u) Lo que Alex desea de mi
Lentamente comenzó a colocarme para que me fuera sentando en su verga, me follaba despacio siendo yo el que le cabalgaba a mi antojo, estaba gozando de la sensación del agua burbujeante cubriéndome hasta la cintura y la dura polla llegándome hasta el.
Continuación de: Papá sale del hospital
Lo cierto era que me ilusionaba lo que Alex me ofrecía, que quisiera llevarme a comer a un restaurante o algo parecido, los dos solos, y no sabía del lugar pero lo imaginaba fabuloso. La verdad es que me dejaba llevar por la imaginación en mi búsqueda del amor perfecto, aún sabiendo que para mí solo eran sueños.
El que fuera promiscuo no evitaba el sano deseo de encontrar un amor auténtico, deseado por todos los jóvenes de mi edad, el hombre que fuera la pareja ideal con la que compartir la vida. A pesar de todo lo vivido continuaba siendo un chico joven, de veinte años, soñador y aún con ilusiones, y soñar es lo más importante para tener una razón de vivir.
Sabía que resultaría difícil conseguir flotar con el lastre que me arrastraba al fondo de la ciénaga en que mi vida se veía inmersa, estaba y me sentía abismado en el desastre y, a su pesar, no quería que la ilusión se me apagara.
Aunque fuera mucho, demasiado quizás, imaginar que Alex pudiera sentir algo por mi, diferente del deseo sexual, quería que fuera así y no atendía el aviso de mi hermano sobre lo que deseaba Alex.
Acudí donde me indicó, una cafetería cercana de la clínica donde ejercía su profesión privadamente, estaban prácticamente una enfrente de la otra, separadas por una ancha avenida con cuatro carriles para el tráfico rodado y un arbolado paseo. Eran las doce de la mañana y había pocos clientes, pedí un vino blanco al camarero y me dispuse a esperar hojeando un diario local sentado en una mesa interior.
A pesar de su aire juvenil y desenvuelto resaltaba la madurez que le daban sus casi treinta años, su conocimiento de la vida le situaba muy por encima de la media. Su altura quizá exagerada en comparación a la mía hacía que aparentara mayor de lo que en realidad era. María me había hablado de su hermano muy poco y lo que recordaba muy bien era que en Italia había seguido un curso de especialización en medicina.
Me cogió de sorpresa leyendo y no me dejó levantar, se inclinó y me besó en la mejilla sin importarle que alguien le pudiera ver. Tuve tiempo, unos segundos, para mirarle a mi lado. Traía un pantalón estrecho que le marcaba los fuertes muslos, una camisa por fuera del pantalón llegándole hasta el final de la bragueta y una chaqueta de hilo en la mano, elegante y juvenil pero de colores suaves.
-¡Hola guapo! ¿Qué estás tomando? -no le pude responder al llegar el camarero.
-Póngame lo mismo que toma el señor. -mientras le servían me preguntó por mi padre y recordaba muy bien a Rafael.
-Tienes una familia estupenda, al menos los que conozco, tu hermano me habló de que tenéis dos hermanos más. -Rafa no me había dicho que habían hablado sobre detalles tan particulares de nuestra familia y me mantuve en guardia.
El que hubiera hablado con Davy sobre mi y con mi hermano, sin saber que trataron, me dejaba en tierra de nadie y al alcance de probables peligros.
-Uno de ellos es su gemelo y el otro me sigue a mí en edad, como puedes ver no tenemos una mujer entre nosotros, algo femenino para equilibrar, y sobre mi padre, creo que en unos días le darán el alta para volver al trabajo.
Hablamos un rato más mientras terminamos de beber el vino, se expresa bien y educado aunque a veces se le escapa alguna palabra vulgar que en su boca suenan raras.
-¿Cómo conociste a Davy? Te ha dado entrada en su vida y eso resulta extraño en él. -sopesé lo que debía contarle, no podía mentirle ante la posibilidad de que lo descubriera, no conocía lo que sabía sobre mi y decidí serle franco, en algún momento se enteraría y era mejor que lo supiera desde un principio y de mi boca.
-Lo cierto es que fue Davy quien me conoció a mí. -le relaté como fue todo, y como solicitó mis servicios por medio de un distribuidor de las producciones porno que la empresa de Guillermo entregaba al mercado, sin entrar en detalles, pero para que supiera bien lo que yo era. Se quedó pensativo un minuto dando vueltas a la copa entre sus largos dedos.
