sintiera muchísimo más asco. Al parecer, esto no le importaba mi tío pues no se detenía.
Cansado de la situación, me hice más hacia adelante, dejando a mi tío jugar con mi culo, dejándolo casi a mitad de su vientre, así mi boca estaba lejos de su verga. Veía a la cámara pensando en todo lo que me iba a poder comprar, en trato de convencerme de que mi desvirginación valdría la pena. Mi tío seguía jugando con mi culo, parecía que estuviese hipnotizado pues no importara la pose en la que yo estuviera, el seguía disfrutando.
Después de un rato, me dijo que me pusiera en cuatro, que mi culo ya estaba lo suficientemente lubricado para una penetración. Aquello me dejo en shock, no podía creer que me seguiría cogiendo. A pesar de su acabado estado físico, tenía la potencia de alguien de mi edad sexualmente hablando, pues su verga no se había puesto flácida en ningún momento.
Los labios de mi tío se amoldaban bastante bien a mi masculinidad, por lo que habían hecho que esta despertará casi todo su grosos y tamaño, aunque no todo completamente.
Estando en cuatro, mi tío me comió el culo con su boca como por última vez antes de ser penetrado. Se colocó de rodillas detrás de mí, yo viendo hacia la cámara, y con su saliva, comenzó a untarse los dedos y pasármela por el culo. Su verga empezó a nalguear mis musculosas nalgas y a jugar con mi culo, aumentando mi nerviosismo. Pasando su verga por el de arriba a abajo sin penetrarme, en medio de mis nalhgas, dejándome su liquido preseminal en todos lados.
Tomó su verga con una de sus manos, con la otra, me movía las nalgas y me nalgueaba. Apuntó su palo hacia mi culo y me pidió que yo fuese quien me penetrara. Aquello era aún más humillante, yo tenía que ser quien se penetrara con esa verga. Lentamente hice para atrás mi cuerpo, con temor de encontrarme algo extraño ahí atrás. Mi tío, coloco su verga justo a la altura de mi culo, lo que hizo que, al hacerme para atrás, sintiera un mástil duro queriéndome invadir. Por vergüenza o temor, que sé yo, me detuve antes de ser penetrado, dejando la cabeza de la verga de mi tio en la entrada de mi culo, extendiendo más la virginidad de mi ano.
Mi tío no pensaba como yo, pues al sentir que mi recto hizo contacto con su verga y hubiese cesado la presión de mis caderas, él tomó la delantera y me dejo ir todos sus cm en mi culo sin decirme, ahí te voy.
Esto hizo que yo perdiera mis pensamientos y me hiciera sentir un dolor físico en la entrada de mi ano, dando un fuerte quejido cuando hizo eso. Aquel dolor era insoportable, sentía como mi culo ardía, como si tuviera fuego o hubiese comido mucho picante. A pesar de que no había entrado mucho o casi nada, logró desgarrar mi esfínter, provocándome mucho dolor. Le dije que parará, todo aquello paso en un par de segundos, el segundo movimiento invasivo llegó, embonando ahora si su verga dentro de mi derrotado culo.
Yo me deje caer hacia adelante, con la cara llena de dolor por lo que me estaba haciendo, pensando que así iba a librarme de mi tío y de su verga. Mi tío al sentir que yo me iba lejos de él, dejo caer todo su cuerpo sobre mí, aplastándome al llegar a la cama. Esto hizo que su verga se enterrará aún más en mi cuerpo masculino, causándome muchísimo más dolor. Hasta ahora, no había articulado más que gemidos de dolor. Aquello me estaba destrozando. Le empecé a pedir que por favor parará, que me estaba doliendo demasiado. Mi tío ignoraba mi suplica y aunque se había quedado quieto algunos momentos, me había aprisionado con su brazo, ahogándome con uno de ellos. Esto le dio un ligero impulso y comenzó un vaivén con su carne en mi orificio hasta ahora totalmente heterosexual.
Me dolía. Mas lagrimas escurrieron en mi rostro al sentirse invadido por un objeto extraño, jamás pensé que yo terminaría siendo cogido por un homosexual, menos uno tan asqueroso como mi tío. No me quedaba otra más que aguantar ya que las suplicas que pedía eran ignoradas. Empuñando mis manos me deje coger, tal cual macho vencido y derrotado. Traté de cerrar mis hermosos ojos y tratando de concentrarme en otra cosa, pensando en el dinero que iba a gastar o lo próximo que me iría a comprar con mi nueva tarjeta de crédito, pero eso era imposible.
