Todo es Sexo y Eventual: Entre primos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Eventualmente_Sexual.
Despierto, tampoco es que estaba pesadamente dormido, no tenía mucho rato de haber conciliado el sueño. Al oír los perros, hubo uno que paso por todo el frente de la ventana, que da vista hacia afuera. Lo imagine por el sonido que seguía, le di forma a lo que no veía; un perro negro, flacucho y con cola larga entre las piernas. Apenas subiendo la mirada, iba detrás de un espectro de las tinieblas. En el frente del camino, otro da un aullido, casi como llorido. Ese sonido escalofriante, hizo que mi piel se crispara toda. Estaba yo acostado de lado, hacia la orilla de la cama. Me pongo boca arriba y pienso; << los espíritus están danzando esta noche >>.
Dicho esto en mi pensamiento, trago saliva y busco de nuevo el sueño. Al instante, acarician mi oreja izquierda y tan rápido fue mi reflejo, pasmado y privado por el miedo, doy un respigo y me echo hacia la pared, golpeando no antes, con un cuerpo grande.
Espabile los ojos, no había nadie despierto. La habitación no tiene puerta, sino que cubre es una cortina de flores rojas casi traslucida, la luz de la luna, atraviesa por la ventana de la sala, y todo fuera del cuarto, se veía medio iluminado. Estoy respirando agitado, me he dado cuenta que he sido espantado, el corazón late rápido y la piel como gallina, no deja erizarse.
Suben la mano por mi muslo, de nuevo tiemblo de miedo pero al mismo tiempo mi entrepierna siente cosquilla.
—Shss… —sisea a mi oído.
Es mi primo, había olvidado que dormía hacia la pared. Al respingarme hacia atrás, pegue mi cuerpo al suyo, mis nalgas apoyaron su entrepierna medio erecto. Cuando me está acariciando, pega más su palmada erección, la hace palpitar y me hace suspirar. Sube la mano por mi estómago y acariciando con los dedos, llega a mis tetillas, las pellizca y luego resopla en mi cuello.
Bajo a media nalga, el bóxer que llevo puesto, asió su pene, y lo roza en toda mi raja. Dejando hilos de líquidos seminales, humedeció todo mi hoyito luego hizo presión y sujeto su cadera, deteniéndolo porque me ha dolido mucho. Eche la cabeza hacia atrás, su respiración sofocada, estaba chocando más cerca de mi cuello, le susurro y le digo que me ha dolido, que espere un tantito.
Miguel Ángel, es grandote, muy desarrollado, a pesar de tener la misma edad, yo me he quedado pasmado. Alto soy, pero muy delgado. Estaba arropado entre sus brazos. De nuevo coloca la punta del pene en mi ano, hizo presión, se introdujo un pedazo, apreté el esfínter y ahogue el dolor.
Solo puse mi mano sobre su pierna, mientras más hundiéndose dentro mío, más iba deteniéndolo, hasta que no pude más, y al tenerme todo ensartado, ladeo la cabeza hacia sus labios, susurro que espere un poquito. Solo responde con un beso, toca mi mejilla, y el beso se hace más profundo y delicioso. Olvido el dolor, pero lo hace recordar, cuando de nuevo me clava profundo. Luego la embestida, pausadas y profundas, disfruto la sensación de ser penetrado. Sentir las acaricias de su vello púbico en mis glúteos, junto al sudor de nuestros cuerpos. Introduzco mi mano dentro del bóxer, acaricio mi pene y acabo ahí adentro. Temblé de pies a cabeza, el sintió mis espasmos y con mi culo le he agasajado el güevo. Escupió todo su semen dentro de mí; expulsando a chorros, fue caliente y baño todo mi interior.
Al amanecer, fui primero en levantarme. Abuela ya estaba en la cocina, poniendo la tetera para hacer el café. Le pido la bendición y luego salgo al patio y voy al baño. Después que Miguel Ángel ha acabado en mi culo, retuve su semen dentro de mí. Expulse todo, agachado al suelo, luego con una taza de agua, lavo todo en el suelo de piedra, y se va todo por debajo de ellas.
