Soy su tío.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por pimball.
Todos mis relatos son producto de mi imaginación… espero que los disfruten…
Mi nombre es Jorge y les voy a contar lo que sucedió con mi sobrino Carlitos. Sucedió el año pasado cuando fui a visitar a mi medio hermano, que llamaré hermano ya que somos muy unidos. Yo tenía 48 años, acababa de divorciarme después de 2 hijas y 16 años de matrimonio. La causa de mi divorcio fue que había descubierto mi inclinación gay después de una aventura con un compañero de trabajo y luego de unos meses, sencillamente no podía estar con mi esposa por lo que le pedí el divorcio, obviamente sin revelar mis verdaderas razones.
Yo estaba muy confundido, me sentía solo y abrumado por mis pensamientos, por esas razones mi psicólogo me recomendó pasar un tiempo en familia. Decidí que la mejor opción era pasar un par de semanas en casa de mi hermano Ramón, el mayor de mis hermanos y 15 años mayor que yo. Ramón vive en una ciudad balnearia que en verano está llena de turistas, con su esposa tienen tres hijos, dos mayores que viven con sus respectivas parejas y Carlitos que es un adolescente de 14 años.
La bienvenida fue muy acalorada, Ramón estaba muy feliz de que pase unas semanas con su familia y enseguida organizó una gran cena familiar en la que nadie dejó de asistir. Pero era verano y para los que viven en la costa, eso significa que hay mucho trabajo, por lo que durante el día estaba prácticamente solo. El único que estaba de vacaciones como yo, era Carlitos que aún no trabajaba y se la pasaba con amigos yendo de acá para allá. Por lo tanto yo seguía solo y para colmo ni siquiera había gays como para poder calmar mi calentura. Lo único que hacía era ir a la playa todas las tardes, tomaba sol en la arena como un lagarto.
Al tercer día, cuando ya creía que los días iban a ser todos iguales y mientras estaba panza arriba en la arena tomando una siesta, un baldazo de agua fría me despierta de golpe. Me incorporé de golpe y furioso, iba a moler a golpes al culpable, entonces escucho unas risotadas, que al voltear hacia ellas veo a mi sobrino Carlitos. Mi humor cambió y riendo le dije.
– Ahora vas a ver cuando te agarre chiquilín.- le grité y lo empecé a correr.
Corrimos un buen trecho y al final lo alcancé en la orilla del mar, lo agarré y arrojé por el aire hacia las olas. Luego nos reímos y comenzamos a jugar en las olas.
– Menos mal que viniste Carlitos, ya estaba embolado de no hacer nada.- le dije.
– Es verdad tío, de tanto tomar sol, ya estás hecho un tomate, jajajaja.
– Hecho un tomate? Ahora vas a ver…- dije haciéndome el enojado.
Enseguida seguimos jugando entre las olas y él se trepaba a mí usándome de trampolín para hacer clavados en el mar. Un momento después, de repente el niño manotea mi pene sobre mi short por al menos un par de segundos ya que yo no pude reaccionar por la sorpresa que me había dado.
– Jajaja, tío Jorge, que pedazo de verga que portas!!!- me dice riendo después de soltar mi miembro.
– Pero que haces nene tocándome la chota?- dije con un tono enojado. Pero al ver que el niño se puso nervioso tras mis palabras, agregué.- Eso te parece grande? Grande es cuando la tengo dura, flor de poronga que tengo! Asusta pendejo! Jajajaja.- dije riendo.
– Jajajaja! Que hijo de puta tío! Tan grande?- dijo riendo.
– Chiquitín, si la paro la puedes usar como trampolín. Jajaja!- dije metafóricamente a modo de chiste.
En verdad mi verga es realmente grande, como 23cm de largo y extremadamente ancha cuando está bien dura llegando a más de 8cm de diámetro. Pero además, flácida era bastante grande y con razón Carlitos se había sorprendido. También noté que se había excitado al tocarme y se notaba una rígida erección debajo de su short, lo que hizo que mi verga empiece a crecer debajo del mío.
– Y bueno tío, uso el trampolín?- me dijo Carlitos señalando mi erección.
– Eh, bue…- me quedé otra vez sin reaccionar.
Antes que pueda decir nada el joven ya había tomado mi verga y subido a ella, para luego arrojarse al mar. Una y otra vez repitió sus saltos apoyándose en mi verga y yo no pude evitar que mi erección aumente al máximo. Sabía que no era correcto lo que estaba haciendo, pero mi libido no respondía ante semejante escena, ver al niño con su verga totalmente erecta y jugando con la mía era algo indescriptible. Pero al cabo de un rato pude sobreponerme y le dije…
– Bueno Carlitos ya basta, tenemos que salir del agua.
