Un fin de semana con mi hijo y su amigo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por karlitospass.
Primera parte
Durante sus vacaciones y durante un receso de las competencias, mi hijo Esteban vino a quedarse conmigo por unos días. Vivimos en la misma ciudad pero él vive con su madre, de la cual me divorcié hace unos años. Yo vivo solo en mi casa aunque tengo una novia que me visita de vez en cuando, pero trato de estar sin ella cuando viene Esteban para dedicarle total atención.
A mi me serviría para relajarme de tanto trabajo y podría hacer algo de deporte con mi hijo. Tenemos una piscina en la que a veces competimos pues el es nadador profesional y yo lo fui cuando tenía su edad. Como es típico de los de su edad, se adelantó a los planes: habló con su amigo Gustavo y decidieron irse desde el viernes para la fina. Por supuesto, yo tenía que trabajar pero llevaría a los muchachos a la finca el viernes en la mañana, regresaría a la ciudad a trabajar todo el día y volvería a la finca en la noche para pasar el fin de semana con ellos.
Esa mañana Gustavo llegó a nuestra casa temprano. Pronto estábamos en camino a la finca, los dejé y me regrese a la ciudad a trabajar. Todo seria perfecto si no fuera porque Gustavo había resultado ser el joven mas espectacular que Esteban me hubiera presentado. Era blanco, un poco acanelado, de cabello castaño claro y con un cuerpo de nadador espectacular, pues también entrenaba con mi hijo. Todo el camino trataba de mirar por el espejo retrovisor para fijarme en él, pero desafortunadamente llevaba sus gafas oscuras lo que me intimidaba, pues no sabía si me estaba mirando también y se daba cuenta de mi fijación en él. De regreso a la ciudad, y durante todo el día solo pensé en Gustavo y en lo hermoso que era. Lamentaba no poder pasar el día en esa piscina con ellos, apreciando el cuerpo de Gustavo. En todo caso, mi consuelo es que compartiría el fin de semana con los muchachos.
Terminé de trabajar a las 5 y antes de las seis estaba llegando a la finca. Entré en la casa y, tal como lo supuse, los muchachos estaban en la piscina. No salí a saludarlos inmediatamente, mas bien me serví un poco de vino y me paré tras una de las ventanas para ver a los muchachos quienes no se habían percatado de mi presencia. Allí estaban los dos, Esteban con su speedo negro y Gustavo con otro diminuto speedo de color azul y con figuras blancas, que sexy era ese hombre, que amigos tenía mi hijo. No me quité de la ventana en más de 10 minutos. Por supuesto, Esteban, mi hijo, no me causaba nada, pero ver a Gustavo semidesnudo me producía muchas sensaciones.
No mucho tiempo pasó antes que el sol empezara a ponerse, los muchachos recogieron sus toallas y se encaminaron a la casa, yo me alejé de la ventana y me acomodé en un sillón. Ellos entraron a la casa y me vieron allí en la sala. Me saludaron un poco sorprendidos pues pensaban que no me encontraba allí. Los saludé amablemente y ellos siguieron al cuarto de mi hijo a ducharse y a vestirse.
No pude entonces resistir la tentación, algo tenía que hacer. Gustavo, dentro de poco, estaría desnudo en el cuarto de mi hijo. Algo tenía que idearme para poder ver algo de esa desnudez sin que ninguno sospechara. La solución fue sencilla: la rejilla del aire acondicionado que da a la habitación de mi hijo, se encuentra en una de las paredes de la misma y tiene un acceso por el lado opuesto de esa pared, que da a la bodega de herramientas. Es un acceso pequeño para asear los ductos del aire acondicionado sin tener que ingresar a las habitaciones. Lo único que tenía que hacer era caminar silenciosamente hasta el cuarto de herramientas y encerrarme en él. Así lo hice. Posteriormente acomodé una pequeña escalera que me ayudó a trepar hasta la rejilla y, finalmente deslicé 5 centímetros la pequeña puerta que cubre el acceso trasero a la rejilla. Ahora solo era cuestión de ubicar mi cabeza en un buen ángulo para ver la habitación.
Apenas pude hacerlo, vi a los dos muchachos, como disfrutaría esto. Esteban estaba de pie con la toalla alrededor de su cuello. Gustavo estaba sentado en la orilla de la cama, ambos estaba viendo televisión. Pasaron unos minutos en los que seguían concentrados en la pantalla, mientras yo me estaba cansando. Hasta que por fin empezaron a moverse. El primero en hacerlo fue Esteban que, allí donde estaba tiró la toalla de la piscina sobre la cama y se agachó un poco para deslizar su speedo por sus piernas, quedando totalmente desnudo. Que lindo era mi Estebitan, que ternura me despertaba, hasta dibujó una sonrisa en mi rostro verlo desnudo. Había pasado mucho tiempo desde que mi hijo ya era un hombrecito. Veía que tenía el mismo cuerpo que yo tenía a su edad, la misma estatura, la misma espalda larga con las piernas igualmente largas y duritas. Sus nalguitas desnudas me causaron ternura, y cuando atravesó la habitación para entrar a las duchas, pude ver su polla dormida, igual a la mía también, se movía de un lado a otro. Al menos, en lo físico, mi nene no tendría problemas para conseguir noviecitas, pensé.
Esteban entró al baño a ducharse, dejando la puerta abierta. Gustavo seguía sentado en la cama viendo televisión pero pronto se puso de pie y caminó hasta su maletín. De allí sacó la ropa que se pondría y la acomodó sobre la cama. Solo era una pantaloneta y una camiseta. Una vez estaba todo listo, y quedando de espaldas a mí, Gustavo deslizó sus speedo por sus piernas dándome un espectáculo de su culo y de todo su cuerpo desnudo por atrás. Sentí como mi respiración se agitó un poco y lleve mi mano derecha a sobar mi verga mientras ese muchacho quedaba totalmente desnudo frente a mí. Su culo era hermoso, era duro, redondo, sin ningún pelo. Tampoco tenía pelos en sus piernas que eran duras y largas. Su espalda en forma de V era larga también y dividida perfectamente en dos, como un típico nadador.
Gustavo, sin saberlo, me dio el mejor espectáculo cuando, allí mismo donde estaba, realizo algunos estiramientos de sus piernas y sus brazos, demarcando así los músculos de su cuerpo y adoptando poses que me ponían a mil. Pronto se cerró la llave de la ducha, Esteban había terminado. Pensé que era el momento de ver a Gustavo caminar por el cuarto, y podría apreciar la parte frontal de su cuerpo. A los pocos segundos, Esteban salio del baño a la habitación con su cuerpo ya seco y su toalla nuevamente sobre sus hombros. “Deben ser buenos amigos” pensé, pues no tenían ningún problema en mostrarse desnudos uno frente al otro.
Apenas Esteban salió del baño, cruzaron dos palabras y Gustavo se encamino para ducharse. Que belleza ver moverse ese cuerpo, la parte frontal era aun mejor. Sus abdominales marcados sin exagerar, su pecho igualmente con trazos suaves, normales a la edad de los muchachos. Sus brazos eran fuertes, sus hombros, todo en el muchacho, incluida su cara, estaba como debía ser. Gustavo entró a la ducha y Esteban se empezó a vestir. Por mucho que me hubiera gustado quedarme a ver la salida de Gustavo, tenía que regresar rápido dentro de la casa para que, cuando Esteban saliera del cuarto, me encontrara adentro. Habían sido unos minutos memorables, creo que nunca borraría esas imágenes de Gustavo desnudo de mi mente. Por su parte, mi nene Esteban estaba fuerte y bien dotado como su padre, eso me regocijaba bastante, hasta me enorgullecía ver a mi hijo tan bien formado.
Regrese a la sala y a los pocos minutos Esteban salió del cuarto. Empezamos a hablar por un momento, ahora que lo veía bien y con la luz de la lámpara, pude notar que estaba bastante quemado por el sol. Me contó que habían pasado todo el día en la piscina y, por supuesto sus pieles se habían tostado con el fuerte sol. Decidimos que no cocinaríamos, llamamos por teléfono y ordenamos comida a un restaurante que queda a unos 15 minutos en carro desde la finca.