-¿Entonces ejerces la prostitución? -no parecía molesto ni que le diera importancia, solamente era una pregunta que necesitaba respuesta y yo no sabía darla, o no lo suficientemente explicitada y clara.
-No exactamente, solamente lo hago con Davy desde que dejé mi trabajo hace un año. -y de ahí no iba a seguir explicando mi vida íntima.
-¿Has hablado con Davy…, sobre mi? -ahora esperaba que él también fuera sincero, aunque no me lo contara todo y se guardara lo que considerara más íntimo y privado.
-Sí, pero fue indirectamente, él quería saber como iba la evolución de tu padre, luego habrá tiempo y te contaré lo que quieras, ahora vamos a mi casa a recoger mi coche para ir a comer. Voy a llevarte a un lugar que te gustará.
Llamó al camarero para pagar la cuenta y luego le seguí, su casa estaba cerca de donde habíamos estado, era una zona donde el tráfico rodado estaba restringido, una plaza en forma de U con una fuente en el centro y arbolado, preparada para juegos de niños fuera de los soportales que se extendían en todo el recorrido de la plaza con cafeterías y veladores, un lugar agradable, bucólico y sin vehículos de motor.
Entramos en uno de los portales y cogimos el ascensor que nos dejó en el garaje. Tenía un coche de alta gama, y no es que yo entienda mucho, ya que al no poder ser dueño de uno, tampoco me llamaban la atención.
Tuvimos que ir hacia el interior de la ciudad y coger el puente para cruzar el río, en veinte minutos la autopista se había convertido en carretera de costa, y no se detuvo hasta llegar a un pueblecito de pescadores, era solamente veinte casas mal contadas y una de ellas tenía el cartel de “Bar la Chata”.
Parecía conocer el lugar y saludó a una señora que había en el bar cuando entramos.
-Podéis pasar, la mesa está preparada. -le trataba con confianza, debía frecuentar el lugar. Pasamos una puerta que nos dejó en un comedor de pocas mesas, todas dispuestas con manteles blancos y pequeños floreros con rosas, pero continuó hasta salir a una terraza cubierta que daba al mar, daba la impresión de que estábamos encima del agua, solamente si te acercabas se podía ver el acantilado bajando hasta las rocas donde las olas se estrellaban generando blanca espuma.
-¿Te gusta?
-Es precioso. -no esperaba que me llevara a un lugar como este, y que la comida sería en la ciudad en un lugar elegante y esto era todo lo opuesto.
Observé la grandeza del horizonte, donde se podían ver algunos barcos perdidos en la inmensidad azul, y la escarpada costa hasta llegar a la zona llana, donde unos inmensos tanques de almacenamiento eran el preludio de la planta petroquímica que se extendía hasta el monte.
La comida fue sencilla y sabrosa, verduras al vapor y pescado a la brasa con patata asada, vino blanco de la zona, un poco fuerte para mi gusto, y piña con helado de limón. Una delicia de comida que Alex agradeció cuando salimos a la señora del principio.
-Vamos a caminar un poco, resulta bueno después de comer. -me empujaba con suavidad con la mano en mi espalda. A unos metros del acantilado se hallaba un camino cuidado y llano con algunos asientos de hormigón, lo protegía del precipicio una valla del mismo material pintada de blanco.
Nos sentamos en uno de los bancos después de pasear y hacer el camino de vuelta. Me miraba girado hacía mi y creí verle una sonrisa divertida.
-¿A qué nivel habéis llegado con lo vuestro? -sabía que se refería a Davy, y ese nivel al que se refería continuaba como al principio, aparte de tener más confianza al conocernos más.
-No hay una escala que te pueda referenciar, sin más follamos y lo pasamos bien los dos, además de por mi trabajo me paga para eso y no hay lazos afectivos si es a lo que te refieres.
-Me alegra saberlo, no quiero que surjan más problemas con Davy de los que ha habido, tú y yo podemos pasarlo igual de bien y sin otros problemas, tú me gustas Alonso. -se acercó y me sujetó entre sus brazos, besando delicadamente mis labios.
