TENIA 10 AÑOS Y ME GUSTO VI
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Era viernes y después de la escuela casi a las 17 aparece mi amado por casa. Le dice a mi mamá,
Me lo puedo llevar, hoy vamos a comer pescado asado a las brasas.
Muy bien, pero si se porta mal me lo trae inmediatamente.
No hay problema señora, el se sabe portar muy bien
Preparé un atado con ropa limpia y lo tomé de la mano después de darle un beso a mi madre.
Pórtate bien y el domingo temprano te queremos en casa, no le hagas rezongar a la esposa del señor.
Fuimos al monte, bajamos por el barranco y subimos al bote donde había un perro enorme, era feo, pero todo lo que tenía de feo lo tenía de amigable, pues enseguida me paso la lengua por mi mano y se echó en mis pies.
Bajamos los 3 y mi amado me dice, vístete como siempre, comprendí que eso era desnudarme, pues él también lo hizo,
Una vez desnudos los dos el me alzó en sus brazos y me beso apasionadamente, cuanto te he extrañado en toda la semana, me dijo
Yo también le respondí, lo cual de mi parte era verdad.
Después nos metimos al rio y nos bañamos con mucho jabón, el me lavo muy bien mi culito y mi pitito, el cual tenía parado, entonces en cierto momento me pegó un tirón hacia abajo en mi pito y toda la piel se fue para abajo, salió un poco de sangre y me dolió un poco.
Ahora ya no eres virgen, vas a ver que esto te va hacer gozar mucho más.
Salimos del rio bien limpitos y el puso agua oxigenada en mi pitito, la sangre paró de salir, el me seco y me empezó a chupar mi pito, que placer, me encantaba que me lo hiciera.
Yo me movía para todos lados del cosquilleo que me daba su chupada, entonces comencé a chuparle su pene. Haciendo lo mismo que el me hacía a mí.
En cierto momento siento algo en mi culito, algo que me daba también placer, era el perro que metía su lengua en mi culito y me hacía sentir en las nubes.
Estando yo acostado sobre el cuerpo de mi amado con la colita hacia fuera de la cama, permitió que el perro me montara, mi amado me tomo de la cintura para que no me zafara y me dijo, tranquilo. Te va a gustar.
Cuando el susto pasó, el guio el pene del pero hacia mi colita y este de un empujón la metió toda.
Grité y mi pene se quedó flácido en un instante, mi amado se salió debajo de mí y me beso, tranquilo mi amor, es como siempre, al principio duele un poco, pero ya verás que te gusta mucho.
El perro bombeaba sin cesar el dolor pasaba por un lado y por el otro sentía que algo crecía más y más dentro de mi culito, después de un rato el perro paró sus movimientos , pasó su pata por encima de mi espalda y quedamos pegados culo con culo
Mi amado, tomo una crema y me pasaba por mi culito metiendo un dedo y otro mientras estaba abotonado al perro, luego se puso a horcajadas por sobre el perro puso su pene en mi cola y comenzó a empujar.
No mi amor, por favor no, me duele mucho, el nada me decía, solo empujaba y empujaba, cuando entro la mitad paró y se quedó quieto. Me acariciaba mi cabeza, mi cuello, mi espalda, mientras yo lloraba desconsoladamente.
Pasaron unos minutos que fueron eternos para mí.
No se si fue porque me acostumbré, o porque el pene del perro parecía que se desinflaba dentro mío, la cuestión es que el dolor cesó y yo empecé a gozar, así que me movía hacia delante y atrás y hacia los costados, por fin el perro se zafó, su pene salió de mí y mi amado tomó el mando con un movimiento, lento y suave, el semen del perro servía de lubricante, entonces mi amado me tomo en brazos, pegó mi espalda a su pecho se paró, giró y se sentó en la cama conmigo ensartado en su pene.
Tomó las cintas elásticas puso una en cada pierna donde quedaban mis piernas pegadas a las de él, y luego otra que paso por mi pecho rodeando su cuerpo.
Se puso un pantalón holgado y una camisa y así me llevó hasta el bote, el caminar hacia que su pene entrara y saliera un poquito de mi culito, luego se sentó en el bote después de poner las cañas de pescar y el espinel. Y comenzó a remar,
Ahora las penetraciones eran más profundas y cada vez que iba hacia atrás remando me decía, te amo mi amor.
Yo me sentía feliz. No tenía dolor, y era algo hermoso lo que sentía.
Así estuvimos como hasta las 10 de la noche en que volvimos, nos bañamos, comimos algo y nos acostamos, siempre unidos,
Me daba gracia como en algunos momentos su pene se reducía dentro mío y luego volvía a tomar cuerpo.
Era muy placentero vivir con él.
El sábado, lo que pasó fue muy interesante. Pero eso ya es otra historia
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