Todo es oscuro: El estupro… agasajos prohibidos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Cuesta abajo, el rio tenía una quebrada por donde el agua poco pasaba. Giovanni se fue a buscar frutas, para comer ese día, porque nadie le dio un plato de comida.
Es una grieta en la quebrada, tan angosta, que las paredes de ambos lados, sin poder evitarlo machabas los brazos con la tierra humedad.
Decían que ahí, duendes se veía, pero eso no le importo a Giovanni. Cuando iba pasando por la grieta, al cruzar al otro lado, era un espacio cubierto por piedras y ramas creciendo entre los lados.
Un hombre joven estaba de espalda. Por la manera que se hincaba, parecía estar haciéndose la paja. Giovanni pensó dar la vuelta y salir pronto de ahí; pero le era imposible. La figura del joven, era acuerpada, piel amarrilla y humedad por las pringas de agua que caía de arriba.
Todo parecía un ensueño, el cabello era un rubio opaco, y casi encrespado. El joven movía la cintura, hacia adelante, jadea y echa la cabeza hacia atrás.
Giovanni ahí, de pie sobre una piedra, y con la cabeza ladeada, intentaba ver como el joven se hace la paja. Sin darse cuenta, el joven gira y con una sonrisa perfecta, de labios rojos, le queda mirando.
El chico sintió un súbito, expresando asombro, era un ángel que está viendo. Un halo de luz le resplandecía al rostro del joven de ojos verdes. Se dio la vuelta y con el pene afuera, se llegó hasta donde estaba Giovanni de pie, viéndolo embelesado por su belleza.
El joven tan cerca del chico, le mira los ojos, y sonríe de lado. Y así de repente se esfumo.
La corrida que dio el muchacho, fue olímpica. Bajando sin poder detenerse. Cuando freno, cayó al suelo raspándose las rodillas. Tan cerca de él, una serpiente pasaba, arrastrándose lentamente, la culebra negra y de anillos dorados, apenas se dio cuenta que él, casi le caía encima.
Al rato, cerca del abasto de Don Alonzo, Giovanni estaba cerca, se sentó en una piedra y se apretó las rodillas viendo como le brotaba la sangre. El señor Alonzo lo ve, y le pega un grito, cuando Giovanni subió la cabeza, el señor le hizo seña que se llegara.
Entro al abasto, y por orden de Alonzo, se sentó en una silla. Don Alonzo buscaba alcohol y gaza, para curarles las heridas. Cuando estuvo sanando, le hacía muchas preguntas, y sobre todo del maltrato que le daba el señor pedro.
Don Alonzo, le agarra la pierna, y con una mano le pasa varias veces la gaza, con mucho cuidado, porque el chico movía la pierna cuando le arde. De un modo, el pie de Giovanni toco la entrepierna de Don Alonzo, el señor no hizo nada y seguía limpiando la herida. Pero el chico no volvió a mover la pierna, sino que contuvo el dolor, para no volver rozar la entrepierna del señor Alonzo.
Le cogió la otra pierna, se acercó más hacia Giovanni, y así agachado, el pie del chico lo puso en toda su entrepierna. Se quedó en silencio, y hasta nervioso estaba, el señor Alonzo pasaba la gaza por la herida, pero parecía no estar pendiente de eso. Giovanni tenía un montón de sensaciones encontradas; su pie tocando la dureza de un hombre mayor, le provocaba escalofrió y mucho nervios también.
Cuando sintió que palpito la verga del señor Alonzo, con los dedos de los pies Giovanni le masajeo un poco. De nuevo el güebo le palpita, y el chico viendo al señor, le soba con descaro, y empuja el pie, para sentir más la erección del señor Alonzo.
Don Alonzo se puso de pie, y tragaba muy seguido, miro hacia la ventana de despacho del abasto, y sin verle la cara al chico, se baja bragueta, y con la misma sale su verga bien templada. Se jala el capullo, y el glande cabezón, todo brilloso le apunta hacia la cara de Giovanni.