Ardía mi ano, estaba caliente, pero el dolor mismo me calentaba y deseaba ahora mismo ser penetrado de nuevo por mi primo. También sentí rabia conmigo mismo, había jurado que más no lo iba hacer con él. Desde que llegamos a la casa de la abuela, la primera noche fui quien lo busco, pero cuando fui a poner mi mano sobre su entrepierna, el muy jodido sacudió mi mano, e hizo sentirme humillado. Anoche había dormido, con la intensión de no buscarlo, de hecho no lo busque, pero seguro que ya estaba caliente, y a lo mejor interpreto mi pegada a su cuerpo, creyendo que yo quería sexo, y bien era que me han asustado.
Bueno, ya todo sucedió, pero esta noche, si él quiere, que me busque. Ahora sé, le gusta tanto como yo, tener sexo a puro placer.
Estaba agachado, apretando y amarrando las trenzas de mis zapatos. Entro Miguel Ángel, se para frente de mí, deja caer la toalla, y su verga desde un punto cenital, cae como un péndulo sobre mi cara. Aún está dentro del capullo, solo viéndose la boquita del pene, rosadito pálido. Seguro que hago que se ponga dura, y cambia a un color rojo puro. Las bolas de él, son pesadas, llenas de pelos largos.
La mandíbula me tiembla, jadeo con un suspiro entre cortado, subo un poco, no la toco con las manos. Primero le doy un beso en el glande, saco lengua y saboreo, luego chupo el capullo y al soltarlo, el güevo de Miguel, comienza a crecer. Efectivamente, se puso dura, templada y recta. Grueso, llenas de venas y muchos pelos. Dicho y hecho como he pensado, el glande estaba color rojo oscuro. Coloco las manos en la entrepierna, una debajo de las bolas, como sopesando el peso de ellas. La otra mano, la coloco en el tronco, suave estiro la funda hacia atrás. Cierro los ojos, abro la boca y la engullo toda.
Una mamada profundo, saboreo el tronco, lamo el glande, luego bajo por las bolas, y a cada una le doy una chupada deliciosa. Miguel no tarda mucho en posar sus manos en mi cabeza, instinto de macho, hace presión, inca la cintura y disfruta ahogarme con su pedazo de carne gruesa.
Lamiéndole como una paleta de helado, el muchacho no alcanza a estarse un poco más. Se corre, abundante leche cae en mi mejilla, la demás lo trago. Intento no perder mucho. Lo último se lo exprimo y en mi lengua esa gotitas de semen, se disipan y dejan mi garganta seca.
Tan solo me ha visto por unos instante, luego da la espalda, y busca en el escaparate ropa interior. Deja expuesto su culo moreno, lleno de pelos. Cerradito con muchas estrías. Solo levanto un poco la cabeza e intento olerle… << ¡será otro momento que le dé una mamada de culo! >>
Lo bueno de estar en vacaciones en la casa de los abuelos, es que ellos dos están muy viejos. Podían estar en la cocina, sentados tomando café, y nosotros dos, en la habitación cogiendo como conejos.
Son ideas mías, no lo sé. Miguel ha estado muy caliente, desde que llegamos a la casa de los abuelos. A veces se tornaba indiferente, pero luego llegaba detrás de mí, sino se lo mamaba, al menos culo le daba.
Primero metió el dedo índice dentro de mi culo, todo encima por la ropa. Hizo que sintiera la aspereza de la tela, luego se olió el dedo. Estaba respirando rápido, muy excitado. Había caído la tarde, de nuevo esta caliente. Baja mi short, abre mis nalgas y apoya toda su erección. Le pido que lo haga suavecito. Creo que no me está escuchando, o si lo hizo y lo he calentado mucho más.
Suerte tuve que ha lubricado bastante, mojo mi culo tan solo con pre-semen viscoso. Ayudo también, que escupió su mano y luego unta en mi ano. Coloca el glande a la entrada, impulsado hacia adelante, mete la cabeza, luego tronco. Arrugo la cara, ahogo el desespero y dentro todo su güevo, apoya su pelvis a mi nalgas, luego un empujón profundo y comienza a cogerme divinamente.
