Un hermano chupapollas
Albert, un pequeño chico de nueve años que tenía totalmente prohibido entrar a la habitación de su hermano mayor. Un día, Albert decide incumplir esa norma, sin saber que iba a salir de aquella habitación con la cara lefada..
Julián Gutiérrez era un joven que, en aquel momento, asistía a segundo de bachillerato de Ciencias Tecnológicas. La razón de la elección de su modalidad era obvia; le encantaban las ciencias y sobre todo, la tecnología. Julián era un verdadero fan de los videojuegos y lecturas de fantasías, catalogado como un friki por el resto de sus compañeros, teniendo solo dos amigos en total, los cuales eran igual o aún más frikis que él.
Julián no era del todo feo, tenía un cuerpo delgado pero sin ser un fideo y unos ojos verdosos en los que podías perderte si decidieras mirarlo fijamente. Pero pese a esas visibles virtudes, sus gustos y actitud hacia la vida le hacían perder gran parte del atractivo que poseía, condenándolo a no haber tenido nunca oportunidad de perder su virginidad. Este significativo hecho lo había llevado a convertirse en un verdadero adicto al porno; Julián no podía pasar un día entero sin al menos masturbarse dos veces, y siempre con unos buenos vídeos de por medio.
Como la casa siempre estaba sola, Julián podía pasar largas jornadas de masturbación en solitario y sin que nadie le molestara, aunque en realidad, no estaba del todo solo, también estaba con su hermano menor Albert. Julián era el encargado de cuidar a su hermano menor todas las tardes mientras sus padres trabajaban, pero en su lugar, Julián dejaba a su hermano en el salón con la consola, la televisión y todo tipo de dulces, con la condición de que le dejara en paz toda la tarde y sobre todo, que bajo ningún concepto entrara a su habitación, ya que el pestillo estaba roto y aún no lo habían arreglado.
El pequeño Albert siempre cumplía con el trato que mantenía con su hermano, pero una inesperada tarde, decidió romperlo. Albert siempre estaba solo, todas las tardes su hermano se encerraba en su habitación y no salía hasta que escuchaba el Mercedes de sus padres aparcar. Ya se había pasado todos los videojuegos que tenía en su Nintendo, jugaría también a la Playstation pero su hermano no le dejaba. También había montado sus dos puzzles miles de veces y ya estaba cansado de jugar con sus muñecas.
Albert había pensado en pedirle a su hermano llevarle al parque que estaba cerca de casa, había muchos niños con los que podía jugar, aunque éste prefería jugar con las niñas, ya que normalmente no encajaba con los chicos de su edad; todos jugaban al fútbol o a los coches y a él no le gustaba nada de eso. Con tal de jugar con los niños, Albert había decidido apuntarse al fútbol, pero no duró ni una semana cuando le dijo a sus padres que ya no quería ir más, ¿las razones? Eran muchas: los chicos se burlaban de él por no saber jugar como ellos, también de su forma de expresarse, ya que movía demasiado las manos al hablar, como si fuera una niña. Y el último motivo era el evidente nerviosismo y vergüenza que sentía al cambiarse con ellos en el vestuario. Todos en casa sabían que, probablemente, el pequeño Albert saldría del armario en un futuro, cosa que a ninguno le pareció mal, todos comprendieron la situación y lo amaron desde el primer momento en el que vino al mundo.
Albert caminó hacia la puerta de Julián de manera lenta y temerosa, sabiendo que estaba a punto de romper el trato que habían acordado, pero él realmente quería salir al parque. El pelinegro puso una de sus manitas en la manivela de la puerta y la abrió poco a poco y sin hacer ruido. Luego, asomó su cabecita para comprobar si su hermano estaba despierto o si se encontraba durmiendo. Los ojitos y la boca de Albert se abrieron en sorpresa cuando visualizó a su hermano mayor con el bóxer por debajo de las rodillas, masturbándose frenéticamente mientras miraba con atención un buen video porno en su teléfono.
Julián sentía el sudor recorrer su recalentado cuerpo, su diestra pajeaba con intensidad su enorme miembro blanco mientras observaba como una rubia teñida era follada por un hombre mucho más mayor que ella, haciéndola gemir en cada embestida. En aquellos momentos, Julián deseaba ser aquel fornido señor; quería un rico agujero al que poner a mamar cuando él quisiera o por el contrario, uno bien apretado para follarlo con fuerza durante horas y horas. Julián estaba tan concentrado en su paja diaria, que no se percató de que un curioso niño miraba todo desde la puerta del cuarto, con sus mejillas sonrojadas y el corazón latiendole a un ritmo veloz. Albert fue quien decidió romper el excitante silencio establecido en la habitación.
