Tuve sensaciones deliciosas desde el principio
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
En mi uso de razón tengo pensamientos y escenas de una infancia llena de descubrimientos sexuales que me lo enseñaron mis amigos del vecindario cuando íbamos a jugar haciendo escondites en los lotes de terreno abandonados, adentro del escondite nos quedábamos desnudos se me acostaban los chicos con penes de varios tamaños, con pelos y sin pelos, en cada montada me venía una sensación agradable porque los penes se movían rico por mi culo o en las estiraditas que me daban en la verga, de remate en casa me cogía mi primo mayor llevándome a los rincones apartados de la casa que eran oscuros para culiarme yo mismo me desvestía y me acostaba para que me culee el culo con ese pene velludito suavecito que me hacía gemir sin penetrarme por ser todavía yo muy pequeño, me enseñó muchas posturas deliciosas yo sabía que cuando me quedaba las tardes solo con mi primo en casa terminábamos en la cama culiandonos llenos de sudor.
Mi familia arrendó por varios años en unos edificios multifamiliares que estaban cerca a la escuela conocí a un adolescente hijo de sastre llamado Alfredo que le gustaba hacerse de líder de juegos con los más pequeños del bloque a mi me llevaba detrás del parque metiéndonos en los baños abandonados arrimándome sobre la pared manoseándome el culo y el pene deslizaba muy rápido mi trusa y seguía manoseando mi culo en medio de mi raja, metía los dedos tratando de hurgar mi culo, a veces después de bajarme la trusa doblaba mi cuerpo dejando mi culo en punta restregando la verga gruesa que tenía, esta era algo grande, peluda y suavecita que el solo puntearme el culo con esa cabeza ya me hacía delirar del gemido yo aguantaba hasta que podía y de ahí me le hacía el quite, también se dejaba que lo culee por detrás como mi verga era chiquita se metía entre las nalgas del culo, una vez me enseñó a mamarle la verga lo hice con recelo a medias porque ya escuchábamos ruidos cerca donde estábamos encerrados, otra vez me mamó la verga con mucho placer de mi parte, le gustaba que me sentara sobre sus piernas para hacerme cabalgar me rodeaba la cadera con sus brazos besándome el cuello chupándome las orejas pasando la lengua por mi nuca en repetidas ocasiones, con este chico sentí sensaciones nuevas ya que me invitaba a su casa cuando estaba solo me enseñaba el 69, filo de cama, posición perrito, salto de tigre pluma gay y otras posturas que mi primo no me había enseñado, me gustaba hacerlo acabar en mi boca.
Alfredo siempre tenía dinero para comprarse golosinas y algún accesorio deportivo algo caro en esa época, a veces entre semana iba con mis amiguitos al kiosco de alquiler de revistas que quedaba junto a la sala de billares de don Facundo aunque estaba prohibido el ingreso de menores, ingresaba con Alfredo y algunos menores abriendo una pequeña puerta pasando por un callejoncito en el que por las noches jugábamos, esperábamos a que Renato el hijo de don Facundo nos abriera la puerta por la parte posterior de la billa sentándonos a ver jugar a los estudiantes que no iban al colegio, Renato llamaba a Alfredo y se encerraban en un cuarto que quedaba al fondo, al rato salía Alfredo sentándose pensativo por un rato luego sacaba de su bolsillo algunos billetes que los contaba al salir Renato se miraban, Alfredo sonreía afirmando algo con la cabeza.
