t) Papá sale del hospital
Llenaba todo mi recto y jadeaba del esfuerzo igual que yo, había entrado todo, su polla latía furiosa en mi culo y lo moví en círculos leves para notar su grosor y dureza..
Continuación de: Alex y su amistad
Los días siguientes hacíamos nuestra visita de rigor y Alex volvió a hacerse presente, todo transcurría sin complicaciones y ya no tenía motivos para informarme, pero él lo hacía, llegándose hasta la habitación, o pidiéndome que le acompañara a su despacho, o a tomar un café si podía dejar sus obligaciones.
A veces, en su despacho y estando solos, utilizaba cualquier truco para tocarme o incluso darme algún beso discreto, creo que no deseaba que me asustara y pretendía conquistarme despacio y a su manera.
Cuando estaba con Rafael, éste no dejaba de comentar esas situaciones, insistiendo en que el doctor lo que quería en realidad era follarme. Él sí que lo hacía cuando se le apetecía, continuaba tan semental como el primer día sin cansarse y todos los días me hacía tener sexo, sin obligarme, es verdad que todo era voluntario, ya que me volvía loco y yo lo deseaba también al verme sin otro macho que me alimentara.
Mi padre estaba en condiciones de dejar el hospital y Alex lo retuvo dos días más, una de esas tardes apareció una auxiliar y preguntó por la persona que se haría cargo del enfermo, tenía que enseñar al responsable como hacerle la limpieza personal, pasaría una temporada, sobre todo hasta que le quitaran los puntos de las heridas, que no podría moverse.
El responsable era yo, el hijo mayor, lo normal en estos casos. Corrió la cortina que privatizaba y partía la habitación en dos y desnudó a papá, eso era fácil con la bata de hospital abierta por la espalda, y lo complicado era elevarle la pierna dañada, causándole el menor dolor posible para limpiarle el culete, lo más delicado era limpiarle los órganos viriles reproductores, tenían toallitas humectadas especiales que lo hacía algo más fácil, de todas formas le veía a papá turbado cuando la chica auxiliar, con suma facilidad, le cogía el pene y le bajaba el prepucio para limpiarle el glande, o cuando tenía que andarle con las manos entre los huevos.
Solamente le habían afeitado la pierna hasta la ingle y el resto era un bosque de pelos que le cubría los testículos y la base del pene, notándosele como se excitaba sin poder evitarlo cuando la auxiliar le tocaba.
El primer día yo solo miraba y el segundo me hizo responsable de la limpieza ante su atenta mirada. Notaba a mi padre electrizarse al entrar mi mano en contacto con su verga y los testículos, lo mismo que le sucedía con la chica y resultando difícil que ella no se diera cuenta.
-No se preocupe por sentirse excitado, es normal en todos los pacientes. -sus palabras resultaban un alivio, tanto para mí como para papá y dejó de esforzarse permitiendo que el pene se endureciera a su voluntad.
-Así resulta más fácil la limpieza, o sea que no tenga vergüenza de que se le ponga erecta, estamos acostumbrados a que suceda. -la auxiliar tenía razón y con el tiempo, cuando tuve que ser yo el que le limpiara, me daría cuenta.
Alex se preocupó de conseguirnos una ambulancia y que nos acompañara el personal necesario para subirle las escaleras de la casa en una camilla, él se ocuparía de que el servicio móvil nos visitara para las curas, y si fuera necesario iría él mismo para quitarle los puntos de las heridas. Todo un detalle de amabilidad por su parte.
-No olvides que te llamaré para quedar y poderte invitar a comer o a cenar, lo que te apetezca. -y fue la primera vez que abiertamente y sin tapujos me besó los labios y le devolví su beso abrazándolo aunque no sabía si era por el agradecimiento que sentía, o porque me sentía atraído por él.
-Gracias Alex nunca olvidaré lo que has hecho por nosotros. -fuera de forma interesada, como decía Rafael, o no, el caso era que nos había ayudado y apoyado en esos momentos de desconcierto para nosotros.