No hubo palabras en el medio, solo el hecho decía todo. El chico aun sentado en la silla, toma con su mano el falo del señor Alonzo, se lo estira, y lo sube prensado, se acerca y le da una mamada. Ahí mismo, al sentir la lengua del chico, Don Alonzo titirita con un jadeo de placer, le pone la mano en la cabeza, y poco a poco le va empujando, hasta hacerlo tragar toda su virilidad completa.
Giovanni se ahoga con el pubis, demasiado pelo. Y cuando el señor Alonzo le libera el empuje, se chupa toda la verga, y la saca de su boca. Relame el glande y aunque sube la mirada, Don Alonzo no le ve, la mirada del señor está pendiente de la ventana.
Ni Alejandro ni la mujer están en casa, pero en cualquier momento pueden llegar.
Como becerrito hambriento, se pega a ese güebo. Mamado todo excitado, se lo traga completo, y le saca unos jadeos al viejo, que pronto sabía que le acabaría en la boca.
Preocupado por el tiempo, Don Alonzo le saca su miembro viril de la boca del chico. Se pajea, apretadito y poniendo el glande en la lengua de Giovanni, los chorros de semen espeso, le va eyaculando hasta llenarle toda la boca. El chico que ha probado el semen del hijo de Alonzo, esta leche también se la traga toda.
Don Alonzo baja la mirada, viendo como el chico se ha tomado su semen, le quedo un poco en la quijada, y con un dedo le limpia, luego se lo pone cerca de la boca y Giovanni sin verle a los ojos, le chupa el dedo y en su paladar el poquito de semen, se hizo agua.
Así como se bajó la bragueta, se la subió el mismo. Saco el pañuelo del bolsillo de la camisa, y se lo paso por la frente, secando el sudor.
– Si le dice algo, de esto a tu papá, le digo que Alejandrito te ha estado cogiendo –, le dice Don Alonzo, y Giovanni saliendo, se queda viéndolo con ojos muy abiertos.
DOS
Lila María cerró la puerta, el viento que soplaba aquella noche, estremecía a cualquiera. Era un mal auguro. El señor Guillermo, se sienta en la hamaca, retira sus chanclas de los pies, y le dice a su vieja;
– vení mujer y te acostad de una buena vez.
– Esta noche es del demonio – murmura lila.
– Deja esas cosas mujer – le responde Guillermo, con las manos puestas en el pecho y viendo al techo, sabiendo que su mujer dice algo cierto.
A las dos horas y media, Lila se despierta sofocada, y en la hamaca que duerme, se balancea sola; baja el pie y detiene el movimiento. Oye un ruido suave, y lanza la mirada a su esposo que duerme en la otra hamaca casi cerca de ella. Parece estar durmiendo Guillermo, y de nuevo Lila oye el ruido; como si alguien estuviese escarbando la tierra.
– Viejo – le llama Lila a Guillermo. Repite de nuevo, hasta que el señor Guillermo despierta, pero la verdad es que fingía estar dormido.
– ¿Estas oyendo? Parece que viene del cuarto de toya.
– ¡Déjala quieta! Sabes muy bien cómo se pone.
Pero doña Lila no se quedó quieta, y apurruñado su bata se levanta. Guillermo se limitó a detenerla. Solo le siguió con la mirada, hasta perderla cuando se iba hacia el último cuarto de la casa.
Eran de esas casas de antes. Los pisos eran totalmente tierra. No había puerta que empujar, Lila va con la lamparilla de querosén alejando la oscuridad. Al pasar al cuarto de toya, esta estaba detrás de la hamaca, casi debajo de la misma; escarbando con un cucharon. Toya al levantar la mirada, se sujetaba la barriga, y Lila que había sospechado desde meses atrás, le veía un embarazo bastante avanzado; pero la muchacha aun siendo bastante delgada, había hallado el modo de ocultarlo. Hasta ese momento.