Estaba solo aburrido sentado en la acera esperando a Alfredo para verlo jugar billa porque aún no tenía talla de brazos para jugar, la sala estaba vacía con las puertas media abiertas, se acerca Renato para decirme que ingrese a jugar gratis y que vaya por el callejoncito para abrirme la puerta, entré y estaba Renato muy alegre rodeando su mano en mi cuello acariciándome, me di cuenta de la soledad del lugar pasamos directo a su cuarto que queda al fondo, me hizo sentar en la cama sentándose junto a mi lado me hablaba de muchas cosas mientras pasaba la mano por mis brazos con tal suavidad que me gustaba aunque me hacía el receloso continuaba hablándome y acariciándome las mejillas pasó las manos por mis muslos metiendo sus tres dedos por un costado de la trusa llegando a sobarme las pelotas y mi verga, la verdad no estaba sorprendido, es más, mi verga se paró haciendo un bultito en mi trusa de lo que se dio cuenta Renato pasándome suavemente los dedos sobre mi trusa rodeando mis caderas metiendo los dedos por la raja de mi culo, mi cuerpo se puso caliente con mirada a mis pies que los movía en el aire sentado sobre la cama, me preguntó si quería ganarme algunos pesos dejándome culiar, yo no supe que responder se me salió una risita, cuando quise reaccionar con la respuesta Renato ya estaba tratando de correrme la trusa me levanté terminado de quitármela después me sentó quitándome los tenis y la remera que llevaba puesta por el intenso calor, se puso en mi delante mostrándome su verga juvenil de entonces, era diferente a todas las que había visto tan gruesa, con pelos y venas con una cabeza de verga bien amoratada que se la oprimía con la mano seguramente por el placer de verme desnudo, me hizo que se la sobara con mis dedos me preguntaba si me gustaba yo simplemente veía fijamente tremenda masa de carne que apuntaba mi pecho rozaba mi cuello pasándola por mi cara atrayéndola a mi boca, me recostó haciéndome abrir de piernas y brazos se maravillaba contemplando mi cuerpo en esa postura pasaba la verga sobre mi panza haciéndome círculos en el ombligo se dio cuenta que mi verga estaba parada y que mi cuerpo aumentaba la temperatura de mi piel puso a frotar la verga sobre mi verga riéndose del frote que se daban con la diferente tamaño de ambas, el pelo de su verga cubría mi verga sin pelos me apretaba con la cadera moviéndose repetidamente culiándome la verga al mismo tiempo me chupeteaba el pecho golpeándome su aliento en la cara besándome con lengua varias veces con las dos manos me acariciaba el pelo tenia los codos doblados a los costados de mi cara lo recuerdo perfectamente, nos sentamos sobre la cama frente a frente con las piernas cruzadas y los pechos pegados, escuchamos ruidos Renato dijo que no hiciera bulla que no saliera del cuarto se vistió y salió a ver quien era al rato retornó cuando yo estaba ya vestido me vio de pies a cabeza me mostró unas monedas me sentí contento al recibirlas me dijo que me las daba con tal de que no dijera lo que ocurrió, me tomó del cuello cautelosamente llevándome a la puerta, ahora me daba cuenta por qué Alfredo tenía dinero para golosinas.
En un tiempo estuvo de moda los súper héroes y sacaban estampitas me gustaba coleccionarlas decidí en secreto pedirle unos centavos a Renato que me los dio sin pena diciéndome que si quería más me esperaba temprano al abrir el billar, esa mañana estuve atento cuando llegó haciéndome pasar rápidamente sin que me vieran cerrando las puertas corredizas, fuimos a su cuarto me desvistió completamente sentándome sobre la cama agitándome la verga con las manos sin esperar mucho ya me estaba chupeteando los testículos llenándomelos de saliva me hizo doblar el cuerpo sobre la cama uniendo nuestros cuerpo Renato montado sobre mi hacía mover la verga por mis caderas, repetidamente me daba besos en las mejillas golpeándome su aliento en la piel, dijo que me iba a culiar rico sacando debajo de su cama un recipiente con vaselina dio vuelta a mi cuerpo me puso un poco en la nalga y en la raja del culo punteándome con los dedos hacia adentro después colocando esa verga caliente latiendo sobre la piel de mi culo restregándome con delicia los pelos de esa verga me hacían cosquillas los testículos peludos chocaban con mis nalgas haciendo más deliciosa esa culiada ya para entonces estábamos llenos de sudor sentí algo dentro de mi culo quise levantarme pero el pecho de Renato oprimía mi cuerpo Renato seguía y seguía metiéndola sentí un dolor fuerte que me hizo gemir y gritar muy fuerte, Renato