Al fin teníamos instalado a papá en su habitación. Todo traslado resulta traumático para un herido en su situación y aquellos camilleros lo hicieron como profesionales que eran y lo mejor que pudieron.
-Ya estás en casa otra vez, ahora sin impacientarte tienes que esperar a recuperarte como te ha dicho el doctor. -de momento puso buena cara y a la noche le subimos la cena sin que se negara a comer y seguir mis instrucciones.
Nos despedimos de él para irnos a dormir y al salir al pasillo Rafael me empujó hacia la habitación que comparte con José, al lado de la de papá.
-No, papá se dará cuenta de lo que hacemos. -no me dejó hablar más y cerró la puerta cuando entramos. Parecía que pretendía, precisamente, que papá supiera a ciencia cierta que estábamos follando, que escuchara nuestros suspiros y gritos de placer en respuesta a lo que ellos tuvieron que oír en el pasado.
Apagó la luz del techo dejando una lamparita que difuminaba una suave luz y me guío a la cama.
-Rafa, esto me resulta violento.
-Y muy morboso también, ¿no me digas que no te excita saber que papá nos oye?
-Sí, pero… -me puso la mano en la boca para que dejara de hablar.
-Desnúdate que esta noche será gloriosa.
Obedecía como un robot y me quité la camisa mientras me miraba atentamente, se acercó a mí y nos miramos un momento a los ojos, aun no comprendía del todo lo que pasaba, solamente que íbamos a follar y a papá podría molestarle.
Me quitó la camisa de las manos y me besó en la frente.
-No te inquietes hermanito, no pasa nada, nosotros lo pasábamos bien cuando era él quien te gozaba y seguro que disfrutará como nosotros hacíamos. -sentía sus manos fuertes y cálidas pasando por mi espalda hasta llegar al mi culo.
Resultaba sorprendente que aquellas manos me hicieran electrizar y se me erizara el vello, que fueran más grandes y fuertes que las mías cuando yo tenía cuatro años más que él. Se sentían ásperas pero suaves al pasar deslizándose por la espalda hasta llegar a la cintura terminado por bajar hasta las nalgas.
Solamente con estas sensaciones me tenía dominado, entregado a un puto crío que a la vez era mi hermano, solamente por esas sensaciones merecía la pena arriesgarse a la reprimenda que nuestro padre no diera al vernos.
Le fui quitando la camisa sin que dejara de pasar las manos por mi cuerpo y besarme el cuello, buscando que me tranquilizara y me sonrió al verme el gesto de quitarle la ropa y que respondiera a sus deseos sin protestar. Podía fijarme en su pecho marcando los pectorales y sus anchos hombros mostrando algo de hueso, las rosadas tetitas varoniles y perfectas.
Me tendí para dejarle que me quitara los pantalones con lentitud mientras exploraba la piel de mi cuerpo que se le iba mostrando, los dejó sin sacarlos del todo y me volvió a abrazar para besarme las mejillas y el cuello pasando a susurrarme en el oído.
-Los vamos a pasar bien, sabes que te quiero, eres tan dulce y tan fresco. -Rafa era totalmente diferente a lo de otras veces donde solo pensaba en gozarme y meterme la polla en el culo, se sentía irreal y era cierto.
Comencé a mi vez a acariciarle y tocarle sus morenitas tetitas, y llenarme la mano con sus pectorales, para ir bajando y quitarle el resto de la ropa y encontrarme su pene, duro y erecto, me parecía más grande y se movía cimbreante en el aire.
Lo miré con ganas de llevármelo a la boca.
-Parece que te ha crecido, se ve imponente. -se lo cogió con la mano y sonreía orgulloso de verme asombrado, miraba a su polla y luego me miraba a mi feliz y contento de que lo encontrara tan viril y bien armado.