Alex, igual que Davy, sabían lo que querían e iban directos a lo que deseaban, al menos tenía que agradecerle el rato de paseo, la comida y el tiempo que empleaba a mi lado, también me gustaba, no podía negármelo engañándome, estaba dispuesto para entregarme a otro hombre solo por el placer. En respuesta a lo que me proponía, y sin hablarle, le devolvía el beso con ganas y más fuerza.
-¿Le has preguntado a Davy lo mismo que a mí? -maldita curiosidad que nos hiere al revelársenos la verdad.
-Sí, por supuesto, y su respuesta fue algo parecido a lo que tú me has dicho, por el no hay problemas. -se había aclarado todo, no iba a ser una pieza a disputar, y ellos simplemente me follarían cuando les apeteciera y yo estuviera de acuerdo. Ahora quería saber algo sobre ellos.
-¿Tú y Davy habéis…? -la carcajada que le salió de la boca me interrumpió.
-¡Ha! Sí, ¿quieres saber sobre nosotros?
-Sí, porqué estabais enfadados y sin hablaros, lo que quieras contarme. -me pasó el brazo por los hombros y me apretó contra él antes de mirar el agua.
-Somos amigos desde niños, viviamos cerca, la casa de mis padres está al lado de la suya, yo ahora vivo por mi cuenta y siempre hemos estado juntos, en el colegio, en la universidad aunque hayamos estudiado diferentes carreras, en los viajes de verano, somos como hermanos, más aún.
-A los doce años, estando internos en el colegio, comenzamos nuestros juegos amorosos que fueron a más, y llegamos a todo, compartimos con amigos lo nuestro, Fabricio a quien ya conoces resulto el tercer mosquetero, los tres resultamos versátiles y todo lo demás puedes suponerlo.
-Todo estaba bien a pesar de no estar siempre juntos, por estudios diferentes o trabajos, hasta el accidente donde sus padres murieron. Tenía un concierto importante para él y lo previsto era que Fabricio y yo estuviéramos, el caso fue que no pudimos estar con él y apoyarle, estábamos en Italia siguiendo un curso de especialización.
-A la vuelta de aquella representación ocurrió el accidente, Davy quedó en coma y vinimos hasta aquí para estar con él, no podíamos hacer nada y estaba en buenas manos, tuvimos que regresar y cuando despertó no me encontró a su lado, no fue posible y era cuando más me necesitaba, se sentía culpable y responsable de la muerte de sus padres, entró en un ciclo de depresiones sucesivas agravadas por su estado físico.
-Te voy a confesar lo que creo, tú has hecho mucho por él, encontrarte resultó un milagro para que se animara a tener interés en la vida y luchar para sanar. -Alex no hablaba de la tremenda y férrea voluntad de Davy para luchar y esa, en mi opinión, había sido la causa principal de que se repusiera, habría otras como la idea de sus abuelos sobre la orientación de sus interesas por las clases y los niños. Unas habrían inter actuado con las otras, pero no pensaba que yo tuviera mucho que ver.
Ya nos conocíamos mejor y en cierto modo nos permitía entendernos. Se estaba alargando la conversación y me sentía tranquilo a su lado. Se levantó y me ofreció la mano y al tenerme a su lado de pie volvió a abrazarme.
-Ya lo sabes todo de nosotros, volvamos a la ciudad si te parece bien. -hicimos el camino de vuelta hablando, pero de lo bonito que veíamos del paisaje y lo feo que se volvía en la entrada a la ciudad.
Fuimos directamente a meter el coche al garaje y al coger el ascensor me agarró la mano.
-¿Te apetece subir a mi casa?
-Está bien, así me la enseñas. -ninguno de los dos lo decía pero sabíamos lo que pasaría. -fui directo y le pedí usar el baño, no hubo visita guiada de la casa.
El baño al que me llevó estaba incluido en una habitación que supuse era la suya, por la ropa que se veía en un vestidor abierto. Me señaló un armario del baño donde podía encontrar lo necesario para hacerme la limpieza que necesitaba.
Mientras estaba en la ducha le vi lavarse la boca y luego abandono el baño.
En aquel armario se podía encontrar de todo lo que tuviera que ver con el sexo, estaba bien equipado de cremas, dildos de diferentes tamaños y formas, todo lo que se pudiera imaginar la mente más calenturienta para meter en el culo, algo de lencería y supuse que le gustaba.