La mirada de Toya estaba afilada como la de un gato, cuando es sorprendido por la noche y ha sido alumbrado.
– ¡Mamá! Vaya y se acuesta – no le gritaba, pero Toya parecía hacerlo. Levantando la mano, y obligando que doña Lila se alejara de su cuarto, Lila dejo de alumbrar con la lamparilla, y muy asustada se esconde en el pasillo de espalda, a la pared del cuarto de toya.
Se lleva la mano al pecho, y solo atina a oír: el pujido, el llanto, la muerte, la presencia del demonio, el entierro. Un silencio inaudito, como si fuese a estallarle los oídos. La mujer privada del susto, oye la voz de su hija. Diferente, la voz de Toya se oyó como mil voces a la vez…
Cachi alcanzo a ver, cuando Toya se iba, le pregunto muchas veces para donde iba, pero la vieja no le respondía, y matándole los ojos, cachi entendió que no haría más pregunta.
Toya, antes de salir, llego Hilario Antonio, primo hermano de Toya. Como ya dentro de poco oscurecía, para que no tuviese solo, Antonio cuidaría de cachi.
Se daba cuenta que, cuando el muchacho hablaba le partía la voz. Pensó como todos, que el chico iba ser un marica.
Cachi se fue acostar, y Antonio se quedó en la cocina, sentado cerca de la mesa. Saco del bolsillo del pantalón, una pequeña botella de licor aforrada en cuero. Le dio un sorbo y luego encendió un tabaco.
El licor le hizo efecto, y poco a poco fue cerrando los ojos. Con un brazo sobre la mesa y las piernas estiradas se quedó dormido ahí sentado.
Siente el calor, como si fuese un aire tibio, o como un fluido que le va corriendo por la pierna. Le llego a la entrepierna, y despertó.
Abrió los ojos, pensado que se ha orinado, pero lo que ve lo deja asombrado. Antonio aun espabilando los ojos, veía que cachi le miraba fijo, mientras con una mano le sobaba la verga. Se llevó una mano, a modo de quitar la de cachi, pero cuando quiso sacudir la mano del chico, no la sintió, y sacudió al aire.
Se sentó firme en la silla, y con desosiego se exprimió el rostro, y por fin pudo abrir los ojos. No había nadie, aun la luz de la lamparilla de querosén estaba encendida, y Antonio podía jurar, que cachi le estaba sobando el güebo, pero no había indicio de eso, estaba ahí solo en la cocina.
Se puso de pie, y juraría que había visto a cachi, sobando su verga por encima del pantalón. Aun la lámpara de querosén está encendida. Antonio siente un leve escalofrió, pero como todo macho, coge la botella de licor, y se da un guamazo.
Entro a la habitación, y en medio de la oscuridad notaba el tumulto de cachi acostado. Se recostó a un lado, aun con las botas puestas. Y como esta ebrio, no tardó mucho en dormirse de nuevo.
Antonio despertó, y sentía la incomodidad por las costillas. De espalda, cachi se respingaba más hacia él, le iba a empujar, pero en eso, siente, como los dedos del chico le presiona con delicadeza su abultado paquete. Instintivo, Antonio pulsa su verga, y cachi con la misma, le vuelve apretar. Antonio comenzó a sentir una llamarada en su entrepierna, la vagabundería se presentó por la ocasión, y Antonio pensado en abrirle el culo al muchacho, fingió estar dormido.
Ya el chico le manosea con descaro, apretujando el mazo de carne dura, que se marca de lado en el jean grueso del pantalón. Cada vez Antonio contrae más su verga, y cachi tomas esas pulsaciones, como una señal que le manda el güebo de Antonio.
