Un Final Inesperado
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por SamK.
Amaneci en un hospital, conectado a mil máquinas, la cabeza me dolía demasiado, también los oídos y todo mi cuerpo, el dolor en mis piernas y en mi pecho era devastador, como si me hubiese pasado un camión encima, no podía recordar muy bien lo sucedido, al cerrar los ojos sólo veía oscuridad, por más que me esforzara no podía saber qué fue lo que realmente ocurrió.
Al rato entra una enfermera a la sala, a revisar que el suero este correcto, y cambia mis vendajes y a revisar las heridas. Me dice que el doctor vendrá pronto a revisarme y que traerá los exámenes y radiografías y que es posible que me puedan dar de alta hoy mismo. Me impresionó la rápido que pudiesen darme de alta, al parecer no fue nada tan grave, ya que un día en el hospital significa que mis heridas eran leves. La enfermera estuvo un buen rato conmigo en la sala, revisando minuciosamente cada uno de los aparatos a los que me encontraba conectado, de vez en cuando me miraba y percibía en su mirada cierta lastima hacia mí, quería preguntarle qué es lo que realmente sucedía conmigo, sin embargo no me atreví.
El doctor pasó a eso del mediodía, hablándome de muchas cosas y leyéndome en voz altas los parámetros de los exámenes que me había resultado, junto con sus respectivos resultados, los cuales no comprendía muy bien, ya que aún no me sentía del todo recuperado, aun me dolía la cabeza y de vez en cuando aparecían leves mareos. El doctor me examino nuevamente, tomándome la presión, escuchando a través del estetoscopio mi corazón y mis pulmones, luego comenzó con preguntas que no comprendía del todo, sobre mi vida, sobre mi familia. Las cuales conteste con cierta dificultad, el simple hecho de recordar me provocaba dolor de cabeza, además que no recordaba con mucho detalle sobre mi vida, tenía pequeñas lagunas mentales que no me permitían saber quién era realmente. El doctor hablo de amnesia temporal post traumática, y me comentó que es normal después de un accidente de la magnitud que fue el mío. Al terminar de decirme eso, en mi mente resonaba una y otra vez la palabra <<Accidente, accidente>>. Y en ese preciso momento recordé todo.
La noche estaba hermosa, Felipe y yo estábamos recostados en el prado, observando el firmamento. Nunca habíamos visto tantas estrellas. Como era de esperar él me contó una de sus mil historias sobre el espacio, las que por supuesto yo no le creía, pero que me encantaba oír. Estuvimos mucho rato en aquel lugar, mi cabeza afirmada en su pecho, a lo lejos se podía escuchar como rompían las olas en la costa, además de un par de gaviota a lo lejos. Sus manos se enredaban con mis cabellos, de vez en cuando me susurraba al oído te amo, al sentir su voz y su aliento y su respiración tan cerca de mi oído mi piel se erizaba, yo le correspondía con besos, esos besos que das con tanto amor, que puedes lograr que la persona sienta lo mismo que tu estas sintiendo. Luego me abrazó y me quede dormido en su pecho.
Al rato me despierto al oír voces, las cuales se escuchaban más cerca de nosotros, rápidamente nos pusimos de pie y nos dirigimos al todoterreno que estaba aparcado a un par de metros de nosotros. La verdad es que nos dio un poco de miedo a Felipe y a mí, ya que se notaban bebidos aquellos jóvenes que se acercaban cada vez más a nosotros. Entramos en el todoterreno y Felipe lo puso en marcha velozmente, y salió hacia la carretera, una vez nos alejamos bastante del lugar, Felipe sintió que ya estábamos a salvo y aparco cerca de la playa. Nos bajamos y continuamos en nuestro ritual de amor. Él me beso intensamente, sus manos me acariciaban la espalda, lo sentía tan mío que nadie podría arrebatármelo, solo éramos él y yo en aquel lugar, besándonos y abrazándonos bajo la luz de la luna llena, en una tibia noche de verano. Me sentía en el séptimo cielo, sus labios al rozar los míos lograban hacerme estremecer de placer, nuestras miradas se encontraron y pude ver en sus ojos tanto amor, que me sentí en ese momento el hombre más dichoso del mundo. Pasamos un momento quietos, tan solo observándonos en silencio, el cual fue interrumpido por Felipe.
– ¡Te Amo!, me has hecho el hombre más feliz de la tierra.
– Yo igual te amo, y deseo estar contigo hasta el resto de mi vida.
– Así será mi amor, tu y yo por siempre juntos.
Al acabar sus palabras, nos tendimos en el suelo. Nuevamente nos besábamos, cada vez más apasionadamente. Sus manos recorrían mi espalda, su respiración se entrecortaba, poco a poco nos fuimos desnudando, sus manos se posaron sobre mis nalgas, las cuales no dejaba de masajear, lentamente baje mi mano y comencé a masturbar su miembro, el cual media aproximadamente 22 cm (algo grande para el promedio de Chile), una vez estuvo completamente erecto me arrodille y le di la mamada más rica que quizás alguien le pudo dar, Felipe gemía, me susurraba que era el mejor, me decía te amo una y otra vez., luego se fue recostando en el suelo sin sacarme su pene de mi boca, hicimos un 69 yo con su verga en mi boca y la cual alternaba para chupar junto a sus testículos y el comenzó a darme un exquisito beso negro. Una vez bien lubricado me levanto las piernas un poco y en pose del misionero comenzó a penetrarme, la verdad es que yo no era virgen, sin embargo llevaba más de un año sin ser penetrado y menos por un pene tan grande, así que al principio dolió un poco, sin embargo Felipe dejó que mi ano y mi recto se acostumbraran a su pene. Una vez acostumbrado empezó a bombearme lentamente, hasta que sus embestidas fueron subiendo de nivel. Yo me sentía en la gloria con su mete y saca, al cabo de 15 minutos me puso en cuatro o a lo perrito y me dio duramente por 15 minutos más, hasta que se corrió dentro de mi culo. Nos besamos nuevamente y nos abrazamos. Después nos dormimos profundamente.
Al rato otra vez me despertó el murmullo de otras personas, mi sorpresa fue mayor al notar que eran los mismos jóvenes que habíamos visto, esta vez estaban todos alrededor de nosotros. Felipe ya estaba despierto observando a aquellos jóvenes que se notaban bastante bebidos, uno de ellos nos señaló con el dedo y nos gritó maricas, y un montón de cosas que no es necesario reproducir. Felipe y yo nos pusimos de pie y tomamos nuestras cosas, esta vez el todoterreno estaba al lado nuestro, abrió la puerta del conductor y me hizo subir, mientras el tipo que nos había señalado e insultado se abalanzo sobre él, mientras el resto se reían a carcajadas de la riña que se estaba formando. Después de un par de puñetazos, dos de los tipos del grupo tomaron y amordazaron a Felipe y a mi me bajaron bruscamente del todoterreno…
Si les gusta les puedo contar como termina la historia. Perdonen lo lago del relato pero me gusta contar la historia tal cual es.
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