Me aplique crema en el ano, tenía dispensador con cánula para introducirla en el recto directamente, me coloqué una braguita rosa de encaje y por último un albornoz verde claro que me llegaba hasta tapar el culito dejando mis piernas a la vista, una de las cosas más bonitas de mi cuerpo y que a todos gustan.
Alex me esperaba con una copa alargada de champán en la mano, y sin dejar de observarme al verme aparecer me la ofreció con una hermosa sonrisa acercándose.
-Me gustan tus piernas, brindemos por ellas. -no dejaba de mirarme, muchos me lo decían y aunque ya lo sabía me sentí halagado por su cumplido. Fingí que no le había escuchado.
-Eres precioso Alonso, tu culito, tus piernas y tu carita, de lo más lindo que he visto hasta ahora. -estaba vestido y con la camisa suelta.
-Quítame el albornoz. -dejé la copa sobre una mesita y le quité la suya de la mano esperando que se sorprendiera al verme la braguita rosa.
Me quitó el albornoz y sin hablar pasó las manos por mis muslos hasta llegar a las braguitas.
-Tu piel es suave como la seda. -acariciaba la piel y metía los dedos bajo la tela sin llegar a retirarla, me abrazó y pegó la boca a mi oreja.
-¿Te gusta chuparla?
-Me gusta, sí, en realidad me encanta y comer el semen también, estoy para lo que tú quieras Alex, ponme a prueba. -respondió colocando la mano en mi mentón y me abrió los labios con el dedo pulgar, me separó los labios y sustituyó el dedo por la boca.
Unimos nuestras lenguas y mezclamos las salivas con sabor a champán, nos mordíamos los labios, nos besábamos. Era tan delicioso que sentía palpitar mi ano, la mano que tenía en mi espalda fue bajando buscando mi culo, con la otra me sujeto la mía y la colocó sobre el bulto de su entrepierna, le acaricié el pene sobre la tela y él me cogía una nalga encerrándola entera en su mano.
-Eres increíble, tan…, tan tremendamente delicado y sensual, vuelves loco a cualquiera. -hablaba agitado amasándome el glúteo y tirando de la telita que cubría mi ano.
Me cogió en sus brazos y besándome me llevó sobre la mesa que le servía de escritorio, apartó lo que tenía y me hizo acostar sobre ella, me apartó las braguitas para que mi pene y los huevos salieran y me elevó las piernas para que las pusiera sobre sus hombros.
Tiraba de la tela de las braguitas dejando libre mi verga y comenzó a besar, lamer y chuparme el miembro. Lograba que enloqueciera y empecé a gemir al sentirle chuparme tan fuerte el pene que me absorbía los huevos.
Se humedeció la mano en saliva y buscó la entrada del ano sin dejar de mamarme, me introdujo un dedo y poco después eran dos, jugaba dentro de mi culo entrando y saliendo, sus chupadas llevaban mi polla dentro de su garganta y sin poderme contener, y sin avisarle, me corría como un loco con su cabeza entre mis piernas, apretándola con mis manos como si fuera una pelota.
Le solté y se enderezó, se relamía los labios y la lujuria asomaba a sus ojos.
-Te corriste a gusto, ¿verdad putito? -aún traspuesto por la corrida no sabía a lo que se refería.
-¿Qué?
-Tu corrida, tienes una leche muy rica. -nadie me había dicho que le gustara mi semen, siempre había sido yo quien gustara de tan precioso líquido expulsado de mis testículos. Ese detalle me hizo sonreír.
Alex se había bajado la bragueta del pantalón y por encima del bóxer sacaba la polla, era larga aunque no la tenía sacada entera, se veía blanca con la punta rosada, muy bonita.
-Parece grande, enséñamela entera. -me senté sobre la mesa mientras se desnudaba y yo miraba detenidamente. Tenía un tórax impresionante con pectorales pronunciados y abundantes y las tetitas marrones brillaban por los hilos de oro de los vellos, no tenía tanto como los hombres de mi casa, o quizá al ser rubio no se notaba tanto, el abdomen marcaba ligeramente los abdominales al moverse o respirar, la polla era más corta que la de Davy y más proporcionada en el grosor, y no podía ver más por mi situación, pero con lo que se me mostraba era suficiente para que mi culo latiera deseoso de su verga.
