Tres historias de Fernando 2 (Final)
En el sexo siempre estaremos a merced de que alguien nos vea, sorprenda o conozca de nuestros secretos actos..
Continuación de la Tercera historia: ALFREDO Y FERNANDO.
Mi mamá me dijo que iba a salir con esa amiga y que cuidara a la nena. Entonces me cambie y me quedé en interiores con el pene ya erecto, fui y la comencé a sobar en la bañera y meterle el dedo por sus partes, ella se reía, la coloqué de espaldas y fui buscando su recto con mi pipi y se lo metí, ella lloro un poquito y así estuvo con el pipi hasta que se lo saqué. Fue rico sentir eso… y se lo sobé por la rajita y mi pipi podía entrar en ella pero no lo hice, solo por detrás. Cuando llegó mi mamá me encontró con ella en la bañara y se complacieron de cómo había cuidado de bien la nena. La otra, más grande, de 7 años, esa fue en una navidad jugando a las muñecas, es vecina de Rufina, y todavía le doy cuando quiere. La otra fue Rufina que vio como me comía a su amiga, y la otra, fue en un local del Mercado, con la hija de una vendedora de verduras, que tenía 8 años pero parecía de 6, esa si era una hembra, caliente y dispuesta a culiar en cualquier parte, le gustaba mucho chuparme el pipi, de ella me enamoré pero se la llevaron para su pueblo.
-Fantástico amigo, y las muchas que seguirán. No, no sé, quizá a mi hermana no le guste y se lo diga a mamá. Mientras yo respondía, él fue bajándose su pantalón y quitándose los zapatos y quedó en calzoncillos.
-Vamos, déjame eso a mí. A ti te gusta su amiga y a mí me encanta tu hermana. ¿O te pones celoso? -No, le respondí y salimos en interiores al patio.
Mi hermana se bañaba en ese fuerte chorro de la manguera, y cuando nos vieron, lo tiró y procedieron a taparse con las manos sus pechitos y sexo.
-Hace mucho calor, dijo Alfredo. Será que nos regalan un poquito de agua. Ellas rieron, mientras miraban como Alfredo estiraba su cosa debajo de la trusa con la mano izquierda.
Alfredo enseguida se apropió de la manguera y me regó a mí de primero y se la puso en la cabeza; mi hermana y su amiga se secretearon viendo la entrepierna de mi amigo, todo un macho alfa de diez años. Se la metió en su calzoncillo y eso fue el show y ellas se reían viendo la manguera confundida con el pene de mi amigo, ya visiblemente erecta y el chorro de agua saliendo por un lado.
-Vengan para bañarlas les dijo, y agarró a mi hermana dócil de la mano y le puso el chorro a sus téticas, que ella se cubría y reía, lo bajó a su sexo y ella dio la espalda, y lo dirigió a sus nalgas cuya raya abría el chorro. –Te gusta, no. Ven tú, ¿cómo te llamas?
-Estefany, contestó tímidamente. Y recibió el chorro en la cara, en sus tetas, pero era tan fuete, que quedaron a la vista, y se dio vuelta y el chorro se lo metió por el trasero.
Yo tenía como un calambre, un calor en el ano viendo todo eso, y el pene de Alfredo erecto en el apretado interior. Nunca había sentido esas sensaciones por alguien y menos por alguien de mi sexo. Era una atracción constante, cada cosa, cada palabra que lanzaba Alfredo, nos tenía a su merced, ¿lo sabía, o no lo sabía? Pero allí estaba Alfredo como un verdadero dios del carisma y el sexo.
-¿Cuántos años tienes?, preguntó mi hermana.
-Tengo catorce, y me quedó mirando para que no lo echara al agua.
-¿Y ustedes, cuantos tienen?, parecen de quince años. Se rio.
-Yo tengo diez dijo Estefany, tiritando de frio. Y me hermana contesto que doce, pero tenía once.
-Tú me gustas Estefany, le dijo paseando la mirada por sus pechos y piernas. Ella se puso roja, y se fue al lado de mi hermana.
-Y tú también Carlota, eres una flaca bella. Debes tener muchos admiradores.
Mi hermana lo miró con cierto desprecio y le dijo: Eres un estúpido grosero.
-Tranquilas…no se enojen que así me gustan más. Ellas volvieron a sonreír y a mirar el cuerpo medio de mi amigo, y a secretear.