Los bramidos de mi tío, el sonido de la cama golpeando contra la pared, la pelvis de mi tío chocando contra mis desvirginadas nalgas solo hacían que me concentrara en aquel momento. Sintiendo cm a cm como yo estaba siendo penetrado. Paz, paz, paz, empezaba a escucharse en el cuarto, mientras mis gemidos de dolor, de humillación, de un hombre hetero que había vendido su cuerpo por dinero, se unían a aquellos ruidos. Ahora éramos dos hombres gimiendo, uno de placer, disfrutando la desvirginización de un hombre musculoso, totalmente masculino y que no había sido manoseado por otro hombre, y otros de dolor, de humillación, siendo cogido por un hombre asqueroso.
Mi tío siguió dándome en esta pose por varios minutos, no podría decir cuántos exactamente. Aquello me parecían horas y este hombre no se cansaba. Me sometía como quería, estando yo boca abajo, recostado en la cama, tenía a mi pervertido tío sobre mí, sintiendo todo el peso de su obeso cuerpo, quien me cogía con una enjundia de un jovenzuelo de 17 años. Me daba cachetadas, me decía que yo era su puta, que le gustaba mi culo, me decía de groserías y sometía mi cabeza contra la cama, jalándome de vez en cuando el cabello o ahogando mis gemidos con sus manos. Me decía que todo su dinero había sido bien invertido, que aquello se repetiría más seguido. Si mi tío quería humillarme, lo había conseguido. Mi masculinidad estaba destruida, en varios momentos quise renunciar, pero ya era tarde, otro hombre ya me había hecho suyo y si renunciaba, toda aquella vergüenza habría sido en vano.
Decidió que me seguiría cogiendo como la puta que soy, así me dijo, me trataba con palabras altisonantes, con groserías. Se levantó de la cama para hincarse y me ordeno que me pusiera en cuatro para seguir penetrándome. Obedecí como un muñeco de trapo, llevé mi adolorido culo a donde su verga estaba, y así, estando en cuatro comenzó una nueva penetración. Sentía el palpitar de su verga en mi ano, o quizás era el adolorido de mi esfínter. No importaba, de cualquier forma, mis gemidos rebelaban la humillación y el dolor que estaba pasando.
Mi tío me seguía cogiendo. Yo ya no sabía en qué posición mantenerme, pues mis grandes brazos estaban cansados, mis piernas se sentían adoloridas. Me movía de una forma y de otra. Mi tío me agarraba de los hombros para tomar impulso y penetrarme más adentro, como si se pudiera, invadirme con su verga lo más profundo que se pudiera. Yo sentía el caliente de su cabeza chocando con mi próstata. Sentía una sensación extraña, si se sentía como un cosquilleo, pero el dolor no me dejaba disfrutar de aquello.
En mi cabeza pasaban imágenes de lo fuerte que me había cogido a varias mujeres y ahora, me preguntaba si ellas también sentían lo que yo estaba sintiendo. Esto me humillaba más y destruía mas mi masculinidad. Mi tío me tomaba de mis caderas y me daba más duro, trayéndome a la realidad de lo que estaba pasando, y si se detenía por algunos segundos, era para grabar con su celular la forma en la que me estaba penetrando, lo bien que mi culo se estaba comiendo su verga.
Me siguió cogiendo en esta pose casi toda la tarde y parte de la noche, como dije, ese viejo tenía la potencia de un joven de mi edad. Ya para terminar, empezó el vaivén como si fuese un perro en brama, sacaba muy poco su pene y me lo dejaba ir de una manera tan violenta, tan rápida que me hacía gemir. Ya sentía como mi ano estaba siendo rosado, ya me dolía mucho, me comenzaba a arder, y aunque si había usado aceite para penetrarme más fácil, de tanto entrar y sacar empezaban cobrarme factura.
Para este momento, yo solo era un muñeco de trapo en manos de mi tío. Me dejaba hacer lo que él quisiera, apoyaba mi cara sobre la cama por la vergüenza que sentía, sin saber que esto levantando más mi culo y lo dejaba más a su merced. Mi tío tenía una cara de gozo, de placer, de excitación, debido a que pudo haber sometido a un hombre tan varonil como yo. Me lo recalcaba en todo momento, me hacía sentir sucio, me hacía sentir mal conmigo mismo por la forma en la que me trataba.
Tío: —Así, así sobrino, así. Cómetela más, cómetela toda. Mira como tienes este culo, esta todo abierto. ¿Sientes cómo te la estoy metiendo? Que hombre tan mas varonil, que culo tan mas apretado. Ah, ah, ah, me encanta tu culo, mi amor. Je, je, je, ahora eres mi puto. Tienes la verga de otro hombre en tu culo. Ufff, que rico culito me estoy destruyendo. ¿así te cogías a tus viejas, verdad?—. Me decía una y otra vez.
