Todo ocurrió de forma fortuita V y epílogo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por argamedon40.
Así que el viernes, tras dejar a los críos, nos fuimos a una tienda especializada en cosas para fiestas, compramos globos y colgantes para adornar el jardín y el salón de la casa.
Tras eso nos dividimos el resto de compras, Carlos se encargaría de comprar la bebida, y yo la comida y el regalo para Marisa; quedando en que el sábado Marisa iría a buscar a Carmen y recoger el postre que yo iba a encargar y él vendría a casa después de comer, así tendríamos tiempo de preparar todo y de darnos un homenaje, antes de que ellas llegasen.
Así lo hicimos y por la noche le comenté a Marisa nuestro plan, lógicamente no le comenté que Carlos y yo teníamos la intención de estar juntos mientras ellas estaban fuera.
Me dijo que conforme y tras darle la dirección de donde debería recoger el postre, y que estaba a su nombre, nos fuimos a dormir.
Esa noche no hubo nada, aunque yo barruntaba cosas sobre el rato que íbamos a pasar Carlos y yo solos, sobre todo teniendo en cuenta que llevábamos una semana sin estar juntos.
En ese momento me saltó la imagen de Angel y me dí cuenta de que me había causado más impresión de la que yo pensaba.
Deseché la imagen y la situación y, tras darme la vuelta, me puse a dormir.
Al día siguiente desperté primero a los niños y con sus regalos, nos dirigimos a la cama de Marisa, allí estaba, dormida y relajada, y tras cantarle el “cumpleaños feliz”, entregarle los regalos y darle un montón de besos a su madre, los niños se fueron al salón.
Nos quedamos los dos solos, me acerqué y le besé en los labios, ella respondió a mi beso abriendo su boca y sacando su lengua buscando la mía.
Como me sucede últimamente, cada vez que me besan, comencé a excitarme y pasé a la acción, pero Marisa me paró y me dijo, ya sé que no es tu cumpleaños, pero yo también tengo un regalo para ti y te lo daré esta noche.
Me quedé pasmado, algo que empezaba a ser habitual, y le pregunté a que se debía y que era ese regalo si iban a estar Carlos y Carmen y ella me contestó:
– No te preocupes, a ellos también les va a encantar, es un regalo compartido.
Y tras decirme eso se levantó como una diosa, con un camisón corto en el que resaltaban sus pezones, y tras darme un beso fugaz se dirigió a la ducha.
Yo, decidí bajar y preparar el desayuno para los cuatro.
En el mismo, le comenté a Marisa que no se olvidase del plan de la tarde, que Carlos y yo nos encargaríamos de preparar todo para cuando viniesen y que si llegaban para las siete tendríamos tiempo de darnos un chapuzón, estaba anunciado calor.
Ella me dijo que por la mañana iba a llevar a los críos y así teníamos desde el mediodía todo el fin de semana libre y que había quedado en recogerles el domingo sobre la misma hora.
Desayunamos juntos y cada uno se dedicó a lo que tenía que hacer.
Sobre las doce me llamó Carlos diciéndome que para las tres estaría en mi casa, que iban a comer temprano y así tendríamos tiempo para nosotros antes de que ellas llegasen, yo le dije que de acuerdo y que intentaría que Marisa saliese de casa sobre esa hora a buscar a Carmen.
Se lo comenté a Marisa por teléfono ya que había salido con los niños y me dediqué a preparar una comida rápida.
A las tres llegó Carlos.
Marisa estaba vistiéndose, al cabo de un rato apareció por las escaleras, con un vestido corto de tiras, con unas faldas amplias que dejaban ver y adivinar unas piernas esculturales, iba sin sujetador porque se le notaban los pezones en el vestido, no pude evitar mirarle a Carlos, estaba con los ojos que se le salían de las órbitas, se acercó a Marisa y le dijo_
– Marisa estás preciosa
– Carlos, tu siempre tan encantador.
Y se dieron un beso, que me pareció casi en la boca, pero nuevamente pensé que era todo fruto de mi imaginación.
Me dio un beso y nos dijo que para las siete vendrían, recordándole yo de recoger el postre y que tuviese cuidado de no aplastarlo.
Una vez se fue Carlos, no dejó tiempo ni de que Marisa girase en la calle de salida, se avalanzó sobre mi besándome y agarrándome de la cabeza para que nuestras bocas y lenguas comenzasen su juego nuevamente.
Nos fuimos moviendo al mismo ritmo que nos besábamos hacia el sofá, yo le dije que con los ventanales que teníamos nos podía ver alguien y que estaríamos mejor en la habitación, así que subimos corriendo por las escaleras dándome una palmada en mi trasero mientras subíamos.
Carlos: No sabes como te he echado de menos
Alex: Yo creía que ni te habías acordado sabiendo que has estado con Marisa
Carlos: No seas tonto, solo desayunamos y charlamos
Y comenzó a desnudarme
Yo igualmente comencé a desnudarle y admirar una vez mas su cuerpo, no pude evitar que me viniese nuevamente la imagen de Angel a mi cabeza, pero la descarté y me dediqué a terminar de desvestirle y comenzar a acariciar su torso, jugando con sus pezones, mientras nuestras bocas seguían juntando nuestra saliva y nuestras lenguas.
El no se arredró y su mano fue directamente a mi polla, comenzando a masajearla y diciéndome que había estado toda la semana recordándola y con ganas de tenerla entre sus manos.
– Yo me reí y le dije, “eso se lo dirás a todos”, echándose también a reir.
Animado por su comportamiento dirigí mi mano también a su polla, empujándole al mismo tiempo hacia la cama.
Ahí estaba, desnudo, de espaldas, con las piernas fuera de la cama y su gran polla a mi merced.
Me puse de rodillas en el suelo y me acerqué, soplaba sobre su capullo mientras mi mano la acariciaba.
Ambos sabíamos que no teníamos mucho tiempo porque teníamos que preparar todo antes de que llegasen, así que me la metí en la boca y comencé a follarle.
El gesticulaba, se movía, gemía, lo que hacía que mi pasión creciese y mi ritmo sobre su polla aumentase.
Con una mano yo también me iba pajeando, disfrutando ambos de ese momento.
De pronto se incorporó y me levantó, me volvió a besar y me dijo que hacía llevaba toda la semana deseando mi culito, así que me tumbó en la cama poniéndome boca abajo y con su boca y su lengua comenzó a mojarme el agujero.
Yo empezaba a sentir escalofríos cada vez que sentía su lengua como recorría mi culo y como intentaba penetrarme.
Sus dedos comenzaron a aparecer y actuar, mi culo ya no oponía resistencia como en las primeras ocasiones, así que su dedo entró limpiamente, moviéndolo a su antojo mientras yo comenzaba a suspirar.
Pronto comenzó con el segundo dedo, que aunque costó un poco que entrase, ya no me dolió, al contrario, empezaba a sentir el placer que había descubierto con él.
Me dio la vuelta y ya de espaldas, le veía su cara de excitación, así como su polla Iniesta y dura que me iba a penetrar.
Comencé a pajearme nuevamente mientras él me levantaba las piernas y ponía su polla en mi agujero previamente untado de su saliva.