— H-hola…
Julián salió de su trance y miró sobresaltado la puerta, percatándose de la presencia de su hermano. Julián guardó su polla erecta adentro de sus calzoncillos y le miró enfurecido y altamente avergonzado.
— ¡¿Se puede saber qué haces aquí?! — Dijo el mayor, alzando la voz considerablemente. — ¡Te había dicho que no podías entrar a mi cuarto! — Continuó al ver que su hermanito no le contestaba, el cual miraba el suelo como si fuese lo más interesante del lugar.
— P-perdón Julián, e-es que yo, me aburría y quería salir un rato al parque.
— ¡Me la suda! No me importa la razón por la que has entrado, lo tenías prohibido. Sal de aquí, y ni una palabra de esto a mamá y a papá. Estás castigado. — Julián estaba muy cabreado, ese niñato había invadido su privacidad. Se había contenido mucho para no pegarle un bofetón, no soportaría la culpa después.
— V-vale… perdón. — Dijo Albert con la cabeza gacha, su hermano nunca le gritaba.
Antes de salir, Albert preguntó algo que hizo que la cólera de Julián aumentara, ya que pensaba que le estaba vacilando.
— ¿Qué estabas haciendo? — Preguntó un inocente Albert.
— ¿Acaso no lo viste? Pues una paja. — Respondió Julián con obviedad.
— ¿Qué es una paja?
Julián lo miró atónito, él pensaba que su hermanito ya sabía algo de sexo, incluso pensó que ya había practicado algo. Él empezó su primera paja a los ocho años, se la hizo junto a su primo, quién había conseguido una película porno en el antiguo móvil de su hermano, el cual había heredado.
— Pues… es algo que hacemos los chicos, agarramos nuestra polla y la movemos un rato hasta que nos sale el semen, que es algo parecido a… la leche. — Julián explicó lo que era una paja de la forma más rápida que se le pudo ocurrir.
— Oh… ¿y por qué lo hacéis? — Volvió a preguntar Albert.
— Pues porque da gusto, sobretodo cuando llegas al final, es muy… agradable. Supongo que es por eso. — Contestó Albert.
— ¿Y yo también puedo hacer eso?
— Bueno… no creo que te salga semen aún, pero sí, puedes hacerlo.
— ¿Me enseñas? — Preguntó un inocente Albert, quien no conocía nada de su cuerpo.
— ¿Estás loco? Anda, sale de mi cuarto, que lo tengo que ordenar antes de que vuelvan mamá y papá.
— Si no me enseñas, me chivo. — Dijo Albert poniendo a su hermano entre la espada y la pared.
Después de pensarlo unos instantes, Julián decidió aceptar la petición de su hermano menor. Mentiría si dijera que no le daba morbo enseñar a su hermano a hacerse una paja, se sentía como si fuera un profesor, que tenía que enseñarle la lección a su alumno.
— Está bien… supongo que podemos hacernos una juntos.
El pequeño Albert sonrió ante esa respuesta y se subió a la cama de su hermano en menos de lo que canta un gallo, super ilusionado por aprender a usar su verguita, tal y como hacía su hermano mayor. Julián se quitó sus calzoncillos de nuevo, puesto que ya no tenía nada que ocultar. Luego, se acostó al lado de su hermano y colocó el portátil entre sus piernas, ya que la pantalla era muchísimo más grande que la de un móvil y así podrían verlo todo mejor.
Albert miraba anonanado la polla morcillona de su hermano, que aun sin estar dura tenía un significativo tamaño y un buen grosor. Como buen pajero, Julián tenía una carpeta lleno de vídeos y fotos porno en su ordenador. Nadie había visto nunca esa carpeta, ni siquiera sus amigos con los que en más de una ocasión había compartido una buena paja grupal. Finalmente, Julián escogió un vídeo de una rubia despampanante que se la mamaba con deseo a un buen negrazo pitudo que no debía tener más de veinticinco años.
La polla de Julián se enderezó al instante y comenzó a pajearse como si estuviera solo. Albert imitó a su hermano y agarró su erecto pene de unos diez centímetros apenas, sintiendo una rica y desconocida sensación recorrer su gordito cuerpo. El pequeño miraba la pantalla sin perder detalle, embobado por el pollón que tenía el actor de la película; le llamaba muchísimo la atención como la chica no era capaz de tragarse al completo el miembro de su amante sin atragantarse, preguntándose a sí mismo si el sería capaz de tragarse una verga él solito sin atragantarse con ella.