Yo solo gemía en cada una de sus preguntas o con lo que me decía, algunas cosas resonaban en mi cabeza y me producían bastante confusión.
Tío: —Te quise penetrar desde el momento que te vi. Jamás me imagine que te pondrías así de sabroso cuando era niño. Eh, dime si vale la cogida ese reloj que te regalé—.
Mi tío me seguía penetrando. De pronto, se abrazó a mi cuerpo, casi recargando todo su pesor contra mí. Yo tuve que hacer fuerza apoyándome con mis brazos para no sucumbir a su pesor. Mis pensamientos desaparecieron, concentrándome en aquel momento. Los gemidos cambiaron, empezaron a ser diferentes. Mi tío me aprisionaba con toda su fuerza, aferrándose a mi torso y bajando la intensidad de sus movimientos, pero aumentando la brutalidad con la que yo era penetrado. —Ah, ah, ah—, empezó a salir de la boca de mi tío. —Ah, ah, me vengo, ah—, comenzó a gemir más fuerte.
Sentí algo viscoso dentro de mi ano. Algo caliente que salía de la cabeza de la verga de mi tío. Era su leche, estaba sembrando su leche adentro de mí. El primer disparo llegó junto con un fuerte golpe de su pelvis en mis musculosas nalgas. Se quedó vaciando su primer golpe dentro de mi culo por unos segundos. Un segundo golpe llegó y claramente pude sentir otro disparo de leche. Mi culo se sentía saturado, estaba hinchado de tantas metidas de verga que había tenido ese día, tanto por dentro como por fuera y ahora, su leche estaba inyectando toda mi cavidad.
Mi tío me seguía abrazando con fuerza a mí y un tercer golpe llegó, dejándome un nuevo brote de su leche en mis entrañas. En total, fueron cinco descargas de leche las que mi tío me dejo adentro de mí.
Yo estaba anonadado, sentía ese líquido recorriendo mi cuerpo, subiendo, buscando algún lugar donde salir e intentando escapar, yo no sabía qué hacer. Había una sensación extraña dentro de mí. Como si necesitará ir al baño. Me comencé a mover, pero mi tío no me dejo. No pude aguantar mas y terminé cayendo boca abajo a la cama, cayendo mi tío conmigo y aplastándome con su cuerpo gordo.
Sentía que mi culo palpitaba. Me dolía. Mi tío, lentamente fue cobrando fuerzas y después de que su verga se hizo pequeña adentro de mí culo, la retiro de mi ano. Al instante un pock se escuchó, como cuando destapas una botella de vino, dejándome una sensación de vacío muy grande entre mis nalgas. Con miedo, pase mis manos rápidamente por mi culo y no podía creer lo que sentía. Ese hueco era mi culo. Mi tío me lo había dejado bien abierto, quizás como del tamaño de una botella de 600 ml de coca cola, o una cosa así.
Me sentí totalmente humillado. ¿Cómo iba a poder seguir siendo hombre si tenía el culo de esta manera? Todo abierto. Tenía mis dedos todavía explotando aquel agujero que me había quedado cuando los hijos de mi tío empezaron a escurrir entre mis dedos, escapándose de mi ano. Su leche escurría fuera de mis nalgas, escurriendo sobre mis piernas. Mi tío estaba como hincado sobre la cama, viendo mi cuerpo vencido y con las manos en la cintura, como en pose de triunfo, de gloria, viendo a su presa y lo que se había comido.
Tío: —Hiciste un gran trabajo sobrino. Tu culo es perfecto—. Se limitó a decir mientras se levantaba de la cama.
Sus palabras hicieron eco en mi cabeza y logró hacerme sentirme más humillado y me puse en posición fetal, sintiendo como mi culo se iba vaciando de su leche, con esa sensación de que estaba abierto, roto y que había un tremendo vacío que no cerraba por mas fuera que ponía. Además de un dolor que no me dejaba pararme. Me sentí tan humillado que comencé a llorar como bebe.
Mi tío al escucharme llorar, me intentó tranquilizar, mostrándome el reloj que tenía en el brazo y sobándome muy tiernamente mi cabello. Aquello solo me hacía sentir más sucio.
Me tranquilicé a los minutos y me quedé con la cabeza hundida en la almohada. No quería caminar. Mi tío por su parte, se había levantado de la cama y se había puesto el dimito short con el que me había recibido.
Tío: —Será mejor que te quedes acá esta noche—. Me dijo mientras caminaba por la habitación recogiendo mi ropa. Tomo mis bóxeres y los aspiro fuertemente. —Huelen a macho, como me gustan—. Me dijo y me los aventó en señal de que me los pusiera.