Y tras intentarlo un poco, entró sin esfuerzos dando yo un respingo y comenzando a hacer más intensas mis maniobras en mi polla.
Carlos comenzó al mete-saca, mete-saca y yo cada vez sentía mas placer, sentía que me llenaba, y como su terrible arpón resbalaba por mi interior.
Tras unos minutos en los que mi placer iba en aumento y gemía desconsolado, la sacó y se tumbó a mi lado girándome y junto a mi espalda, poniendo nuevamente su armamento en mi culo; esta vez entró suave y comenzó inmediatamente a follarme con rapidez y rotundidad, sentía sus huevos chocando con mi cuerpo y su polla que rozaba mi interior; me encontraba en la gloria, me gustaba lo que sentía.
– Alex, me gusta follarte, me gusta cuando gimes, me gusta oir y sentir que estas excitado y que te gusta como te follo.
– Carlos, si, fóllame, me encanta, dame fuerte, quiero sentir que te corres dentro de mí, siiiiii, métela con fuerza que reviente en mi interior.
Fóllame.
Seguimos así un rato hasta que Carlos no pudo aguantar mas y me gritó “me corroooooooooo”.
Yo excitado como estaba,
– Echame toda tu leche, siiiiii, quiero sentirla dentro
Sentía como su polla estallaba en mi interior, algo caliente que se expandía por todo mi conducto, una sensación de calor y de placer me envolvía, mientras él me follaba cada vez mas lento.
Luego su polla salió de mi culo y tras ponerme otra vez de espaldas, se dobló hacia mí y cogiendo mi polla con su boca me empezó a follar con sus labios.
Yo que ya estaba muy caliente por lo vivido, comencé a moverme y meterla y sacarla de su boca durante un rato hasta que ya no pude mas y exploté; seguía follando su boca mientras eyaculaba, mientras mi leche salía y llenaba su paladar, saliéndole por las comisuras.
– Carlos, soy muy feliz contigo y me encanta nuestra relación, me caliento solo con tenerte cerca y me gusta como disfrutamos ambos.
El no dijo nada, solo me sonreía, y cogiéndome de la mano me levantó y nos dirigimos a la ducha diciéndome que teníamos que preparar todo aún, eran las cuatro y media y para las siete ellas llegarían.
El resto de la tarde nos dedicamos a montar todo, a preparar la barbacoa, los colgantes, hinchar los globos, preparar la música y las tumbonas por si nos dábamos un baño en la piscina.
Con el calor que hacía estábamos los dos en short.
El de Carlos bastante ajustado y se le notaba ese bulto que me encantaba lamer, el mío mas holgado, además de que mi tamaño no tenía nada que ver con el suyo.
Sobre las siete, aún no habían llegado y decidimos por darnos un baño en la piscina.
En esas estábamos cuando llegaron Carmen y Marisa.
Carmen estaba también preciosa, coincidía con Marisa en un vestido flojo y corto que dejaban adivinar unas piernas como columnas dóricas y sus caramelos asomando a su escote.
Nos dimos un beso, esta vez más cerca aún de los labios y observé que esta vez si, Carlos y Marisa se dieron el beso en los labios, aunque fue un beso fugaz.
Las dudas comenzaron a corroerme, ¿había algo entre ellos?
Carlos y yo nos metimos al agua y estando ahí aparecieron ellas, en bikini, majestuosas, sensuales….
Se metieron al agua no sin algún sobresalto por la diferencia de temperatura y comenzaron a jugar con el agua y a mojarse.
Carlos y yo estábamos mirando y cerca uno del otro, cuando noté su mano en mi entrepierna.
Me separé porque tenía miedo de que ellas nos viesen, pero no podía ser así ya que ellas estaban jugando a cogerse la una a la otra y, si no fuese porque eran nuestras mujeres, hubiera dicho que más de una vez se habían ido directo a tocar el pecho de la otra.
Al cabo de un rato, ellas decidieron salir y se fueron a cambiar dentro para la cena.
Carlos y yo seguimos en el agua no sin algún toqueteo discreto.
Cuando salimos del agua, Carlos me propuso que nos ducháramos juntos en el baño que hay al lado de la piscina, pero imaginando yo lo que podía pasar de nuevo y ante el peligro de que nos pillaran, le dije que no, que yo iba a ducharme arriba en nuestra habitación.
No sin refunfuñar un poco, se dirigió al baño y yo subí las escaleras para ir a nuestra habitación.
Según subía iba oyendo algunas risas y gemidos, me dirigí en silencio y vi que salían de nuestra habitación que tenía la puerta entornada, me acerqué sigilosamente y miré al interior.
Ahí estaban Marisa y Carmen, desnudas, de pie y besándose.
Marisa le cogía de la cara a Carmen y le besaba, jugando con sus lenguas.
Carmen tenía sus manos en los pechos de Marisa, los acariciaba y con sus dedos jugaba con los pezones.
Yo me quedé quieto, sin reaccionar, hasta que decidí bajar en silencio a avisar a Carlos.
Al llegar abajo, Carlos estaba en la ducha y le dije:
– Carlos, sal ahora mismo y ven conmigo, no preguntes y no metas ruido.
– Alex, estoy en la ducha y desnudo, espera que me seque y me ponga algo.
– Carlos, hazme caso, sal como estás y ven.
Salió desnudo y mojado y subimos en silencio, yo le hacía muestras de que estuviese callado, acercándonos a la habitación.
Al llegar le volví a mostrar un dedo sobre mi boca para indicarle que estuviese en silencio y me puse de rodillas para mirar por la hendidura de la puerta, mientras Carlos lo hacía por arriba
Estaban en la cama tumbadas, de cara la una a la otra, Marisa le estaba besando el pecho a Carmen, unas tetas grandes, preciosas, turgentes, mientras Carmen estaba con una de sus manos jugando con los pelos del coño de Marisa.
Se oían los gemidos de ambas, mientras se besaban y se exploraban mutuamente.
Yo giré la cara y me encontré de frente con la polla de Carlos, estaba medio puesta, y sin pensarlo dos veces comencé a lamerla.
Carlos gimió y las dos mujeres, dirigieron sus miradas hacia la puerta.
Carmen: ¿Qué pasa, ahora os asustáis? Creo que es mejor que paséis, así podréis observar mucho mas cómodos.
Podéis sentaros en el sofá y mirar mientras os dedicáis a vosotros.
Marisa, echó una carcajada y dando la vuelta a su cara volvió a besar los pezones y acariciar los pechos de Carmen, su cara definía placer.
Carlos y yo, nos quedamos mudos, nos miramos, y fue él quien abrió la puerta y se dirigió al interior sentándose en el sofá.
Me miró y con una seña me indicó que entrase.
Yo estaba cortado, ni en mis mejores fantasías pensaba que iba a llegar a estar en semejante situación.
Allí estaban, Carmen y Marisa, deleitándose mutuamente con el cuerpo una de la otra y Carlos sentado en un sofá enfrente de la cama, mirándolas y con su polla tiesa tocándosela y sin quitar ojo del espectáculo.
Medio asustado, entré y me senté al lado de Carlos.
Las dos mujeres estaban tumbadas de medio lado ahora, besándose y explorando cada una el coño de la otra.