Si te peculiar escena de Julián y Albert fuera subida a una página porno, rompería todos los récords enseguida. Pasados los minutos, Albert dedicaba más atención a la polla de su hermano que al propio vídeo, el cual pasó a un segundo plano para él; le gustaba lo grande que era, también le gustaba su grosor y ni hablar de sus enormes huevos, todo decorado alrededor con unos cuantos pelos. El corazón de Albert iba a mil, aquella experiencia no iba a olvidarla nunca jamás, estaba siendo demasiado excitante para su pequeño cuerpo.
— Julián… ¿p-puedo tocarla? — Preguntó Albert con sus mejillas ardiendo de la excitación del momento.
Julián paró su paja al instante, ¿había escuchado bien?
— ¿Cómo? — Preguntó Julián, asegurándose de que había escuchado correctamente las palabras de su hermano menor.
— Que si me dejas tocarla, tu picha.
— E-eh, ¿por qué? Los chicos no hacemos eso Albert, son las mujeres las encargadas de acariciar a un hombre. — Dijo Julián con un claro nerviosismo, eso había sonado muy homófobo y no quería inculcarle eso a su hermano, pero no sabía otra forma de rechazar su petición.
— A-ah… — Soltó Albert, desilusionado al completo y un poco avergonzado por preguntar tal cosa. — Yo pensé q-que también podíamos los chicos, Antonio dice que él tiene dos papás, ¿ellos también hacen estas cosas? — Volvió a preguntar Albert.
— Bueno… es que hay chicos que en lugar de las chicas, le gustan los chicos también.
La carita de Albert se alegró al instante, por un momento pensó que había hecho algo mal.
— ¡Entonces yo también puedo hacerlo! ¿Me dejas tocarla hermanito? Por favor… — Dijo Albert poniendo una de sus caritas más tiernas.
— Y-yo… n-no sé si es lo adecuado… — Aunque dijera todo esto, Julián estaba que se subía por las paredes de lo cachondo que estaba, su hermano era un mariconcito y además, quería tocarle la polla.
— Por favor, anda, solo un poquito… — Dijo Albert, agarrando con su manita el pollón de su hermano mayor sin pedir permiso.
Cuando los pequeños y endebles dedos calientes de Albert tocaron su verga, sintió como si una corriente eléctrica recorriera todo su cuerpo, era un cosquilleo digno de enmarcar. La polla de Julián se hinchó como pocas veces lo había hecho, su mente se nubló del todo. El pobre Julián, sobrepasado por el placer, dejó de moverse inmediatamente, su corazón comenzó a latir a un ritmo desmesurado y, con el morbo expandido en la habitación, cerró sus ojos lentamente, como si estuviera esperando algo más.
Albert sentía su verguita dura mientras pajeaba la polla de su hermanito; le gustaba mucho lo caliente y dura que estaba, le daba una sensación agradable a su mano. Con sus manitas fue bajando, explorando el cuerpo de Julián, hasta que llegó a sus testículos, los cuales manoseó con curiosidad. Pero sin duda, su parte favorita era su gordo prepucio, el cual soltaba un pegajoso líquido.
Julián gemía por lo bajo por los tocamientos de su hermano, maravillado por la inocente forma en la que su hermano menor exploraba su anatomía. Y la imagen cuando abrió los ojos, fue mucho más cachonda de lo que imaginaba. Joder, le iba a follar ahí mismo si seguía así.
— ¿Te gusta, Albert? — Preguntó Julián de forma cachonda.
— Sip, me encanta, es muy grande… — Alabó el pequeño.
— ¿Ah sí? — Julián estaba al borde del infarto, estaba demasiado excitado para pensar en lo que iba a hacer a continuación.
— Sip, es muy grande tato, me gusta.
— Nene, ¿viste a la chica del vídeo? — Preguntó Julián mientras pasaba su mano posesivamente por el pelo de su hermanito. — ¿Crees que podrías imitarla? ¿Se la podrías comer entera a tu hermano?
— Creo que sí… entonces, ¿puedo chuparla? — Preguntó entusiasmado, Albert deseaba probar una polla, quería comprobar si sabía bien, la chica del vídeo parecía disfrutar.
— Sí. Abre la boca pequeño.
Albert abrió bien su boquita, como cuando su pediatra se lo pedía para una revisión médica. Julián no perdió el tiempo y le ensartó su pollón de sopetón, haciendo toser a su hermanito, aun así, no le permitió respirar ni sacársela de la boca. Si su hermano quería polla, eso iba a tener.