Era difícil sacar la hebilla del cinturón, y Antonio estaba perdiendo la calma. Sin decir nada, quita la mano del muchacho; cachi se espanta encogiendo el brazo, y Antonio con desespero se saca el cinturón, seguido desabrocha los botones y libera su erección. Le coge la mano al muchacho, y sentir el trozo de carne hirviente en la palma de su mano, cachi acostumbrado a un machete de macho, lo aprieta, y de una le baja el prepucio, al mismo tiempo se acerca y se lleva el majar de güebo a su boca. Antonio desprendió un gemido, y le presiona la cabeza al chico, hasta asfixiarlo de pura verga
Le jalaba de los pelos, y sujetando su güebo de la base, le apuntaba a la boca, se la metía entera y luego se la sacaba toda. El chico le pasa la lengua por el frenillo, y cuando Antonio se la metía de nuevo, antes de que la sacara, el chico la chupaba toda, proporcionando un chasquido con la lengua.
Antonio pujando de placer, y con arrechera sexual, más ardiente que nunca, le saca la verga de la boca a cachi, y agarrándolo con fuerza le acuesta boca abajo. Le jala de un solo tirón el short y la ropa interior. Le abre las piernas, y hurga con un dedo el culo. El chico gemía como una hembra en celo, Antonio se monta encima, y dando pinceladas en la raja del culo, un escupitajo, una punzada sin compasión, y en un momentico ya le llenaba todo el culo al muchacho.
Su verga erecta, entro con facilidad, Antonio sentía como las paredes del ano, le masajeaba todo el glande y el tronco del güebo. Supo de inmediato que el chico ya ha sido desflorado. Y aún más arrecho, bombeando la cintura en una saca y mete. A penas la cama soportaba las embestidas, chillando con el gemir de ambos.
En solo sudor, la ebriedad de Antonio le paso, y disfrutando cada clavada que daba en ese orto abierto. Con ahínco, le penetro hasta al fondo, su cuerpo se encorvo, y chillando como si fuese herido, Antonio, afincadito los trallazos de leches, se los acababa todo adentro. Apenas movía la cintura, y cachi sentía como ese güebo se expandía en su culito, sintiendo una vez más, lo que era, tener el culo lleno de leche de un hombre macho.
Después de haberle llenado todo el culito de semen, Antonio le abría las nalgas, y pasaba los dedos por la raja, sintiendo la viscosidad que ha dejado en el muchacho. Se levantó y antes de salir del cuarto, le dijo al chico; – cuidadito y lo sabe Toya –, pero más, que decírselo al chico, se lo dijo así mismo.
TRES
Se fue caminando por el monte para no ser vista por nadie. Toya, cuando llego a realizar ese acto de ofrecimiento; dar el alma de su primogénito al demonio, le fue concedido un poder increíble.
El viento era seco, apenas silbaba pero hacia bastante frio. Sobre una piedra dejo su vestido bien dobladito. Y con los ojos fijos al vacío, el pequeñísimo cuerpo de toya, comenzó a sufrir un cambio grotesco y fuera de este mundo. Tan horripilante era la metamorfosis, pero una vez acabada, se veía era un pájaro; parecía un cuervo, pero era más grande que un águila americana, muchísimo más grande.
Manuel Contreras, en vez de ir a su casa con su mujer. Este se desvió, que iba manejando un jeep. Cuando iba por el camino, los faros del jeep le alumbran en la oscuridad, a lo lejos, se ve una candelero atravesando todo el camino. Manuel se da cuenta, pero sigue manejando, y cuando estaba más cerca, el candelero parecía más pequeño. A punto de llegar, las llamaradas desaparecieron y pasó por el camino, sin que nada lo detuviera. Manuel estaba estupefacto, y aun manejando voltea hacia atrás, para ver si aún las llamaradas estaban, pero nada se visualizaba.
Al poner de nuevo su mirada fija en el camino, escucha el aleteo de un pájaro, pero como de un pájaro inmenso, que cubría todo el jeep. Un sonido sordo, y una presión que hacia aplacarlo hacia abajo; el ave chillo y el sonido parecía cuando una cabilla está siendo cortada.
