Soy un bisexual asumido
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Tantas veces me pregunté qué hubiera pasado si en lugar de quedarme callado hubiese respondido a su pregunta.
La historia comienza hace unos 15 años, cuando yo tenía 35. A esta altura yo ya tenía definido mi perfil bisexual, amo a las mujeres y amo ser pasivo con los hombres. No es que me haya sido sencillo asumirlo pero después de varios años puedo decir que lo tengo claro, aunque mi perfil homo no lo comento a los gritos sino solamente con aquellos a los que me interesa tenerlos adentro.
Podría contarles que desde pequeño, como a la mayoría como yo, me intrigaba saber cuál sería la sensación de sentirse penetrado y que por eso investigaba constantemente introduciéndome cuanto objeto fálico caía en mis manos, en la soledad del baño liberaba mi instintos bisexuales y me masturbaba mientras usaba esos pacificadores anales. El tiempo me fue llevando a aprender a descubrir oportunidades y a los 22 años tuve mi primera experiencia homosexual, como heterosexual había debutado años antes. Mario, un compañero de la facultad, se me insinuaba, de alguna manera se había dado cuenta de que me atraía, hasta que finalmente una noche después de los festejos por haber aprobado Análisis Matemático nos quedamos a dormir, un poco borrachos, en mi departamento y entre juegos y risas sentí que me acariciaba mientras estábamos sentados en el sillón del living y yo lo dejé hacer, así riéndonos empezó dándome besitos en el cuello y al hacerme estremecer él sintió que ya era un hecho y de ese modo me entregué sin hablar, sin comentarios y porque no decirlo… sin dilaciones !! Fue un maravilloso debut en el que por fin pude sentir un miembro tieso dentro de mi y la hermosa sensación de sentirse sometido a los deseos de un hombre que cabalgó sobre mi hasta que quedé totalmente convencido de ya era un camino sin retorno y que definitivamente quería volver a sentir el placer de la penetración.
Mario y yo seguimos teniendo sexo durante muchos años, pero él no fue el único. Durante ese tiempo tuve diferentes experiencias, algunas más felices que otras pero en general todas placenteras. Cada día me convencía más de que la bisexualidad era mi realidad. Cuando yo penetro a una mujer tengo una sensación indescriptible de placer, pero cuando me penetran siento otra sensación, también indescriptible, pero distinta. Aún hoy es imposible, para mí, definir cuál de las dos es superior, creo que eso es inútil ponerse a pensar en ello. Disfruto ambas situaciones.
En una ocasión tuve la idea de contratar a una pareja de profesionales que publican en una página de Internet, hombre y mujer, para tratar de tener las dos experiencias en el mismo momento. Ella era muy bonita, rubiecita de hermosos pechos, pequeños pero hermosos. Él, era un muchacho bien varonil, con un lindo instrumento de más o menos 19 x 6, bien duro. Hice la experiencia y creí que me moría de placer, me faltaba el aire, ella estaba en la posición perrito y yo detrás de ella penetrando su maravillosa vagina y él detrás de mí, penetrándome. Estábamos como sincronizados, teníamos un ritmo único los tres gemíamos al unísono, entrábamos y salíamos al mismo tiempo, cuando uno sentía que el otro aceleraba, aumentaba el ritmo para estar siempre juntos, lo mismo sucedía si alguno aflojaba la velocidad. Acabamos con diferencia de segundos, los tres. Puedo asegurarles que fue una experiencia única, pero no pude definir por dónde gocé más. Lo repetí varias veces durante los años que siguieron y siempre tuve la misma indefinición. Pasar la lengua por una vulva jugosa es maravilloso pero también lo es, aunque distinto, tener un miembro en la boca desde el comienzo y sentir que se va endureciendo mientras lo mamo con delicadeza o pasión.
Como les comenté mi relación con Mario se fortaleció y seguimos teniendo sexo varias veces a la semana. Ambos teníamos novia y ninguno de los dos le confesó a su pareja que nuestros encuentros, para estudiar, eran en realidad interminables sesiones de sexo además de estudio. Finalmente nos recibimos los dos y conseguimos trabajo en diferentes empresas, ambos con buenas posiciones económicas, yo mantenía mi departamento y Mario pudo comprarse el suyo. Entonces nos juntábamos indistintamente en uno u otro. A los 35 años, yo había decidido casarme y se lo comenté a Mario cuando llegué a su departamento. Su reacción fue inesperada, comenzó a decirme cosas que nunca me había dicho hasta que finalmente me confesó que estaba enamorado de mí.
Me tomó absolutamente por sorpresa, yo sentía por él un gran afecto, un irrefrenable deseo de sentir su hombría dentro de mí pero no amor. Le dije que lo sentía mucho pero que yo no podía corresponder su amor, que estaba enamorado de mi novia y que estaba decidido a casarme con ella y formar una familia heterosexual. Hubo un momento de silencia y me levanté para irme, cuando él me detuvo y me hizo la pregunta: – ¿Por qué no te quedas a vivir conmigo? Me quedé en silencio, lo miré y bajé mi mirada, su ansiedad por mi respuesta hacía que me mirara insistentemente, con un esbozo de sonrisa en sus labios. No respondí nada, y en silencio me fui sin saludarlo.
Tantas veces me pregunté qué hubiera pasado si en lugar de quedarme callado hubiese respondido a su pregunta.
Tengo ahora una familia maravillosa, esposa y tres hijos (dos varones y una niña), tengo 50 años. Durante estos 15 años, muchas veces pensé: -¿y si estaba equivocado?, ¿y si realmente, en algún momento lo amé?, ¿podría haber tenido una pareja de mi mismo sexo? De más está decir que nunca encontré, hasta ahora, la respuesta. Sigo teniendo experiencias bisexuales, a escondidas, pero nunca volví a tener la misma relación, con nadie, como con Mario.
Si tienen ganas escríbanme a arcami876@hotmail.com
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