Tres Recuerdos… Los hombres que pusieron sus manos en mí
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Eventualmente_Sexual.
I
Al salir del colegio, mamá no podía buscarme. Cerca estaba la casa de mi tía Cecilia, me iba con mis otros primos, que estudiaban conmigo. Cuando llegábamos, la tía nos daba sopa licuada, eso no me gustaba, pero lo mejor, es que luego ella salía, o se acostaba. Ahí tanto Jenny como Isaías, nos poníamos a jugar.
Había veces que nos éramos vagabundos. Me escondía con Jenny, y culiabamos pero con la ropa encima. También esto lo hacía con Isaías. Todo depende con quien me escondiera.
La primera vez, que vi a mi primo Roberto, el hermano mayor de Jenny e Isaías, fue una tarde, cuando la tía Cecilia había salido, y él estaba en casa.
Desde el patio Jenny comenzó a contar, nos buscaría ella. La intención mía era esconderme con Isaías, pero me dijo que me escondiera en otro lado. Me sentí rechazado pero supongo que se debía, porque estaba Robert en casa.
Entro a la primera habitación, y me escondo debajo de la cama. Había polvo y hasta agua regada. Cuando me iba a salir de ahí, está entrando Roberto, mi primo de cuerpo ancho y cara gruesa. Había salido del baño, solo la toalla era lo que le tapaba. Me encanto verle la piernas peludas, eso me hizo sentir excitado.
Como era un chico tímido, me daba pena hablar con la gente grande. El comienza a decir mi nombre y mientras busca en las gavetas, ropa interior, sonreía. Deja caer la toalla y yo me quedo viendo directo al güebo. Le caía como un moco de pavo, pero grueso, apenas un poco se le veía el glande, y muchos pelos tenia.
Se puso el interior delante mí. Cuando ya estaba cubierto la desnudes de Roberto, se le hincha, de lado se forma un bulto apretado. Imagino que se le ha parado el güebo, no me daba la cara, pero tardaba mucho en ponerse el pantalón. Dejando todo a mi vista ver, se aprieta el mazo de carne y luego es que se viste.
En ese entonces aun no acababa, pero cuando me frotaba contra la pared, sentía un cosquilleo intenso, y me corría como si me fuera a orinar. Cuando mamá me fue a buscar, por la tarde en casa, en el baño me frote con la pared, pensando e imaginando que en mi boca yo tenía el güebo de mi primo Roberto.
Esa vez fue diferente, cuando siento que el cosquilleo intenso me viene, apoyo más duro mi verga, y siento que me corro, pensé que era como las otras veces, pero esta vez sí me salió algo; fue la primera eyaculada que tuve, y vi como mi semen salía trasparente, sin ser tan espeso.
Recuerdo que mi hermano mayor, una vez me pregunto; si ya yo acababa. Me dio vergüenza responder, y en aquel entonces aun no eyaculaba. Pero él me dice; << -si ya te sale, tú vas a poder preñar a una mujer – >>. Desde esa vez que descubrí que ya me salía semen, nunca más volví a culear con Jenny sin ropa.
II
Fue una tarde de suerte. La ocasión hizo la intención. Mis primos no fueron al colegio, el día anterior habían ido a casa de su padre, cuando iba llegado a la casa de mi tía, ella iba saliendo, con una amiga; una mujer altísima de cabello corto y de rubio platinado.
No habían puesto aun en marcha el auto, cuando ya, yo estaba temblando de solo saber, que me iba a quedar con Roberto.
Recuerdo que en la habitación de él, y en su cama, a la horilla, me bajo el pantalón del colegio, se desabrocha el de él, y me pincela la raja del culo; sentía un mar de sensaciones distinta: temor, ganas de ser cogido y todo lo demás.
Se restriega todo sobre mí, me chupa el lóbulo de mi oreja, y me habla bajito; – ¿queres qué te la meta en el culito? –.
