Tremendo Morenazo me dio mi primer cogida en pleno Desfile Gay
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Estaba tan urgido de recibir una verga en mi culo, que no me importó que solo cubiertos por las paredes de papel y cartón que adornaban el carro alegórico del desfile gay, un morenazo de San Juan Puerto Rico que solo se identificó como Tarso, me diera tremenda enculada en pleno recorrido. Este moreno, enfundado en una tanga color rosa fiucha que por delante hacia resaltar una exquisita verga y por detrás unas indescriptibles y caribeñas nalgas, se llevó mi virginidad a San Juan P.R. y aquí solo me dejó unas terribles ansias de volver a tener ese pollón casi mulato que casi me desgaja el culo.
Vivo en una ciudad (que no diré cual) cercana a Puerto Vallarta, Jalisco, en México. El año pasado mi familia y yo viajamos en plan de vacaciones a dicha playa. En una ocasión estaba enfadado en el lobby del hotel leyendo varias revistas y otras publicaciones y de pronto veo algo que me llamó la atención: un fino y bien impreso volante que daba publicidad al desfile gay del puerto. Solo con ver el volante me empecé a calentar muriéndome de ganas de asistir, pero era imposible darme a la fuga o perderme unas horas, ya que mis papás no me dejarían salir solo, pues me cuidan tanto que a mis 16 años me trataban como a un niño de 5. Regresamos a mi ciudad y yo me hice el firme propósito de que el desfile de este año por nada del mundo me lo perdería.
Siempre fui un niño mimado porque mis papás me tuvieron casi 10 años después de casarse y 4 años después de mi nació mi única hermana. Tal vez esa sobreprotección hicieron de mi un chico fino, siempre con la mejor ropa y dándome todo lo que quería. No se si fueron esas condiciones los que me hicieron incapaz de defenderme en los pleitos típicos de los compañeros de escuela o de tener las habilidades y destrezas que tenían otros niños como saltar bardas, trepar arboles, etc. Como niñito fino me empezaron a tratar de mariquita desde primaria y tal vez me lo fui creyendo, pues desde que recuerdo me gustaba ver orinar a mi amigo R, solo para verle el pito. Cuando estaba en primero de secundaria, un chico de tercero me tiraba besos cuando pasaba junto a el, al principio me molestaba pero después hasta me gustaba y me masturbaba imaginando que me pretendía y me daba mis cogidas.
El gusto por los hombres fue creciendo a medida que me iba desarrollando. Desde hace 3 o 4 años lo que mas había deseado era que me cogieran; me moría de ganas por saber que se siente tener una pene en el culo y a mis 17 años ese morenazo puertoriqueño me regaló esa satisfacción. Después de muchos días de insistir a mis papás de que me dieran permiso para viajar a Puerto Vallarta, tuve que mentir y decirles que una amiga mia me había pedido que la acompañara al Puerto que porque tenía que inscribirse en la universidad, que la carrera que a ella le gustaba solo la impartían en el campus del puerto y que quería que la acompañara para no ir sola.
Por fin conseguí el permiso de mis papás y quien me acompañó fue Kike, un amigo al que también se le "hacía agua" por que le dieran por detrás y que al igual que yo andaba en busca de aventuras candentes. Cuando llegamos a Vallarta lo primero que hicimos fue buscar información sobre el evento. Por Facebook nos pusimos en contacto con otros participantes con quienes hicimos equipo para participar con un carro alegórico. En ese carro alegórico participamos 8 personas: 3 jóvenes de Vallarta, 1 venezolano de nombre Joel, un bello chico de 25 años de Chihuahua, mi amigo Kike, yo….y ese tremendo semental portoriqueño que dijo llamarse "Tarso", de 28 años, practicante de alpinismo, moreno y que cada año viene a México de vacaciones, en veces a Puerto Peñasco, Sonora y en ocasiones a Mazatlán. Era la segunda vez que venía a Vallarta.
