Trabajo caliente
El trio que me salvó.
Hace tiempo conté que un compañero de trabajo, cuando tenía 20 años, volvió a despertar mi pasión por los hombres y nos hicimos amantes. Las primeras veces fue un poco doloroso, pues mi cola no terminaba de abrirse y como él tenía una verga grande, cada encuentro empezaba con dolores.
Pero me gustaba mucho y me fui abriendo como una flor. Finalmente empecé a gozar plenamente y como yo era muy caliente, no desperdiciaba ocasiones. Donde nos quedábamos mas tarde a trabajar, cerrábamos la oficina y yo sin perder un minuto me arrodillaba, sacaba su verga y le daba una hermosa mamada. Me encantaba su leche.
Pero hacer el amor llevaba mas tiempo y en el trabajo era riesgoso, asi que nos íbamos a su casa. Allá yo adoptaba el rol de esposa, me ponía ropita de mujer que él me había regalado y éramos un matrimonio. Mirábamos la tele, charlábamos yo le cocinaba y lavaba los platos. El se tomaba un licor en el sillón mientras me veía en la cocina.
Luego terminábamos en el sillón franeleando y finalmente a la cama. Hicimos todas las posiciones y juegos posibles. Era un macho hermoso. Sus huevos gruesos y colgantes me enloquecían. Se los chupaba de a uno por vez, hasta que los notaba duros y llenos de leche. Ahí él me daba vuelta y me ensartaba sin miramientos. Bomba y bomba hasta que me llenaba la panza.
El lunes volvíamos al trabajo, y yo miraba a las chicas de otras oficinas y pensaba: seguro ellas fueron cogidas por sus maridos y estarán llenas de lechita como yo. Esos pensamientos me excitaban y algunas veces me moría de ganas de entrar al baño de mujeres y mostrarles mi cola, rosadita y bien abierta. Que supieran que hermoso hombre tenía y que bien me cogía.
Después de un tiempo de esta vida, él comenzó a dar muestras de cansancio, como que se estaba aburriendo…yo empecé a preocuparme, no era fácil conseguir un hombre y menos un semental como él.
Asi que pensé en un trío, se lo propuse y estuvo de acuerdo, le pareció bien variar un poco nuestra rutina. Fuimos indagando discretamente en el trabajo y dimos con un hombre bisexual, más viejo que nosotros, pero en buena forma.
Lo invitamos a casa, después de unos tragos me fui a la habitación y volví vestido de mujer, con una lencería negra y muy bonita. Los dos me miraron y se empezaron a excitar. Yo les toque el bulto a ambos y se los empecé a besar por encima del pantalón. Ellos se pararon uno al lado del otro, yo me arrodille y sacando sus vergas hinchadas, se las empecé a chupar cambiando de uno a otro.
Después de unos minutos, mi novio me hizo poner en cuatro en el sillón, me empezó a coger, mientras el otro hombre metió su verga en mi boca y empecé a mamarlo. Me sentí literalmente completa. Dos buenos machos abusando de mí, bombeando a lo loco y enloqueciéndome de pasión.
Después de un rato mi novio acabó en mi cola y poco después sentí los chorros de leche del otro, que me inundaban la boca. Me trague hasta la ultima gota de leche. Yo tuve un orgasmo hermoso, me palpitaba el esfínter y sentía como el exceso de semen me bajaba por la pierna.
Luego los dos me abrazaron y nos quedamos sobre la alfombra un buen rato. Fue un fin de semana muy caliente, me sentía llena de esperma, estomago y cola completitos. Hicimos este juego por tres meses hasta que finalmente ambos hombres se fueron de mi vida, dejándome un grato recuerdo.
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