Entraba y salía, apenas los saca, y con todo su güevo metido, mueve la cadera muy rico. Miguel que es un tantito gordito, todo su cuerpo apretado al mío, eriza mi piel y el sudor de ambos nos envuelve en uno mismo. Él se muerde los labios, relinchaba cerca de mi oído, le aprieto la cabeza, levanto la cola, y doliendo esa embestidas, mi culo se estira, luego como expulsado, acabo en la cama, y seguido de mi orgasmo. Miguel me prensa y todo su semen lo vacía en mi culo. Dejándome enlechado, hecho añico, caliente y temblando. Jadeamos de cansancio, el sudor corre por todo mi cuerpo…
Una sombra aparece por detrás de la cortina que tapa la puerta del cuarto. Por la figura, dedujimos rápidamente que era abuela, a punto de entrar a la habitación. Miguel sale dentro de mí, no le da chance de subirse el pantalón. Se lanza al suelo y debajo de la cama se oculta. En cabio yo, subo rápido mi short, y tratando de disimular lo más posible. Me echo en la cama y simulo estar acostado.
— La cena ya está lista. Ve a comer —dice la abuela.
A la madrugada, lo busque fui yo. Comencé a mamarle la verga estando flácida. Por parte de Miguel, hubiese seguido durmiendo. Hemos agotado el morbo, estamos cogiendo a cada rato, pero yo todavía no me canso. Sigo chupado ese trozo de carne aguado. De hecho disfruto hacerlo de tal manera; no solo dentro de mí boca cabe toda su verga, sino que también me atraganto con sus huevos pesados.
Fue tanta mi insistencia, se le puso dura como piedra. Ni siquiera se interesó en poner las manos en mi cabeza, se quedó quietecito. Mientras yo se la mamaba y me atragantaba con su verga. Se la he lamido como paleta, luego todo en mi garganta, eyaculo su esperma. Un semen aguadito, pero riquísimo…, después pude dormir tranquilo.
La casa de la abuela estaba en un lugar muy remoto. Salir de ahí, era acordar con el de la Toyota, cuando era aproximadamente nuestra salida. Así iba el día indicado, y de ahí nos sacaba. Lo demás era bonito. Una casa ubicada en una colina, laderas de los lados, y del fondo también. Y una pendiente en picada, rumbo al camino, por donde solo pasan carros rustico.
En aquel entonces llovía demasiado, ya tenía una semana que no caía agua. Pero aun el barro estaba fresco, y el monte olía con su fragancia a nuevo.
Salgo a la sala, iba a la cocina. Por el pasillo hay una penumbra. La vela que está encendida, se dilata de forma continua. Entrecierro los ojos, y sigo andando por el pasillo. Al visualizar a la cocina, estaba la abuela de espalda, sentada en una silla mecedora.
No había nada extraño, por los momentos. Fue cuando baje la mirada, y la silla estaba empinada toda hacia adelante, como si hubiese estando meciendo, y de repente se quedó paralizada. Lo más curioso, y lo que hizo crispar mi piel, fue que los pies de abuela no tocaban el suelo. Luego cayó y se meció la silla con tan fuerza de balanceo. La abuela pareció desmallar, suspiro y fue un quejido vaho. Debajo de la silla una sombra, ni muy oscura, tampoco sin forma, salió como un animal, a toda carrera. Se vino de frente hacía a mí y al pasarme por debajo, no solo venteo un aire helado, también me ha dejado privado.
En ladera derecha, era puro sembradero de maíz. Subimos junto con el abuelo, este nos decía de todo. La verdad es que estaba cavilando, saltaba de un cuento a otro, a ningunos le daba fin. Luego se cansó, y nos dijo que estaba ya agotado.
— ¡Mámame el güevo aquí!
— ¿Y si regresa abuelo?
Ya tenía el güevo afuera, erecto y apuntando a hacía a mí. Le brincaba solito, el glande esta rojito, mi entrepierna dura y mi boca seca. Trago saliva varias veces, de rodilla voy hasta donde está Miguel, primero le aso el pene, le doy besito en la boquita, lengüeteo él gime, luego me lo llevo todo a la boca. Pego primero la nariz a los pelos, aspiro el olor de ellos. Embriagado duro mucho tiempo con ese güevo en mi boca y presionado por sus manos, al salir ese miembro lo he dejado bastante ensalivado.
