Travesuras de niños
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por bie_serrano.
Saludos, mi nombre es Daniel. Esto sucedió en los anos 90s, cuando empezaba mi adolescencia. Tenía 11 anos. Con toda mi familia y con la familia de mi papa nos fuimos a pasar 4 días en la casa de campo de mi tío en un bello y abrigado valle de la sierra ecuatoriana. La familia era grande, pero la casa era mediana. De alguna manera se distribuyeron los dormitorios, tres dormitorios para mis padres y mis tíos, y dos dormitorios grandes, uno para primas y otros para primos.
A esa edad, yo era un chico flaco y pequeño, en realidad un niño con mucha inocencia. Sin embargo, por el alboroto hormonal, ya había experimentado algunas erecciones y estaba despertando en mí la curiosidad sexual.
Todos los 4 primos eran mayores a mí. El mayor de todos, Fernando, tenía 15 anos, rubio de ojos claros aunque muy flaco y escuálido. Adrian y Felipe tenía la misma edad, 13 anos. Entre Adrian y Felipe existía cierta rivalidad. Adrian es hermano de Fernando, era muy guapo y él lo sabía. Su piel era trigueña, pero sus facciones muy finas y sobre todo, tenía unos ojos verdes turquesa. Era un poco pretencioso y se hacia el especial. Felipe era el más grande de todo. Alto, robusto, de tez blanca y también guapetón. En la escuela era muy popular y en los recreos solía defenderme de los abusadores. Me gustaba mucho su personalidad, era el que ponía el orden entre los primos y a quien le teníamos mayor confianza. Leonardo tenía la misma edad que yo, 11 anos. El era mayor a mí con 5 meses. Su familia vivía en otra ciudad, por lo que cuando nos visitaban era el primo especial con quien todos querían estar. Era más alto y robusto que yo, guapo de tez blanca, ojos y cabellos café, al igual que Felipe y yo. Entre él y yo había una pequeña rivalidad, pues nuestras mamas siempre querían saber quién era más alto cada vez que nos encontrábamos, sin embargo nos llevábamos bien.
En fin, durante todo el día jugábamos como los niños que éramos. Ya sea en la piscina, a las carreras, a veces se unían nuestras primas y mis hermanas para jugar y pelear. Solíamos incursionar los alrededores de la quinta y por las noches nos quedábamos conversando hasta muy pasada la noche (pues era parte de la diversión en las vacaciones).
Una noche, ya solos en la habitación de los primos, luego de conversar y hacernos bromas sobre nuestras pijamas, mis primos empezaron a hablar sobre la masturbación. Yo, siendo el menor, estaba callado y no tenía idea de lo que estaban hablando. Mi primo Felipe, siempre era sobreprotector y pedía que cambiáramos el tema por mí. Yo les pedí que no se preocupen, que yo conocía del tema. Realmente estaba mintiendo. No tenía idea de que hablaban pero de alguna manera me excitaba. Sabía que era algo prohibido. Felipe asintió.
Adrian, era quien más entusiasmado estaba con el tema, empezó a preguntarnos a todos
– Como les sale a Uds.?. A mi todavía no me sale espeso, es una agüita blanca.
Todos rieron, pero nadie se atrevió a contestar. Fernando quiso enseguida cambiar el tema. Seguramente él era el más desarrollado y sabia que las preguntas irían a parar donde él. Felipe me pregunto,
– Danielito, Ud. ya hace esas cosas?
– Si, ya hace fechas (mentí).
– Y quien le enseno?
– Allí en la escuela, todos mis compañeros lo hacen.
Adrian interrumpió,
– Con mis compañeros una vez nos medimos los penes para ver quien lo tenía más grande.
Se bajo la pijama y nos mostro su pene totalmente erecto. Yo había visto los penes de mis primos cuando éramos más pequeños y nos bañaban juntos. Esta vez me quede boquiabierto. Nunca había visto el pene de Adrian en erección, es más, nunca había visto un pene erecto que no sea el mío. El de él era diferente, era menos cabezón y la piel le cubría toda la cabeza. Me llamo la atención porque me daba la impresión de que no tenia bolas, o con la erección se les habían subido.
El silencio se corto cuando Leonardo también se bajo su pijama y nos mostro su pene. –El mío es más grande que el tuyo. Estaba semiparado y también la piel le cubría la cabeza. Nos pidió que le esperen, porque tiene que concentrarse para que se lo pare. Por no quedarme atrás, yo también lo hice. Me baje la pijama y les mostré mi pene. Mi pene estaba totalmente erecto. Adrian, Fernando y Felipe se impresionaron al ver su tamaño. Nunca se imaginaron que el menor de los primos sea el que tenga el pene más grande. Me dijeron que era grande y gordo y entre bromas dijeron que ya sabían a donde iba toda la comida, pues en contraste yo era flaco y pequeño. Leonardo no hizo comentarios, pero poco a poco su erección se completaba.
