Travesura en el Bus (Versión 2)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por robertototo147.
Era un sábado muy temprano, mi padre terminaba de peinarme y dejarme bien arreglado, pues iríamos a su trabajo donde habría un evento para los hijos de los trabajadores; chocolate, juegos, regalos, y esas cosas. Tomamos el bus, y en una hora estábamos en el centro de esparcimiento de la compañía. El evento duró todo el día, y ya luego los adultos empezaban a tomar cervezas, los niños jugando, las mujeres conversando, etc.
Les cuento que mi papá nunca me prestó la atención debida; para él, sus amigos eran lo más importante, los eventos sociales. En esa época, él estaba separado de mamá, y se encargaba de mí casi todos los fines de semana. Al llegar el medio día, mi padre ya estaba muy embelesado, conversando y riendo a carcajadas con sus amigotes. Algunos niños ya se retiraban con sus papás o sus mamás, y yo cada vez me iba sintiendo más solo, así que le rogué a mi papa que ya nos fuéramos a la casa. Pero él, una vez más, tuvo otra prioridad, así que no se le ocurrió mejor idea que embarcarme en la misma ruta de bus público, de regreso a casa. Total, él le tenía mucha confianza a todos los choferes que cubrían esa ruta, él tenía el plan de indicarle al cobrador donde tendría que bajarme exactamente; de ese modo, al estar cerca de su casa, me recogería un vecino de él. Que hijo’e puta mi viejo jajaja.
Fuimos al paradero, esperamos unos minutos a que llegara el bus, y justo cuando ya lo estábamos divisando a lo lejos, en esa misma dirección venía un señor maduro, corpulento, más alto que papa; ya venía sudando el tipo, venia corriendo para alcanzar al bus. Fue toda una imagen provocadora para mí, se le veía tan varonil aproximadamente unos 60 años, vestía botas negras, un pantalón azul, de esos de mecánico, con franjas blancas fosforescentes en los muslos, camisa de cuadros que estaba desabotonada hasta la mitad, dejando ver sus vellos en el pecho, algunos canos, su barba descuidada, un casco protector y su caja de herramientas en la mano.
Yo ni le hacía caso a lo que decía mi papa por quedarme prendido de esa imagen tan alborotadora de ese tipo que, cuando llegó casi sincronizadamente con el bus, me sonrió, y aliviado dijo UFFF CON LAS JUSTAS LLEGUÉ. Mi padre ni caso le hizo. ¡VILLA! ¡VILLA! Gritaban desde adentro del bus. Era solamente el chofer que cobraba pasaje al subir, así que no había cobrador; entonces mi padre me hizo subir, yo me dirigía al fondo pero siempre mirando atrás, y escuchando lo que le decía mi papá al chofer: POR FAVOR COMPARE, ME LO BAJAS EN EL PARQUE BIO, AQUÍ TE PAGO DE UNA VEZ, ¡TU YA SABES DONDE BAJAMOS SOCIO! El cobrador muy amable, le contesto: SI CLARO, ALLÍ LO BAJO MAESTRO. ¡SUBE! ¡SUBE! El señor de la caja de herramientas a quien a partir de ahora le diré “El mecánico” intentaba subir pero mi papá le obstruía el paso, así que él pudo escuchar todo lo que mi papá le indicaba al chofer, finalmente subió, y mi papá se despidió de mí. Yo me fui hasta la parte posterior, y atrás mío venía el mecánico.
Era uno de esos buses angostos, antiguos, tipo escolar, que tenía solo 2 puertas, una en la parte lateral delantera por donde subía el público, y la otra en la parte posterior, que estaba clausurada, por lo tanto las filas de asientos de a 2, continuaban hasta el final, yo preferí sentarme al lado de la ventana, e inmediatamente el mecánico, a pesar que el bus estaba medio vacío, vino a sentarse a mi lado, colocando su caja de herramientas a los pies. Al comienzo, y por un poco de temor, preferí no darle importancia, solo veía todo lo que pasaba allá afuera, como todo niño observador y curioso que era. Pero el bus empezó a llenarse conforme pasaban las calles.