El ave tomo de nuevo el aire hacia arriba y lejos. Y Manuel que va todo cagado, aprieta el acelerador, tratando de llegar lo más rápido posible, el pájaro de nuevo se coloca encima del jeep, y esta vez le patea; se desliza un poco el jeep, pero Manuel logra controlar el volante, y sigue en marcha y derecho. Mandado a toda prisa como el diablo que va huyendo, Manuel cree dejar atrás al pájaro, pero de nuevo el animal le golpea. Tan fuerte que le ocasiona un inmenso dolor en la espalda a Manuel, el hombre queda privado, pero en medio del dolor, ve que pronto va llegar hasta su destino, acelera y llegando por el frente de la casa, con la misma aprieta seguidamente la corneta de la máquina, avisando que ha llegado…
Adelina se estiraba el cabello, mientras estaba sentada en la sala ahí sola, sin compañía de sus hijos, porque ya estaban acostados. Oye los pitazos, y se preocupa, por la manera que ha llegado Manuel a su casa, nadie debe saber que Manuel y Adelina se ven por las noches. De inmediato abre la puerta, y ve a Manuel tan blanco como una hoja de papel; apenas podía mover los labios, y como si lo trajeran empujado, abriendo los brazos, empuja Adelina hacia adentro y una vez dentro, cierran la puerta de la casa.
No había aliento, para ninguno de los dos, explicar lo que estaba pasando, Manuel respira hondo y ente cortado, y Adelina solo trata de adivinar la expresión de su rostro.
Cuando de repente el aleteo del ave, sacudió con el aire a toda la casa, y ambos viendo al techo, pensaron que la casa se iba a venir abajo. Lo que rondaba sobre ello, ejercía una presión hacia abajo, y por un momento los dejos sordos y despistados. El pájaro se alejó, y ahí de nuevo volvieron en sí, como si al fin pudiesen respirar de nuevo, tanto Manuel como Adelina se vieron a los ojos.
Cuando el chivo apareció en la cocina de Adelina, aquella noche, era Toya transformada, sabía que Manuel Contreras y Adelina tenían algo. Pero como Adelina era una ignorante, sin siquiera prenderle una vela a un santo, esta ignorancia la protegía de toda maldad. La intención de toya, fue dejar a Adelina, privada y que muriera con ataque al corazón…
Con las piernas abiertas y acostado a la horilla de la cama, Miguel le había ha acabado adentro, en culo de Felipito.
El chico se quedó aun con las piernas abiertas, una vez que el primo se salió de su culo. El otro que estaba esperando su turno, le agarro por las piernas, y seguido le apunta el güebo en el culo abierto y húmedo; le penetra sin complicación, el culo aguadito de Felipito estaba lo suficiente abierto, como para que el güebo de este hombre, que era un miembro grueso y largo, le entrara y saliera sin tanto esfuerzo. Felipito se queja muy bajito, y se lleva las manos al culo, sintió como la mata de pelo del pubis del hombre, le choca con cada arremetida que le da hasta adentro. El chico pensado, mientras lo están cogiendo, se dice así mismo; nunca imaginó que este hombre también se lo iba a coger, seguido después de miguel.
Aquella mañana, Miguel después de salir del baño, y cuando se estaba secando con la toalla, apenas ajusto la puerta. Y ya con el güebo todo templado se acercó a la cama, donde Felipito estaba acotado viéndole todo excitado y nervioso también.
Le puso a mamar güebo, lo suficiente como para dejarle todo el glande baboso. Miguel le quita el short a Felipe, y ahí a la horilla de la cama, le abre las pierna y le empieza a penetrar. Dándole poco a poco, Felipito sentía que le desgarraba el culo. Cuando lo tuvo todo a tope, miguel se afinco con todo su peso, y espero a que el chico se aguantara y acostumbre el trozo de su verga dentro del culo. Moviéndose afincadito, le empieza a coger, y chisteando entre dientes, viéndolo a la cara, Felipito le gusta como su primo lo está cogiendo de esa manera y en esa posición…
Martin Elías venia del potrero, llego por el frente de la casa de Adelina, y antes de seguir e iba a pasar por ahí. Oía los juegos de los chicos que están en el patio, y como la puerta estaba cerrada, entro por el callejón del lado izquierdo de la casa; antes de llegar al patio, en la última ventana que es del último cuarto, se detuvo en seco, porque estaba medio abierta, y de reflejo vio algo. Al asomarse, Martín Elías se quedó sorprendido.