Felipe hizo lo mismo y nos mostro el suyo. Yo tenía mucha curiosidad de ver a Felipe. Su pene era muy grueso, más que el mío, aunque menos largo. Me llamo la atención ver que su cabeza se salía del todo de su piel al igual que el mío. Eso me gusto, pues ya no era el único “raro”. Entre todos insistimos a Fernando que también lo haga. Pero él se sonrojo y no quiso. Hizo un además de bajarse la pijama, yo vi que su pubis tenia vellos y eso me excito mas. Pero luego dudo y se metió entre las sabanas.
Leonardo, se bajo todo el pantalón y se saco su pijama. Nos dijo que necesitaba hacerse cosquillas para que se le pare por completo. Quería ganarme a toda costa, aunque su pene estaba ya totalmente erecto. Todos lo seguimos y quedamos completamente desnudos. Fernando nos veía desde su cama y asumió el papel de juez del concurso. Nos paramos en fila, cual concurso de belleza, y empezamos a compararnos los penes. Adrian se acerco a mí y unió su pene con el mío para medirlo. Lo mismo hizo Felipe y Leonardo. Allí estábamos, cual espadachines, uniendo las puntas de sus espadas, moviéndoles y meneándolas. Jugábamos a quien la levantaba más si tener que tocarla. Adrian era bueno para eso.
– El Danielito les gana a todos, dijo Fernando.
Me sentí súper orgulloso.
– Ahora veamos quien tiene el culo más grande. Dijo Adrian.
Esa parte no la entendí. Como se puede medir el culo?, pensé.
– Acuéstate boca abajo, le dijo Adrian a Leonardo.
Leonardo hizo lo que le pidió Adrian. Él lo agarro de las nalgas y le abrió el culo. Felipe se asomo a ver y yo también.
– Esta chiquito, dijo Felipe.
Adrian dijo, ahora yo.
Se puso boca abajo en el suelo y Felipe le abrió las nalgas. Su orificio era más grande que el de Leonardo y Adrian lo movía de cierta manera que lo abría y lo cerraba. Eso nos éxito. Vi la cara de Felipe que se mojo los labios.
– Se le ve rico, dijo Leonardo. Ahora vos Danielito.
Fernando no estuvo de acuerdo con esa parte del concurso y se recostó pretendiendo dormir.
Yo me acosté en el suelo, y Adrian me abrió las nalgas.
– Uyy. Este le gana a todos, dijo Leonardo.
– El Danielito lo ha tenido todo grande, dijo Felipe.
Adrian, empezó a meter su dedo en mi culo. – Veamos que tan profundo es.
– Ayyy no no!. Eso me dolió y empecé a gritar
Felipe salió a mi defensa e interrumpió lo que Adrian estaba haciendo. Yo me puse de pie y le reclame a Adrian que si quisiera que le hagan lo mismo. Adrian dijo que si, que quiere que le hagan lo mismo.
– Entonces acuéstate, le dije.
Se recostó y esta vez yo le abrí las nalgas. Su culo quedo abierto y seguía moviéndolo. Lo abría y cerraba. Felipe empezó a meter su dedo poco a poco. El culo de Adrian actuaba como si se estuviera comiendo una papa frita con los labios. Al comienzo sentí un poco de asco en pensar cómo iba a quedar el dedo de Felipe, sin embargo parecía disfrutarlo. Felipe, viendo que no le dolía, le metió el dedo con más fuerza hasta el fondo. Adrian dio un gemido fuerte a lo que Fernando nos pidió que nos callemos y nos vayamos a dormir. Nadie le hizo caso, aunque procuramos hacer mas silencio.
– Te gusta? Vez lo que le hiciste al Danielito?
– Si me duele, pero no sé, no me saques todavía, se siente rico.
Yo no entendí eso, y le hice el comentario a Leonardo, como puede ser que le duela y que sienta rico a la ves?
Leonardo me contesto que también quiere sentir lo mismo que Adrian y me pidió que lo haga. Se recostó boca abajo junto a Adrian. Yo me quede viendo la cara a Felipe que son su mirada asintió.
Abrí las nalgas de Leonardo, y empecé a tocar su culo con mi dedo. Le puse solo en la superficie, alrededor del borde y no se lo metí.
-Me haces cosquillas. Sigue que eso hace que mi pene se pare más.
El culo de Leonardo era bien pequeño, por lo que se me hacía difícil meter el dedo. Empecé con la punta de mi índice y le empecé a mover en círculos. Continué haciéndole cosquillas y metiéndole poquito a poco mi dedo, hasta la altura de mi uña. Veía que Felipe ya había metido todo su dedo a Adrian y el, al igual que yo, empezó a moverlo en círculos. No sé porque, me excito muchísimo esa escena y quise hacer lo mismo con Leonardo. Empecé a meterle mi dedo más fuerte, para que entre todo. Pero Leonardo se quejo y me pidió que pare. Adrian también le pidió a Felipe que ya pare. Entonces ambos nos levantamos.
Felipe empezó a bromear haciendo oler el dedo a Adrian y a mí. Yo hice lo mismo y empezamos una guerra de hacer oler los dedos. Adrian y Leonardo, como no tenían armas, querían meter sus dedos en nuestros culos, pero de alguna manera nos escapábamos.