Ya estaban todos los asientos ocupados cuando de pronto escuche al chofer decir: ¡UN ASIENTO PARA LA SEÑORA POR FAVOR! Y un señor muy amable se ofreció a ceder el asiento a una anciana que acababa de subir. Él, al estar de pie, yo podía divisarlo desde mi lugar; era un hombre casi calvo, de bigotes gruesos, vestía camisa blanca y corbata, se le veía muy limpio, y muy serio. Era un hombre muy guapo de aproximadamente 50 años. Y entonces el bus seguía andando, y subía más gente, por lo que ese señor, cada vez iba entrando más al fondo, por un momento, en un gesto de fastidio decidió venirse totalmente hacia atrás, justo al lado de nosotros; entonces lo pude ver con más detalle. Además de camisa llevaba puesto un pantalón de tela gris que le apretaba todo, era un señor de contextura gruesa, y una barriguita sexy, llevaba un maletín en la mano, mientras que con la otra se sujetaba del tubo superior.
O eran ideas mías, o es que ese pantalón le marcaba un buen paquete, como les decía, yo a esa edad ya sentía atracción por esos hombres grandes. Yo me deleitaba viendo su bulto, como se mecía el hombre al movimiento del bus debido a los baches y huecos de las calles de Lima. Todo un sueño ese hombre a quien a partir de ahora llamare “El oficinista”. Pero claro, yo no estaba solo, a mi costado, y pegado hacia él estaba el mecánico. Lo miré, el me miró de reojo, y luego volteó a verme, y yo sonrojado volteé hacia la ventana. Y giré para volver a mirarlo, mientras que el volteó al costado y se topó con el bulto del oficinista, y volvió la mirada para verme a mí, nos cruzamos la mirada una vez más, y yo volteé una vez más. Me sentí atrapado. Aquel señor mecánico se había dado cuenta que yo estaba babeando de curiosidad por el bulto de aquel oficinista, y entonces lanzó una pequeña sonrisa malévola.
Pero posiblemente él quiso corroborar su primera impresión, porque al rato empezó a sobarse su bulto de una forma descarada, no pude evitar girar completamente para volver a verlo, y luego bajar la mirada hacia su tremendo bulto. ¡Dios! Que tremenda tranca se le formaba, con la ayuda de sus manos el bulto de su verga estaba apoyada hacia su costado izquierdo, y el la resaltaba aún más, dese la base hasta la punta. Era un tremendo pedazo de carne escondido tras ese pantalón sucio y manchado de grasa. Ahora mis ojos solo miraban ese manjar que luchaba por salir de su envoltura. Yo me saboreaba los labios, me mordía los labios. ¿A poco, Uds. creen que un niño de 8 no puede sentir placer por esa imagen tan morbosa? A mí me pasó, yo era así de putito. De pronto, olvidé donde estaba, perdí la noción del tiempo y lugar, solo estaba admirando el bello bulto del mecánico cuando levanté la mirada, y me topé con los ojos incisivos del oficinista. El había estado observando todo con lujo de detalles, habrá pensado: “te pillé mariquita” pues me regaló una sonrisa también malévola y de pronto noté que su maletín lo puso entre sus piernas, y así liberó su mano izquierda para empezar a agarrarse también el paquete. Inmediatamente vi, como esos dos machos cruzaron miradas. Miradas lascivas que se volvieron cómplices al estar dándole ese espectáculo a un pequeño niño en pleno bus público.
El bus seguía su marcha, y ya bajaba más gente, nuevamente el bus estaba medio vacío pero el oficinista no se movía de su lugar. Ambos machos se sobaban discretamente sus bultos y yo babeaba por ellos. De pronto noté que el oficinista me hizo un gesto, levantando curiosamente sus cejas, indicándome el paquete del mecánico. Yo me sonrojé, pero inmediatamente él le tocó el hombro al mecánico como sugiriéndole que haga algo más, mientras él lo cubría. Y así lo hizo, él tomó mi mano derecha y la puso encima de su bulto, por puro instinto yo apreté toda esa carne por encima de su pantalón, logrando sacarle un suspiro y un gemido al mecánico, quien aprovechó el momento para poner su brazo izquierdo alrededor de mi cuello, aprobando mi actuar, y pellizcando dócilmente mi oreja. Él, con su mano gruesa y velluda dirigía los movimientos circulares de mi mano sobre su bultote, que ya parecía estallar. Entonces un gesto más del oficinista, que quería más. Y el muy obediente mecánico procedió a retirar mi mano de su pantalón, y él desabrochó el botón de su pantalón, y luego bajó el cierre, y descaradamente se bajó el pantalón con todo y su calzoncillo que era de color crema, hasta los muslos.
