UN CAMOTE DE ENSUEÑOS
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Cuando aquel pibe entró a la sala mostrando aquella verga yo casi no lo podía creer. Lo mas impresionante era su dueño, un chico flaco de estatura normal.
Parecía que había dejado de echar cuerpo para hacerle aquella verga gruesa, larga y muy bella, perfecta. Ramiro vio mi cara de asombro, sonrió y gentilmente me invitó a que se la tocara. Yo se la toqué. Quise abarcarla con mi mano pero no me alcanzó, me faltó dedo. Ramiro me invitó a que se la mamara. Yo quise, mi boca se quedó apretada con tan grueso pepe.
¿querés probarla?, me preguntó Ramiro
¿estás loco? ¿Quién es que puede tragarse tan grande culebra?, le pregunté
-tu culo puede. Con paciencia y saliva un elefante se cogió una hormiga…-
¿existe alguien capaz de aguantártela? Yo quise saber
Hay. Tengo un cliente que no se la pierde por nada del mundo. Viene aquí todos los jueves-
-debe tener enorme hoyo-
-igual que el tuyo-
-solo viendo para creer-
-si querés ver, entonces aparecete el jueves. Le pediré a Edson que te deje ver-
-de acuerdo. El jueves vendré solo para ver eso-
Talvez así te animás vos también-
Quien sabe.
Y el jueves ahí estaba. Edson concordó que yo me quedara de mirón siempre que pagara mitad de la suite, yo concordé. Los tres entramos al cuarto. Edson, un chico de veinte y pocos años, blanco, bonito de cara y cuerpo, luego fue mostrando su anhelo por el mástil de Ramiro que ya lo tenía medio parado. Pude ver como aquella verga se iba despertando al calor de la boca del chico mamador. Cuando me fijé en las nalgas duras y respingadas que Edson tenía no pude contener el deseo de tocárselas. Pasé mi mano por las dos y Edson aprobó. Agarró mi mano y la dirigió a su raja. Yo entendí. Quería que le metiera un dedo. Así lo hice. Ramiro entonces me dijo:
-metele uno, dos, tres dedos, preparale el culo-
-como no-, le contesté. Yo hice más. Le metí mi lengua, se lo chupé porque de veras que aquel culito era tentador. Después de un rato en aquel jugueteo, Ramiro con su verga muy dura avisó que se cogería al cliente. Edson sacó un condón, se lo puso a Ramiro y después lo embadurnó con crema. Se untó en el culo también. Era increíble aquella verga. Parecía de otro mundo. Ni un caballo tenía verga tan grande. Edson se quedó de cuatro a la orilla de la cama con las piernas bien abiertas. Ramiro le arrimó la verga. Se la empujaba despacito mientras Edson hacía presión para atrás.
La cabeza entró. Ah, ah, ah, suspiró Edson. La introducción comenzó. Despacio, despacio, por favor, pedía Edson. Mi corazón latía excitado de ver aquella invasión de tan cerca. Ramiro empujaba despacio y dio una paradita cuando la tenía enterrada por la mitad. Yo podía ver a Edson y lo noté angustiado. De todos modos ordenó, metémela toda, Ramiro empujó el resto. El ano de Edson se había estirado al máximo y pude ver que le salía un poquito de sangre. Ramiro se la sacó hasta solo dejar la cabeza dentro y se la metió otra vez. Edson gemía y su gemido era todo de placer. El chico era goloso y disfrutaba tragarse aquel hermoso pepino. Ramiro hacía bien su trabajo. Subió un pié a la cama para tener mejor posición y empujar con más fuerza.
Edson movía su culo de un lado para otro para aprovechar hasta el último milímetro de la verga del boy. Yo me masturbaba y disfrutaba viendo. Metí mi mano por debajo del guebo de Ramiro y comencé a acariciar las bolas de los dos. Ramiro respiraba agitado y pude notar que la eyaculación del chico se aproximaba. Metió bien profundo, avisó que se venía, gritó bien fuerte mientras eyaculaba en el culo de Edson. Se desplomo cansado. Poco a poco su verga salió. Edson continuó boca abajo con su culo empinado. Yo me le acerqué y le pregunté si se la podía meter para gozar dentro. Él dijo que sí.
Me puse el condón y se la metí. Aceleré mis movimientos, sentí como era rico aquel culito. Acostado encima del chico yo le besaba la nuca y las orejas. No me aguanté y al poco rato me corrí. Edson ahora se levantó y buscó a Ramiro para mamarle la verga. La garganta de Edson era profunda porque casi lograba metérsela toda en la boca. Fue así, chupando aquel monstruo de verga que el chico se corrió. Después de bañarnos Ramiro me preguntó:
-entonces, ¿qué decidiste? ¿la vas a probar?
-otro día-, le contesté. Y así lo hice. Luego les cuento como fue aguantar la verga de Ramiro. Un ensueño de verga.
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