Mi apetito por comerle la polla hacía que la boca se me llenara de saliva, deseaba volver a sentir su sabor, el calor que desprendía y alargué la mano para sujetarlo y que no se escapara.
-Espera, hay tiempo para todo. -se colocó de rodillas para quitarme el slip y dejar mi pene al aire, se inclinó y le dio un beso en el glande, luego se tumbó sobre mi haciendo que nuestras vergas quedaran juntas y con la mano derecha me acariciaba el costado del cuerpo hasta llegar a las nalgas, y cogerlas con la mano apretándolas y metiendo la mano entre ellas, en el centro de la raja que formaban.
-Tienes caliente el culito, es tan rico, tan precioso. -pasó un dedo por el ano y gemí, lo hice fuerte, como me salía de la garganta, sin contenerlo ni pensar que detrás de la pared nuestro padre escuchaba cualquier ruido que hiciéramos.
Nos revolcamos buscando que las pieles se sintieran y nuestras vergas se rozaran.
-Rafa, Rafita mío, mi hermanito gruñón, me siento tan bien a tu lado. -después de dar varias vueltas besándonos y fundiéndonos las bocas se quedó por encima, apoyando su cuerpo sobre el mío, como habíamos empezado; ahora con los codos apoyados en el colchón y los brazos pasando por debajo de los míos, enredados, pero podía con las manos seguir acariciando mi cara y mis orejas.
No dejaba de moverse arqueando la espalda y dejando todo el peso sobre mi cuerpo, o enredaba las piernas con las mías, juguetón mientras me daba la lengua y nos las chupábamos.
A mi vez pasaba las manos por su fuerte espalda, parándome en los lugares donde mostraba su parte ósea, o le acariciaba la nuca apretándolo para que me diera mas lengua, o por la cintura hasta llegar a sus nalgas y meterle la mano por su raja hasta llegarle al ano, no se opuso, solo emitió un suspiro hondo, le habría metido un dedo, la puntita, pero no sabía si le gustaría y volví a pasar las manos por su redondo culo cubierto de una suave alfombra de aterciopelados pelos.
Esta vez mi hermano me hacía el amor, o yo así lo sentía, me gustaba cuando me follaban sin tanto preliminar, pero esto resultaba ser otro nivel del placer, algo superior que lograba despertar mi instinto femenino, recóndito y escondido en la parte más primitiva del cerebro, logrando que mi entrega fuera total y absoluta, dispuesto para lo que ordenara él macho dominante.
Comenzó a aflojar sus brazos soltándome de ellos.
-Quiero metértela por detrás, apóyate en la pared. -me estaba pidiendo que me pusiera sobre la pared que separaba este cuarto del de papá, me iba a escuchar hasta la respiración, no me podía negar, él era quien mandaba en la hembra entregada y sumisa.
Como me pedía me arrodillé sobre la cama y coloqué los brazos en la pared, con las piernas separadas y él me miraba, disfrutando al verme obediente y dedicado a hacer lo que deseaba. Me observaba y se masturbaba con lentitud la polla, sintiendo su superioridad, y como si fuera lo más normal que le obedeciera sin rechistar.
Se acercó y sacando la lengua la pasaba por mi cuello bajando por la espalda, lograba que me estremeciera y gimiera con la boca en la pared, continuó bajando hasta llegar a mi culo y se detuvo, incliné el cuerpo sacando el culo y abrí un poco más las piernas.
Cogía las nalgas con sus fuertes manos estrujando una en cada mano y metió los dedos en la zanja tirando para abrirme, se deslizó hasta tener la cara entre mis nalgas y apretó para llegar con la lengua al ano, tuve que dar un grito agudo.
Sabía que papá nos escuchaba atentamente, con mi oído en la pared podía escucharle respirar fatigado, seguramente excitado por lo que imaginaba que sus hijos hacían a escasos dos metros de donde él se hallaba.
Rafi comenzó a lamer y chupar con ganas, y yo a echar hacía atrás mi culo más y más. Se esmeraba intentando introducir la lengua en el ano y cooperaba todo lo que podía para que así fuera, quería, necesitaba gritar y lo hice sin miramientos.
