Tres amigos 5
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Realmente cuando no estaba Oscar y en vez de un trío eran dos los amigos, se podía inventar cosas que el primero no se harían, pues su forma de ser no lo permitiría. Una vez (que luego fueron varias) se me ocurrió la idea de "jugar a los escondidos" en el pedacito de casa en que estaban las computadoras, y como la salita no era nada grande tampoco, los sitios para esconderse eran prácticamente nulos, así que apagamos las luces y la oscuridad era total. La gracia era que los tres estábamos conscientes que no era un juego a las encondidas ni nada por el estilo, sino una forma diferente de tener contacto sexual estando los tres juntos.
Ellos dos se escondieron y yo me puse a buscarlos, primero encontré a Juan debajo del buró y ni corto ni perezoso le saqué la picha y se la mamé, enseguida le puse la mía en la boca y comenzó a enloquecerme (como siempre). Pero enseguida lo dejé y me puse a buscar a Santiago. Para ese entonces yo me había quitado la ropa y buscaba donde se había metido. Lo encontré hecho un ovillo debajo de una de las mesitas de las computadoras. Enseguida le hice lo mismo y también le dí de mamar un poquito.
Entonces lo agarré por la picha y me lo llevé para donde estaba Juan y sin decir nada, y tanteando en la oscuridad, encontré su pinga y llevé la cabeza de su socio hasta ella y enseguida se puso a mamar. Yo me paré y se la puse a Juan en la boca para que me deleitara un rato mientras él recibía otra. Entonces me quité, y los cambié de posición, de manera que ahora Juan se la mamaba a Santiago y éste a mí.
Pero como no podía quedarme así, les quité las ropas a ambos y tanteando, logré que se acostaran uno a continuación del otro, y luego yo, cerramos el triángulo y entonces cada uno era mamado y mamaba a su vez. Cada cierto rato, yo decía -cambio- y girábamos 180 grados, quedando mamando a quien te lo hacía. Al rato quedé con Juan mamándome y hasta ahí fueron los cambios, pues yo estaba loco porque fuera él quien me hiciera terminar. Por su parte Santiago se la sacó primero a Juan, éste me la echó en la boca y tuve que escupir en el piso y por último me vine y debo de haberle "llenado el tanque a Juan", porque eché una cantidad de leche sin precedentes.
Este jueguito lo repetimos cada vez que Oscar no iba. Un día intenté encender las luces, pero ninguno de los dos quiso. No obstante logré encender uno de los monitores con las máquinas apagadas y aunque era poca la luz, al menos veíamos las siluetas y lo que estaban haciendo los demás. Para completar aquella locura, quise una vez que entre ellos también se templaran y para ello primero los puse a hacer un sesenta y nueve, con Juan acostado boca arriba y Santiago en cuatro patas mamándosela. Entonces me lubriqué la tranca y me puse a templarme a Santiago. Juan se puso a sobarme los huevos y de cuando en cuando me les pasaba la lengua.
Después me acosté yo y Juan se puso a mamármela en cuatro, entonces Santiago se la metió, no sin cierta protesta por parte de éste último, pero yo le aseguré que luego sería su turno. Así fue, entonces cambiaron de lugar y mientras Santiago me la mamaba, Juan se dio el banquete con su culo. Esto lo hicimos nada más que 4 ó 5 veces en todo el tiempo que estuvimos juntos, que fue bastante.
Una vez, ya casi cuando dejamos de reunirnos los cuatro y que los tres muchachos eran adultos, volvieron los dos. La verdad es que el cambio de Juan entre las piernas era asombroso, de ser el que más pequeña la tenía cuando nos conocimos, pasó a tener una tranca de no menos de 20 cm y con un grosor considerable, sus huevos le colgaban como a un toro, grandes y gordos y hacían un buen juego con su tremenda pichona. Por su parte a Santiago le había crecido, pero no en esa cantidad, pues tendría unos 18 cm.
Seguía siendo recta como una vara de medir y con un grosor aproximadamente como la mía, aunque yo tenía solamente 16 cm de picha, pero la cabeza era más gorda que la de éste último y su parte más gruesa era en el centro. Nos pusimos a ver una película que me habían prestado y con el monitor alumbrando bastante, le saqué la picha a Santiago y comencé a mamársela y luego me paré, fui hacia atrás donde estaba sentado Juan (mirando por entre nosotros dos), se la saqué y le di su dosis. Luego me paré y se las fui pasando alternativamente a uno y otro y logré que los dos se pusieran a mamar a la misma vez. Uno en la cabeza y otro en el tronco, iban cambiando y el de arriba pasaba para abajo y viceversa.
Cuando chocaban en el medio, se ponían a rechupetearse los labios con mi picha en el medio. Después de un rato, los puse a los dos de pie y me metí sus dos trancas en la boca y como pude se las chupé, pues la verdad es que con la de Juan había más que de sobra para una boca. Lo bueno fue que los puse a ellos a hacer lo mismo, es decir, que al final, los tres habíamos tenido un par de pingas a la misma vez en la boca. Se la metí un rato a Juan y cuando fui a hacer lo mismo con Santiago, se negó diciendo que no estaba bien, sin embargo al rato se disparó el tremendo morrongón de Juan, claro que con buen trabajo, con bastante crema y con abundantes quejidos de su parte, pero logró metérsela completa. No sé cómo lo hizo, pero al final se veía feliz de haberlo logrado. Juan por su parte estaba encantado, pues casi nunca había clavado en nuestras reuniones. Yo aproveché y se la volví a meter y ahora me vine dentro de él.
En otras dos ocasiones nos volvimos a reunir y en las tres estuvimos mamando y singando y estas dos veces con las luces encendidas, pero ese fue el final de ellos dos y yo. Luego cada uno tomó su camino y continuamos la amistad, pero no nuestra relación sexual. Con quien seguí a lo largo de los años, a veces con bastante regularidad y a veces con meses entre un encuentro y otro, fue con Oscar, así que mi última anécdota, será para contar algunas de las reuniones que mantuvimos éste (mi mejor amigo) y yo.
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