Carmen lo tenía depilado, abierto, sonrosado, y muy apetitoso, se le notaba húmedo.
Los dedos de Marisa lo exploraban y jugaban tanto con sus labios, como con su clítoris.
Se oían los gemidos de Carmen cada vez mas fuertes.
Marisa, comenzaba a moverse en la medida en que Carmen con sus dedos jugaba con su interior.
Carlos movió su mano y la llevó a mi entrepierna, sin quitar ojo de las dos mujeres; yo ya estaba muy excitado, así que facilité su labor desnudándome también.
Al ver que me desnudaba, Carmen, la mas atrevida, nos dijo:
– Ahora nosotras también queremos ver como os lo pasáis, imaginaros que estáis en el despacho como hacéis por las mañanas.
No dijimos nada, nos dimos cuenta de que sabían de lo nuestro, pero viendo que ellas también tenían relación, nos animamos y comenzamos también a besarnos y magrearnos.
Allí estábamos los cuatro, ellas en la cama disfrutando y mirándonos a veces y nosotros dos en el sofá terriblemente excitados y con ganas de follar.
Marisa, descendió hacia el coño de Carmen y comenzó a lamerlo; Carmen incrementaba sus gemidos a medida en que Marisa presionaba cada vez mas en su clítoris.
Carlos ya muy excitado por la situación quiso intervenir entre ellas y se acercó a la cama.
Marisa le dijo,
– Carlos, no es el momento, déjanos a nosotras que disfrutemos como queremos y hacer vosotros lo que queráis, ya llegará vuestro momento.
Y sin mas, se dio la vuelta y siguió con su actuación, aprovechando para meterle dos dedos a Carmen en su coño y comenzar a follarle.
Carlos, se dio la vuelta y se acercó a mi, se puso de rodillas en el suelo y se metió mi polla en la boca; yo con mi polla en la boca de Carlos y viendo a Carmen y Marisa haciendo el amor en la cama, estaba muy caliente y le dije que parara que sino me iba a correr.
Me hizo bajar del sofá y me puso a cuatro patas mirando hacia la cama, él se puso detrás mío mirándoles también a ellas y de un golpe me metió su polla en el culo.
Yo grité por el dolor inicial, pero a medida en que sacaba, metía y comenzaba el rozamiento en mi interior, unido a la visión de que ahora era Carmen quien separaba el coño de Marisa y comenzaba a comérselo, hizo que desapareciera el dolor y comenzase el placer.
Carlos gemía fuerte, Marisa gemía y se movía, Carmen le chupaba el clítoris y le follaba el coño, y yo miraba, era follado por un instrumento sublime y comenzaba a pajearme.
El espectáculo era grandioso, sexo puro, sin miedos ni prejuicios.
De pronto Carlos gritó, y comenzó a follarme de una forma brutal, su polla entraba y salía como un torpedo de mi agujero y estalló.
Yo ante semejante situación también estallé y mi mano movía fuerte mi polla mientras mi leche caía sobre el suelo.
No sé si la situación creada, nuestros gritos de placer o la forma en la que Carmen estaba tratando a Marisa, pero esta también comenzó a gritar y contonearse, corriéndose en los dedos de Carmen.
Carlos con su polla ya flácida y fuera de mi culo, se acercó a mi cara y me la puso para que se la chupase y limpiase, lo que hice con mucho gusto y placer.
Carmen se incorporó y acercó su cara a la de Marisa, para besarle con ternura y pasión.
Nadie decía nada, los cuatro nos quedamos callados y en nuestro lugar.
Ante esa situación quise romper el hielo y comenté:
– Creo que todos nos debemos una explicación y no hay mejor momento que la cena para ello, así que cada pareja se vaya a un baño, se duche y nos vemos en 10 minutos abajo para la barbacoa.
Se echaron a reir y dijeron que conformes, que además diez minutos no daban para mucho y el fin de semana era largo.
Carlos se acercó a la cama, cogió a Carmen de la mano, le ayudó a levantarse y dándole un sonoro beso en los labios se fueron hacia el piso de abajo.
Marisa se levantó, se acercó a mí y me cogió de la mano para llevarme también a la ducha.
Una vez en la ducha empezamos jabonarnos, Marisa dejó de darse jabón y comenzó a pasear la esponja por mi cuerpo.
La situación morbosa vivida, junto a tener su cuerpo desnudo a mi alcance y que me estuviese mas que lavando, acariciándome, hizo que mi polla nuevamente se pusiese en forma.
Marisa se echó a reir y me dijo:
– Vaya Alex, veo que sigues en forma, pero no es el momento de hacer nada ahora, así que espero que se te baje, porque sino Carmen y Carlos van a estar riéndose todo el tiempo.
Sonreí y dándole un beso, me quité el jabón con el agua y salí de la ducha.
Cogí una toalla y se la puse por la espalda a Marisa, mientras yo me secaba con otra.
Nos pusimos ropa cómoda y yo bajé mientras Marisa se acicalaba.
Abajo me encontré con Carlos, me sonrió y me dijo:
– Alex, quieres una cerveza fría?, creo que nos vendrá bien para ayudar a digerir lo sucedido.
– Si, Carlos, me vendrá bien y creo que lo mejor es que comencemos a preparar la barbacoa mientras lo analizamos.
Brindamos con los botellines y nos fuimos a preparar la carne ya que la barbacoa la habíamos dejado encendida.
Pusimos unos entremeses en la mesa, mientras venían las mujeres y un cubo con hielos y unas botellas de chardonnais para que estuviesen frías.
Hacia unos 25 grados de temperatura, así que estábamos de maravilla en el jardín.
No hablábamos nada, cada uno mantenía su silencio y barruntaba la situación.
Al cuarto de hora aparecieron Carmen y Marisa.
Si antes estaban preciosas, ahora estaban gloriosas, se habían pintado un poco, peinado y llevaba cada un pareo sobre los bikinis.
Se dirigieron a nosotros y cada una de ellas nos dio un beso en los labios.
A mi los de Carmen me parecieron carnosos, suaves y jugosos, me imaginé que Carlos habría sentido lo mismo con los de Marisa.
Nos sentamos a la mesa y comenzamos a picar, Carlos llenó las copas de vino y Carmen empezó a hablar.
Carmen:
— Me imagino que os estaréis preguntando que ha pasado, os lo diré.
– El primer día que estuvimos Marisa y yo, le recordé unos episodios sucedidos en el colegio, en ellos éramos un grupo de chicas de los dos cursos, que a veces nos juntábamos, hablábamos de sexo y nos tocábamos.
– Al principio cada una se tocaba a ella misma, pero con el tiempo empezábamos a tocarnos mutuamente.
Yo nunca estuve con Marisa, aunque ella era la mas apetecible de todas nosotras y no tuve oportunidad, pero la recuerdo y recordaba esos pezones salidos que tiene tan preciosos y sus aureolas grandes y sonrosadas.
– Tras esa conversación en la que surgieron muchos mas detalles de lo que hacíamos, nos fuimos calentando y quedamos en recordar viejos tiempos al día siguiente.