A los pocos minutos salio Gustavo del cuarto. Estaba hermoso con una camiseta blanca, una pantaloneta azul clara que llegaba un poco más abajo de sus rodillas y unas sandalias de playa. Con su pelo mojado y alborotado que sexy se veía. Además, la luz de la lámpara también resaltaba su bronceado, ahora sus brazos, sus pantorrillas y su cara se veían mas canela que por la mañana. Por la tela delgada de su pantaloneta y el tamaño y el movimiento de su verga, y por lo redondo y durito de su culo y como lo movía al caminar, era claro que Gustavo no tenía nada debajo de su pantaloneta, ese pensamiento, sumado a su perfecta y sexy sonrisa, estaban causando en mi una erección con solo verlo. Tenía que buscar la forma de acercarme al muchacho, de conocerlo más, de hablar con el, así fuera para que al final de la noche me pudiera ir a mi cuarto y me pudiera hacer una paja pensando en su cuerpo. Total, Esteban nada sabe de mi gusto por los hombres y no podía arriesgarme.
El tener un hijo joven como Esteban y el tener un espíritu joven me han permitido siempre relacionarme con gente menor que yo, de la edad de mi hijo. Así que iniciar una charla con los muchachos no sería problema, además a eso íbamos a la finca, a integrarnos. Solo faltaba un ingrediente para que todo fuera más ameno: vino.
Saqué una botella de un vino tinto seco que me gusta y que, por no ser muy seco, le gustaría al paladar poco experimentado de los muchachos. Serví dos vasos e hice un movimiento maestro que no fue planeado, pero que me ayudaría esa noche: le dije a mi hijo que yo estaba muy cansado y quería tomar vino, así que el se encargaría de ir por la comida más tarde pues yo no podría manejar. Esteban aceptó gustoso, a que muchacho a su edad no le gusta tomar un carro? Así que empecé a beber con los muchachos, pero sobretodo con Gustavo, quería que se desinhibiera un poco y yo también quería relajarme.
Hablamos y bebimos más de una hora. Hablamos de los entrenos, del colegio, de sus novias etc. Nos reímos bastante, definitivamente el vino ayuda a tener conversaciones más entretenidas. Gustavo no solo era un muchacho inteligente sino con un muy buen sentido del humor también. Cuando llegó el momento de ir por la comida. Esteban, que estaba totalmente sobrio, le pidió a Gustavo que lo acompañara. Pero este último le dijo que estaba un poco mareado por el vino y además cansado. Yo, por mi parte, también ayudé para que Gustavo se quedara conmigo, le dije a Esteban que si su amigo no me acompañaba, yo me quedaría dormido de inmediato.
Finalmente Esteban se marchó y me quedé a solas con el muchacho. Seguimos la charla tomando un poco más de vino hasta que Gustavo trajo el tema de lo parecido que era Esteban a mi.
Yo: Claro, Esteban es casi como una copia mía. Es más, hoy estaba pensando en eso cuando lo vi entrar de la piscina. Cuando yo tenía su edad, no solamente mi cara era igual sino también mi cuerpo.
Gustavo: Tu también eras nadador cierto?
Yo: Si, Esteban te ha contado?
Gustavo: Si.
Yo: En todo caso, mi hijo tiene suerte de parecerse a mí, no le debe ir mal con las mujeres jaja
Y ambos nos reímos, cualquier chiste bobo merecía una carcajada por el solo hecho de tener algunos vinos en la cabeza. Y tomamos otro sorbo de nuestros tragos.
Yo: Sabes, un secreto entre los dos…he tenido interés por saber realmente que tan parecido es Esteban a mi…a ver, como decir esto.
Gustavo: Que quieres decir.
Yo: Ok, guárdame un secreto, pero he estado curioso y he querido preguntarle a Esteban…cuando le mide su…- y con mi mano señale mi bulto para hacer claro que me refería a su pene, después reí.
Gustavo: jajá jajá
Yo: No es que yo sea un pervertido ni mucho menos, sino porque quiero saber si en eso se parece a mi, jaja si el muchacho tiene un buen tamaño, entonces tiene todo el conjunto completo no te parece? Jajaja
Gustavo: Jajajaja pues no sabría decirte jaja, nunca se la he visto jajaa
Los dos reíamos, no estábamos borrachos pero si sentíamos ya los efectos del vino.
Yo: Oye Gustavo y Ustedes exageraron con el sol hoy cierto? Están súper quemados jaja. Están tostados.
Gustavo: Si es que estaba fuerte, pero el agua de la piscina estaba muy rica para entrarnos a la casa
Yo: Jaja, cuando yo tenía la edad de ustedes y entrenaba, las piscinas de la liga no tenían techo y todo el año nos manteníamos igual, bronceados y con la huella del speedo. Es mas, la única forma de acordarnos de nuestro color de piel era viendo la huella de los speedos jaja.
Gustavo: Jaja si, eso nos paso a nosotros hoy.
Yo: Me imagino. Ponte de pie – le dije mientras me levantaba de mi silla y caminaba hacia la suya.
Gustavo se puso de pie frente a mí. Yo mantenía una sonrisa maliciosa como si fuera a hacer un chiste, quería que el lo sintiera así, pero en realidad iba a realizar un movimiento arriesgado.
Yo: A ver gira un poco – le dije mientras, poniendo mis manos en sus hombros le indicaba como girarse para que quedara no frente a mi, sino de lado.
Yo: Listo, ahora súbete un poco la camiseta.
Gustavo hizo lo que le dije.
Yo: Ahora déjame ver.
Apenas dije esto, tomé el borde posterior de la pantaloneta del muchacho y lo hale hacia atrás para descubrir su culo. En ese momento mi corazón palpitaba fuertemente por la excitación de ver ese culo tan cerca de mi y por el temor de la reacción del muchacho. Tenía que aparentar que todo giraba alrededor de ver el contraste de su piel bronceada con la que quedó bajo el speedo.
Inmediatamente vi el culo de Gustavo, solté una carcajada para suavizar las cosas. El muchacho no sabía lo que yo iba a hacer y apenas se percató que tenía su culo expuesto, trató de retirarse mientras se reía. Yo, por mi parte, me enteré de algo que había sospechado desde que los vi desnudos por la rejilla del aire acondicionado y ahora estaba seguro. La conversación se pondría interesante.
Yo: Jajajaja, esa es la única forma de ver el verdadero color de piel de un nadador – le dije mientras me reía (cuando en realidad estaba excitado y con algo de temor) y regresaba a mi silla.
Gustavo se sentaba también riéndose y acomodando su pantaloneta y su camiseta nuevamente.
Gustavo: jajaja, me cogiste desprevenido jajaja
Yo: Jaja pero bueno, no pasa nada jaja. Te voy a servir otro trago.
Me puse de pie nuevamente, y tras servir el trago aproveché para sentarme, esta vez, mas cerca al muchacho, quería darle un toque mas intimo a lo que haría.
Sentado en la silla me incliné un poco hacia adelante, apoyando mis brazos sobre mis piernas, denotando mas interés. Y le dije:
Yo: Gustavo, yo creo que tu me has dicho mentiras.
Gustavo: Por que lo dices – preguntó el muchacho un borrando su sonrisa
Yo: No, no pero no te asustes hombre que no es nada grave. Solo quiero preguntarte una cosa y me dices la verdad, te parece?
Gustavo: OK, pero que pasa?
Yo: A ver, yo acabo de ver tu culo, y esta del mismo color del resto de tu cuerpo.
Gustavo me miro y no pudo evitar un gesto de preocupación.
Yo: Así que me imagino que, con la soledad de la finca y lo buena que estaba el agua de la piscina, decidiste nadar sin speedo hoy no?
Gustavo: Bueno…Esteban me dijo que no había problema.
Yo: Y no hay problema hombre no te preocupes, esta finca solo la limpia un señor algunas veces en semana y el único que iba a venir soy yo. O sea que si te desnudabas solo te veríamos más hombres, no pasaba nada.
Gustavo: ok
Yo: Pero dime algo, Esteban también se desnudo en la piscina?
Gustavo: Si, el fue el que se desnudó primero jaja
Yo: jaja, entonces si me dijiste mentiras, jaja, yo sabía que le conocías le verga a mi hijo jeje.