-Llévame a la cama por favor. -me volvió a tender sobre la mesa y me fue bajando las braguitas hasta sacarlas por los pies, las olió suspendiéndolas en el aire sobre la nariz.
-Las guardaré de recuerdo, tienen el olor de tu precioso culito. -entonces sí que me cogió en sus brazos y me transportó a la cama sujetándome de su cuello y besándolo, me transportaba como si no supusiera un peso para él.
-Me encantas Alex, eres tan fuerte, tan varonil, bésame, quiero que me folles y me des tu verga, hoy es mía. -me depositó con suavidad y se tumbó a mi lado. ahora podía cogerla y sentir su dureza y grosor, el vello de la pelvis, como todo el de su cuerpo era rubio, más oscuro como el que se perdía bajando por los costados de la bolsa escrotal hacia el perineo.
Mantenía la verga como un mástil elevado al cielo y le coloqué mi boca de bandera. El sabor era delicioso y el olor dulzón me mareaba, la metí hasta la garganta sintiendo que le gustaba al escucharle gemir en roncos mujidos llorosos de satisfacción viril.
Se lo chupé lo mejor que sabía hacerlo, entregándome a darle placer, acariciándole el ano y lamiéndole los testículos con todo mi fervor, y cuando se vino en mi boca, en largos chorros de semen, lo conservé hasta que dejó de eyacular y se relajó.
Le enseñé la simiente que me había dejado abriendo la boca y colocando el semen sobre la lengua.
-No te lo tragues. -imagine lo que quería al tirar de mi para que me acercara, me coloqué con la boca sobre la suya y fui dejando caer lo que contenía, luego le besé volviendo él a pasármelo y así jugamos hasta que él muy goloso se lo tragó.
-Mamas la verga como nadie, Davy supo elegir lo mejor. -reía mientras lo besaba enredando los dedos en el pelo de su pecho.
-Davy me eligió por el parecido de mis ojos con los tuyos, la primera vez que follamos te nombraba, repetía tu nombre una y otra vez, fue la primera referencia que tuve de ti.
Nos quedamos dormidos un tiempo sintiéndome abrazado y en el calor de sus brazos, en la casa de Alex como en la de Davy, no reinaba el agobiante calor de la mía y resultaba agradable el contacto de los cuerpos.
Nos levantamos para darnos cuenta de que hacía una tarde preciosa y nos apetecía pasear, me había limpiado a propósito y al final no follamos. La botella de champán seguía entera y se la llevó para meterla en la nevera, lo que quedaba en las copas lo tiro en el inodoro.
Me enseñó su casa, para mí era como un palacio, la habitación en la que habíamos estado y otras dos semejantes y vacías, una sala donde podría perderme y con piano, me aclaró que en las fiesta Davy lo tocaba y ahora llevaba años sin usar, y mucho más que no recuerdo, y lo más bonito la inmensa terraza que miraba por encima de los tejados de las casas adyacentes.
El paseo era lento, como yo no conocía la zona me iba indicando los edificios más representativos y bonitos que encontrábamos, hasta que me di cuenta de que estábamos en la estación del metro que cogía cuando iba a trabajar donde Davy, esa parte ya la conocía, me señaló la casa donde vivían sus padres con María, a doscientos metros de la de Davy cruzando la carretera.
-Quédate esta noche a mi lado. -me había cogido la mano y me lo imploraba.
-Llamaré a mi padre para que no se preocupen por mí. -no podía ni quería decirle que no, además de por querer estar a su lado, resultaba difícil decir adiós a lugares tan bonitos, a casas señoriales, a la suya donde se estaba tan bien. Sentía envidia de ellos, y sabía que no estaba bien, pero la sentía.
Me invitó a comer jamón y ensalada de salmón en un pequeño bar del centro, y volvimos a su casa. Nos bañamos en su lujoso y enorme cuarto de baño, con una bañera gigantesca donde cabíamos los dos y jugábamos envueltos en las burbujas del hidromasaje hasta terminar excitados.
Sumergí la cabeza y le chupé la polla, el me hacía lo mismo entre caídas en el agua, las posturas forzadas hacían que resbaláramos en la brillante cerámica riendo como niños.