Liberando esa enorme verga, gorda, venosa, de unos 20 cms, algo curva, y que tenía un olor fuerte, que a mí me encantaba, recuerdo que yo abrí mis ojazos, y mi boca, sorprendido por el tamaño de la verga de ese señor. Ya había visto la verga de mi papá alguna vez pero esa verga era descomunal. Entonces un pequeño empujón mas en el hombro por parte del oficinista al mecánico, y este comprendió. Me levantó un instante con sus fuertes brazos, para sentarse en mi asiento pegado a la ventana, y luego me dejó descansar encima de él; mi potito tierno sintió la dureza de su miembro, y la verdad me encantó. El oficinista aprovechó para sentarse en el asiento, ahora libre. Así pues, yo estaba a la merced de esos 2 machos. El oficinista no perdió tiempo en bajarse el cierre del pantalón y con algo de esfuerzo sacar desde adentro tremenda verga que ya estaba paradísima. Era una vergota más blanquita que la del mecánico, y la cabeza más rosadita, pero igual debía medir unos 18 cms, gruesísima. Y ya botando harto juguito.
Me encontraba sentadito encima de la verga del mecánico, y admirando la verga del oficinista, Esta vez no tuvieron que pedirme nada, yo solito me abalance para coger esa verga y jalarle el pellejito, pero él estaba con ganas de mas, así que haciendo un rápido movimiento, me aproximo la verga a mi boquita, yo terminé prácticamente echado de costadito, para meterme esa verga en mi boquita. Me sentí en la gloria, tan pequeñín y ya estaba dándole placer a dos machos maduros.
Entonces, el mecánico aprovechó para manosearme el trasero, y más que eso, decidió quitarme mi short, y luego mi calzoncillo. Yo, aunque hubiese intentado quejarme no hubiese podido, porque ambos me tenían bien sujetado, uno de la cabeza y el otro de mi cintura; y además, tenía mi boquita llena de carne. Aprendí muy rápido a mamar, pues el oficinista me decía en voz bajita: ASIII ASIII QUE RICO CHUPAS BEBITO. Cuando el mecánico terminó de quitarme la ropita de abajo, el oficinista inmediatamente le arranchó mi calzoncillo. DAME, ESO ME LO LLEVO YO, dijo y me desprendí un par de segundos de su verga, y el limpió la baba con mi calzoncillo. Así me volví a meter esa verga en mi boquita, y el metió mi calzoncillo en su maletín. ¡UFFFF MIRA QUE RICO! Interrumpió el mecánico, quien hurgaba en mi culito. Ambos gozaban mirando mi anito virginal, y sentí que me mojaron el culo; me estaban echando saliva, y luego sentí un dedo grueso entrar en mi agujero infantil. Quise gemir de dolor, de placer, pero el oficinista no me dejaría moverme. –Plazzzzzzzzzz- me dio un tremendo palmazo, ambos sonriendo por el pequeño ruido que habían causado.
Cada vez había menos gente en el bus, se escuchaba menos ruido. UFFF ME VENGO, le escuché decir al oficinista. Obvio, era por la tremenda mamada que le estaba dando yo, sentí que su verga palpitaba fuertemente, me la metía mas al fondo, y entonces sentí el sabor más rico que haya probado en mi cortos 8 añitos. Era su semen, su leche, les juro que no desperdicié ni una sola gotita.
