Todo vuelve parte I
Pense que lo habia superado.
Cuando tenia 11 años tuve mi primera vez. Fue con un primo de mi edad. Nos exploramos e intercambiamos roles. A mi me gustaba mucho recibir. Eso fue un verano, que se repitió los dos siguientes. Nunca más lo hice, aunque empecé una vida hetero, cada tanto me pajeaba pensando en nuestros encuentros infantiles. Nunca habíamos acabado porque ni sabíamos bien como era cojer.
Pero… a la edad de 20 años, empecé a trabajar y conocí a un morocho lindo, de buen cuerpo y aparentemente bien dotado, por lo que se podía vislumbrar de su pantalón. Yo era un chico bien parecido, pero con una cola y cadera mas bien grande y poco masculina, cabellos claros y sedosos.
Trabajabamos en una oficina y cuando habia poco trabajo charlabamos de muchas cosas, pero siempre terminabamos en temas sexuales de mujeres y alguna veces también de gays. Yo me estaba empezando a calentar con él, pero no daba muestras de apreciar mi interés, yo tenia miedo a un rechazo y a la verguenza. Nadie sabia de ese gusto mío, biern escondido, que afloraba en su presencia. Nuestra oficina se encontraba en un sector apartado de la empresa, era adyacente a un deposito y venia poca gente a esa zona.
Una vez, haciendo horas extras, y con el aire acondicionado roto, me dijo si se podia quedar en boxer, no se aguantaba el jean por el calor. Le dije que bueno, pero cerramos con llave, pues si venia alguien, le daría tiempo a ponerse nuevamente el pantalón.
Yo cada tanto lo miraba, el estaba parado acomodando unas carpetas en un estante. Se le notaba el bulto y me lo queria devorar, me agarró un deseo enorme y le pregunte como la tenia de grande. Se dio vuelta y me sonrió, … me dijo que estaba esperando mi pregunta hacia tiempo, vino hasta mi y dijo porque no te fijás vos. Yo baje lentamente su boxer y saltó su verga, era gruesa y venosa, ahi me dijo que era de 18 cm. Ya no hablé más, simplemente abri la boca y me la meti hasta donde pude, empece a saborear y chupar, mientras acariciaba sus huevos. Eran pesados y le colgaban. Un verdadero semental. El empezó a jadear mas y más, mientras yo estaba que moria del placer. Finalmente me agarró la cabeza, y me acabó en la boca, me tomé toda su leche y yo mismo me acabé en los pantalones, pues no me había desvestido.
Descansamos un rato y le conté de mi infancia y de mis gustos reprimidos. A él le gustaban las mujeres, pero de vez en cuando, si encontraba un chico lindo como era yo que se la comía, entonces él también le daba verga. Yo hacia 10 años que no tenia relaciones y mi hoyito solo habia sido penetrado por otro pene chiquito, como el mío. Le dije que lo deseaba mucho pero no quería hacerlo ahí. Sabia que me iba a doler y por eso había que usar lubricante y tener una buena previa para estar bien excitados.
Al dia siguiente, que era viernes, me fui a su departamento y avise en casa que me quedaba a dormir en lo de un amigo.
Cuando llegué, me invitó un trago, puso música suave y al rato nos empezamos a acariciar. Cuando nos desvestimos, me llevó a su cama, e hicimos un 69, mientras yo le chupaba la verga y lamia sus huevos, él me metió un dedo en mi cola y comenzó a distribuirme vaselina. Era hermoso sentir ese dedo mágico y luego de un rato me hizo detenerme. No quería que se la mamara, así que me dio vuelta, empezó a darme mordisquitos suaves en las nalgas, mientras seguía jugando con su dedito.
Por ahi no aguante mas y le pedí por favor que me cojiera, que estaba desesperada (empecé a referirme a mi misma como una mujer). Sin mediar palabra, me montó, apoyo su verga en mi tierno hoyito, comenzó a empujar. Yo trate de relajarme para ayudarlo, y finalmente entro su cabeza. Sentí un dolor punzante y grité, me dio otro empujón y me la enterró otro poco. Quería escaparme, me dolía mucho mas de lo que había imaginado, pero me tenia bien agarrado y me dijo: querías verga mi amor, ahí la tenés adentro, ahora aguantala, sos mi hembra y tenés que comerte la verga de tu macho.
El dolor persistía pero el deseo hacia que cada vez me lo fuera aguantando más, de a poco me la fue metiendo hasta que sentí sus huevos apretandose en mi cola. Asi nos quedamos un rato quietos, el me hablaba y me tranquilizaba. Sos mi mujer ahora, en una semana vas a estar bien abierta y no te va a doler más. Ahora dejame que te llene porque no resisto más. Empezó a bombear, yo me empecé a mover con él y en unos segundos más acabó, llenandome la cola de leche. Nuevamente yo me corrí sin necesidad de tocarme, tal era mi calentura.
Esa noche hicimos nuevamente el amor, casi sin dolor porque me dio un analgésico. Fue un fin de semana maravilloso, me hizo sentir su mujer, además le cociné porque amaba la cocina y el desgraciado, medio en broma, hizo que le planchara algo de ropa para salir. Yo lo hice con mucho placer.
Continuará…
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