-¡Ahhhhh! Sí, dame más lengua, mete tu rica lengua en mi culo, dame, dame, no me dejes. ¡Ahhhh!
La sensación de su lengua en la entrada del culo resultaba imposible de aguantar y le pedía sin embargo más, y me la metía como le pedía produciéndome escalofríos de placer fortísimos, hasta que se canso de degustarme el ano y se colocó afincando las rodillas entre las mías aferrándose a mi cintura.
-Prepárate ricura te la voy a meter hasta que te salga por la boca.
-Sí, sí empálame, mete tu rica polla y lléname el culo. -todo esto lo hablamos en voz alta y chillándonos.
Colocó la punta de su palo en mi culo, el exceso de lubricación hacía que resbalara y subiera por la raja entre las nalgas y me resbalé para que me atacara desde abajo sin darme posibilidad de huir. El glande entró haciéndome gritar por el cúmulo de nerviosas sensaciones, y siguió tirando de mi cintura y empujando las caderas metiendo el rabo ardiendo en mi vientre.
Llenaba todo mi recto y jadeaba del esfuerzo igual que yo, había entrado todo, su polla latía furiosa en mi culo y lo moví en círculos leves para notar su grosor y dureza.
-¿Te hago daño? -se preocupaba de mi y seguía mis movimientos.
-No, estoy bien, mejor que nunca, es perfecto el encaje, tu verga me deleita.
Me abrazó el pecho e hizo fuerza con la cadera haciéndome sentir su potencia y vigor, y fue bajando las manos hasta llegar a mi pene, no lo tocó mucho, estaba a punto de estallar, si seguía tocándome no duraría mucho pero quería ver como me tenía ensartado y metió la mano entre su polla y mi culo, allí donde la unión era perfecta.
-Está bien clavada, ¿la sientes?
-Sí, la siento rica en mi tripa. Muévete por favor. -me apretaba tanto que para mí era imposible sacarla y meterla, me aflojó y comenzamos los dos a movernos acompasándonos, yo hacía atrás y él adelante hasta que se quedó quieto.
-Fóllate tu mismo. -me dejó a mi libre albedrío y pude disfrutar de la velocidad y profundidad que deseaba, ahora era yo solo el que hacía el recorrido y giraba la cintura hasta que le sentía jadear en mi oído respirando agitado.
Tomo el mando y me dejé hacer, aguantando los golpes que sus testículos me daban aplastándose contra mi cuelo al avanzar y entrar hasta el fondo del recto, a veces apretaba mis costados con las duras manos, y otras las pasaba acariciante a los largo de los lomos, hasta llegar a la cintura y allí apretar para que sacara el culo y darme duro por él.
Me sujeto del pelo y tiró para que girara y le dejara a su disposición la boca, mezclando nuestros alientos antes de besarme con fiereza. Aceleró los movimientos y los hizo más fuertes y potentes, y se agarró para entrar de golpe gritando a la vez que se vaciaba en chorros largos y al final cortos.
-Te preñé, hermanito, te preñé el culo. -jadeaba mordiéndome la oreja y me cogió la verga, fue el tocarla y comenzar a tirar el semen contra la pared donde seguía apoyado. Había sido un orgasmo grandioso y la eyaculación abundante sobre todo la de Rafael.
Continuó con el abrazo hasta que caímos los dos sobre la cama, rendidos y exhaustos.
-¡Ahh! Rafi ha estado genial.
-¿Verdad que sí? Tienes el mejor agujero del mundo hermanito, me deslechas que es un primor. -estábamos de costado y aún con su verga en mi culo y pasé la mano hacia sus nalgas para apretarle contra mí y evitar que la sacara.