Gustavo: Jajajaja tu estas muy borracho jaja, me asustaste, me hubieras dicho que eso era todo jajajajaja…si se la he visto pero no me fijo mucho jaja.
Yo: Ya, ya, no me vengas con mas mentiras que yo se que eres buen amigo de Esteban y uno a esa edad conoce mucho de los amigos, y comparte con ellos, hasta comparte pajas si o no jajajaja
Gustavo: Jajajajaja ya no tomes mas vino que estas hablando bobadas.
Yo: A ver, a ver, mas bien tomate tú un vino y dime la verdad
Gustavo pasó un sorbo de vino y volvió a reírse.
Yo: A ver, dímelo, yo tuve tu edad
Gustavo: Si si, jajaja pero yo creo que la ultima vez que nos hicimos una paja juntos fue hace como un año ya jaja o mas
Yo: Jaja Gustavo, definitivamente hay cosas que no cambian con el tiempo, son cosas que siempre haremos con los amigos jaja.
Gustavo: jajaja si tu lo dices jaja
Yo: Bueno, bueno, pero a todas estas, cuéntame pues, que tan grande es la de mi hijo? O te da pena decir porque la tiene más grande que tu jaja
Gustavo: Jajajaja, esta bien jaja, no se de medidas, pero es igual a la mía, las tenemos del mismo tamaño
Yo: Pero no me dijiste nada, yo quiero saber es el tamaño de la de mi hijo. O es que me vas a mostrar la tuya para ilustrarme jajaja
Gustavo: Jajaja ya deja de tomar tanto que estas hablando más bobadas.
Yo: Jajajaja, bueno bueno, entonces hagamos algo, pero algo que es un secreto entre tu y yo, nada de contarle a Esteban, es más, no le contemos nada de esta conversación.
Gustavo: Bueno, que es.
Yo: Yo..jaja…te muestro mi verga…y me decís si mi hijo la tiene igual, más grande o más pequeña…jajaja
Gustavo: jajajajaja tu no me estas hablando en serio
Yo: Lo hago, lo hago pero no aquí en la sala porque si Esteban llega nos ve, te la muestro en mi cuarto.
Gustavo: jajajaa, yo no te creo jaja
Yo: Bueno, me estás retando.
Puse mi vaso de vino sobre la mesa y me fui para mi cuarto. Entré rápidamente al baño que estaba en mi cuarto. Bajé mis pantalones hasta la mitad de mis muslos.
Yo: Gustavo!! Alguien te quiere conocer.
Gustavo: Jajajaja
Escuché las carcajadas de Gustavo desde la sala y escuché sus pasos hasta entrar en mi alcoba.
Yo: Acá, en el baño.
Gustavo entro al baño que estaba con la luz apagada, solo se iluminaba por la luz de la alcoba.
Yo: Dale entra y cierra la puerta
Gustavo: Yo no puedo creer que estemos en estas jaja…pero prende la luz de acá adentro.
Yo: Dale cierra la puerta primero.
Gustavo: Y si llega Esteban
Yo: Él se demora un poco más, además, si no prendemos la luz, alcanzamos a ver el reflejo de las luces del carro.
Gustavo: OK
Gustavo entró cerrando la puerta tras de si.
Espérate unos segundos que nos acostumbremos a la oscuridad, acá entra la luz de la luna por el tragaluz que hay en el techo.
Gustavo: Pero seguro que vemos las luces del carro.
Yo: Si tranquilo
Mientras nos acostumbrábamos a la oscuridad, me quite mi camisa, quedando solo con los jeans en los muslos y mis boxers ajustados cubriendo mi verga.
Gustavo: Que tal que Esteban se diera cuenta…
Yo: No va a saberlo, no te preocupes.
Me excitaba escuchar la voz de Gustavo tan cerca de mí, en un recinto cerrado y a oscuras, podía escuchar su respiración.
Gustavo: Estoy muy mareado, he tomado tanto que me toco la cara y no la siento.
Yo: Esos son los efectos del vino, te insensibiliza.
Pasaron unos segundos más
Gustavo: Ya ya veo bien, hagámosle antes que venga Esteban
Yo: OK ya, párate frente a mí.
Quedamos frente a frente, con la luz de la luna de verano teníamos perfecta visibilidad.
Gustavo: Bueno, sácala – me decía mientras dirigía su mirada a mis boxers.
Yo: No no, te cedo el honor jaja, bájame los boxers.
Gustavo: Jajajajaja tu estas muy ebrio.
Y tras decir esto, Gustavo, algo resignado y riendo tomo los bordes de mis boxers y los deslizó por mis piernas liberando de su presión mi verga que se movió de lado a lado por lo dura que estaba.
Gustavo: jajaja la tienes dura ya
Yo: Jajaja eso me pasa siempre que estoy con la luz romántica de la luna jajajaj – le dije a manera de chiste, el muchacho se reía conmigo.
La tomé entonces con mi mano y la sobé un poco mientras le preguntaba
Yo: Bueno, y que, se parece o no
Gustavo: Es igual en tamaño, igual a la de Esteban, igual a la mía…tal vez un poco más grande
Yo: A ver, levanta tu camiseta un poco yo me asomo – me atreví a decir con un gran temor.
El muchacho entendió que haría lo mismo que hice mas temprano al halar el borde de su pantaloneta solo que esta vez lo haría por delante, para ver su verga. Pensé que se resistiría o diría que no y saldría del baño. Pero me asombró al ver que levantaba su camiseta nuevamente. Que inocencia veía en ese muchacho. Acerque mis manos a su pantaloneta y, en lugar de solo “asomarme” a ver su verga, tome los bordes de su prenda y la baje por sus piernas hasta sus rodillas. El quedó igual que yo, frente a mí, con su verga descubierta. Que hermosa se veía, estaba dormida, sin muchos pelos, colgaba encima de un hermoso de par de guevas, este muchacho era todo un espectáculo. Su abdomen era plano hasta que llegaba a su pelvis y a su verga.
Gustavo: jajajajajaja – soltó una carcajada
Yo: Jajajaj – me reía yo cuando en realidad la excitación me lo dificultaba – por que te ríes.
Gustavo: No se, míranos, jajaja el vino lo hace hacer bobadas a uno
Yo: A ver, voltéate un poco, volví a poner mis manos en sus hombros para que el girara su cuerpo y poder ver su culo.
Gustavo lo hizo si poner resistencia.
Gustavo: Ese ya me lo viste jajaja
Yo: Jaja si, pero solo te lo vi dos segundos
Yo observaba su culo, su perfecto culo. Tenía mucho temor por lo que estaba pasando y eso aumentaba mi excitación.
Yo: A ver Gustavo, cuéntame algo, pero dime la verdad.
Gustavo: que
Yo: Cuando te has hecho la paja con Esteban, es cada uno con lo suyo o se han tocado.
Gustavo: Jajajajajaja reía Gustavo mientras volvía a ponerse frente a mí. Pude notar que su verga había crecido levemente
Yo: A ver respóndeme
Gustavo: Solo una vez pasó que yo se la jale a el, pero el a mi nunca me la ha tocado.
Yo: Y ningún hombre te la ha tocado…
Gustavo: No, nunca…es mejor que nos vamos a la sala no? Ya casi llega Esteban. – Dijo Gustavo mientras subió su pantaloneta.
Yo: Espera, espera antes de salir.
Gustavo: que
Yo: Nunca te la ha tocado un hombre? Le pregunte mientras ágilmente lleve mi mano a su bulto y empecé a sobarlo. Gustavo se quedo quieto y en silencio, mantenía su mirada fija en mi mano que tocaba su verga.
Yo: Dime, nunca te la ha tocado un hombre?
Gustavo no respondía, así que con otro movimiento llevé mi mano por dentro de su pantaloneta hasta alcanzar su verga. Ahora estaba en contacto directo con esa hermosa verga del amigo más sexy de mi hijo. No estaba dura, seguía dormida, pero si el muchacho no se movía, era porque no le disgustaban mis caricias. Continué las caricias por unos segundos y asumí que el muchacho podría estar algo nervioso, algo intimidado por lo que podría estar sucediendo.
Yo: Por que no te relajas un poco y dejas que mi mano se encargue. Si tu masturbaste a Esteban y el no tuvo la decencia de devolverte el favor, entonces yo, su padre, debo encargarme.