Veía como su hijo, miguel le partía el culo a su primo. Cogiéndolo afincadito, apenas le sacaba completo el güebo, sino que le cogía con un vaivén seguidito y rapidito. Oír como Felipito se quejaba y pujaba aguantando las embestidas, le hizo provocar una erección de inmediato, y sin darse cuenta, se apretó la entrepierna por encima del pantalón.
Como trabajaba en el potrero de unos hacendados, se quedaba tres semanas al mes, y luego regresaría a casa de su mujer. Martín Elías estaba caliente, con los huevos pesados, de tanta leche acumulada, necesitaba descargar y ahora con esto, aún más.
Le saco del ensueño, las risas de los chicos, en el patio, Martín se llegó hasta allá, y tratando que los chicos no armaran un alboroto, le siseo, y les hablo muy bajito; le pidió al mayor que fuesen al abasto de Don Alonzo, se sacó una moneditas, y los mandos a comprar dulce. Ambos chicos, muy inocente fueron sin chistar para nada.
Una vez que se alejaron, Martín entro por el patio, y fue sigiloso hasta llegar a la puerta del cuarto. Solo quería seguir oyendo los gemidos, de su sobrino político y el de su hijo. Pero acerco mucho su cabeza casi calva, y la puerta se abrió de par en par.
– ¡Dale, Dale! Sigan– le habla bajito, y haciendo seña con el dedo índice en su labios, Martín le aseguraba que no hicieran ruido.
Apenas miguel daba con todo, tenía los ojos como plato, pero su cintura aún no se dejaba de mover. Felipito palideció, y quería zafarse, pero como no tenía las fuerzas de hacerlo, solo pregunto, donde estaban sus hermanos. Martín le habla con cuidadito, que no se preocupe los mandos a la bodega. Seguido le pide que sigan cogiendo, en eso también se baja la bragueta del pantalón y se saca un güebo morcillón, se lo sacude y el pene comienza a tener una erección.
Tal vez fue la ocasión, pero Felipito tenía la verga dura y brincado sin poder parar, como si la sorpresa de ser descubierto le excitara mucho. Miguel estaba igual, ya no veía a los ojos de su padre, solo se afincaba más duro, enterrando su mástil, y viendo como ese culo se lo apretaba cuando él lo mandaba hasta el fondo.
Martín estaba que acababa, viendo el cuerpo de su muchacho todo tenso y sudado, perforando el culito de ese chico, todo esto le traía muchos recuerdo, quizás por ello, no se molestó, y en vez de reprenderlos los apoyo más bien.
Viendo como el rostro de Felipito estaba todo rojo, el muchacho cerraba y abría los ojos, en eso, sin siquiera tocarse, el chico comienza a convulsionar, soltando su leche sobre su estómago, y contrayéndose espasmódico, miguel comienza acabarle en el culo, jadeando casi en un grito, se queda respingado; expulsando todo su semen dejando al muchacho todo lleno de leche.
Martín solo veía, y todo aquello le hacía hervir la sangre. Cuando vio que su hijo se apartó del muchacho, Martín Elías se llega, y acaba en la entrepierna de Felipito; – Ahhh… Ahhh…
Ya los chicos venían de regreso, y miguel jalando de un brazo a su padre, le saca del trance que estaba pasando. Rápido se mete el güebo adentro y se sube la bragueta, para darle chace que los muchachos se vistan, sale del cuarto y antes que entren los chicos, los retiene ahí afuera en el patio…
CUATRO
Una vez que Adelina se acostó, fingiendo que iba a eso, despidió a su cuñado Martín Elías, como se iba a quedar en la casa, bajaron una colchoneta para que durmiera ahí, sea Martín que duerma en ella o los muchachos abajo y Martín en la cama. Esto era lo de menos, que Adelina le preocupaba, esta noche se quería ver con Manuel Contreras. Ahora con el cuñado aquí en la casa, Adelina juraba que esta noche no era buena para ver a Manuel. Aun así siguió con el plan, y cuando estuvieron acostado, sin prender ninguna lámpara de querosén, Adelina salió a la sala, mortificada por lo que le habían dicho esta mañana.