Cuando desperté me di una ducha rápida y pasé para ver como se encontraba papá, parecía dormido y me pareció raro por todo el rudo que había hecho en el baño. Desperté a mi hermano para que se fuera lavando y bajé a preparar el desayuno. Quería marchar temprano a la casa de Davy y reanudar mi trabajo que tenía descuidado desde el accidente.
Subí el desayuno y ahora estaba despierto y cabizbajo sin levantar la mirada.
-Buenos días papá, parece que no estás bien, ¿tienes algún dolor? -le hablaba con rapidez y bastante nervioso, para mitigar el recuerdo de lo que pasó a la noche o convertirlo en un hecho intranscendente. Levantó la vista y coloqué la bandeja en una mesa cerca de la cama.
-Anoche os escuché y se que soy el responsable, yo te inicié y ahora es imposible dar marcha atrás en lo que hice. -me senté en el borde de la cama, a su lado y le cogí de la mano, parecía que cargaba sobre su espalda los mayores pecados de la humanidad.
-Escúchame bien papá, y creía que te habías dado cuenta, lo que hago es porque me gusta, los hombres me gustan desde siempre y tú no tienes culpa de nada aunque mis hermanos crean lo contrario. Nací así, de esta manera aunque os cueste reconocerlo. No se trata de un vicio o adicción a las drogas, en mi ADN está el gay, el puto o marica, como quieras llamarlo, no es culpa de nadie.
Mi padre me miraba asombrado, quizá incrédulo de ver mi reacción que seguro no esperaba, yo nunca levantaba la voz, ni discutía con mis hermanos salvo nimiedades, ni me oponía frontalmente a lo que ellos quisieran, y ahora le resultaba un respondón adoctrinando.
-Tampoco quiero ser motivo de disputas entre vosotros, lo que hago con Óliver o Rafael no es por la fuerza, yo lo quiero, lo deseo. -no decía enteramente la verdad, y para reafirmar lo que decía lleve su mano a la boca para besarla.
-Entonces tendré que hablar con ellos y ver como podemos llegar a un acuerdo entre todos donde se te respete. -le coloqué la bandeja al lado y me di cuenta de que mi hermano estaba en la puerta observando, seguramente habría escuchado todo lo que habíamos hablado.
-Rafa encárgate de papá, que desayune, yo me voy a mi trabajo. -mi hermano no se movió de la puerta y cuando fui a salir me sujetó.
-Te acompaño hasta la parada.
-Tu te quedarás aquí, papá te necesita y tienes que seguir estudiando. -no se lo que vio en mi cara pero no me replicó y pude bajar a tomar mi desayuno y luego escapar corriendo, huyendo de mi mismo y asustado por mi atrevimiento.
Me había llamado Davy, podía haberlo hecho a mi móvil pero no quería distraerme de mis obligaciones familiares, deseaba saber como se encontraba mi padre y como lo llevaba yo, me extrañó bastante que me dijera que había hablado con Alex y que le había informado de todo.
Trabajé duro intentado localizar al responsable de hacer las aportaciones al programa, de uno de los consulados que siempre se retrasaban, en estas fechas estivales resultaba difícil localizar al personal por las vacaciones.
Rafael, siguiendo las instrucciones de mi padre, tenía adelantada la comida aunque para ello había ensuciado bastante.
-Después de comer tenemos que asearte. -no sabía lo que pasaba pero no replicaban a lo que yo decía y atendían mis indicaciones sin objetarlas.
Ahora llegaba el momento de demostrar, en la práctica, las enseñanzas recibidas de la auxiliar de clínica, aquella chica tan decidida y eficaz haciendo sus labores.
Recogimos la cocina y le pedí a mi hermano que subiera para ayudarme, le afeité la dura barba y parecía más joven, a sus cuarenta y dos años no es que pareciera viejo pero la barba le daba apariencia de mayor.
-Pareces cambiado papá, más joven y guapo. -le acaricié la cara al retirarle el jabón y se ruborizó al escuchar los piropos de su hijo.