– Cuando salimos aquella tarde, únicamente pensábamos en picar algo y volver a casa temprano, pero la cosa se fue calentando y ya en el coche, cuando decidimos ir a cenar a un restaurante, comenzamos a besarnos, y de ahí a acariciarnos, así que decidimos no ir a cenar, compramos unos bocadillos y nos fuimos a un hotel Ibis que hay a las afueras.
Y ahí empezó todo, yo tuve por primera vez en mis brazos a la mujer que tanto me había impresionado cuando era niña, y Marisa descubrió conmigo los placeres que existen cuando hay atracción y cariño entre dos mujeres.
Carlos: Y desde entonces, habéis estado juntas muchas veces?
Marisa:
– Al día siguiente yo me sentí culpable, no solo por haber estado con Carmen y lo que significaba, sino por haber traicionado a Alex.
-A los dos días Carmen me llamó diciéndome que había ido al despacho de Carlos para sacarle a tomar un café.
-Cuando subió y como quería darte una sorpresa abrió con su llave y oyó gemidos; sorprendida entró en silencio y fue a la habitación que hay allí, y os vio.
-Alex estaba a cuatro patas mirando hacia el cabezal y tu, Carlos, le habías penetrado y le estabas follando.
Carmen:
– Decidí callar y salir.
Cuando estaba en el pasillo comencé a pensar en lo sucedido, no solo en ese momento, sino en lo sucedido también con Marisa y pensé que lo mejor era enterarme todo lo que pudiese y luego pensar con la cabeza fría como actuar.
-Bajé donde el portero y le pregunté si Alex venía a menudo contigo, a que horas y cuánto tiempo estaba en tu despacho, de lo que deduje que eso venía de tiempo y que no era algo esporádico.
-Decidí que debería contárselo a Marisa, así que me fui a su tienda y le comenté lo sucedido.
Marisa:
– Yo no daba crédito a lo que me decía, no sabía de esas tendencias de Alex, aunque luego pensándolo fríamente me dije: Si yo estoy muy bien con Carmen, porqué Alex no puede estar bien con Carlos?.
– Eso no significa que nuestro matrimonio esté roto, sino que puede enriquecerlo aún mas.
– Y decidimos que Carmen y yo también teníamos derecho a seguir estando juntas mientras quisiéramos ambas, así que quedamos para el día siguiente para estar juntas nuevamente.
Carlos y yo nos mirábamos atónitos, no decíamos nada hasta que yo comencé a hablar:
Alex:
– Todo ocurrió de forma fortuita, Carlos y yo nos conocimos porque casi me atropella debido a un despiste mío…, y les conté lo sucedido a continuación en los primeros días hasta que surgió nuestro primer encuentro.
-Una vez estuvimos juntos la primera vez, como os he contado, y viendo que éramos muy felices juntos, aunque seguíamos enamorados de vosotras, decidimos seguir con nuestros encuentros y satisfacer nuestra sexualidad en la medida en que considerábamos que necesitábamos mas sexo que vosotras.
-Esto no es un reproche a vosotras, sino la constatación de un hecho, nuestros matrimonios, quizás por el tiempo, quizás por la monotonía… ya no funcionaban sexualmente como al principio y descubrimos un mundo nuevo, que nos gustaba a ambos y que entendíamos no os perjudicaba.
Ellas se quedaron calladas mirándose y Carlos rompiendo el hielo me dijo, Alex, creo que es momento de que des la vuelta a la carne que se nos va a quemar.
Me levanté de la mesa y procedí a dar la vuelta a la carne, mientras Carlos recogía lo anterior y volvía servir vino en las copas.
Carmen y Marisa, comenzaron a hablar entre ellas mientras Carlos se acercó a mi.
– Alex, menudo lio hemos montado, espero que esto no se nos vaya de las manos, no quisiera que perdiésemos a nuestras mujeres.
– Carlos, creo que en estos momentos estamos empate, así que mucho va a depender de como enfoquemos todos este asunto y asumamos la realidad.
Queremos estar con ellas, pero también queremos estar juntos tu y yo, y Carmen y Marisa, por lo menos eso creo yo.
Carlos se quedó en silencio y comenzamos a poner la carne en una fuente para llevarla a la mesa.
Marisa:
-Carmen y yo hemos estado hablando de este asunto muchos días y hoy tras lo ocurrido en la habitación.
– Ninguna quiere dejar de vivir con su familia, pero ambas creemos que tenemos que tener cada uno su espacio vital, que a veces puede ser compartido con los otros y a veces no.
– Esto no significa que estemos obligados ninguno a estar con el otro sino quiere, ni que tampoco sea obstáculo para compartir nuestras vivencias entre los cuatro, pero todos debemos ser conscientes de lo que ello significa.
Carlos:
-Alex y yo, creo que estamos de acuerdo, lo mas importante para ambos es nuestra familia tal como la tenemos, pero también queremos disfrutar de nuestra sexualidad, solos o compartido con vosotras pero con la máxima discreción, no debemos olvidar a nuestros hijos.
La bebida iba cayendo, no sé si fruto del calor, de la tensión, de la comida o de la excitación que nos embargaba a todos, sabiendo que un mundo nuevo recién iniciado se abría ante nosotros.
La tercera botella fue abierta mientras me dirigí al frigorífico a por el postre.
Este consistía en un hojaldre relleno de crema y en un bizcocho con chantillí y que por si tenía poco había comprado un envase para echar mas.
Partimos el hojaldre y comenzábamos a paladearlo, Carmen me miraba sonriendo mientras su lengua recogía la crema de la tarta.
Eso hizo que me pusiese a mil, pensando en que quizás podía ser la punta de mi polla.
Cuando ya estábamos saciados de la cena, Carlos abrió la cuarte botella con el fin de dar por finiquitado todo.
Carmen y yo mientras nos dirigimos al interior a recoger los regalos de Marisa, mientras íbamos hacia el salón,
Carmen me cogió del culo y me dio un pellizco, me giré y me guiño el ojo diciéndome
– Alex no tienes ni idea de lo que te espera.
Yo me quedé en silencio y subí a la habitación a recoger mi regalo mientras ella recogía el suyo en el salón.
Cuando salí al jardín me encontré con que Carmen y Marisa se estaban besando y agradeciendo ésta el regalo que le había dado, Carlos se acercó también y le besó en los labios, notando entonces como Marisa abría los suyos y con su lengua mojaba los labios de Carlos.
Yo me acerqué y le besé igualmente, deseándole un feliz cumpleaños y entregándole el regalo.
Marisa me cogió con sus brazos del cuello y me dió un beso apasionado, me metió la lengua hasta el fondo y me dijo:
– Alex, está siendo el mejor cumpleaños de mi vida.
A continuación, tras abrir los regalos y agradecerlos, me dijo:
– Alex te dije que tenía un regalo para ti y que era compartido, pero tiene que ser en el salón.
Nos dirigimos los cuatro con nuestras copas al salón, Carmen fue apagando luces y dejando una luz tenue, mientras Marisa se dirigía al aparato de música y lo ponía en marcha.
Una música suave comenzó a sonar mientras Carmen y Marisa se ponían delante nuestro y comenzaban a bailar.
En ese baile sensual, apenas se rozaban, se contorneaban y movían sus caderas al ritmo de la música, sus labios se acercaban y separaban como si tuviesen miedo a juntarse.