Gustavo no respondió nada, solo retiró mi mano con la suya y se dio media vuelta para salir del baño. Yo me apresuré a abrazarlo por detrás y a no dejar que huyera, no de mí, y no del baño, sino de su temor de tener una experiencia con un hombre. Lo abracé por la espalda y, llevando mi mano nuevamente a su bulto, le hablé al oído.
Yo: Tú eres un hombrecito bastante atractivo y debes haberte acostado con muchas mujeres dominándolas. Pero déjame enseñarte que el sexo también se disfruta cuando uno es dominado. Solo relájate un poco.
Dicho esto, Gustavo no opuso más resistencia. Apoyó una de sus manos en el brazo mió que lo rodeaba y con la otra deslizó un poco su pantaloneta para descubrir su verga.
Empecé de nuevo las caricias en esa verga que, tras un suspiro y una relajación del cuerpo del muchacho, empezó a crecer en mi mano. Rápidamente tomo un tamaño hasta casi alcanzar la mía.
Yo: Me decías que era igual a la mía no? Ya casi me alcanzas
Una vez su verga alcanzó su tamaño final, quedando dura hacia arriba, deje de acariciar sus guevas y sus ingles para concentrarme solamente en ella. La tomé firmemente, pasaba mi mano desde abajo, desde la base de su pene hasta la punta. Hacia suficiente presión en la base de su pene, tratando de transmitir el placer por sus piernas. Al principio creo que no lo lograba, pero después vi como empezó a doblarlas y poco a poco yo sostenía más y más el peso de su cuerpo con mi brazo.
Sus ojos se cerraron y su boca permanecía entreabierta, su respiración era intensa. El muchacho estaba en un transe de placer. Su verga empezaba a humedecerse, al igual que toda su piel que empezaba a cubrirse de sudor. Gustavo definitivamente estaba gozando de una buena paja bajo los efectos del vino. Había pensado en llegar mas lejos con el, pero no quería alterar la situación. Decidí que era mejor llevarlo al orgasmo, porque así el gozaría mas y yo, aunque no obtuviera placer físico en ese momento, tenía el mejor placer del mundo al estar abrazando a ese amigo de hijo y estar masturbándolo, estar compartiendo con el ese acto intimo que con ningún otro hombre había compartido.
Decidí llevarlo entonces al orgasmo. De las caricias lentas pero certeras, pase a caricias más firmes y más ágiles. Seguía pasando mi mano desde la base de su pene hasta la punta, su lubricación facilitaba el roce con su glande y el muchacho lo disfrutaba.
Con mi otro brazo lo abrazaba cada vez más fuerte, el se sentía dominado, y yo transportado por poder estar tan cerca de ese sexy, delgado y atlético cuerpo. Lo sentía tan frágil y al mismo tiempo tan viril.
Me llegaba el olor de su aliento que cada vez inundaba más la habitación con sus suspiros. Podía sentir también el olor de su pene, de su presumen derramándose desde su glande. Además escuchaba sus gemidos, sus suspiros y los ruidos de mi mano en su verga. Mi corazón, aprisionado a su espalda, latía demasiado fuerte por toda la excitación.
Mis caricias se aceleraron más y más, Gustavo se estaba demorando un poco más de lo normal. Quería que terminara rápido antes que la llegada de Esteban arruinara el momento. Para acelerar mas las cosas, dedique mis caricias solo a su glande. Ya no lo masturbaba con mi mano entera sino con mis dedos pulgar y corazón, formando un aro por el que pasaba su verga y que se concentraba en la punta de la misma.
No pasó mucho tiempo más antes que Gustavo doblara un poco más sus piernas. Tras una serie de suspiros más intensos, su verga se hinchó un poco más y empezó a liberar las primeras gotas de semen, las que caen más lejos y que alcanzaron a ensuciar su camiseta. Posteriormente siguió un fluir de su hermoso líquido que invadió el baño con su olor. Se regó en su abdomen, su pelvis y mi mano. Yo no podía dejar de observar su glande y la forma como eyaculaba mi muchacho. Que placer estaba sintiendo. Su sudoración era más intensa y sus ojos los mantenía cerrados ahora con más fuerza. La expresión de su rostro no podía ser otra que de placer.
Estábamos en el clímax de ese encuentro cuando entraron, por la pequeña ventana del baño, las luces del auto. Esteban había llegado. Ambos salimos de nuestro letargo en microsegundos.
Gustavo: Me tengo que salir
Yo: No quédate aquí, yo me salgo.
Salí del baño acomodando primero mi pantalón, tratando de cubrir mi verga que estaba a mil. Tarea difícil pues no podría estar más excitado en ese momento. Con mi mano izquierda había tomado mi camisa y estaba listo para ponérmela cuando recordé que mi mano derecha estaba llena del semen de Gustavo. No tenía tiempo para lavarme. Esteban no podía encontrarnos a los dos en el baño, al mismo tiempo, así fuera en baños distintos. Sin pensarlo dos veces, y casi sin asimilar el placer de lo que haría, lleve mi mano a mi boca y la limpie lamiendo y saboreando el líquido de este viril muchacho. Que sabor tan poco agradable, pero al mismo tiempo tan lleno de erotismo.
Me puse la camisa y salí a recibir a Esteban.
Esteban: Hola papá
Yo: Hola Tebi, como te fue?
Esteban: Bien bien, y Gustavo?
Yo: Bien bien, lo lleve al baño pues al parecer no le cayeron bien los vinos que se tomó.
Esteban: Jaja, se emborrachó?
Yo: Un poco, yo creo que ahora necesita descansar…
Entramos en la casa. Gustavo seguía en mi baño.
Esteban: Oye pues voy a ver que necesita Gustavo no?
Yo: No, dale tiempo, apenas lo llevé, está en el baño de mi habitación
Organizamos la comida sobre la mesa y nos sentamos a esperar a que llegara Gustavo. Pocos minutos después este fue saliendo de mi habitación.
Yo: Ya te sientes mejor Gustavo, esos vinos no te cayeron bien – me apresure a decir.
Gustavo: Si, pero me siento cansado.
Yo: Ven a comer y te acuestas.
Gustavo: No, yo mejor me acuesto ya, no tengo mucha hambre. Nos hablamos mañana.
Dicho esto, Gustavo entro a la habitación de Esteban.
Esteban: Que raro, espero que no sea nada grave, hemos hecho muchos planes para este fin de semana aquí en la finca.
Yo: Es solo por los vinos – respondí – y yo también tengo muchos planes – pensé
Terminamos de comer y le dije a Esteban que yo también estaba cansado e iría a dormir. En realidad no era tanto lo cansado que estaba sino las ganas tan tremendas que tenía de estar solo y poderme masturbar pensando en todo lo que acababa de pasar.
Me despedí de mi hijo por esa noche y entré a mi habitación. Tan pronto cerré la puerta caminé hacia el baño y traté de recrear el ambiente que había vivido con Gustavo. Esta vez tampoco encendí la luz del baño. Me puse de pie justo donde Gustavo había estado parado durante su masturbación y su orgasmo. Liberé mi verga de mis pantalones nuevamente y me masturbé frenéticamente con la misma mano con la que había tocado la zona mas intima de Gustavo. Después, tratando de imitar lo que el había sentido, me masturbe con mi mano izquierda. Es un pequeño truco que uso cuando quiero pensar que alguien mas me esta masturbando, pues la siento como una mano extraña dado que nunca la uso para eso.
El orgasmo que sentí esa noche, lejos de preocuparme por las consecuencias de lo que había pasado con Gustavo, lejos de hacerme arrepentir como pensé que lo haría tras la excitación, me obligó a pensar en como trataría que el muchacho no se alejara de mi ese fin de semana.
Segunda Parte
Al día siguiente me despertó Esteban muy temprano tocando a mi puerta.
Esteban: Papa puedo entrar
Yo: Si sigue hijo, como amaneciste?
Esteban: Bien bien y tu – respondió Esteban mientras entraba a mi habitación. Tenía puesta ropa deportiva.
Yo: Bien gracias Tebi, como amaneció Gustavo?
Esteban: El está bien, se está vistiendo, me dijo que anoche se había sentido mal pero que durmió bien y eso le ayudó…oye papá vamos a ir a dar una vuelta en bicicleta, quieres venir?