Quizás tenía razón y debía de quedarme con él. No quería salir, no quería ver al portero, al del Uber o micho menos a mis papas o a mis hermanos. Me sentía sucio, humillado, quería desaparecer de ese mundo. Sentía que todo el mundo me iba a juzgar y que sabrían lo que había hecho. Pero al mismo tiempo pensé, si me quedo acá más noche me va a querer coger nuevamente.
Reponiéndome a mi situación, me levante de la cama. Tome mi bóxer y me los coloque. El dolor de mi culo era insoportable. Caminaba sintiendo un vacío, una sensación extraña en mi culo. Torpemente avance a donde mi tío había dejado mi ropa. Le comenté que me tenía que ir, que no había avisado que llegaría tarde y que mis papas se preocuparían.
Mientras me vestía, mi tío seguía recorriendo mi musculoso cuerpo, sin importarle que ya hubiese tenido placer conmigo. Recorría sus manos como si fuesen la primera vez que tocaran mis músculos, de una forma igual de morbosa que hace unos momentos.
Caminaba torpemente y me acompaño a la sala. Ahí me dio de tomar un poco de agua en lo que esperábamos el Uber, me comentó que todas las mañanas vendría el servicio de limpieza y que si quería mudarme cuanto antes a su casa. Yo le respondí que tenía varias cosas que pensar antes de hacer eso. Me daba pena verlo a los ojos, él, por el contrario, sentía o hablaba con un aire de superioridad a mí, de victoria. Sus palabras se sentían vigorosas y la posición de su cuerpo era ventajosa.
Me dijo que me entendía. Me recordó que mañana teníamos que ir al banco. Le dije que no se si podría levantarme de la cama porque me dolía mucho mi culo. El solo se río diciéndome que me dejo para necesitar silla de ruedas. Una pequeña risa salió de mi rostro, recordando cuantas veces les había dicho a las chicas que las cogerías hasta dejarlas, así como me sentía yo ahora.
El Uber llegó y al despedirme, justo en la puerta. Me comenzó nuevamente a besar en la boca, en todo el momento que me había cogido, jamás me había intentado besar. Yo no puse resistencia, pero tampoco coopere con el beso y solo dejé que su asquerosa lengua recorriera mi boca, la metía adentro y me mordía mis labios. Sus manos buscaron mis nalgas en mis apretados jeans y las metió por abajo, penetrándome otra vez con sus dedos. Estuvimos así como por dos minutos, hasta que me soltó. Abrió la puerta y yo intenté caminar lo más normal posible, fingiendo que tenía una lastimada en el pie. Mi tío esperó a que me subiera al coche. Al subirme, no me podía sentar bien, le dije al del Uber que me había caído y me había lastimado el ´pie, colocando el haciendo hacia atrás y estirando mi pierna como para sentarme deladito.
No quise platicar con el chico del Uber, aunque este me intentó sacar platica. En mi mente estaba lo que había pasado.
Al llegar a mi casa, bajé con bastante trabajo. Abrí la puerta y mis papás estaban en la sala. Cuando vieron como venía sin poder caminar, uno de mis hermanos bromeo con que me habían cogido tan duro que me habían dejado lastimado. Yo me enojé y mi mamá lo regaño, preguntándome que, qué me había pasado. Les dije que nada, que jugando futbol con amigos me habían hecho una jugada que me había lastimado. Mi mamá se ofreció a darme un mensaje, pero les dije que no, que lo que quería era descansar y que, si me seguía sintiendo así, mañana no iría a la escuela.
Me subí a la habitación y me acosté en mi cama. Caí en un sueño profundo despertando hasta el otro día. No fui a la escuela porque de verdad, aquello me dolía mucho además de que me sentiría avergonzado con todos, aunque ellos no supiesen anda de lo que había pasado.
Así comenzaba la historia con mi tío. De esta forma pude cambiar mi vida. Ya les esté contando que más cosas hicimos y como poco a poco, me fui adentrando en el mundo de la prostitución masculina para tener todos mis caprichos.
Gracias por haberme leído, les recuerdo que como siempre existe un video de este relato, el cual pueden visualizar a través de este enlace: https://ladosensible.blogspot.com/2019/05/le-vendo-mi-culo-adolescente-virgen.html
Ahí también encontraran más videos y relatos similares a este. Date una vueltecita.
Gracias por sus comentarios, me ayudan a seguir creciendo y motivando a contar nuevas historias. Puedes escribirme a [email protected]
Hasta el próximo relato.
Interesante y muy excitante en verdad.
Muchas gracias!!!!
Wow! Muy exitante de verdad. Es verdad lo del relato o es inventado?
Donde estan los siguientes Capítulos?
Como me gustaria haber conocido y tener un tio asi