Nos habían dejado batas de hospital de repuesto y resultó sencillo desnudarlo ya que siempre tenía la espalda y el culete a la vista. Le fui limpiando como había visto hacer a la entendida, pero con más amor y despacio, quizá disfrutando al ver tanto detalle de su majestuoso cuerpo de macho mayor, podía notar como a veces contraía el abdomen marcando los fuertes abdominales duros como el acero.
-Ayúdame y sujeta su pierna. -le pedí ayuda a Rafa para tan delicada función, elevarle la pierna dañada sobre unas almohadas y luego poder mover la sábana y tener acceso a sus partes íntimas.
Tuve que meter la mano para llegar a su ano y toda esa zona cubierta de frondosos pelos, sujetando sus testículos gordos y negros, elevándolos para limpiar el perineo hasta más allá del ano.
Resultaba erótico y perverso a la vez, era todo tan llamativo, sugerente y provocador. Si con los manejos de la chica se le endurecía la polla, al notar mi mano se ponía como un hierro candente y rojo, traté con cuidado el ano pasando ligeramente la toallita por él, estaba limpio pero olía fuertemente a sudor.
Para tratar las gordas y duras pelotas y el pene, preferí coger un lavamanos pequeño y usar el agua y jabón, el sensual espectáculo estaba servido, sus negras bolas se veían a través de la blanca espuma mientras pasaba delicadamente las manos, envolviendo los testículos en tiernas caricias para lavarlos.
Papá comenzó a gemir estimulado por mis maniobras, desde luego necesarias, en su escroto y cuando cogí la inmensa barra de carne dura, con la punta roja y dilatada dejando salir los jugos que secretaba, subió la cadera haciendo como si follara mi mano que le agarraba la polla.
Nuestro padre estaba muy excitado y con necesidad de vaciarse los enormes huevos, mirándonos a uno y otro de sus hijos solicitando la ayuda oportuna que le hiciera llegar al clímax.
No lo dudé e hice una señal a mi hermano para que saliera de la habitación y evitar que papá se violentara por lo que le iba a hacer. Terminé de limpiarle y le sequé con una toalla, pero sin dejar de acariciarle los testículos de macho preñador, tan gordos y deseables que me tenían excitado y con mi polla erecta, le pasé los dedos por la cabecita de su verga mirándole temblar, ansioso de llegar al final y descargarse los huevos.
-Ahora relájate, voy a hacerte gozar. -lo miré a los ojos y no me hablaba, entonces baje a cabeza y le engullí la polla.
Habían pasado años desde que se la chupaba, era la primera verga que entro en mi boca, la que despertó mis ganas locas y dependencia por las pollas. Podía reconocer su sabor y hasta la textura de su glande partido en dos, y mamé con todas las ganas que me impulsaban las ansias de saborear la verga de mi creador.
Estimulaba el escroto haciendo que los huevos se desplazaran de un lugar a otro de la bolsa, mientras papá gemía en voz alta como en otro tiempo emitiendo roncos sonidos de satisfacción sexual.
Abracé con mis rojos y calientes labios el capullo y lo apreté, lamiendo con fuerza la uretra con la punta de la lengua, hasta sentir correr por el conducto seminal los chorros de esperma, expulsados de sus testículos con fuerza chocando con mi lengua como una fuente de néctar cálido y dulce.
Continué chupando hasta que dejó de tirar la leche y lo escurrí con la mano sacando lo que quedaba en el conducto, entonces mi padre reaccionó empujándome de la nuca para que metiera su verga entera en mi garganta.
-¡Gracias hijo! -le besé los labios salpicados de saliva.
-No tienes más que pedirlo cuando lo desees, siempre me ha encantado comerte la verga y el semen papi. -llamé a mi hermano para que me ayudara a devolverle a su posición, como adivinaba había estado en el pasillo todo el tiempo y traía un imponente bulto en la entrepierna.
Cuando dejamos a papá tranquilo y relajado salimos y no me dejó descansar, entramos en mi habitación y me indicó lo que tenía que hacer, bajarle los pantalones y el slip para atender y dar placer a la polla de otro hombre, en este caso hombrecito.