Yo: No no creo Tebi, yo creo que mejor me quedo y voy preparando algo para el desayuno además voy a hacer algunas llamadas.
Estábamos en la mitad de la conversación cuando escuchamos que desde la sala Gustavo llamo a Esteban:
Gustavo: Esteban, ya estoy listo.
Yo: Bueno ven, vamos yo saludo a Gustavo y de paso los despido a los dos – en realidad me interesaba conocer la reacción de Gustavo, quería saber como se sentía después de lo de la noche anterior.
Generalmente duermo en boxers, no los boxers normales sino unos que pueden parecer un poco mas íntimos. Con todo el propósito, decidí salir así de la habitación para encontrarme en la sala con Gustavo.
Esteban: Papá vas a salir así? – dijo Esteban señalando los boxers cuando me vio salir de la cama.
Yo: No hay problema Tebi, solo hay hombres en esta casa jaja. – y salimos.
Yo: Buenos días Gustavo.
Gustavo: Hola como amaneciste?
Estaba ante mí un muchacho distinto al que había visto la noche anterior. Muy diferente al joven un poco ebrio y con cara de cansancio que había abrazado. Ahora Gustavo estaba recién bañado, con su pelo todavía mojado pero que al parecer había arreglado un poco con sus manos. Olía a loción y su cara se veía descansada. Tenía su sonrisa de siempre, entre inocente y cordial, sin dejar de ser viril.
Yo: Bien, bien, me alegra ver que te sientes mejor hoy.
Gustavo: Si si gracias, mucho mejor.
Yo: Bueno muchachos, váyanse y nos vemos mas tarde.
Los muchachos partieron y regrese a mi habitación, me acosté un rato en mi cama a pensar en Gustavo, a pensar que me excitaba haberme presentado ante él en ropa interior, aunque el no hubiera presentado reacción alguna. A pensar que me gustó verlo bien, radiante, fresco, juvenil. Solo verlo esta mañana, sumado a los pensamientos de la noche anterior, hacían que el bulto que marcaban mis boxers creciera y mi mano lo sobara buscando placer. Pero no era momento para pajas. Salí de la cama a darme una buena ducha y a empezar a hacer las llamadas que tenía pendientes.
Había pasado una hora, me había duchado y me había puesto una camiseta y una pantaloneta, igual que los muchachos. Estaba en la sala revisando unos documentos cuando vi que los muchachos regresaron. Esteban estaba hablando por teléfono y se quedo afuera en su bicicleta, Gustavo se bajó de la suya y entró en la casa.
Yo: Hola Gus como les fue?
Gustavo: Nos ha ido bien, pero vamos a tomar ahora otro camino y Esteban dice que es mejor llevar la bomba de aire para las bicicletas. Tú sabes donde la encuentro?
Yo: Si claro, ven conmigo.
Salí de la casa y Gustavo me siguió. Lo dirigía al cuarto de mantenimiento, justo en el mismo donde el día anterior yo me había escondido para ver a los muchachos desnudos por la rejilla del aire acondicionado. Mientras caminábamos observábamos a Esteban, no muy lejos, aun al teléfono y aun sobe su bicicleta.
Llegamos al cuarto, abrí la puerta y encendí la luz.
Yo: Sigue – le dije a Gustavo extendiendo mi mano hacia el interior del cuarto.
Gustavo: Gracias. – respondió él mientras entraba.
Entré tras él dejando la puerta abierta, hasta ese momento para mi era claro que, con Esteban cerca, nada podría pasar.
Empecé a buscar la bomba de aire en las repisas de aquel cuarto. En realidad teníamos allí muchas cosas. Mientras buscaba, escuchaba la respiración profunda de Gustavo quien aun jadeaba por el esfuerzo en la bicicleta. El muchacho se encontraba parado tras de mí, sudando y jadeando. Yo me concentraba en encontrar la bomba.
Yo: Listo, aquí está.
Me giré quedando frente a él y se la entregué.
Gustavo: Gracias – respondió el joven recibiéndola con su mano, pero no la solté inmediatamente, el me miró como indagando el por que no la soltaba para que pudiera irse. Me asome por la puerta para ver donde estaba mi hijo. Seguía al teléfono.
Yo: No le has contado nada Esteban?
Gustavo: No, claro que no.
Me respondía Gustavo con un gesto de seriedad, sin ser grosero. En los dos segundos que duró ese mini diálogo pude observarlo bien. Su cara estaba sonrojada por el ejercicio, su pelo estaba ahora algo alborotado y su respiración seguía profunda. Estaba sudando y podía verlo en su camiseta blanca que se había vuelto transparente de lo húmeda en la zona del pecho. Su pantaloneta, una diferente a la de la noche anterior, delataba que no llevaba pantaloncillos. A este sexy muchacho que respiraba con fuerza y me irradiaba el calor de su cuerpo cansado, le gustaba llevar siempre poca ropa.
Yo: Como te sentiste anoche?
Gustavo: Estaba mareado…pero mejor no hablemos de eso que Esteban puede llegar.
Surgió en ese momento una idea en mí y no pude contenerme, era demasiado el tenerlo así tan cerca, tan sexy y además con el gran riesgo de tener a mi hijo a punto de venir hacia nosotros en cualquier momento.
Yo: Él sigue al teléfono – le dije yo mientras me asomaba nuevamente confirmado esto…quiero mostrarte algo.
Diciendo esto me ubiqué a su lado.
Yo: Quédate quieto tú y mantente vigilando a Esteban.
De pie junto a Gustavo como estaba, baje rápidamente la cremallera de mi pantaloneta y tome con mi mano derecha mi polla que estaba dura como mas no podía.
Gustavo: Que estás haciendo? Esteban nos va a ver. – Dijo Gustavo mientras dio un paso alejándose, dispuesto a salir.
Con mi mano izquierda lo tomé firmemente por su brazo.
Yo: Espera, solo quédate allí, acompáñame, será rápido.
Diciendo esto Gustavo regresó a su posición junto a mí y empezó a observar la escena. Solo distraía su atención para asomarse a vigilar a Esteban. Yo empecé a masturbarme frenéticamente pues mi idea era venirme frente a Gustavo, era todo lo que quería. El muchacho me observaba perplejo. En su cara había una mezcla de temor y excitación, sus labios estaban secos y el rojo de sus mejillas se había tornado pálido. Casi no parpadeaba.
Seguí masturbándome mirando a Gustavo a los ojos y después cerrándolos por unos instantes. Fue precisamente en un momento en que cerré mis ojos en que sentí la mano de Gustavo acercándose a mis guevas. Los abrí inmediatamente y comprobé que el joven tenía la mirada clavada en mi pene y efectivamente me estaba tocando las guevas. Mire su bulto, su pene había crecido por debajo de la pantaloneta y se notaba bastante. El hecho de no tener pantaloncillos lo delataba aun más. Gustavo estaba excitado. En un movimiento inesperado y que nos puso a los dos nerviosos. Gustavo se asomó una vez más para comprobar que Esteban siguiera en su posición, y después, poniendo una sola rodilla en el suelo frente a mí, literalmente arrebató mi verga de mis manos para metérsela en su boca.
Sentí una descarga eléctrica cuando mi glande fue invadido por el calor y la humedad de la boca del muchacho. Toda la idea era arriesgada, excitante y fue su iniciativa. Gustavo saboreo mi verga por no más de 3 segundos y volvió a ponerse de pie volviendo a mirar a Esteban. Acomodando su verga en su pantaloneta para que no se notara su erección, estaba jadeando de excitación y en su cara se notaba el miedo por lo que acababa de hacer. Se dispuso a salir. Tuve que tomarlo nuevamente por su brazo.
Yo: Lo habías hecho antes?
Gustavo: No, pero me tengo que salir.
Yo: Espera.
Ubicándolo un poco bruscamente frente a mi, me tiré de rodillas al suelo frente a él, teniéndolo de la cintura para que no escapara. Después, de un solo movimiento, casi arranqué su pantaloneta para deslizarla por sus piernas y liberar esa verga. Su hermosa verga estaba dura, demasiado dura y mojada, totalmente erecta hacia arriba y se movia levemente a los por haber sido liberada de la presión de la pantaloneta. No dejé pasar ni un segundo para llevarla a mi boca. Sentí un gemido de Gustavo y sentí el ritmo de su respiración incrementarse.