Cada una cogió su pareo y comenzó a moverlo como si de un pañuelo se tratase, envolviendo con él a la otra y haciendo que sus cuerpos se juntasen cada vez mas.
Sus labios comenzaban a estar cada vez mas cerca, mientras sus pelvis danzaban al unísono uniéndose en un movimiento sensual y excitante.
Carlos y yo estábamos frotándonos ya, cada uno su paquete, por encima del pantalón.
Carmen y Marisa comenzaron a besarse y dejaron caer los pareos, dejando sus cuerpos en bikini a albur de nuestras miradas; seguían bailando con la luz tenue brillando sobre ellas, pronto comenzaron a quitarse el sujetador una a la otra mientras sus bocas seguían unidas y sus caderas contoneándose.
Salieron al aire sus pechos, grandes, tersos y apetitosos los de Carmen, menores con sus pezones tiesos y duros los de Marisa.
Carlos y yo ya nos habíamos sacado las pollas de sus escondrijos y estábamos acariciándolas sin pudor, de pronto ambas se miraron y como si fuese una seña, se dirigieron hacia nosotros.
Carmen vino hacia mi, con sus tetas al aire, con una sonrisa de vicio en su mirada, se arrodilló delante y dirigió sus manos a mi polla.
Esta las recibió tiesa, dura y caliente, con ganas de ser acariciada por esa hembra, mientras mis manos no pudieron quedarse quietas y fueron a sus tetas.
Que placer, cuanto tiempo soñando con ellas y ahora esos caramelos estaban en mi poder.
Las acariciaba, las apretujaba con suavidad, quería tener mis manos llenas de ellas.
Mientras, ella me acariciaba la polla y me miraba con una sonrisa, como diciéndome, cógelas son para ti.
Mire hacia al lado, y ahí estaban Marisa y Carlos besándose apasionadamente, estaban de pie.
Carlos con sus manos en los pezones de Marisa y ella pajeándole con fuerza mientras le decía:
– Carlos, que polla mas grande tienes, me encanta, siempre había deseado tener una polla como esta entre mis manos y dentro de mi.
Eso me encendió mas, al mismo tiempo que notaba que Carmen ponía mi polla entre sus tetas y comenzaba a hacerme una cubana.
Ufffffffff que placer, mi polla se deslizaba entre sus tetas, esas tetas por las que tanto había suspirado, las movía con maestría, se notaba que tenía costumbre.
Con su lengua mojaba mi capullo cada vez que asomaba por arriba.
Estaba en la gloria.
Giré nuevamente la cabeza y vi que Marisa y Carlos estaban en el suelo, él le estaba chupando el coño y acariciando su culo, mientras ella tenía la boca llena de la polla de Carlos.
Yo que ya había experimentado esa polla en mi boca sabía el placer que estaba disfrutando Marisa.
Carmen se levantó y se puso sobre mis piernas con las suyas abiertas, cogió mi instrumento con la mano y lo dirigió a su cueva, bajando lentamente sobre ella.
Entró muy fácil ya que tenía todo su agujero empapado de sus líquidos y comenzó a subir y bajar sobre mi polla.
Eso dejaba a la altura de mi boca y de mis manos sus tetas, así que decidí manosearlas y deleitarme con su visión.
Eran grandes y duras; mis manos no alcanzaban a cogerlas en su totalidad pero me deleitaba en acariciarlas y jugar con mis dedos con sus pezones.
Estos no eran como los de Marisa, pero si muy agradables.
Mientras ella comenzaba a gemir, se cogía la cabeza con las manos mientras no paraba de subir y bajar sobre mi polla, me dijo:
– Alex me voy a correr, estoy ardiendo y gritó, ssssssssssssssssiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, pero no cejó en el movimiento.
Yo estaba a cien, así que levantándole, le use a cuatro patas en el suelo mientras mis dedos comenzaban a follarle, mi lengua fue a su culo.
Ella me dijo:
– No, Alex, ahora no quiero estropear este momento, ya llegará la oportunidad.
Fóllame, que lo estoy deseando, méteme esa polla dentro del coño y dame fuerte.
Yo obediente, dejé de utilizar mi lengua y puse mi polla en su coño para penetrarle.
Ella al sentirla en su entrada se echó hacia atrás y entró de golpe.
– Alex, así, fóllame, quiero sentir tu espada en mi interior, muévete fuerte, quiero que me folles, lo he deseado desde que te conocí.
Me movía con prisa, con fuerza, mientras mis huevos golpeaban en su coño, mientras mi polla se hinchaba cada vez mas fruto del rozamiento con su interior, a pesar de que estaba inundado.
Miré hacia el lado, y vi como Carlos ensartaba a mi mujer, que estaba de espaldas, con las piernas enrolladas en la espalda de Carlos mientras este entraba y salía de su interior.
Marisa no paraba de gritar, si, si, dame, dame mas fuerte, que pollón tienes, como me gusta que me perfore, siiiiiiiii.
Carmen al oírle tuvo un segundo orgasmo lo que hizo que yo también llegase, y gritando ¡joder! Me corrí en su interior, me movía con celeridad mientras mi leche le mojaba su interior.
De pronto oí a Carlos, ¡me corrooooooo! y sacó su polla del coño de Marisa, echando toda su leche sobre la tripa y las tetas de esta.
Marisa comenzó a esparcir la leche con sus manos por todo su cuerpo mientras Carlos la escurría sobre los pelos del coño de esta.
Los cuatro nos tumbamos en el suelo, entre jadeos y suspiros.
La primera en hablar fue Marisa:
– Espero os haya gustado vuestro regalo, no es vuestro cumpleaños, pero Carmen y yo estábamos deseando compartirlo con vosotros.
Carlos y yo nos echamos a reir y le dijimos que regalos de esos son de los que nunca se olvidan y que cuantos mas mejor.
Después de un rato de relajación decidimos irnos a la ducha y que como novedad, esa noche yo dormiría con Carlos y Marisa con Carmen.
Tras la ducha, recogimos todo para así empezar el día con todo limpio, y eso además nos permitía a Carlos y a mi tiempo para cargar las baterías por si nos apetecía una nueva sesión.
Al final ellas se fuero antes que nosotros que nos entretuvimos tomando una cerveza en el jardín.
Al subir hacia nuestra habitación oímos risa en la habitación de las mujeres, por lo que dedujimos estaban comentando el día.
Carlos y yo estábamos cansados, así que decidimos irnos a descansar que aún quedaba fin de semana por delante.
Nos desnudamos ambos, y nos echábamos miradas cómplices, nos metimos en la cama y apagamos la luz para dormir.
, no sin antes darnos un beso de buenas noches.
Creo que a ambos se nos hacía raro compartir cama en esa situación, pero debido al cansancio y la tensión del día que habíamos pasado nos dormimos enseguida.
De madrugada me desperté pegado al cuerpo de Carlos, sentía la tibieza de su culo cerca de mi polla y eso hizo que ésta se despertase.
Mi boca empezó a besar la espalda y el cuello de Carlos mientras mi mano comenzaba acariciar su cuerpo.
El comenzó a ronronear como un gato, se dejaba hacer.