había roto mi potito dejándome la leche de su verga desparramada por el piso y algo en mis piernas yo no podía moverme rápido me limpió del semen me sentó sobre un recipiente con agua me puso más vaselina en mi culo la sangre estaba en el agua aún me salía por el culo me ponía más vaselina, me ayudó a vestirme yo no paraba de llorar del dolor estuve en su cuarto mucho tiempo porque no podía caminar correctamente parecía que estaba acalambrado de lo tenso que me había puesto, fui con dificultad hacia la puerta del callejoncito me puso entre la trusa y mi piel un billete de alta denominación y muy asustado me pedía en repetidas veces que no dijera lo que había pasado, yo estaba lleno de vergüenza y no miraba a ver la cara de mis padres entre al baño a seguirme limpiando el culo que casi ya no sangraba me sentía raro con temor, acostado en mi cama abría mis nalgas y delicadamente me pasaba dedo con crema por entre la raja de mi culo caliente y adolorido no salí por unos días a jugar mis padres por estar muy ocupados en sus trabajos no se fijaban en mi, cuando pasaba por la escuela trataba de no mirar al billar, me quedó el frenesí de curarme el culo pasándome el dedo metiéndolo me salía un gustito de placer incontenible parecía que no era suficiente con el dedo que me lo metía tanto hasta sentir un latido interno que cada vez me gustaba más
Cuando jugaba por las noches con mis amigos a las escondidas me ponía en cuatro abriendo mis nalgas para que me metieran la verga pero el tamaño no me satisfacía incluyendo la verga de Alfredo que descubrió mi culo roto y me daba verga casi todos los días aprovechando de estar solos yendo a los baños abandonados, primero le mamaba la verga y así ensalivada me la metía por el culo chorreándome el semen.
Alfredo me invitaba a ver jugar billa pero no quería por recelo de verlo a Renato ya que cada vez que me veía se me sonreía, cierta vez Renato se sentó junto a mi lado a leer revistas fue con la intención de invitarme a su cuarto primero me hice el indiferente me dijo que me regalaría algo bueno y que me esperaba muy temprano pero en el callejoncito, al día siguiente estaba sentado en el kiosco vi entrar a Renato haciéndome señas que me esperaba atrás corrí por el callejón abriéndome la puerta Renato en un pestañeo ya estaba en su cuarto me abrazó apasionadamente me untó el culo de crema yo cerraba los ojos al sentir el placer de esas manos recorrer mi culo Renato se sentó en la cama a mi me hizo arrodillar frente a él me hizo abrir la boca metiéndome la verga despacito tramo por tramo, la tuve toda adentro, sabía a jabón recién lavada a rato se salía de mi boca yéndose por las mejillas ensalivando mi piel, pasaba la verga por mi pecho después me acostó en la cama mi verga recostada sobre el filo del colchón y mi culo bien descubierto que latía de emoción por lo que se vendría la verga de Renato recorría la espalda hasta llegar a mi culo punteándome a la vez con un abrazo en lo que algo de mi espalda se pegaba al pecho con respiración acelerada de Renato no me soltaba repitiendo sus besos en mi cuerpo, mi respiración también aceleraba sentí un gran gusto cuando esa verga entraba por mi ano pidiendo pista por el corredor de mi esfínter roto al meter gemía y jadeaba cuando me la sacaba contraía los músculos de mi cara la vaselina lubricaba el frota de nuestra pieles empezaba a desear esa rica verga apasionadamente ese era el talle que mi culo deseaba Renato alocadamente me culiaba sin descanso dejando el semen dentro de mi culo que al pararme me daba cuenta que recorría mis piernas dándome ganas de ir al baño a evacuar.
Cada vez eran más frecuentes las culiadas que nos dábamos, cuando cumplí los doce años comencé a salir de camping con los chicos en los que se incluía Renato y allá en la montaña me daba verga por el culo a lo loco, en una de esas culiadas hice mi primera eyaculación en su pecho, nos besamos apasionadamente que me hizo cabalgar sobre su verga por largo rato, desde ese momento Renato me mamaba la verga con más gusto que a veces descargaba mi semen en su boca, llegó la circunstancia de que yo le pedía que me culiara porque a esa edad mi apetito sexual era meteórico botaba semen conservadoramente dos veces por día si no era con los chicos lo botaba masturbándome en el baño, llegaron los rumores a mi familia de lo que los chocos me hacían pero se lo tomaron muy prudente hasta que en una borrachera que me hicieron tener coraje salí del armario.
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