Solo alce mi culo, y el apoyo más duro. Siento cuando escupe, e introduce un dedo adentro. Luego puso el glande en la entrada de mi upite, presiona y se afinca con toda su fuerza. Le pedí mucho, que me soltara, pero no lo hizo. Me clavo por completo y yo estaba a punto de pegar un grito.
Siseaba a mi oído, me besaba y hasta metió su lengua en mi boca. Después siguió taladrando mi culito, hasta que sentí como se vaciaba todo, y me llenaba de leche por dentro; sentí cada acabada, cada expulsada hasta no botar nada.
Me mando al baño a lavarme, y dentro pensaba que esto yo solito me lo había buscado.
Por la tarde en casa, me hice la paja, recordando con mi culo abierto y sangrado.
La quebrada
En vacaciones, todas las mañanas me la pasaba en la calle. Una mañana estaba cerca de la quebrada; un canal de agua sucia. Estaba con unos amigos, pero ahí, también estaban otros chamos, que eran de la otra calle, cruzando la quebrada.
Ya iba ser las 12:00 del mediodía, y ya muchos se estaban yendo a sus casas. Solo me quede con Santiago, Alberto se había ido, y un chamo del otro lado de la quebrada se ha quedado con nosotros dos. Era mucho más alto, y de piel oscura, su nombres es Jorby, pero se le conocía como “mapleto” porque tenía los pies hacia adentro, no mucho pero si se le notaba cuando caminaba.
Si no saltas hasta el otro lado, mapleto te coge –me dice Santiago. Por donde corre el agua, el ancho no es mucho, pero aun así debía impulsarme bastante. Jorby estaba hacia el lado, de donde nosotros somos, y nosotros del lado de donde viene el. Cuando he saltado, caí en el agua sucia, Santiago se ríe.
Ahora te va coger mapleto –y se reía con mucha chocancia. El saltó y si llego al otro lado sin caer en el agua. Ya había cruzado, y todo asustado me limpiaba los brazos, también se mojó mi short, y de solo pensar que mi madre me viese así, unos correazos me iba a dar.
Le pedí a Santiago que me dejara limpiar en su casa, pero me dice que no hay agua, en eso el, está saliendo de la quebrada, y sin decir más nada me dejo ahí todo asustado, sin darme la ayuda se fue a la casa.
Mapleto me dice que en su casa si hay agua, tuve que saltar de nuevo, y subimos. La quebrada estaba detrás de la casa de mapleto, cuando hemos subidos, prácticamente ya estábamos en su patio. Para llegar a la puerta de la casa, cruzábamos un montón de matas de tártago, por estas matas nadie veía hacia la casa de Jorby.
Cuando íbamos cruzando, él se detiene, se baja el cierre, me dice; -ya va, voy a echar una mea –. Ya había terminado pero aún seguía sacudiendo su verga. Jorby para nada me gustaba, pero no dejaba de ver como su güebo moreno saltaba y se ponía duro.
Da su frente completamente, y se insinúa con descaro. Yo estaba excitado, pero sentía un poco de asco. Como no me acerque, él se llega hacia mí, me agarra la mano y me la pone en su verga; está palpitando y bastante olorosa.
– ¡Mámalo pues! – y me empuja hacia abajo. Con dureza me afinca a la entrepierna, y me cara se pega a esa verga gruesa. Abro la boca y siento el amargo de su sabor, en mis comisuras deja la masa de su güebo sucio. Los pelos los tiene muy largos, y me ahogan cuando mi nariz se hunde en ellos. Me hala del cabello, y le veo a la cara, él está viendo a los lados, mientras me coge por la boca, el sabor amargo se reduce, y ahora me gusta, de tanto, que se lo chupo con fuerza y el me sostiene la cabeza; –suave, suave –me dice.
No me penetró, solo me cogía por encima. Se cansó y de nuevo me pone a mamar güebo. Le chupo las bolas, y a cada rato el me empuja la cabeza, porque le chupaba como si le fuese a comer la verga. Ya por último, me echa la cabeza hacia atrás, y se pajea. Lo veo como se tensa y la cara que pone, cuando estaba acabando jadeaba, y todo su semen en mi cara estaba cayendo. Puse mi boca cerca del glande y el me vio con asco, porque yo me estaba comiendo su leche. Creo que si no hubiese hecho esto, él no me hubiera visto con asco, y no se hubiera ido, así como que; << que maricón eres >>.