Di la vuelta, estaba en cuatro sobre el terreno. Baje el jean solo hasta los muslos de las piernas, Miguel acaricio mi culo, luego escupe y sin esperar mucho, presiona y lo mete mitad de güevo en mi culo. He llevado tanto machete de él, en estas vacaciones, que ya ni el culo me arde, cuando lo mete muy salvaje. Aprieto duro, eso le encanta, se hunde todo dentro, palpita fuerte de nuevo embiste con muchas fuerzas. Acaba y mi recto se embucha de pura leche.
Quería contarle todas las cosas que me han pasado aquí en la casa de la abuela, pero Miguel, apenas estamos solos, o le mamaba la verga, o el culo le daba. Cuando tenía la oportunidad, abuela o abuelo, aparecían, con gestos cansados. Y aunque no se le notaba tan fácil, a veces cuando me detenía a detallarlos, en sus ojos vacuos había desolación, angustia y dolor.
Varias veces, en mi mente anotaba, que esto debía decirle a mi madre; alertarla y ella pudiese averiguar que podía sucederle.
Ya teníamos dos semanas, nos faltaba una más, y luego nos iríamos. Esa mañana desperté tarde, cuando ya estuve levantado, por abuela que me dice, tanto Miguel como el abuelo, se habían ido a otro lado, junto con uno de por ahí cercano, en la camioneta los llevo a las represas.
— ¿Por qué no me paraste abuela?
— Miguel dijo, que si lo hacía, ibas andar entonces de mal humor en el camino —responde con una sopeses, por creer que había hecho lo correcto.
Yo estaba muy molesto, si solo abuelo se hubiese ido, con la abuela sola en casa, Miguel y yo fuéramos cogido en la ladera de fondo, o cualquier otro lado. También, al rato, supe porque lo había hecho; nos estábamos aburriendo de hacer lo mismo, estamos agotando el morbo demasiado. Ya no es como la primera vez, lo que parecía una oportunidad, ahora solo era algo normal. Al rato dejo el mal humor, y también creo que debíamos parar un poco, siquiera.
DOS
Dos años después, fue que vine a verme de nuevo con Miguel y fue en una ocasión muy triste, abuelo había muerto. El funeral fue en casa de mi tía, la mamá de mi primo. Pensaba yo que nada se podía hacer, tampoco lo tenía en mente. Veía a Miguel —y si está muy lindo—pero tampoco es que sentía unas ganas de coger con él, quizás era por la situación.
Todo cambio después del entierro, abuela no regresaría a la hacienda. Y dándole reconforte, mamá y yo nos quedamos en casa de mi tía por una semana.
La noche del miércoles, estaba con una ganas de Miguel, lo que notaba ahora en él, es que no se motiva en buscarme. Según tiene novia, y creo que por eso, las otras noches buscaba dormir en otro lado que no fuese conmigo. Pero llego el miércoles, cuando siento que alguien se acuesta a mi lado, por el perfume que usa, deduje que era él quien se ha acostado.
Todo sucedía como la primera vez. Nervioso sin saber si estaba equivocado, tocando terreno con mucho cuidado. Acaricio la entrepierna por encimita, apenas la toco con los dedos. Sutil palpo el tronco erecto; durísimo y con mucha fuerza. Brinco su verga, como anunciando que si quería sentir mis dedos. Con mucha más confianza se la agasajo. Estremecido un escalofrío corre por todo mi cuerpo, meto la mano por dentro del short, magreo el miembro erecto, le bajo el capullo luego mis dedos se untan de líquidos. Lo riego en todo el glande, bajo la sabana entro, busco como un sabueso; oliendo el aroma del sexo llego hasta donde está el güevo. Primero embadurno mi nariz en los pelos, chupo las bolas luego el tronco, abro la boca y atasco mi garganta. El glande se agranda caliente en mis fauces. Saboreo toda su virilidad, no deja de palpitar, le aprieto con los labios. Subo y bajo, repetido varias veces, no fue necesario hacerle una paja, acabo bastante semen en mi boca, todito lo trague; espeso, caliente y rico. Tuvo que apartar mi cabeza, sino hubiera pasado toda la noche mamando esa verga…
Con el tiempo todo cambia. Ahora con 26 años, lograr un morbo como aquellos es tan difícil y complicado. Tal vez no solo por los demás, creo que también por uno mismo…, ni soporto la idea de compartir la habitación. Solo me interesa dormir solo.
Todo fue sexo y eventual.
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