Tengo 35 años, y me cojo a mi estudiante 14
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por alej97.
Sabía que Danielito se moría porque me lo cogiera, se le notaba en la carita de pasivo que tenía, en la manera en que me hablaba, en cómo intentaba sacarme conversación a toda costa.
Si algún activo de verdad lee esto sabe de qué le hablo; hay algo en sus maneras de actuar, algo que uno nota fácilmente, algo que nos dice que podemos pedir culito sin que nos lo nieguen, bueno, exactamente sucedió así con mi estudiante.
Siempre he tenido novias y esas cosas pero también he estado claro que soy capaz de echarle guebo a un buen mariquito de aquí de valencia, porque sí que aguantan guebo.
Danielito es blanquito, ni flaquito ni gordo, es un chamito con carnita, cosa que me encantaba más, porque tenía un culito rico.
Tenía cabello liso con un corte de mariquito, y estaba en noveno o lo que es lo mismo al tercer año de bachillerato/secundaria aquí en Venezuela.
Bueno, un día tenían que entregar una actividad en físico y me dijo que no tenía teléfono para avisarme cuando me la enviara, me preguntó si tenía facebook y le dije que sí, pero como no acostumbro a aceptar a ninguno al cual le de clases sino cuando ya no le doy clases, le dije que mejor me siguiera en instagram /@alfrestrada/ y que cuando me enviara un mensaje por ahí, yo revisaría mi correo para ver su tarea.
Estando en mi casa, después de bañarme, me quedé desnudo viendo televisión y veo una notificación en insta y veo su mensaje.
• Profe, ¿está ahí?, soy Daniel C.
• Sí, Dani, dime.
+respondí
• Ya le envié la tarea, para que sepa.
• Está bien, ya la reviso.
• Gracias, y disculpe la hora.
+ dijo.
• No es nada, eso te iba a preguntar, ¿qué haces despierto a esta hora?
• Jaja, nada, en casa de un amigo.
• ¿Qué amigo?.
Yo sé qué amigos son esos.
+ Dije.
• Un vecino jaja, ¿cómo así?
• Olvídalo +respondí.
• Qué seco… tranquilo que yo a usted no le monto cachos profe.
• Más te vale jaja.
• ¿Vio? Lo hice reír, al menos.
• Lo que tienes que hacer ya tú sabes qué es.
• ¿Qué? Dígame.
+preguntó
• Tranquilo… Mira, ya revisé tu actividad y creo que no pasarás esta materia.
• ¿Quéeeee? No profesor, yo no puedo raspar su materia.
Ni ninguna otra.
• ¿Por qué pues?
• Porque no.
• Bueno, no te veo esforzarte por tener buena nota ni nada, en los ejercicios en la cancha.
• Profe es que usted sabe que eso a mí no se me da, además que los demás chamos se burla de mí.
• Si, sé que no se te da… ¿Por qué se burlan?
• Usted sabe por qué profe.
• ¿Porque te gusta el guebo? ¿Es por eso?
• Sí.
• No les hagas caso.
Yo te consuelo jaja.
• No me lo diga mucho porque yo le doy lo que usted me pida.
• ¿Lo que yo te pida?
• Obvio profe, no quiero raspar la materia.
Al rato le respondí:
• Quiero que me des culito.
• Cuando usted quiera, usted sabe que usted me tiene loquito.
No le respondí.
Ya todo estaba dicho, cuando me diera la gana me cogería ese culito hasta que me cansara.
Al siguiente día, les di nota a todos, y Dani quedaba de último, sus amigas esperaban afuera, y afortunadamente mi salón podía darme tola la privacidad que fuese.
Se me acercó un poco y le dije que diera la vuelta, de manera que quedó frente a mí.
Ya la tensión la sentía, algo iba a pasar, pero pensé que si darle un beso o algo así, para cumplirle ese sueño jajaja, pero me sorprendió que se fue de boca a mi entre pierna y comenzó a acariciarme el guebo por encima del mono que yo tenía.
Se me paró el guebo enseguida.
No aguanté y me lo saqué, me senté sobre el escritorio y dejé que él se quedara agachado, mientras comenzaba a mamármelo.
Parecía que hubiese practicado o con otro guebo, o con alguna fruta, porque lo hacía realmente bien, me lamía las bolas primero, y luego subía hasta mi glande, para así meterse lo más que podía en la boca, mientras yo con mis manos le agarraba el pelo ese de marico que tenía y lo hacía que se atragantara, hasta que le daban arcadas.
Luego, sin soltarle aun el cabello, le sacaba el guebo de la boca, y con sus ojos aguados por las arcadas y la excesiva saliva, le preguntaba:
— ¿Esto es lo que tú quieres?, ¿guebo, cierto?
—Sí, sí.
—decía jadeando— Deme más.
—Trágatelo —decía yo, mientras se lo metía de un solo golpe hasta donde más le cabía.