Nos desnudamos, también mi verga necesitaba ser atendida y mientras se la mamaba a él, yo me masturbaba despacio, retrasando el momento de la eyaculación y sentir más placer al correrme a la vez que me volvía a llenar la boca de semen.
Pasaron tres días y lo de papá se repetía uno tras otro, Rafa me follaba, yo quería que lo hiciera, lo mismo que deseaba sacarle el semen a papá, le sorprendía algunas veces mirando desde la puerta excitándose mientras veía lo que pasaba y luego le satisfacía a él.
Me encontraba y sentía feliz, los dos hombres de la casa estaban contentos y satisfechos de mi labor y yo lo disfrutaba más que ellos. Ese día vinieron unos sanitarios para retirarle los puntos de las heridas a nuestro padre, no hubo necesidad de que Alex viniera, pero me llamó para avisarme de que iban a llegar, y me invitó a salir con él, sería el sábado que libraba y no tenía que ir al hospital, solo atender un trabajo en una clínica donde también tenía su consulta particular.
Las heridas sanaban con rapidez y nada indicaba que hubiera problemas de cicatrización, podría levantarse, sin arriesgarse a bajar las escaleras de momento hasta que cogiera fuerza en las piernas, y también esto resultaba un alivio, iría al baño cuando lo necesitara y ayudándole podría ducharse. Las costumbres cambiaron, ya no había necesidad de que mis manos, ávidas por su pene, lo tocaran.
Aprovechaba algún momento cuando mi hermano no estaba para satisfacerlo, él no me lo pedía aunque lo necesitaba, no todos los días, pero su verga tiraba mucha leche cuando se la mamaba, no se negaba y después de besarlo y excitarlo metía la cabeza entre sus piernas para que me utilizase la boca y me la follara mientras yo gozaba sintiendo mi rostro escondido en la maleza de su entrepierna comiéndole los rotundos y duros huevos.
El viernes, ayudado por nosotros, pudo bajar a la plata baja y cenar en el exterior para luego ver la tele un rato, le impresionó como se encontraba el huerto que para nosotros estaba bien y él todo lo veía marchito y ajado.
-Me han invitado a comer mañana y pasaré el día fuera, tendrás que hacerte cargo de la casa. -le hablaba a mi hermano y los dos me miraron, mi padre extrañado.
-¿Hace días que tu amigo no viene a hacerme una visita y te invita a salir? -le iba a informar de que se trataba del doctor que lo atendió y mi hermano se me adelantó.
-Papá no te está hablando de Juan Carlos, será del médico que se quiere cobrar el favor follándose a tu hijo. -parecía que le sucedía lo mismo que a Óliver, me consideraba de su propiedad, aunque ya no le pareciera mal que estuviera con nuestro padre y esto lo admitía como normal.
-Tengo un compromiso con él, no pienses lo que no es seguro ni probable. -no encontraba la manera de justificarme si es que tenía que hacerlo.
-¿Es por el compromiso de pagarle, o puede ser que te guste?, no te privabas de mirarle, se te notaba el deseo cuando aparecía. -estaba haciendo un castillo de la nada, era cierto que me gustaba, pero no más que otros, una pataleta de niño mimado.
-No te dirijas así a tu hermano, él sabe cuales son sus obligaciones, si ese señor le ha invitado tendrá que ir, ya es mayor y se sabe defender y hará lo que le convenga -y papá dio por zanjada la discusión, iba a resultar un poco difícil la convivencia cuando volviera el resto de la familia y solo faltaban unos días para que sucediera.
Si Óliver y Rafael no cedían y llegaban a un acuerdo lo iba a tener difícil, yo me encontraba dispuesto y encantado para darles el placer que quisieran, serían ellos los que tenían que planificar un sistema para compartirme y además dejarme libertad para hacer mi vida y tener mis amistades.
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