Ella salió diciendo que iba a otra cosa, pero la verdad es que fue a donde la hermana de la negra ambrosia. Otra negra que sabe mucho de la magia negra. Adelina no cree en estas cosas, pero cuando un tarde venia de lavar la ropa del rio, esta mujer se le apareció y le dijo unas cosas, solo para llamar su atención, y así fuera a su casa a visitarla. Y así fue, Adelina esa mañana fue a la casa de la negra Bárbara.
Le hablo del chivo, sin Adelina decirle nada. Le dijo quién era, y hasta le sugerido que tuviese cuidado esta noche, porque el demonio iba a estar muy cerca, sobre todo al lado de su amado.
Claro que se oía, que alguien andaba por la sala. Pero pensaron que solo era el viento, Martín estaba caliente, él se acostó en la colchoneta. Esperando oír algo de su hijo y sobrino, le toco el brazo a miguel, y apretándolo, le quería decir, que se lanzara sobre Felipito. Miguel le agarra de la mano, y se la lleva hacia a la entrepierna, Martín sorprendido, pensó que su hijo había mal interpretado lo que él quería, aun así se dejó llevar la mano, y cuando cree sentir que iba a agarrar la verga de su hijo, siente los cabellos de Felipito, y su cabeza bajando y subiendo ya era porque le estaba manado la verga a miguel.
Martín morboso, imagina el acto. El mismo le presiona la cabeza a Felipe, y le guía la mamada que le da a su hijo.
Miguel le toca el brazo a su padre, y le hace seña que se levante. Martín entendió el mensaje, y sacando su verga, le coge del cabello a Felipe, le acerca su güebo, y el chico sin decir nada, se atraganta del machete de Martín Elías.
Con dos vergas, parecidas y de un mismo sabor, el chico arrodillado, pasaba de una a otra. Cuando se acostó en la cama, el primero en entromparlo fue miguel, le empujó su virilidad, y de una le bombea fuertemente. Miguel no tardo en acabarle adentro, mientras Martín esperaba su turno, no veía como acababa su hijo, pero sentía como gemía la eyaculada que soltaba en el culo del chico.
Se acercó, y primero palpo con los dedos al culo, sintiendo lo caliente que esta el hoyito. Le metía el dedo, y brotaba el semen de su hijo. Enfilo la verga, y se la metió con un solo empujón; dándole duro sentía como las paredes dela nos, le acariciaba el glande el tronco del güebo.
Martín es un hombre blanco, medio gordo, con muchos pelos en el pecho y la barriga. Alto y con la cabeza un poco ya calva. Felipito se veía una boronita de gente debajo de su tío político, abrió más las piernas y luego lo abrazo con ellas, afinco su culo y recibía más al fondo las cogidas que le daba. Imaginando el rostro de su tío barbudo, pronto sintió como le acababa en el estómago, para luego sentir como su tío le bombeaba todo el semen adentro.
Felipito quedo esa noche lleno de semen de padre e hijo en una misma noche…
CINCO
Toya llego a la casa toda molesta, por no haber logrado lo que quería. Vio a Antonio sentado y dormido en la silla de la mesa que está en la cocina. Lo ignara y se mete a su cuarto, cuando se acostó, voces le susurraban cerca del oído y luego se alejaban. Toya sabía que se están burlando de ella, y ella diciendo algunas palabras en otra lengua dejo de ser molestada. No tenía ganas de saber que ha pasado en su casa, en su ausencia.
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