Lentamente comenzó a colocarme para que me fuera sentando en su verga, me follaba despacio siendo yo el que le cabalgaba a mi antojo, estaba gozando de la sensación del agua burbujeante cubriéndome hasta la cintura y la dura polla llegándome hasta el fondo del culo.
Empezó a moverse, subiendo las caderas para empalarme en el aire, y cuando caía el agua rebotaba saliendo de la bañera, estábamos en ese frenesí cuando se quedó rígido, elevado y clavado en mi culo, y comenzó a eyacular entre fuertes convulsiones.
-¡Ya, ya, ya! No aguanto más. -cayó rendido y me aplasté sobre él para seguir sintiendo los impulsos de su verga entrando en el ano para vaciarse y eyaculé a mi vez.
No dejábamos de reír mirando los hilos de semen flotando en el agua y como seguía subiendo a la superficie lo que dejaba salir del culo, divertido me lo taponaba metiendo un dedo y me pedía que hiciera fuerza para expulsarle y que el semen saliera. Resulto un rato de juegos muy divertido y para mi novedoso.
Nos terminamos de beber la botella de champán y volvimos a follar antes de que el sol saliera, luego nos perdimos en el sueño hasta la mediodía del domingo.
Tres días más tarde volvió mi hermano José, traía la cara quemada por el sol, la brisa y el salitre marino, parece que había estado peor, más quemado, y ahora solo se le notaban los lugares donde había perdido la piel. Nuestro padre se molestó por la imprudente que había sido, nuestro hermano José, el más cuerdo y responsable de los cuatro había sido temerario por primera vez.
A mi no me importaban las marcas que se le veían, en poco tiempo se le regeneraría la piel y le saldría una nueva, lo importante era que se le veía feliz, y como anchaba los hombros por el continuo ejercicio practicando surf.
Después de los saludos de rigor lo cogí de mi cuenta, quería aplicarle alguna crema hidratante y ver como tenía el resto del cuerpo que seguramente también lo tendría quemado. Subí con él a su habitación llevándole la tabla de surf.
-Desnúdate, voy al baño a por una crema para darte. -lo dejé y busqué pero solo tenía una crema de manos y no sabía si resultaría suficiente.
Cuando volví lo encontré sin ropa y con las manos se cubría los genitales, avergonzado de que pudiera verle, me produjo una gran ternura verle de esa manera, era igual de alto de Rafa y con la misma apariencia de viril macho, con vello en el pecho y las piernas, y a pesar de ello se cubría como si fuera un chiquillo.
No pude reprimir la risa y su cara quemada se puso más roja.
-José, amor, soy tu hermano, te he visto desnudo mil veces y te he bañado. -intenté quitarle las manos que apretaba fuertemente contra su sexo y se resistía.
-Es diferente, eso sucedió cuando era pequeño. -lo que decía era verdad en parte, algunas veces le había visto desnudo saliendo del baño, vistiéndose o cambiándose de ropa bien crecidito y ya con pelos en el cuerpo, pero daba lo mismo, no me importaba.
-Está bien, ponte en la cama. -la piel de la cara era que lo tenía más quemado, luego los hombros y menos el pecho. Se le notaba la marca del bañador y toda esa parte del cuerpo la tenía blanca con algún negro vello en las redondas nalgas y los muslos.
Seguramente serían las caricias de mi mano al darle la crema, que le producía una evidente erección difícil de esconder, parte de la verga se le veía asomando entre los dedos. Aquí si vi la diferencia que había entre los gemelos, la piel de su polla no era tan oscura como de la de Rafa, en su desarrollo algo había cambiado entre ellos, otra cosa que noté era que estaba más delgado y sus hombros eran más anchos, bajé la cabeza y le besé los hombros donde tenía más marca de la quemadura.
-Ya está, pero no creo que esta crema sea suficiente, tendré que aplicártela más veces, sería una lástima que te quedaran marcas. -le pasé la mano por los hombros y se puso tenso de nuevo, le dejé solo para que se relajara. Al ver a Rafael abajo recordé quien me podría suministrar lo que necesitaba.
-Necesito que les pidas una crema para quemaduras del sol a tus amigos farmacéuticos, nuestro hermanito necesita una crema específica. -en ese momento entraba papá, aunque no trabajaba en su huerto todavía, no perdía un momento que no lo estuviera mirando, y Rafa sin contestar me guiñó un ojo.
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