-Qué tanto hablan, díganme que quieren, a qué podemos jugar los cuatro, o los tres o los dos, tu Estefany y yo… Pellizcando a Estefany por la cintura.
El presente no pasaba, el tiempo no trascurría, todo seguía lo establecido por ese casi mozalbete con una dotación natural sobre el sexo femenino, que era mi amigo el macho alfa Alfredo.
-Tengo ganas de hacer pipí, dijo Alfredo. No les molesta si orino aquí.
-Orina. Dijo mi hermana: A nosotras no nos importa.
Pero no contaban con que Alfredo se bajara el interior hasta las rodillas y dejo ver de un salto, ese pene largo y grueso en forma de plátano de fina cabeza que puede hoyar cualquier pequeño agujero. Con una erección que casi le tocaba el ombligo. Las mujeres se impresionaron al ver como palpitaba esa cosa llena de venas azules.
Las muchachas se miraron y sonrieron sin decir palabra, entonces fue cuando Alfredo con ese pipi, largo y carnoso con esa punta, que parecía hipnotizar como una serpiente a todos; largó un chorro que casi llegó a la pared. Y ahí quedamos ellas y yo observando cada movimiento y presión de la orina que salía de esa picha hermosa. Eso era lo bueno, ver por primera vez y en su esplendor el miembro viril de mi amigo, sin nada que lo tape o evite su contemplación
-Es grande… Susurró mi hermana. – ¡Bonita!, gritó Estefany.
Él parecía saberlo o no. Pero la seducción que venía encendiendo en nosotros estaba dando resultados, y por eso no se la guardó más, dejo afuera su verga, y me instó para que sacara la mía.
-Ajá, Fer… ¿No me vas a ayudar…? Yo no sabía qué hacer con mi pipi chiquito ante esa tranca de 14 o 15 cm que ya tenía para su edad.
-Sácatelo, Fer… muéstranos tu pipi. Me insistió mi hermana. Y con mucha parsimonia lo saqué, ese pene blanco y recto como un lápiz, como un palito de cabeza roja y flaco y cortico de no más de diez centímetros, que hoy nadie recuerda…
-Es chiquito y bonito, Fer, dijo Estefany, y se tapó su risa con las manos.
-Muchachas, dijo Alfredo. Ahora les toca a ustedes orinar o mostrarnos algo que les gustaría mostrar. No sé, lo que ustedes quieran…
-No se te baja eso, dijo Estefany, debe estar duro, ¿no te duele?
Ante eso, Alfredo comenzó a pelarse y cubrir su pene con una paja lenta, que hacía que los ojos de mi hermana y su amiga quisieran salir se sus cuencas.
-… Ven, agárralo mi amor, no te va a morder, siente como esta duro.
Y caminó hasta donde Estefany con su pene en la mano, ella miraba y no daba crédito a lo estaba viviendo, y con mucha dudas puso su dedo índice sobre la cabeza palpitante de esa verga gruesa. Él le agarró la mano y la hizo sobar lenta sobre el lomo y le ordenó: Apriétala suave… ves que no hace daño… ves que suave es y lo caliente que está. Ella parecía una boba guiada haciendo su primara paja, por el que más tarde se convertiría en el seductor y proxeneta más afamado de la región.
Mientras ella se entretenía en ese pene. Una de sus manos se fue a la tetita protuberante de Estefany, y ella dijo un ¡Ay! Pero él se mantuvo firme y ya ella no dijo nada. Sólo se dejaba hacer.
-Yo no he tocado un pene, dijo mi hermana. Pero no tocaré el tuyo. Y se quedó observando como mi amigo avanzaba con su amiga.
-Ven Estefany muéstranos algo. –No, no quiero. Y más se aferró al pene que ya agitaba bruscamente.
-Vengan, quiero proponerles algo: ¿Quiero saber cuál de las dos tiene el chocho más grande?
-¡Estás loco!, le gritó mi hermana y se fue para el interior de la casa.
Estefany se fue detrás de mi hermana y pasaron unos minutos.
-Si Estefany regresa es mía, vas a ver. No te preocupes que no va a pasar nada que a ella no le guste. Dijo eso con tal suficiencia como de erecto estaba su pene con los interiores en las rodillas.
Y regresó de nuevo la amiga de mi hermana, más contenta y optimista, y se puso al lado de mi amigo, el le dio al oído una especie de secreto, y ella me miró a mí, entonces decidieron que yo debía dejarlos solos.