– Y vas a salir así, tío?- me preguntó riendo, mientras señalaba la carpa que tenía debajo del short.
– Bueno, vamos a esperar que se me baje y salimos.
– Y como vas a hacer? Con todo ese pedazo de verga vas a tardar una eternidad, jajaja. Salvo que acabes.- agregó.
– Es verdad pendejo, la forma más rápida es acabando, pero acá no me puedo hacer la paja, me verían todos.- le dije.
– Si vamos más al fondo nos pajeamos con las pijas sumergidas y nadie lo va a notar.
– Yo pensaba lo mismo, vamos más al fondo.- le ordené.
Los dos disimuladamente nos bajamos los short y comenzamos a masturbarnos. Ya concentrado en mi paja, otra vez soy sorprendido por mi sobrino el cual salta con sus pantalones bajos montando su culito desnudo sobre mi verga y dándome un abrazo comienza a saltar sobre ella, haciendo que me ponga como loco de excitación.
– La querés adentro Carlitos? Te la voy a dar!- le dije, tomando fuertemente al niño de sus caderas.
Enderecé mi pija apuntando hacia su culito y le introduje unos cm de mi cabeza en su orificio, sin dejar que responda a mi pregunta. Él solo atino a gritar e inmediatamente chorros de esperma brotaron de su pene eyectándose hacia mi pecho. Cuando vi su leche salir de ese aún poco desarrollado pene y sin casi vellos alrededor, mi calentura llegó a un punto sin retorno y a punto de explotar, empujé sus caderas hacia abajo penetrando varios cm de mi verga en su ano al cual estaba desvirgando. Carlitos solo pegó un grito e inmediatamente después, descargué mi esperma dentro de su culito.
– Caliente…- fue lo único que dijo dejándose caer sobre mi pecho totalmente exhausto y abrazándome.
Con cuidado saqué mi verga de su ano el cual toqué descubriendo que su anatomía ya no era la misma. Dejé que el niño recupere un poco de energía mientras lo alzaba y sin mediar palabra alguna emprendimos el camino de regreso.
La culpa me carcomía, no podía dejar de pesar en que mi sobrino le pudiera contar a mi hermano. Pero además era mi sobrino, el hijo de mi hermano, tan solo un niño de 14 años y apenas si se había desarrollado, de 1,60m con su cuerpito delgado y sin pelo alguno contrastaba con el mío, un gigante oso de casi 1,90m muy corpulento, panzón y velludo. Él me había provocado, pero el culpable era yo sin dudarlo, esta vez ser el potente macho vergón que nunca falla, me había jugado en contra y las pruebas estaban en ese pequeño ano desflorado.
Esa noche casi no pude pegar un ojo, pero por la mañana siguiente, estábamos desayunando ya solos.
– Che, Carlitos.- llamé su atención.
– Si tío.
– Con respecto a lo que pasó ayer en la playa, no me gustaría que se enteren tus padres. Creo que está mal lo que hicimos, me siento muy avergonzado y además culpable.- le dije.
– No te preocupes tío, yo no voy a decir nada. El que te provocó fui yo.
– Pero eres menor de edad y no está bien.- agregué.
– Tío, a pesar de tener 14años, yo ya sé lo que me gusta y soy responsable de eso, así como soy responsable de las cosas que digo. Además a mi me gustó mucho y creo que a vos también.- me dijo poniéndose serio.
– Me alegra escuchar eso Carlitos, también lo disfruté mucho, pero no dejo de ser el responsable. Ya habías estado con alguien?- le pregunté.
– Jajaja. Sí, pero solo pajas cruzadas con algunos amigos, nada más.- dijo un poco nervioso entre risas.
– Yo también, pero nunca con alguien tan joven y menos en la playa.- le comenté.
– Y yo nunca había visto una verga tan grande, va en realidad la sentí, no la vi. La puedo ver?- me preguntó con una sonrisa pícara.
– Te quedaste con ganas veo. Y bueno, total… ya la tengo parada.- le respondí manoteándome el bulto para que él lo viera.
Pelé mi verga y él se agachó observándola con detalle. Luego la tomó con sus manos rodeándola, como reconociendo sus dimensiones.
– Tío Jorge, es realmente enorme, increíblemente gruesa y muy bella.- me dijo.
Luego le pasó la lengua como si fuera un helado y después comenzó a mamarla.
Esa mañana Carlitos fue otra vez mío y varias veces más durante el resto del día, así como el resto de los días de mi estadía en casa de mi hermano.
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