Antes de que amanezca
Me pase toda la noche tocándolo. Mis manos fueron testigos de esas erecciones nocturnas. Claro a veces creía, que era por mí, que se ponía dura, y quizás sí lo era.
Mi cuñado estaba ebrio, me la he pasado tocando su güebo toda la noche, y ya está por amanecer. << Quiero güebo, necesito que alguien me dé verga >>, no dejaba de pensar.
Cuando se acostó en mi cama, solo el jean se lo dejo puesto. Él tenía toda la barriga y el pecho lleno de pelos, el alto y delgado, se afeita pero aun en las mejillas le queda la sombra de la barba, tiene la nariz aguileña y un tanto torcida. Eduardo siempre me ha gustado, pero nunca le había puesto tanta atención como ahora lo hago.
Prendido en fiebre y ebrio de mi excitación, decido subirme sobre él. Yo no tenía ninguna franela puesta; sentir como los pelos de su pecho me hacen cosquilla, yo me revolcaba y me aferraba a abrazarlo mucho más.
Había perdido el control de mis actos, y me lo estaba cogiendo yo a él, afincando mi erección contra su abdomen, no dejaba de sentir ese morbo de hacer lo incorrecto.
Enterraba mi nariz por el cuello de Eduardo, el olor que trae mi cuñado es una mezcla de muchos olores que un hombre pueda tener. Fui atrevido y le di un beso, y creo que esto fue lo que hizo efecto, a mi intención.
Al pasar sus manos duras, por mis costillas, solo hice fue titiritar. Luego apretuja mis nalgas, y con la misma, me baja de él; solo sus manos me tantea en la oscuridad que se disipaba con el amanecer próximo.
Quede boca abajo, temía que el sol me echara a perder el momento. En eso el esta quitándose el pantalón, luego esta sobre mí con todo su peso; coloca una almohada sobre mi cabeza, y pincelando mi culo, un escupitajo y apuñala sin previo aviso…
Roberto me cogió varias veces en el escaparte de su cuarto. Esas veces me dolía muchísimo, y aunque me gustaba, siempre chillaba y botaba lágrimas. Pero el dolor que ocasiono el güebo de mi cuñado, si hubiese tenido mi verga presionada con la cama, creo que hubiese acabado ahí mismo. Fue un ardor, pero toda su hombría me relleno hasta al fondo. Cuando estuvo todo adentro, la picazón de mi culo fue saciada, levante la cola, y me apreté contra él, Eduardo me la manda más adentro, y metiendo sus brazos por debajo de los míos, apretados me partía el culo. Con cada arremetida que daba, yo sentía que iba acabar pronto; el empieza a mover la cintura rápido y gimiendo con fuerza, una estocadas más, y me llena el culo de leche. Cuando he sentido como su verga se expande dentro de mí, yo acabo llenado de semen a las sabanas. Mientras el hacía presión hacia abajo, yo subía mi cola. Hasta no haberse corrido por completo, mi cuñado no salió de mi culo.
En el baño, me metía los dedos en el culo, sentía lo abierto y lo caliente que estaba. Mi culito estaba lleno de leche; yo había acabado pero vérmelo así en el espejo, tuve otra erección dura. Me subí el short, y sin lavarme me deje adentro el semen de mi cuñado. Cuando he regresado a mi cuarto, el dormía hacia la pared y de lado, dando la espalda. En el suelo seguía el pantalón de él, para que no sospecharan nada, antes que todos despertaran me fui acostar en la habitación de mi hermano, que no estaba ahí, sino mi cuñada.
Me quede dormido antes que amaneciera. Ese día me levante tarde, salgo al patio y él estaba bebiendo una taza de café. No lo quise ver a los ojos, pero sentía cuando él me seguía con la mirada, poniéndome todo nervioso
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