-Fer…, esta nena quiere hacer algo conmigo, por favor ayúdame con eso.
Yo los miré indignado, no daba crédito a tanto cinismo y abuso de confianza. ¿Por qué me pasa esto a mí y en mi casa? Me decía. -Pero voy a ver todo lo que hagan.
Mi amigo la llevó a un lado de la casa a un callejón que daba con la cocina, desde la cual podía ver de cerca y oír todo lo que decían. Le subió la bata a la altura del ombligo y le bajó el panti a media pierna. Estefany, había estado en la playa y aún conservaba el broceado de su vestido de baño de dos cuerpos y las líneas de su tanga y esa piel blanca que resaltaba su chocho gordo y hermoso.
-Muy bonito, Estefany, ven déjalo ver. Y ella dócil se lo puso cerca de la cara.
–Es una belleza, mira que gordito está. Y se lo sobó con el dedo del medio en su rayita, ella suspiro y arqueo su cuerpo para mostrárselo más.
Yo desde adentro los miraba con mi pene en la mano. Él se agachó hasta el sexo de Estefany y le plasmo un beso, le pasó la lengua, entonces ella salida de su trance, se subió el panty y se bajó la batica de dormir que usaba.
-No tengas miedo, tú me gustas, ven, y se prendió a su boca de labios voluptuosos, y le ofreció su lengua; entonces el entro en ese trance que dan los deseos y la pasión desenfrenada: Comenzó a quietarle la ropa y a chupar sus tetas de infante de auroras rosadas y le bajó el panty y dejo ver una cuca de labios gruesos bien perfilados debajo de un monte de venus lampiño y gordo. Y la enseñó a chuparle su garrote de 10 años.
Luego la hizo voltear de espalda y aprecio con lujuria ese trasero de grandes nalgas y que descansaba sobre unas piernas de infarto para su edad. No había discusión que el trasero de Estefany era el más apetecible, y estaba esa tarde destinado a ser roto por la picha de mi buen amigo.
Mi hermana me llamó desde su habitación a preguntar bobadas, y al regresar al patio, descubrí que ya Alfredo tenía a su amiga enganchada por detrás. Allí estaba él aferrado a su cintura embistiendo con su troco el virginal chiquito de mi amiga Estefany, que solo decía:- Ay, Ay, suave, me duele, Ay…, mientras él se le comía la boca y le besaba el cuello y la gozaba como a una pequeña perra.
Pasaron como unos siete o diez minutos de ese mete y saca hasta que a él le vino una especie de éxtasis, pues no botaba aún esperma y ella ya lucia fatigada y angustiada con esa experiencia. Sacó la verga bien hinchada y roja por la estreches de ese esfínter, por la fricción de comérsela a pelo. Pero su verga parecía que tuviera mayor tamaño, mayor grosor, y le dio vuelta, le alzó una pierna que ella apoyo en la pared del estrecho callejón, y perfilo la entrada de esa cerrada gruta, con esa cabeza fina abría los labios hasta ese día juntos y sellados, y la fue penetrado lenta y pausadamente como un conocedor de ese trabajo de desvirgar. Ella trataba de apartarse, echado para atrás el culo, pero allí pegado a ella ese flaco desnalgado con su cincel de carne la iba tallando, le iba abriendo su intimidad.
Escuché a mi amiga Estefany, respirar con fuerza y decir: Ooh, ooh, ooh, aah… Y de pronto un apagado Ahh…Aaayyyy… ya entró… ahh…ahh…ez..eezz… Me duele…aaayyy…
Alfredo se concentró en meter ese cetro carnoso con buena maña y despacio hasta que ya la tuvo adentro hasta las bolas, y empezó a embestir cómo el semental que se convertiría con los años.
Al terminar fatigados, se sentaron en una banca, ella se cambia de prisa. Pero él seguía desnudo con su pene parado como una lanza, y vi que ya no era el rubor de la inflamación de su pene sino el rojo de la sanguaza del coño roto mi la amiguita de hermana, que goteaba de su mástil.
Ellos entraron a la vivienda. Escuchamos a mi hermana discutir con su amiga… Y mi amigo, se volvió a tirar desnudo sobre mi cama con su falo erecto… y cerró los ojos, y comenzó a hablar: Ya viste, lo que te dije, que las mujeres están siempre pendientes de los hombres. ¿Quién iba a saber que esa niña querría tener sexo hoy por primera vez? Yo fui a buscar una oportunidad, y ella hizo el resto. Vas a ver que tú te terminas comiendo a Estefany. Pero si tu hermana quiere yo se lo resuelvo enseguida su necesidad enseguida y se apretó el pene.