Luego, mientras me lo mamaba, le tapaba la nariz y lo dejaba por segundos sin respiración, cosa que hacia se desesperara un poco más; a mí me encantaba porque se veía tan perrita, tan zorrita sumisa.
Como sabía que no podíamos durar tanto tiempo ahí, fui directo al grano.
Lo levanté y le di la vuelta, él, mientras babeaba aun, me decía que quería que se lo metiera.
— ¿Qué dices? —le pregunté agarrándolo de espaldas y acercando mi boca a su oreja, cosa que sabía que lo hacía poner más perrita.
—Que me lo meta, por favor.
— ¿Por favor? —preguntaba mientras le mordisqueaba la oreja y con la otra mano le sobaba el culo.
—Sí, sí.
—Está bien, te haré ese favor —respondía yo, entre risas.
No esperé dos segundos, cuando ya lo tenía de espaldas y con la ropa abajo.
No perdí tiempo y comencé a mamarle ese culito rico que tenía.
Era lampiño, y eso me volvía más loco porque podía mordisquearle las nalgas todo el tiempo que me da la gana, cosa que lo volvía loco a él y que a mí me sacaba de sí.
Mientras se lo chupaba, él ponía sus manos en mi cabello y hacía movimientos de desespero, como si quisiera que mi boca entrara por todo su ser.
Como no aguantaba más, me levanté, le eché un escupitajo y le di dos nalgadas, mientras ponía la punta de mi guebo en la entrada de su culito.
— ¿Sin condón? —me preguntó
—Sí, sin condón, ¿a qué le temes?
—No, a nada —dijo, y se abrió el culo con las manos, de par en par.
—Entonces quédate quietico, y en silencio que nos pueden escuchar.
Cuando comencé a metérselo, empezó el quejido, pero en seguida le tapé la boca.
—Que te quedes callado, coño, que nos van a escuchar.
—Hmmhhmm —respondía él.
Se lo sacaba por segundos, le echaba saliva y luego se lo volvía a meter.
Después de unos treinta segundos, ya le estaba dando guebo como era.
Si llevábamos 5 minutos desde que nos quedamos solo era mucho.
Todo era muy rápido, por el hecho de que estábamos en el salón de clases.
—¿Te gusta así? —le preguntaba, mientras le daba rápido por el culo.
—Aj, aj, aj, sí profe, así.
Deme más rápido, deme, deme.
Y sus palabras eran gloria para mis oídos, puesto que verlo que se volvía loquito con mi guebo hacía que mi excitación se incrementara.
Y me entraba como arrechera, le daba nalgadas fuertes mientras se lo metía.
Luego lo puse de espalda al escritorio, encima de este, de modo que ahora quedamos frente a frente.
Así me encantaba porque podía ver la cara que ponía cuando se lo metía.
Me volvía loco verle la cara que ponía cuando se lo sacaba todo y se lo metía de coñazo.
Ufff.
Ese culito estaba súper apretadito.
¡Qué divino era ser profesor de Ed.
Física y cogerme al estudiante que me diera la gana!
Por momentos no aguantaba y le daba cachetadas o lo escupía, luego le metía mis dedos en su boca o le tapaba la cara.
Después de unos segundos más así, no aguanté y se lo saqué y en seguida lo obligaba a poner de rodillas para acabarle en la boca.
No duraba masturbándome ni 10 segundos cuando ya comenzaba a acabar y en su boca.
—Ahhh, ahhhhh, siiiiii —decía yo, en voz extremadamente baja.
Él, por su parte, era obediente y se tragaba toda mi leche, mientras me lo chupaba me lo dejaba limpiecito, hasta que lo empujé lejos de mí para que se arreglara rápido y saliera.
Yo, mientras, lo que hacía era verme en el celular a ver cuán sudado estaba, me limpié lo más que pude, y cuando terminé le dije que saliera del salón.
— ¿Y mi nota?
—La verás en tu boleta.
— ¿No me la va a decir?
—No, es sorpresa.
Salió sin decirme nada, y vi la hora, alrededor de 15 minutos estuvimos tirando.
Me encantaba cogerme ese culito cada vez que me daba la gana, y siempre esperaba con ganas la siguiente vez a ver dónde sucedía.
A Danielito no lo pasé con 20 porque sería algo extraño, pero no lo raspé.
Además, supongo que tenía que agradecerle y todo, porque un machito hetero del salón, Cristian, se estaba extrañando de mi cercanía con Daniel, y al final de la historia, acabé cogiéndomelo a él también, haciendo temblar su sexualidad y haciendo que se terminara su relación con su novia, puesto que terminó Cristian algo obsesionado con mi guebo jajaja.
Pero esa es otra historia.
Espero que esta historia les haya gustado, si quieren entren a mi perfil y verán que he publicado unas cuantas.
Lindo título, pero lástima que es otro relato de maricotas.
Siempre soñé con que mi maestro me cogiera pero el no accedió por qué le daba miedo