El día del desfile nuestro carro alegórico se juntó con el contingente en un ambiente inigualable. Disfraces, ruido, música, bailes sensuales y todo tipo de algarabía. Los 8 que íbamos en nuestro carro bailábamos al ritmo de la música ensordecedora de las bocinas que rentamos y que colocamos en los extremos de la plataforma. Nuestro carro estaba adornado con palmeras y montañas de cartón simulando un "oasis" en el desierto. Bailábamos desenfrenados haciendo nuestros mejores movimientos sensuales, enfundados en cortos y ajustados boxers, a excepción de Tarso, que por su escultural cuerpo podía presumir de una diminuta tanga rosa que permitía deleitarse de sus bellos pectorales, sus bellas piernas, su precioso trasero y por su puesto su verga morena. Este condenado morenazo bailaba tan sensual y movía tan candente sus nalgas, que me daban ganas de ahí, delante de todo mundo, quitarle su tanga y mamarle su pito. Mi calentura no llegó a tanto pero si me aventé a ponerme delante de el, y con mis nalgas pegadas a su tranca, le bailaba al ritmo de la música. El me tomó de la cintura y bailábamos los dos dando medios giros a nuestras cinturas.
Pronto nuestros compañeros hicieron sus "parejas" , pero yo estaba tan caliente y tan urgido, que en medio de los refregones de nalgas que le daba, esporádicamente me despegaba un poco y con mi mano acariciaba sus huevos, sintiendo que su verga se estaba poniendo cada vez mas dura. Tarso correspondía a mis insinuaciones apretándome de la cintura y lamiéndome el cuello. Poco a poco el cachondeo se puso tan candente que nos fuimos encaminando poco a poco hacia atrás de la plataforma, ante la indiferencia y complicidad de nuestros compañeros, y en un pequeño rincón que se formaba entre un pedazo de "montaña" y los troncos de dos "palmeras" por un lado, y el espacio destinado a los aparatos que regulaban el equipo de sonido por el otro, Tarso me encajó en su tranca y me hizo cabalgar sobre ella dándome mi primera e inolvidable cogida.
Al llegar a nuestro improvisado escondite, Tarso se sentó en una especie de cajón que era el estuche de parte de los aparatos de sonido, sin quitarse la tanga, solo se hizo a un lado el pedazo frontal de tela y dejó al descubierto una bellísima verga morena, casi mulata, pues su color era un poco mas subido que el resto de su cuerpo. Me metí a la boca ese tremendo manjar y por vez primera sentí el sabor de un pito. A medida que iba lamiendo y chupando la verga de Tarso iba creciendo hasta que le dio su máximo rendimiento. Puedo asegurar que esa tranca no le pide a nada a la de los actores porno, bien puede equipararse a la verga de un negro: grande, gruesa, esbelta, adornada por dos rasurados y grandes huevos. Empezó a escupir su dedo y a mojarme el hoyito, preparándome para atravesarme con tamaño tubo.
Yo no le dije que era mi primera vez ni el preguntó nada; yo solo fui cediendo a todos sus movimientos: permaneciendo sentado en la misma pose y con aquel leño que brillaba de erecto, me sentó sobre el y con la pura lubricación que la saliva, mi culo fue embestido sin misericordia. Cuando el tronco de la verga de Tarso se pegó con la parte baja del culo, me imaginé que el hoyo nunca se iba a volver a cerrar. Me dolió tanto que por un momento pensé en salirme, pero Tarso me agarraba las nalgas y me empujaba hacia adelante metiéndomela y sacándomela tan rico, que ese dolor empezó a gustarme, era una especie de masoquismo. Y así, mientras nuestro carro avanzaba, mientras nuestros compañeros bailaban y mientras la gente congregada a los lados de la calle aplaudía , a mi me estaban dando una rica enculada que terminó con unos chorros de leche caliente que bañaron mi adolorido culo. Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para aguantarme las ganas de defecar que sentí cuando ese tremendo pedazo de carne salió de mi culo. Nuestros compañeros nos aplaudían y nos gritaban "beso, beso" cuando salimos de nuestro "nidito".
El que mas aplaudía era Kike. Me tenía envidia de la buena que un sexy y escultural morenazo me hubiera estrenado. ¡¡¡Cuánto me hubiera gustado que alguien nos hubiera grabado mientras Tarso me cogía. Hubiera sido super excitante ver el video de un semental de piel morena y de una indescriptible verga, mientras se cogía a un delgado chico de 17 años de blanca y suave piel que estrellaba con fuerza sobre su tranca dándole la desculada de su vida¡¡¡
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