Mi mano colocó mi polla en la raja de su culo y comencé a moverme al mismo tiempo que la deslizaba a su polla, que ya comenzaba a estirarse.
El seguía sin decir nada, solo se dejaba.
Mi polla comenzaba a reclamar un sitio donde colocarse, así que Carlos lo notó y movió las piernas para que su ojete quedase libre.
Dejé su polla libre y mi mano tras mojar mis dedos en su boca, se deslizó hasta su agujero, cada vez costaba menos que mi dedo entrase en él, se notaban las horas y días que llevábamos trabajando nuestros cuerpos.
Seguíamos callados, yo actuaba, le besaba por el cuello y sus orejas, mi polla la situé en la puerta de entrada y ayudada con mi mano presioné para que entrase.
El al notar mi insistencia ayudó a que penetrase mi capullo no sin emitir un sonido cuando pasó su círculo inicial.
Con mi polla dentro y sin moverme le cogí su polla y el comenzó a moverse, mi mano y su culo iban al mismo ritmo, empezamos a gemir, empezamos a darnos placer mutuo y seguíamos sin hablar.
La excitación iba en aumento, mi polla ya resbalaba por su agujero y lo taladraba cada vez mas rápido.
Su polla ya había crecido y estaba a punto de explotar debido a mis manejos.
Cuando ya estaba llegando al final de mi excitación, le dije, Carlos me voy a correr y en ese momento comenzó a eyacular en mi mano, eso hizo que yo también explotase en su interior, moviéndome con mas urgencia para que saliese toda mi leche.
Nos quedamos un rato quietos, yo dentro de él y mi mano agarrada a su polla ya flácida.
El me dijo:
– No está mal esto de despertarse a mitad de la noche y compartir nuestros cuerpos, creo que deberíamos lavarnos y dormir un poco mas porque mañana espero sea también un día caliente.
Así lo hicimos, fue nuestra primera relación en una noche compartida.
Por la mañana estábamos dormidos y se abrió la puerta de nuestra habitación; abrimos los ojos medio en penumbra y vimos Marisa y Carmen, desnudas que se dirigían a nuestra cama.
No dijimos nada, Carmen se metió a mi lado y Marisa entre los dos.
Comenzaron a besarnos y acariciar nuestros cuerpos.
Carlos y yo nos dejábamos hacer, era agradable sentir que te estaban excitando sin tener que hacer nada.
Carmen, me dió un giro y me puso boca arriba poniéndose ella encima mio, al mismo tiempo que Marisa hacia lo mismo con Carlos, parecía que todo estaba orquestado.
Siguieron besándonos, notando como nuestras pollas iban reaccionando; Marisa se fue bajando besando primero las tetillas de Carlos, para luego su lengua jugar con su ombligo, deslizándola hasta su polla que comenzó a lamer.
Nadie hablaba, nadie decía nada, solo se oían suspiros, respiraciones entrecortadas y lametones.
Cuando la polla de Carlos ya estaba inhiesta Marisa, se puso encima de él y comenzó a penetrar su coño, fue bajando poco a poco ya que el tamaño de la polla de Carlos le perforaba expandiendo sus paredes, mantenía su cara con los ojos cerrados sintiendo como su interior se iba llenando con lo que deseaba.
Una vez en su interior la totalidad del taladro que se había metido, permaneció quieta, saboreando el momento y el instrumento, dejando que su cuerpo se aclimatase a semejante herramienta.
Carmen mientras se sentó sobre mi, y comenzó a acariciarse el clítoris, mostrándomelo, mientras con la otra mano y por detrás de su culo me magreaba la polla.
Su cara reflejaba la excitación que iba adquiriendo, y sus gemidos iban en consonancia con la intensidad que manejaba en el manejo de su botón.
Mi polla por otro lado sentía ya la excitación no solo de su manejo, sino también del espectáculo que estaba viviendo (uno no está acostumbrado a ver a su mujer a su lado folandola otro hombre, al mismo tiempo que tener a la mujer de ese otro hombre pajeándole y pajeándose encima de su cuerpo).
Marisa seguía quieta con la polla de Carlos en su interior, mientras este jugaba con sus tetas, ella me miraba y me sonreía.
Carmen terminó con sus maniobras y me dijo, hoy quiero darte lo que no te di ayer, y recogió de encima de la mesilla un botecito que no había visto yo.
Me hizo levantar y se puso a cuatro patas ofreciéndome dos cosas, el botecito y su culo.
Enseguida reaccioné y abriéndolo comencé a untarle el agujero con la crema del bote.
Reaccionó con un suspiro, no creo que fuese fruto de la temperatura de la crema sino de lo que sabía que le venía a continuación.
Mis dedos comenzaron a trabajar su ojete, un dedo entraba y salía con mucha facilidad, el segundo entró bien por efecto de la crema, perro le molestaba en la medida en que los metía y sacaba haciendo círculos con ellos para dilatarle.
Cuando ya se acostumbraba al mete-saca de mis dedos comenzaba a gemir, así que me animé a hacerlo con tres dedos (aunque mi polla no es como la de Carlos, no quería hacerle daño al penetrarle).
Ella gimió cuando mis tres dedos intentaban penetrar, a pesar de que los había untado previamente.
Por fin entraron y los deje quietos para que se acostumbrase, tras unos segundos comencé a moverlos.
Aunque al principio parecía que le molestaba, se acostumbró al movimiento y empezó a suspirar y gemir de placer.
Eso me animó y poniéndome de rodillas tras de ella, puse mi polla en la boca de la mina y presioné despacio.
Ella al sentirla se tiró hacia atrás y mi polla entró sin ninguna presión, así que comenzó a moverse y follarse con mi polla entrando y saliendo de su escondrijo.
Carlos me miraba, Marisa me sonreía y comenzaba a subir y bajar sobre la polla de Carlos, su mirada comenzó a cambiar, paso de la sonrisa que me transmitía a excitación por el folleteo y ver que estaba enculando a Carmen.
Marisa extendió una mano y acarició a Carmen en su cara metiéndole unos dedos en la boca y que ésta chupo con fruición.
La situación tenía su morbo y la excitación de los cuatro iba en aumento.
Carlos nos miraba y veía como me follaba a su mujer por el culo, así que decidió tomar las riendas y levantándole a Marisa la puso también a cuatro patas poniéndose él a mi lado.
Me pidió el frasco de la crema y comenzó a untar el culo de Marisa; ella no decía nada, se dejaba hacer aunque me imaginaba que estaría intranquila por el tamaño de la polla de que iba a meterse.
Carlos manejaba con maestría sus dedos y sus juegos, ella comenzaba a gemir de placer, aunque a veces protestaba porque le dolían cuando Carlos metía un dedo mas.
Yo mientras seguía follando el culo de Carmen y esta de vez en cuando giraba la cara para ver la cara que ponía Marisa al ser manejada por Carlos.
Este cuando entendió que Marisa estaba preparada, se la metió de golpe.
Marisa emitió un chillido y quiso sacársela, pero Carlos le tenía cogida por la cintura y no permitió que lo hiciese permaneciendo su polla en el interior.
Tras unos segundos de acomodamiento comenzó a moverla suavemente, deslizándola por el interior de Marisa, con el fin de que esta se acostumbrase al rozamiento.