En ese momento, arrodillado frente al muchacho, tenía a mi hijo a unos metros y la puerta abierta. Él no podía vernos, pero era cuestión de dar unos pasos para presenciar la escena. Ese factor de riesgo, se sumó al sabor de la verga de Gustavo, y al sexy olor que podía percibir, era un olor viril, producto del sudor y de la excitación del muchacho. Era una situación demasiado erótica y peligrosa.
Mi mamada era frenética, ahora no importaba mi eyaculación. Ahora, al igual que en la noche anterior, importaba que Gustavo se viniera lo más pronto posible antes que Esteban pudiera interrumpirnos. El muchacho estaba poniendo de su parte. Tomaba mi cabeza con fuerza marcando él mismo el ritmo de la mamada. Su verga entraba en mi boca como un taladro y casi me ahogaba pero no me importaba. Mis manos se movían ágilmente desde su pecho, sus pezones que tocaba por debajo de su camiseta, sintiendo su corazón latir fuertemente, bajando por su espalda hasta tocar su hermoso culo que parecía dos rocas pequeñas y redondas, bajando por sus duras piernas que el muchacho doblaba y movía.
Constantemente el se inclinaba un poco hacia atrás, asomándose a vigilar que todo estuviera en orden con Esteban, sin embargo, a veces concentraba su mirada en la mamada que yo le realizaba, era como si no pudiera creer que su pene, la zona mas intima de su cuerpo, estuviera en la boca de un hombre. Yo pensaba lo mismo. Yo, el padre de su amigo, tenía el privilegio de acceder a la intimidad de este viril y ansioso muchacho.
Su fuerte respiración y algunos gemidos me dejaban saber que su eyaculación era cercana. No me importaba, por primera vez en mi vida estaba dispuesto a permitir que un hombre consiguiera un orgasmo en mi boca y lo disfrutara hasta que depositara en ella todo su semen.
Gustavo estaba cerca de su clímax. Vigilo una vez más a Esteban y dirigió su mirada nuevamente a mí y a su mamada para grabar imágenes de esos últimos momentos. Yo sentía su pene más grande y sentía cada vez más el sabor de su presemen. El muchacho quería vivir su orgasmo que, al parecer, se estaba tardando un poco más de lo esperado, tal como la noche anterior.
Gustavo: Esteban!
Dijo Gustavo en vos baja pero alarmado al mismo tiempo que me empujó y su verga salió abruptamente de mi boca. Esteban venía hacia el cuarto, era claro. Mi reacción fue voltearme, de rodillas como estaba y simular que estaba buscando algo en los estantes bajos de ese cuarto, mientras acomodé mi pantaloneta. Gustavo se subió su pantaloneta con la velocidad de un relámpago y apenas lo hubo hecho, entró Esteban.
Esteban: No encuentran la bomba?
Yo: Si, ya la tenemos – dije yo volteando a mirar a Esteban – Pero al parecer le falta un empaque que estoy buscando todavía – añadí mientras me puse de pie. Afortunadamente mi verga estaba aprisionada por el resorte de mi pantaloneta, mirando hacia arriba y no era evidente su tamaño. Asumí que Gustavo había hecho lo mismo. Él me miraba a mí y miraba a Esteban. Gustavo sudaba y pensé que era por los nervios de casi ser atrapados. Pero, mirando un poco de reojo, pude ver como su pantaloneta empezó a exhibir una mancha húmeda. Gustavo estaba allí de pie, junto a mi hijo y a mí, teniendo un orgasmo y disparando semen en su ropa, producto del sexo oral que le había practicado. Yo tenía que ayudarlo.
Yo: Esteban hazme un favor, tráeme unas llaves que están en el armario de mi habitación, creo que en ese estante que está cerrado con llave, están los empaques de la bomba.
Esteban: OK
Mi hijo, mi inocente hijo, salio inmediatamente para hacerme el favor. Fue un alivio para Gustavo y para mí. Tome entonces un trapo que mantenía en el cuarto de mantenimiento y que, afortunadamente estaba limpio. Se lo pase a Gustavo y este rápidamente lo paso por su verga sin quitarse la pantaloneta. Lo paso por su abdomen bajo y también por una de sus piernas. Me lo volvió a entregar, asustado como estaba, como deshaciéndose de una evidencia.
Yo: Ven, salgámonos, este cuarto es muy pequeño y tiene ya el olor de tu semen.
Salimos y cerré la puerta del cuarto. Justo en ese momento Esteban regresaba con las llaves.
Yo: Gracias hijo, que bien, pero no fueron necesarias, ya aquí le entregue a Gustavo la bomba en perfecto estado.
Esteban: OK papá gracias. Vamos rápido Gus para no perder el ritmo, si es que aun lo tenemos. Perdóname por haberme demorado tanto al teléfono.
Se que tanto Gustavo como yo le agradecimos mentalmente el que se hubiera demorado al teléfono.
Apenas perdí de vista a los muchachos, volví a entrar a aquel pequeño cuarto. Ahora que había estado afuera, me olía a sudor, al sudor de Gustavo. Olía a semen también. No lo pensé dos veces, tome el trapo con el que se había limpiado Gustavo y lo lleve a mi verga. Envolviéndola en ese trapo que contenía la esencia, lo más intimo del muchacho, me hice una paja que me llevo a un orgasmo incluso mejor que el de la noche anterior.
Tercera Parte
Todo el día me la pasé en el estudio, tratando de trabajar un poco pero en realidad pensando en lo que estaba sucediendo con Gustavo. No solamente me excitaba su cuerpo, su cara, su voz, su pelo, sino también el hecho que tuviera la misma edad de mi hijo y que, además, Esteban estuviera allí con nosotros, sin darse cuenta de lo que sucedía. Ese riesgo de saber que Esteban nos podría descubrir me ponía a mil.
Llegaron las horas de la tarde. Los muchachos habían llegado de su paseo en bicicleta y se habían metido a la piscina. Yo había tratado de evitar pasar cerca de la piscina o de las ventanas por donde pudiera verlos, precisamente evitando ver a Gustavo para así poderme concentrar y, de paso, evitarme mas problemas, muy dentro de mi sabía que lo que estábamos haciendo no estaba bien. Sin embargo, las circunstancias seguían jugando en mi contra. Estaba concentrado trabajando cuando tocaron a la puerta.
Yo: Adelante
Esteban: Hola papa
Yo: Hola hijo como han pasado?
Esteban: Bien bien, pero ya nos cansamos un poco de la piscina, queremos entrar al jacuzzi, quieres venir con nosotros? No te puedes quedar aquí encerrado todo el fin de semana.
Yo: Bueno Tebi es que tengo unos documentos por revisar…
Esteban: Vamos papá, estoy pasando el fin de semana contigo pero te he visto poco – interrumpió Esteban
Yo: Está bien, entren al jacuzzi, yo llego en 10 minutos.
Esteban: OK
Tenía razón mi hijo, debía pasar tiempo con el también, y de paso volví a caer en la tentación de estar cerca de Gustavo, y mas en un jacuzzi, claro que Esteban estaría allí, así que nada podría pasar.
Fui a mi cuarto y me puse mis trunks, no quise usar speedo para evitar quedar en evidencia si algo llegara a pasar que me animara. Salí entonces al jacuzzi donde ya estaban Gustavo y Esteban.
Yo: Hola Gustavo, no te veía desde esta mañana, la has pasado bien?
Gustavo: Hola, si súper, claro que estoy súper cansado, primero el paseo en bicicleta y luego toda la tarde en la piscina – respondió el muchacho con total naturalidad.
Yo: Funcionó bien la bomba de aire para la bicicleta?
Gustavo: Si perfecto, tuvimos que usarla un par de veces para poder seguir.
Esteban: Aahh no digas nada Gustavo. Lo hubieras visto papá, en la primera vuelta que hicimos íbamos bien, a veces el adelante mió y otras veces yo, pero en la segunda vuelta, después de que vinimos a recoger la bomba de aire, se quedo atrás todo el tiempo, yo creo que haber parado el ritmo le afectó…
Yo: Bueno seguro lo llevaste por un camino muy difícil que tu si conoces mejor, con la edad que tiene Gustavo y siendo deportista no veo por que tendría que perder las energías – dije mientras entraba lentamente al jacuzzi y miraba a Gustavo, este respondió mi mirada pensando lo mismo que yo, el encuentro que tuvimos en el cuarto de herramientas definitivamente lo dejó agotado.
