Su cumpleaños 18 – Parte 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Tengo un departamento en CDMX, vivo solo.
Un día llegaron al departamento de al lado una señora y su hijo Juan de 17 años.
Cuando llegaron nos presentamos y hablamos de la zona y de todo un poco.
La señora trabajaba por las tardes y Juan estaba solo desde que llegaba de la escuela.
Yo salgo a hacer ejercicio a la unidad deportiva y regreso generalmente al rededor de las 4pm.
No estoy gordo pero tampoco soy delgado, creo que tengo un cuerpo fuerte y buena condición física.
Juan solía ir a buscarme para pedirme algo prestado o preguntarme cosas (era obvio que quería platicar, pues estaba mucho tiempo solo.
Yo sabía que necesitaba un amigo, pero no quería meterme en problemas por malos entendidos, así que siempre era amable con él pero ponía mi límite.
Un día estaba por salir, estaba sólo con toalla en la cintura porque acababa de bañarme, y tocaron a la puerta.
Vi que era Juan y abrí, él me vio de arriba a abajo rápidamente y fijó su mirada en mi cara de manera muy forzada, me preguntó si tenía Internet, le dije que sí, dijo "OK, gracias" y se fue rápidamente.
Escuché la puerta de al lado cerrarse.
Fue raro, así que decidí ser más cuidadoso.
En otra ocasión llegué muy acalorado del ejercicio, entrando me quité la playera y el short, y noté que no estaban las llaves, "seguramente abrí y no la saqué de la cerradura", pensé.
Abrí la puerta y ahí estaba la llave, y ahí estaba también Juan, a punto de tocar.
Esta vez me miró de arriba a abajo varias veces hasta por fin fijar nuevamente su mirada en mi cara, yo me apené y le dije "perdón, esque tenía mucho calor", y pensé "carajo, parece que lo hago a propósito".
Juan sólo dijo "no, está bien (tragó saliva), nada más te iba a saludar.
Bueno, nos vemos", y se fue rápidamente.
Escuché la puerta de al lado cerrarse.
A partir de ese día comenzó a usar short todos los días (lo cual era comprensible porque hacía mucho calor en esa época), luego comenzó a usar playeras sin mangas y un día finalmente fue a tocar mi puerta sin playera.
Yo trataba de no fijarme porque no quería problemas, pero el joven era evidentemente atlético y muy atractivo.
Un día, en la unidad deportiva "ligué" a un chavo moreno de mi edad, Raúl.
Lo llevé a mi departamento y al llegar vi a Juan sentado afuera de su casa leyendo una revista, sin playera.
Lo saludé normal (aunque él se veía muy interesado en mi nuevo amigo), Raúl y yo entramos al departamento.
Una vez en la sala le dije a Raúl que primero tomaría una ducha porque estaba sudado y me daba pena, a lo que respondió "ya así" y me bajó de golpe el short y el boxer y comenzó a mamar mi pene aun flácido.
Yo me excité mucho y comencé a tener una erección en su boca.
Se puso de pie y nos besamos, y comenzamos a tocarnos todo el cuerpo.
Primero nos quitamos las playeras y pude ver sus pectorales no muy marcados pero duros, su abdomen flácido y sus brazos fuertes.
Le di la vuelta y qué espectáculo: la raya marcada de la espalda que tanto me gusta, adornada con esos hoyitos que se forman entre la espalda y las nalgas, y hablando de nalgas, estas eran unas hermosas esferas redondas sin vello alguno, presionando fuertemente una contra la otra, y escondiendo celosamente el tesoro final.
Tomé sus manos, las puse en su pecho y las deje ahí para que se marcaran los músculos de sus brazos con la flexión, y los acaricié lentamente desde los codos hasta los hombros, luego bajé por su espalda con mis palmas jugando con la línea de en medio con mis dedos, y me agaché para finalmente acariciar y estrujar esas hermosas nalgas.
Volví a subir y esta vez besé su cuello, lo abracé y lo llevé a la alfombra, lo puse en 4 en dirección a la puerta y di dos pasos atrás para contemplarlo unos segundos, hermoso.
Comencé a abrir sus nalgas mientras las mordisqueaba, encontré por fin su ano sin vello alguno, ligeramente oscuro, e introduje un dedo.
Raúl comenzó a respirar rápido y yo seguí jugando con mi dedo mientras lamía al rededor y lo masturbaba con mi otra mano.
Era hora de otro dedo, lo introduje y Raúl gimió y me excitó más.
Seguí jugando y quería meter otro dedo pero pensé "tampoco quiero que esté tan abierto", así que saqué los dedos, me puse rápidamente un condón y, después de un último y cariñoso beso a su ano, comencé a empujar mi pene lentamente, entrando primero la cabeza.
El dilema entre tener cuidado y entrar bruscamente terminó cuando Raúl hizo un movimiento que marcó la línea de su espalda y sus brazos, no pude más y empujé con fuerza y entró la mitad de mi pene haciéndolo gritar, fuera de mí empujé nuevamente hasta que mis testículos tocaron su entrada.
Compasivo, me detuve unos segundos para acostumbrarlo, para luego comenzar a embestir con furia ese hermoso cuerpo de hombre.
Ese macho era mi esclavo ahora.
Pero confieso que no pude resistir mucho pues además de su delicioso cuerpo y sus excitantes gemidos, Raúl presionaba mi pene con su ano de manera excepcional.
De pronto presionó más fuerte, parece que estaba eyaculando, yo no soporté y eyaculé, un disparo tras otro mientras el seguía presionando su ano como tratando de exprimir mi pene.
Yo no podía abrir los ojos, pensé que iba a desmayarme.
Lentamente fui regresando a la realidad, sentí nuestras respiraciones agitadas, el sudor, mi pene aun dentro de su ano y mis manos en sus caderas, él seguía masturbándose y yo tomé aire para dar un gran suspiro, y lentamente abrí los ojos, lo que vi me paralizó: la cortina de la ventana junto a la puerta estaba un poco abierta, y había alguien espiando.
Lo vi directo al ojo (lo único que se veía), y el espía se fue corriendo.
Segundos después escuché la puerta de al lado cerrarse.
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