Cuando ella comenzó a gemir de placer, ambos empezamos un movimiento más agresivo de mete-saca que hizo que las dos emitieran sonidos de placer.
Carmen le miró a Marisa y acercaron como pudieron su bocas sacando sus lenguas y fundiéndolas en un abrazo, el espectáculo era sublime.
Nos estábamos follando por el culo a nuestras mujeres y estas excitadas se estaban dando un morreo de muerte.
Carmen, dado el rato que llevaba follándole, unido a la excitación de la situación y el morreo de Marisa, comenzó unos movimientos pélvicos que hacían que mi polla entrase y saliese con energía, lo que ocasionó que se corriese gritando.
Yo ya no podía aguantar más y avisé de que me iba a correr, cuando ya estaba a punto saqué mi polla del culo de Carmen y me corrí sobre él, mi leche le mojó el culo y la espalda.
Carlos miraba como me corría sobre su esposa y Marisa me sonreía mientras yo notaba que estaba a punto de correrse.
Al cabo de unos segundos tanto Carlos como Marisa comenzaron a chillar, Carlos se estaba corriendo dentro del culo de Marisa y, ésta, estaba teniendo al mismo tiempo un orgasmo.
Carmen se dio la vuelta y se acercó a mi polla comenzando a lamerla y limpiarla con su boca mientras me sonreía.
Marisa, ni corta, ni perezosa, al ver a Carmen, no se quedó atrás y tras irse hacia delante para que Carlos sacase su polla del agujero, se dio la vuelta y comenzó la misma operación.
Carmen una vez limpia mi polla se dirigió hacia la de Carlos y allí estaban las dos mujeres dando un lavado con sus lenguas a la polla de Carlos, y besándose de vez en cuando uniendo sus lenguas.
Tras terminar la faena de limpieza, nos tiramos los cuatro en la cama, Yo detrás el cuerpo de Carmen y Carlos detrás del cuerpo de Marisa, estando estas enfrentadas, lo que propiciase que de vez en cuando se diesen un piquito.
Tras una media hora de relax y caricias suaves y cariñosas, nos fuimos los cuatro a la ducha.
Como no entrábamos los cuatro decidimos que entrasen ellas primero mientras nosotros nos quedábamos mirando como se lavaban la una a la otra.
Ver como se duchaban, como se tocaban, como se rozaban, como se besaban, a Carlos y a mi nos volvió a encender y pasamos a la acción tocándonos las pollas mutuamente.
Ellas se dieron cuenta y de vez en cuando nos miraban riéndose ante la situación y comenzando ellas también a tocarse los coños bajo el agua de la ducha.
La excitación fue subiendo de tono y Carmen se arrodilló y comenzó a chuparle el coño a Marisa, quien le cogía de la cabeza acariciando su pelo.
Carlos hizo lo propio y arrodillándose delante de mi empezó a chuparme la polla.
Nuevamente estaba empalmado, parecía que nuestra historia de sexo no iba a tener fin.
Me levanté, cogí dos toallas de baño y las eché en el suelo, haciendo que Carlos se tumbase y tumbándome yo en sentido inverso, metiéndonos las pollas el uno la del otro y haciendo un 69 glorioso.
Marisa con Carmen comiéndole el coño y viéndonos a nosotros explotó y se movía sobre la boca de Carmen queriendo que su lengua llegase a todos los puntos a la vez, incorporó a esta y con el chorro de la ducha lo dirigió al coño de Carmen haciendo que esta comenzase a sentir una excitación elevada.
Carmen no quitaba ojo de nuestras bocas y nuestras pollas engullidas por el otro, incorporó a Marisa mientras esta seguía dirigiendo el chorro de agua al interior del coño de Carmen que lo tenía completamente abierto como sus piernas.
Comenzaron a besarse, mientras nosotros seguíamos trabajando con nuestras bocas.
Yo fui el primero en correrme, no avisé y mi leche salió en la boca de Carlos mientras este me la chupaba.
Di un pequeño grito de placer, lo que hizo que Carmen se deshiciese de la boca de Marisa, corriéndose también.
Carlos, empezó un folleteo mas fuerte en mi boca y también llego a correrse, pero esta vez la sacó fuera y me mancho toda la cara y el cuello con su leche.
Nos quedamos tirados, quietos y respirando agitadamente.
Ellas se fueron recomponiendo de la situación y se lavaron con tranquilidad, dado que nosotros no nos movíamos del suelo.
Cuando terminaron, salieron a secarse y Carlos y yo entramos en la ducha, pero esta vez cada uno se lavaba a si mismo.
Terminamos pronto la limpieza y salimos a secarnos.
Ellas ya se habían ido a su habitación a acicalarse.
Salimos del baño y dado que hacía un día expléndido y de calor, nos pusimos el bañador, una camiseta, y bajamos a desayunar tras deshacer la cama y bajar las sábanas que estaba con manchas.
Mientras Carlos comenzaba a preparar el desayuno en el jardín, yo metí la ropa en la lavadora.
Las chicas bajaron a los diez minutos y como el día anterior, como dos reinas bajando por unas escaleras a un baile imperial, preciosas, esculturales, con la gracia que le da una mujer saberse deseada.
Se sentaron en la mesa no sin antes darnos un beso a cada uno en los labios, ya no me molestaban los besos de Marisa a Carlos, los consideraba normales como los de Carmen a mi o los de Carlos a mi.
Tras hablar un poco del día tan maravilloso que teníamos, la conversación volvió a las experiencias vividas.
Todos decíamos que era la primera vez que nos sucedía esto, aunque la declaración de Carmen me dio que no era sincera.
Marisa y Carmen comentaron que estaban descubriendo sus cuerpos, que durante años sus relaciones con nosotros se habían ido convirtiendo en trabajos de funcionarios, que casi siempre era lo mismo.
Habían descubierto que cuando nos liberábamos la situación de placer cambiaba y que eso era positivo para mantener nuestras parejas.
Entre ellas iban degustando nuevos puntos de sus cuerpos, nuevas formas de disfrutar, además del morbo que representaba para dos mujeres heterosexuales (por lo menos hasta entonces) lo prohibido de esa relación
Yo manifesté que a mí me había ocurrido lo mismo tras el primer encuentro con Carlos, descubrí una pasión que no había sentido hacia mucho tiempo y una relación que sin ser de amor como existía con Marisa, si era necesaria para mi vida.
Carlos y Marisa se miraron con complicidad; Carlos no dijo nada al respecto .
Hablamos de la penetración anal, ambas manifestaron que eran vírgenes por ahí y que nunca habían pensado que pudiese darles tanto placer, que les gustaban los preámbulos, pero que el rozamiento de nuestras pollas en su interior unido a lo morboso de esa situación les había dado mucho placer.
Carlos entonces comenzó a hablar y dijo que a él le había pasado lo mismo, que la primera vez que yo le poseí estaba muerto de miedo, pero que una vez pasada la primera vez y haber aprendido ambos como actuar, le encantaba ser perforado.
Ellas se rieron y dijeron que aún quedaba tiempo para experimentar nuevos retos, con lo que nos echamos a reir los cuatro.