Al ver esto, el mecánico no dudó más, y sacando su dedo de mi culito, me repuso, sentándome nuevamente sobre él, pero esta vez sentí que lo hacía con cuidado; es decir, apuntando bien mi colita, hacia su verga. Yo ya me sentía indefenso, frágil, sin nada más que hacer, solo dejándome llevar. MMMMMM, se notaba que le era difícil pero él insistía, un poco más de salivita, y nuevamente me acomodó, y HHHMMMMM… AAAHHHHHHGGGHHHH yo estaba a punto de gritar, pero él puso su mano gruesa en mi boquita. Su otra mano en mi barriga, y haciendo presión, me dirigió con fuerza hacia abajo. Solo escuché un –ffffpllllllggggg- ¡OHHHHHHH! exclamó el oficinista. Sentí que me habían partido el culo.
Me dejó quietecito unos pocos segundos y luego, el mete y saca sabroso, que a mí me hacía llorar de dolor y placer. Él estaba totalmente poseído, me estaba violando el culo en pleno bus público, mis pequeños gritos ahogados en su mano áspera, pero ya no había nada más que hacer, yo era su putito, su deslechador; total, si ya le había cumplido al oficinista, ahora era el turno del mecánico, así que solo me dejé hacer. Ya no tenía ni fuerzas para gritar. Él comprendió eso y retiró su mano de mi boca, yo coloqué mis brazos en el respaldar del asiento de adelante, y mi carita encima de mis brazos, mientras él, posó sus manos en mis nalgas, y me guiaba arriba y abajo, arriba y abajo, follándome el culito por primera vez. Seguramente me enterraba más de la mitad de la verga, me movía a su antojo como si se tratara de un muñeco cualquiera. AHHHHH YA ME VENGOOOO, QUE RICOOOOOOOO AHHHHHHHH… Y también sentí su verga palpitar dentro de mi culo, mientras me lo llenaba de harto semen caliente. Duró bastante rato con su verga metida en mi ano, cuando me hizo a un lado, noté que su verga perdía dureza, y chorreaba un poquito de sangre, y semen sobre el mismo.
Me acababan de follar por primera vez, me llenaron de semen mi boquita y mi culito, y fue en pleno bus. El mecánico se acomodó la ropa; inmediatamente el oficinista me ayudó a ponerme de vuelta el short. YO BAJO AQUÍ, dijo, mientras que el mecánico le respondió: CLARO PROFE, TOME MI TARJETA, AHÍ ESTA MI NUMERO, HAGO TODO TIPO DE TRABAJITOS SI DESEA. Jajajaja que cinismo de esos 2! Entonces, el mecánico, volviéndome a sentar en el asiento del lado de la ventana me dijo: YA ESTAMOS CERCA, SÉ DONDE BAJAS, YO ME BAJO UN PAR DE CUADRAS ANTES QUE TU.
Me dio un beso en la mejilla y me dijo: TE PORTAS BIEN OK, ESPERO VERTE PRONTO. El bajó del bus, cruzó la pista, y se despidió de mí con un saludo afectuoso, a lo lejos. Efectivamente, faltaban un par de cuadras, me aproximé a la puerta. El bus estaba totalmente vacío a excepción de 2 ancianos y una señora que estaba con audífonos en la parte central del bus. Cuando llegué a la puerta, el chofer me dijo: ¿TU BAJAS AQUÍ EN EL PARQUE, NO?… Sí Señor, respondí. MMMMM MUY BIEN NENE, DIME ¿TE DIVERTISTE MUCHO AHÍ ATRÁS, PUTITO? ¡Yo me quedé de piedra! JAJAJA él se rio, ME ESPERAS AHÍ EN EL PARQUE, REGRESO EN UNA HORA ¿ENTENDISTE? ¡Yo estaba incrédulo! ¿ENTENDISTE???? Dijo con más autoridad… Sí Señor, respondí y entonces bajé.
Ya me esperaba el vecino de mi papá, quien me llevó de la mano a su casa, a jugar con sus hijos, mientras caminaba, por mis piernas chorreaba semen, y yo volteaba a ver de reojo el bus que se alejaba. Mi vecino pudo notar algo en mi cara jajaja ¿PERO QUE NO SABES COMER MUCHACHO? ¡LIMPIATE LA BOCA! Me dijo.
Luego les contaré lo que pasó con el chofer, si les apetece.
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