-No te preocupes más por ellas, ven báñate y vístete, yo te doy un interior para ir a comer. Le dije observando su cosa ya en reposo.
-Todavía no, no quiero que tú hermana y tú tengan problemas por causa de ella. Voy a ver qué pasa.
Se levantó y salió con su cuerpo flaco en busca de la puerta de mi hermana y la tocó. Y no lo dejaron entrar, escuché a mi hermana decir: ¡Eres un abusador, lárgate de aquí!
Con un rostro de preocupación y tristeza vi regresar a mi amigo, pero ya yo estaba en el pequeño baño, donde escasamente cabía un adulto de pie.
-¿Alfre… cómo te fue con de Estefany, te la comiste? ¿Qué te dijo mi hermana?
-Ellas son preciosas, son rosas en flor y acabo de romper a una con este huevo que le gusta coger y coger…y buscar problemas. Decía melancólico.
-Ven a bañarte, entra, báñate conmigo y salimos juntos a comer… yo hablo con mi hermana, a ella no le conviene decir nada. ¿Estefany no ha dicho nada?
Sin decir una palabra, Alfredo pasó la pequeña puerta hasta la ducha y se hizo detrás de mí, inmóvil y desanimado, hasta que quiso tomar de lleno el chorro del agua hubo de empujarme con su cuerpo, entonces, yo sentía su miembro gordo y flácido en medio de mis cachetes, y aprovechaba provocarlo con mis nalgas hacia atrás y ahí me quedaba pegado. Él ahora, parecía no entender que hacía o no hacia yo con esa movedera de culo… estaba allí pegado y despegado a ratitos de mi blanco trasero. Hasta que recordé ese viejo cuento de los presos y los militares que se les cae el jabón, entonces se lo pasé y sin querer, se me resbaló de las manos, y procedí a cogerlo de inmediato, pero al agacharme insistía en que corriera por el pequeño espacio de la ducha, hasta que él se dio cuenta que mis nalgas estaban pegadas a su picha ya erecta, y exclamó: ¡Ay, Fer… Pero qué lindo culo tienes amigo! Y yo me hacía que no lo oía, mientras me apretaba las nalgas y me punteaba con su cabeza de cobra. Ahora o nunca, me enderece y me di vuelta y le plasmé un beso con lengua en la boca, que él no rechazó. Nos abrazamos y nos besamos como locos, y le dije: Quiero que me hagas una mujer. Me agaché a su pene y lo chupé con frenesí y como una loca niña, como mi amiga Estefany.
-Rico, como chupas de rico Fer…, nadie me ha chupado como tú. Vas a ser mi mujercita macho, y yo te voy dar todo el pipi que quieras… y a tu hermana también si me deja y con Estefany, serán mis noviecitas.
-No te preocupes, sé que eres fuerte y nos vas a dar mucha verga a todas… hace mucho tiempo que lo deseo…tener esta verga en mi culo, cómeme.
Nos seguimos besando y volvimos a mi cama, entonces él me tiró de espaldas a la cama y me dijo: Qué culazo amigo, es el más bonito de los que he partido, este si es un premio: Te voy a hacer algo que no he hecho nunca, y me abrió el orto y me hizo el beso negro… me chupó tan fuerte que quise desmayar y ya de mi pene emanaba por primera vez el precum y me masturbaba lentamente, mientras me iba acomodando su punta fina en ese culo, y yo le abría mis nalgas de niña virgen que alguna vez tuve, y lo fue metiendo no sin dolor y al mismo tiempo placer, abría y sacaba y abría para entrar otro poquito, con la grasita que mi ano expectante fabricaba para ese momento único, y cuando pasó el glande, sentí el estirar que producía su gruesa verga de plátano que se abría en mi interior, ocupándolo todo…hasta las bolas.
-Que sensación más rica, es más sabroso tu culo que el de las niñas que me he roto. Esta tan apretadito que no me quiero ni mover… Yo le contestaba: Si quédate ahí dentro, y dame, me gusta tu picha desde que la vi…
En esa estábamos, cuando llega mi hermana a la puerta: ¡Abran! ¿Qué hacen ahí encerrados? Ya mi papá y mi mamá llegaron…
Fin.
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