A continuación y tras recoger el desayuno nos dedicamos a charlar de cosas comunes alrededor de la piscina.
Al mediodía Marisa y Carmen se dispusieron a preparar la comida y mientras Carlos y yo decidimos darnos un baño.
Ya en el agua y tras nadar un poco Carlos comenzó a jugar intentando meterme debajo del agua (parecíamos críos); en el forcejeo me quitó el bañador quedando desnudo, por lo que me lancé a hacerle lo mismo.
Una vez desnudos los dos y en el agua le cogí de los brazos y acercándole a mi, le besé; menos mal que estábamos donde hacíamos pie porque sino nos habríamos hundido.
Carlos respondió con pasión, abriendo su boca y buscando con su lengua la mía.
En esas estábamos cuando salieron ellas y nos vieron en esa actitud, así que sin pensarlo dos veces, se desnudaron ambas y entraron al agua.
Allí estábamos, los cuatro, desnudos, besándonos en un círculo vicioso, con las manos que se desviaban de uno a otro, de un pecho a una polla, de una polla a un coño.
Todo era tocar, todo era besar, todo era acariciar….
Tras un rato jugando con nuestros cuerpos decidimos salir del agua y pasar nuevamente al salón, con el fin de evitar posibles indiscreciones.
Una vez en el salón volvieron a renacer instintos naturales.
Carmen y Carlos se besaban y tocaban, Marisa se sentó en un sillón e hizo que me acomodara de rodillas entre sus piernas, lo cual hice con mucho gusto porque estaba deseando comerle su conejo.
Acerqué mi boca y saqué mi lengua comenzando a humedecer lo que ya empezaba a estar húmedo de sus jugos.
Sus piernas abiertas, sus labios separados y su clítoris amenazante y totalmente dispuesto para mi.
Lo sorbía y lo lamía; ella me cogía de la cabeza e imprimía presión sobre ella en la medida que quería que ejerciese presión sobre su coño con mi lengua.
De repente noté algo junto a mi polla, miré hacia abajo y descubrí la cabeza de Carmen que se había metido entre mis piernas abiertas y comenzaba a lamerme el capullo.
Miré hacia atrás y vi a Carlos que le estaba ensartando con su polla en el coño.
Por orden: Carlos estaba follando a Carmen tumbada de espaldas, Carmen con su boca me estaba follando a mi comiéndome la polla y yo con mi lengua estaba follando a Marisa que estaba sentada en el sillón gritando como una posesa.
Así estuvimos varios minutos, Marisa tuvo dos orgasmos en ese rato y yo estaba ya a punto de eyacular cuando Carmen dejó de chuparme la polla y se levantó.
Me cogió a mi agarrándome de la polla y me dijo que quería que le perforara otra vez el culo mientras Carlos le follaba.
Carlos se tumbó en el suelo de espaldas, mientras Carmen se tumbaba sobre él ensartándose el pollón.
Marisa se levantó y poniéndose al lado del culo de Carmen, con su lengua empezó a lubricar su agujero, mientras yo miraba con mi polla tiesa deseando perforarle.
Cuando Marisa estimó que ya estaba a punto, me cogió de la polla y la puso en su agujero, haciendo que se la metiese de golpe.
Carmen dio un grito, y dijo.
– Así, follarme los dos, quiero sentir como vuestras pollas se rozan dentro de mi, quiero sentiros a los dos.
Carlos y yo comenzamos a movernos, al principio estuvimos desacompasados, pero poco a poco cogimos el mismo ritmo y nuestras pollas entraban y salían del coño y culo de Carmen al unísono.
Marisa se puso al lado de Carmen y comenzó a besarle y tocarle las tetas, con una mano mientras con la otra se acariciaba el coño, tras un rato así se puso encima de la cara de Carlos para que este se lo chupase, llegando a un nuevo orgasmo.
Carlos al notar el orgasmo de Marisa aceleró el movimiento y se corrió dentro de Carmen, quien al ver lo sucedido tuvo también un orgasmo, notando yo como su culo se contraía y me apretaba la polla, costándome cada vez mas meterla y sacarla, llegando a correrme también en su interior.
Marisa se echó a un lado y se tumbó en la alfombra, Carmen quedó tumbada encima de Carlos con su polla en el interior y yo tras sacar la poca leche que ya me quedaba, decidí salir de ella y echarme también en el suelo.
Los cuatro estábamos exhaustos, rotos y cansados, llevábamos un trajín sexual enorme y nuestros cuerpos lo estaban acusando.
Tras unos minutos, me levanté y fui a por una botella de vino frio con unas copas, les entregué una a cada uno ya servida y brindamos por nosotros, pero sin moverse nadie de su sitio.
Al cabo de un cuarto de hora aproximadamente, las mujeres dijeron que la comida ya estaba preparada aunque fría y que deberíamos ir a comer, eran ya las cuatro de la tarde y aun teníamos que comer y recoger y ordenar todo para cuando viniesen los críos.
La comida transcurrió con normalidad, la mayor parte de la conversación trató de las sensaciones que habíamos ido percibiendo, de las situaciones que habíamos vivido y del futuro que nos esperaba.
Los cuatro concluimos que este fin de semana nos iba a dar mucho que pensar y hablar con nuestras respectivas parejas y entre nosotros, pero los cuatro estábamos decididos a repetir la experiencia.
Lo que no sabíamos entonces era cual iba a ser el devenir de todo eso y a donde nos iba a llevar.
Epílogo:
Todo en la vida tiene un principio y un fin, este último no es siempre a gusto de todos, pero es el que es.
Carmen resultó que era una liberal y que antes de estar con Marisa y nosotros, ya llevaba una vida sexual muy activa fuera del matrimonio.
Carlos y Marisa, ya habían estado juntos cuando yo estuve en Zaragoza y resultó que con el tiempo comenzaron a tener relaciones sin que Carmen y yo nos enteráramos, hasta que decidieron romper los matrimonios e irse a vivir juntos, solicitando la custodia de los hijos.
Carmen ante esa situación se independizó, y se liberó.
Luego me enteré que había tenido varios amigos y que le encantaban las fiestas de grupos
Yo, no quise seguir viviendo en una ciudad donde me podía encontrar con Carlos o Marisa en cualquier momento (como dije al principio, era una ciudad pequeña), así que decidí cambiar y me fui a Zaragoza.
Allí monté mi nuevo negocio dedicado a interiorismo y decoración.
Con la experiencia que había tenido con la primera tienda que decoré, no tuve problemas en tener nuevos y más variados clientes.
Conté con Angel para coordinar los trabajos y nuestra relación fue en aumento.
Hoy en día somos pareja y llevamos tres años juntos y felices.
No he vuelto a tener mas relaciones plurales, me limito a la relación de pareja, aunque eso no quiere decir que no eche de menos a veces un fin de semana como el que pasamos; pero dado el resultado final, me quedo con lo que estoy que me hace muy feliz.
Un abrazo a todos y gracias por leerme.
Anteriores capítulos:
Todo ocurrió de forma fortuita
http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-33427.html
Todo ocurrió de forma fortuita II
http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-33461.html
Todo ocurrió de forma fortuita III
http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-33514.html
Todo ocurrió de forma fortuita IV
http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-33567.html
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!