Gustavo: Bueno, no importa, igual la pasamos bien.
Esteban: Si, si, para ser sincero a mi también me pareció difícil jaja.
Me senté finalmente en el jacuzzi tras acostumbrar mi cuerpo a la elevada temperatura del agua. Era un jacuzzi redondo y no muy grande así que nuestras piernas se encontraban en el centro y hasta entraban en contacto. Los jets estaban encendidos por lo que había algo de burbujas, sin embargo, a través del agua agitada podía apreciar el hermoso cuerpo de Gustavo. El sí estaba usando speedo y se veía demasiado sexy en él. Por sobre el agua sobresalían su pecho y sus hombros. Como me gustaba ese muchacho, se que tenía que ser precavido y se que tenía a mi hijo conmigo, pero no aguantaba las ganas de tirármele encima y hacer todo lo que fuera posible con él. Algo se me ocurrió entonces.
Yo: Bueno muchachos, quieren que dirija una relajación para ustedes ya que están tan cansados? Eso les ayudará a dormir mejor.
Esteban: Si hazlo papá…mi papá aprendió a hacer estas relajaciones cuando estaba en la liga – le indicó Esteban a Gustavo
Yo: OK, entonces primero subamos la intensidad de los jets.
Estiré entonces mi brazo para aumentar la intensidad de la corriente de agua y de las burbujas, pronto el agua estaba tan agitada que no podían distinguirse nuestros cuerpos bajo la superficie.
Yo: OK muchachos, acomódense para que sus piernas queden extendidas y sumérjanse hasta el cuello.
Los muchachos se fueron acomodando y yo también para darles espacio…y para quedar más cerca de Gustavo. Finalmente se sumergieron dejando solamente sus cabezas fuera del agua.
Yo: OK, ahora inclinen sus cabezas hacia atrás de tal forma que queden mirando el cielo.
Yo extendí mi mano nuevamente y apagué la luz interior del jacuzzi.
Yo: Ok, ahora que esta más oscuro pueden ver algunas estrellas, permanezcan así 30 segundos mientras tensionan todos los músculos de sus piernas. Con fuerza, como si estuvieran levantando la carga mas pesada.
Yo: Muy bien muchachos – dije tras los 30 segundos – ahora relajen sus piernas, mantenga su cabeza mirando hacia el cielo y cierren sus ojos lentamente.
Los muchachos me obedecían. Tenía a mi derecha a Esteban con sus ojos cerrados y a mi izquierda a Gustavo de igual forma.
Yo: Muy bien, ahora tensionen nuevamente sus piernas, con mucha fuerza muchachos, quiero sentir esos músculos totalmente tensionados, que sean como una roca – Dije mientras tocaba tanto las piernas de Esteban como las de Gustavo para comporbar la tensión de sus músculos – muy bien, así fuerte…ahora relájense, no abran los ojos.
Por aproximadamente dos minutos les indicaba como relajarse, cada vez bajaba el tono de mi voz y estoy seguro que los muchachos iban relajando sus cuerpos mientras mantenían sus ojos cerrados y sus cabezas reclinadas.
Continué entonces con mis indicaciones, sin alterar mi tono de voz y sin hacer ruido alguno, llevé mi mano, por debajo del agua, al torso de Gustavo. Lentamente acerque mi mano a su abdomen alto, justo donde comienza su marcado pecho. Seguía dando mis indicaciones. Al momento de sentir mi mano, Gustavo levantó su cabeza y abrió sus ojos asustado. Yo lo miré fijamente mientras decía – Mantengan cerrados sus ojos – quería que el entendiera que solo quería acariciarlo un poco mientras aprovechábamos que Esteban no estaba viendo.
Gustavo se mostró algo nervioso y sin emitir ningún sonido movió sus labios pidiéndome que no hiciera eso, y miraba a Esteban como queriéndome decir que podría vernos. Mientras tanto, yo trataba de calmarlo diciendo para los dos: Relájense y mantengan cerrados sus ojos. Lo miraba fijamente para que entendiera que tenía todo bajo control.
Gustavo finalmente confió en mí y llevó hacia atrás nuevamente su cabeza, pero no cerró sus ojos. Yo seguí dando las indicaciones para relajarse. Esteban obedecía y mantenía sus ojos cerrados.
Mi mano empezó a recorrer el cuerpo de Gustavo, bajé por su duro abdomen y me detuve allí un momento para acariciarlo. Que delicia como se sentían sus músculos bajo la piel, era una piel suave cubriendo a un cuerpo fuerte. No tenía ningún bello en todo su cuerpo, salvo por los pocos que había visto alrededor de la base de su pene. Después bajé un poco más, hasta llegar al borde de su speedo. Mirando fijamente a Esteban para reaccionar ante cualquier movimiento, llevé mi mano al bulto que formaba la verga de Gustavo bajo su speedo, el muchacho abrió levemente sus piernas para darle mejor acceso a mi mano. Si bien su verga no estaba dura, si estaba un poco tensa, lo podía sentir, a Gustavo le excitaban mis caricias.
Sin pensarlo más deslicé mi mano por debajo de su speedo, metiéndola bajo su prenda hasta entrar en contacto con su verga. Mi excitación crecía mientras hacía esto con Gustavo, a solo 20 cm. de Esteban. Trataba que mi voz no temblara mientras seguía dando las instrucciones e insistía en mantener los ojos cerrados.
Tras unas leves caricias a su verga y a sus testículos, puse mi otra mano en uno de los muslos de Gustavo, tratando de empujarlo para indicarle que abriera un poco sus piernas. Cuando lo hubo hecho, llevé mi mano más abajo de sus testículos. Fue un movimiento rápido, pasé por entre sus glúteos abriéndolos hasta que sentí que estaba tocando su ano. Gustavo me miraba y trataba de elevar un poco su cuerpo para darme acceso. Finalmente, pude acariciar sin obstáculos su ano y sus glúteos, el mayor objeto de deseo que tenía en ese cuerpo, lo mejor de Gustavo. Como disfrutaría si pudiera ser el primer hombre en penetrar ese cuerpo, en enseñarle a ese muchacho todas las sensaciones que puede percibir y me dejara hacerle el amor lentamente. Si, que me dejara penetrarlo de la forma en que yo sabía hacerlo.
Estaba extasiado tocando a Gustavo, incluso, sin notarlo, había dejado de dar indicaciones, ahora todo estaba en silencio salvo por el sonido del agua. De repente, Gustavo tomó mi brazo y lo haló alejándolo de su cuerpo. Rápidamente se incorporó dándose vuelta para darle la espalda a Esteban y salió del Jacuzzi caminando hacia una silla donde estaba su toalla. Esteban abrió sus ojos.
Esteban: Que sucede Gus, a donde vas?
Gustavo: Voy a darme una ducha ya Esteban, no me estoy sintiendo muy bien – dijo Gustavo dándose vuelta, acercándose al jacuzzi nuevamente mientras disimulaba su erección con la toalla.
Esteban: Estás enfermo?
Gustavo: No, no lo se, otra vez me siento un poco sin energías, como esta mañana en la segunda vuelta en bicicleta – dijo el muchacho observándome a mi.
Esteban me miró y yo le hice una seña para que lo dejara irse. Gustavo entró entonces a la casa.
Yo: Tal vez está algo indispuesto…déjame yo voy a ver si le puedo ofrecer algún medicamento.
Salí del jacuzzi – afortunadamente no traje speedos – pensé, pues estaba demasiado excitado y se hubiera notado. Tome mi toalla y entre a la casa. Gustavo había notado que yo lo había seguido y estaba en la sala. En realidad yo estaba preocupado por la reacción del muchacho. Temía que se sintiera mal por lo que hacíamos y pudiera contárselo a alguien…a Esteban incluso.
Yo: Hola Gustavo – dije mientras entraba a la casa.
Gustavo: Regresa al jacuzzi con Esteban o quieres que empiece a sospechar.