Luego se nos ocurrió despertar a Fernando con el olor de los dedos. Nos asomamos a su cama, pero para sorpresa, le encontramos que tenía una erección y se estaba masturbando por debajo de las sabanas. Todos nos reímos. Felipe le reprocho que porque lo hace solo, que o lo hacemos todos o nadie. Para mí era novedoso lo que Fernando estaba haciendo. No sabía de qué estaban hablando.
Finalmente Fernando asintió. Se salió de su cama y se quito la pijama. Nos mostro su pene, que estaba erecto y tenia más o menos el mismo tamaño que el pene de Felipe. Era también grueso pero era el único que tenia algunos vellos púbicos.
– Ok, entonces masturbémonos todos, dijo Fernando.
Hicimos un ruedo y nos pusimos de rodillas. Fernando empezó a mover su piel arriba y abajo. Vi que todos empezaron a hacer lo mismo. Se notaba que todos ya tenían experiencia. Incluso Leonardo, bajaba y subía su piel dejando descubierta la cabeza. Me gustaba mucho ver el pene de Felipe, se bajaba su piel hasta bien abajo y la subía cubriendo toda la cabeza.
Yo empecé a hacer lo mismo. Al comienzo la baje mucho, queriendo imitar a Felipe, pero me dolió. Callado asumí el dolor y empecé a hacerlo más suave. La tenia bien parada, nunca me había excitado tanto.
Bromeamos sobre quien lo hace más rápido y quien más lento. De pronto, todos quedamos en silencio. Solo se oía el chapoteo de nuestras manos contra nuestro pubis y la respiración fuerte de cada uno de nosotros. El olor de transpiración inundo el cuarto.
Al poco rato, Adrian empezó a venirse. Vi que dos chorros salieron disparados de su pene y terminaron en el centro del ruedo. Como lo había dicho, le salía una agua blanca. – Que rico, dijo Adrian. Casi al mismo tiempo, el siguiente en venirse fue Leonardo. De la misma manera le salió un agua blanca que cayó en forma de gotas desde el centro del ruedo hacia donde él estaba arrodillado. Yo estaba asombrado. En ese momento entendí todo lo que nos habían dicho en la clase de la escuela. “El semen que deposita el hombre en la mujer (muy metodista) crea la vida”, aunque nunca nos dijeron de que hay que moverse o excitarse para que eso suceda y mucho peor nos dieron detalles sobre el sube y baja de la piel de nuestros penes. Seguí haciéndolo, esta vez sentía curiosidad en saber que es lo que me saldría. Empecé con un movimiento más rápido, me dolía pero se sentía rico.
De repente sentí que Leonardo puso mi mano sobre mi espalda. El quería ayudarme y me empezó a acariciar la espalda con una mano y el pecho con la otra. Eso me excito aun más. Vi que Adrian empezó a hacer lo mismo con Felipe. Debo reconocer que sentí algo de celos. Quería ser yo quien le hiciera venir a Felipe, aunque estaba más concentrado en sentir mi primera eyaculación.
El siguiente en venir fue Fernando. Sin querer dio un grito de satisfacción. – Shhh!, lo callaron Adrian y Leonardo. El semen de Fernando era más espeso, tenía un color blanco y súper más pegajoso. Adrian y Leonardo se acercaron a verlo más de cerca. El cuarto entero empezó a oler a semen.
Luego lo más espectacular me sucedió, sentí un cosquilleo en mi pene y me vinieron espasmos. Solté tres chorros incontrolables, súper aguados. El uno, para mi vergüenza, fue a parar en la pierna de Felipe, el otro salió fuera del ruedo y el otro me mancho todo el estomago y el pecho, justo en donde Leonardo me estaba tocando. Sin darse cuenta Leonardo, lo toco y lo embarro mas en mi estomago.
Yo estuve en la gloria, nunca me imagine que se pudiese sentir tan rico.
Felipe me quedaba viendo, mientras seguía en su faena. Empezó a hacer soplidos y su mirada intensa se clavó en mí. De alguna manera, pienso que el sospechaba que fue mi primera vez. Eso lo excitaba.
Extendí mi brazo y empecé a acariciarle su pierna. Al mismo tiempo Leonardo que estaba junto a él empezó a acariciarlo como lo hizo conmigo, en su espalda y en su estomago y pecho. Adrian y Fernando se levantaron a limpiarse.
Luego, los espasmos le tocaron a Felipe. Se estiro y saco su pelvis hacia el centro de lo que era el ruedo. Disparo tres veces y, al igual que yo, los chorros le salieron sin dirección. Su semen era más espeso que el de Fernando. Blanco y pegajoso. Seguía masturbándose a pesar de que los chorros habían cesado de salir. Dio un gran suspiro y se reincorporo.
Luego todos nos miramos la cara, nos vestimos y empezamos a limpiar todo el semen en el piso. Hicimos un juramento de que nadie se enteraría de lo que hicimos.
Al día siguiente, salimos a jugar en la piscina.
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