Yo: Que te sucede? Por que te saliste?…te viniste? – pregunte pues pensé que ese había sido el problema, que ese cambio repentino de comportamiento se debiera a un orgasmo de Gustavo.
Gustavo: No, no es eso, es que ya no quiero hacer nada más, tu siempre buscas que Esteban este cerca para hacer estas cosas y me da miedo que nos descubra…
Yo: Bueno pero no te enojes por eso, ya tranquilízate que él no sabe nada – interrumpí a Gustavo mientras ponía mi mano en su hombro, pero el muchacho, en un gesto brusco retiró mi mano y se fue a su cuarto mientras decía en tono imperativo.
Gustavo: Ya regresa con Esteban!
Me quedé pensando un momento y decidí que era mejor dejarlo solo. Sin embargo, estaba seguro que algo mas le sucedía. Decidí no estresarme mucho y más bien salir a tener una conversación con Esteban, hasta ahora no había tenido la oportunidad en ese fin de semana de preguntarle por su vida, como estaba etc. Regrese al jacuzzi y tras comentarle a Esteban que Gustavo solo estaba cansado, nos embarcamos en una conversación padre – hijo.
Conversamos sobre temas suyos, como quería a mi muchacho y como me estaba sintiendo de mal por lo que estaba haciendo con su amigo. Escuché a Esteban atentamente sobre sus problemas, sobre sus planes etc. Las vidas de estos muchachos empezaban a complicarse poco a poco con relaciones sentimentales, con decisiones sobre estudios futuros etc. Me sentí tan mal que decidí que era mejor finalizar mis encuentros con Gustavo y dedicar el resto del fin de semana a pensar en mi hijo y en como hacerlo feliz. Mientras, para que Gustavo se sintiera mejor, se me ocurrió algo que podría gustarle hacer…
Cuando llegó la hora de la comida Esteban y yo salimos del jacuzzi y, tras secarnos mientras conversábamos, entramos a la casa.
Esteban: Gus donde estás?
Gustavo fue saliendo de su cuarto cuando nos escuchó entrar, ya se había duchado y se había puesto una pantaloneta y una camiseta.
Yo: Ya te sientes mejor Gustavo?
Gustavo: Si ya estoy mejor, ya me duché y eso me ayudó a descansar.
Pensé que era el momento para dejarlo hacer aquello que seguro le gustaría, es con lo que todos los muchachos sueñan a su edad.
Yo: Bueno Gustavo y ya que estas vestido por que no vas en el carro y compras la comida en el pueblo?
Gustavo: En serio me vas a dejar manejar el carro? – dijo el muchacho algo sorprendido.
Yo: Claro, por que no, tu ya sabes manejar?
Gustavo: Bueno, pues no he manejado en la ciudad, pero…creo que si se.
Yo: Bueno, aquí no hay mucho tráfico, solo ve despacio – me sentía bien al ver la cara de alegría del muchacho, que fácil era tenerlo de mi lado pensé.
Gustavo: bien!
Yo: Esteban, tráele las llaves y llévalo para que le enseñes como manejar las luces del carro…ah! y no me mires así que tu manejaste anoche jaja.
Esteban comprendía que era el turno de su amigo.
Los muchachos salieron para que Esteban le indicara los controles del carro a Gustavo. Mientras tanto, yo entré a mi cuarto a darme una corta ducha antes de comer. Al salir del baño y mientras me vestía sonó el celular de Esteban en la sala.
Desde mi cuarto escuché que mi hijo salio de su cuarto, donde seguramente también estaría vistiéndose, para responder.
Esteban: Hola Gustavo…bien, te perdiste? Jaja…ah no? Entonces?…ah ok, entonces déjame te paso a mi papa
“Que le habrá sucedido pensé” Escuché a Esteban caminar hacia mi cuarto y luego tocar a la puerta.
Yo: Sigue hijo.
Esteban: Papé, es Gustavo, al parecer el carro no le quiere funcionar, se varó.
Yo: Se varó o mas bien lo dejo apagar jaja, vamos a ver – dije mientras tomaba el teléfono – Hola Gustavo que te pasó.
Gustavo: No me varé, no le digas nada a Esteban y ven tu solo, estoy a menos de un kilómetro de la casa.
Me quedé un poco confundido y después reaccione.
Yo: Ok Gustavo entonces voy para allá, no te preocupes no debe ser nada grave.
Gustavo: no se te olvide traer algunas herramientas para que sea más creíble.
Yo: Ok entiendo. – y colgué el teléfono.
Esteban: Que le paso? – preguntó Esteban quien estaba atento a la conversación.
Yo: No creo que sea nada grave por lo que me explicó, yo voy a ir en la bicicleta a ayudarlo, tú mejor quédate aquí por si necesitamos algo más.
Esteban: Ok yo los espero.
Yo: Tráeme la caja donde tengo las herramientas del carro.
Salí de la casa en la bicicleta un poco preocupado, esa llamada de Gustavo era algo extraña. El camino estaba bastante oscuro. Anduve pocos minutos y pude ver el carro a la orilla de la carretera. Tenía las luces apagadas aunque el motor estaba encendido.
Me bajé de la bicicleta y caminé hacia la ventanilla del conductor donde estaba Gustavo. Toqué en el vidrio. Gustavo estaba escuchando música, se inclinó para apagar el radio y abrió la puerta.
Yo: Hola Gus…que sucede? – pregunté con algo de ansiedad.
Gustavo: Nada, es solo que necesito hablar contigo ya y no encontré otra forma de quedarnos a solas.
Yo: Hablar conmigo sobre que?
Gustavo: No lo hagas más difícil, tú sabes sobre que.
Yo: Esté bien – respondí resignándome, sabía que la diversión con Gustavo había terminado y ahora me tocaba afrontar una conversación incómoda donde tenía que convencerlo de cuidar para siempre nuestro secreto.
Yo: Pero no podemos hablar aquí, cámbiate al otro lado, voy a poner la bicicleta en la parte de atrás del carro y voy a manejar hasta un lugar aquí cerca donde podemos hablar tranquilos.
Acomodé la bicicleta, regresé a la silla del conductor y me puse en marcha hacia un lugar un poco apartado de la carretera pero donde nadie nos podría ver. Mientras tanto pensé que era mejor actuar un poco duro y preguntar primero. Cuando llegamos al lugar apague las luces del carro y el motor. Sin esperar un segundo pregunte:
Yo: Bueno, primero dime que sucedió hoy, por que te saliste del jacuzzi.
Gustavo: Porque me dio miedo que Esteban nos viera, a mi no me gusta lo que hacemos y menos si Esteban esta cerca.
Yo: Un momento Gustavo, no me digas que no te gusta lo que hacemos, porque yo no te he obligado.
Gustavo: La primera vez yo estaba borracho y tú empezaste a tocarme.
Yo: Ok, lo acepto, los dos estábamos borrachos, pero esta mañana, en el cuarto de herramientas.
Gustavo: Eso es diferente, igual tu empezaste…
Yo: Yo empecé a masturbarme, pero el de la idea de ir más allá fuiste tú. Mira Gus, te voy a ahorrar tiempo y más mentiras, conmigo puedes ser totalmente franco. Si sientes que solo querías experimentar y no te gustó, eso esta bien, si estás algo confundido, eso esta bien, pero lo que estés sintiendo no es mi responsabilidad…
Gustavo: Es que no se que me pasa… – respondió Gustavo un poco afligido.
Yo: No seas tan duro contigo mismo Gustavo, a tu edad es normal que quieras experimentar, tal vez en unos años te olvides de esto y no te guste hacerlo, pero mientras te guste y tengas la oportunidad de experimentar con alguien discreto como yo, por que te vas a negar? Mírame a los ojos – Gustavo no obedecía – Vamos mírame, mírame a los ojos Gus!
Gustavo llevó entonces su mirada a la mía.
Yo: Esta mañana, cuando me estaba masturbando al lado tuyo, porque te arrodillaste a hacerme sexo oral.
Gustavo: No se…
Yo: Si sabes.
Gustavo: Está bien, está bien, solo sentí la tentación y ya, lo hice
Yo: Exacto, de eso se trata, no te castigues tanto, no tiene nada de malo que estés hacien
Y L segunda parte