— De momento, quiero que lo hagas solo para que aprendas. Venga, tienes que mover tu cabeza de arriba a abajo y chupar como si fuera un helado. — Explicó Julián a su hermano, quien tomaba todas sus instrucciones.
Como si supiera exactamente lo que tenía que hacer, Albert comenzó a imitar muy bien a la actriz porno de aquel excitante video; chupaba a una buena velocidad para ser un principiante, moviendo a la vez su lengüita tibia. Julián gemía por lo bajo, trasmitiendole a su hermano que lo que estaba haciendo era una maravilla. Cuando el pequeño se cansó de chupar, quiso probar otra parte que también le llamaba la atención: sus huevos.
Albert se metió una de las pelotas de su hermano a la boca, ensalivandola al completo. Luego, hizo lo mismo con la otra, comenzando una intensa succión de ambos huevos, haciendo bufar y suspirar a su hermano. «Este niño va a acabar conmigo» Pensó Julián. Al ser un principiante, Albert no era capaz de controlar la intensidad con la que lo hacía, llegando a ser un poco agobiante para Julián, quién notaba ya sus huevos rojos.
— A-albert, para, para. — Avisó entrecortadamente. Albert, se las sacó apenado de la boca.
— ¿H-he hecho algo mal?
— ¡No, no! Lo has hecho muy bien pequeño, tú solo… vuelve a la polla, ¿vale?
Albert obedeció, agarró el palpitante rabo de su hermano entre sus manos y comenzó a pajearlo mientras chupaba el prepucio. Julián agarraba las sábanas con fuerza, luchando por no sacar sus instintos animales afuera y follarle la boca ahí mismo.
Después, Albert comenzó a repartir húmedos besos por toda la extensión de Julián, erizando sus pelos instantáneamente. Finalmente, Albert engulló aquel mástil y comenzó una mamada mucho más rápida e intensa que la anterior, libre de vergüenza y reparo. Julián notaba como su hermano intentaba tragar la mayor cantidad de tamaño, pero escuchar una arcada en medio de su intento fue la gota que colmó el vaso.
Julián agarró su cabeza con fuerza y le dió una potente estocada, a ésta le siguió otra, y otra más, hasta que aquello se convirtió en una follada de boca como Dios manda.
Su palpitante polla entraba y salía sin respeto alguno de la boca de su hermanito; Julián tenía los ojos en blanco del placer mientras que el pobre Albert resistía como podía aquellas estocadas. Julián fue reduciendo el ritmo, ahora se concentraba más en empujar su cabecita lo más hondo posible, quería sentir como su hermano era empalado por su polla. Después de un gran esfuerzo, Albert sintió su naricita rozar el vello púbico de Julián; oficialmente, había superado a la actriz del vídeo. Luego de lograr su objetivo, Albert comenzó a dar golpecitos en los muslos de su hermano, el cual dejó que se la sacara y respirase, se lo había ganado.
Aquella imagen nunca se iría de su mente, su hermanito menor con su carita al rojo vivo, recobrando la respiración con su cabello pegado a su frente del sudor que había desarrollado por el esfuerzo.
— ¿Te está gustando? ¿Te gusta la polla de tu hermano, Albert? — Preguntaba Julián encendido como nunca en su vida había estado.
Albert asintió frenéticamente, aunque le había costado un poquito y su garganta le picaba, le había gustado cuando su hermano había tomado el control. Le gustaba mucho el sabor de su polla, era saladito y la piel se sentía agradable.
— Me falta muy poco para correrme nene.
— ¿Qué es correrse? — Preguntó Albert confundido.
— Eso es cuando un hombre está tan excitado que suelta mucha… leche, ¿te gustaría probarla? — Julián estaba deseando lefarle la boca a su hermanito.
— ¡Sí! Tiene que estar muy rica.
— Pero tienes que prometerme que vas a tragarla toda, nada de escupir.
— Lo prometo.
Sin más dilación, Julián volvió a ensartar a su hermano con su polla; le pidió que dejara sus morritos alrededor de su prepucio y que moviera su lengüita, cosa que el pequeño hizo. Después, con sus largos comenzó a pajearse así mismo con excesiva rapidez, deseoso de acabar de una vez. La tibia y juguetona lengua de Albert y la pequeña paja que se había hecho consiguieron que llegara al orgasmo. Cuando Julián sintió que el primer chorro estaba por salir, agarró la cabeza de Albert y la empujó lo más hondo que pudo, corriendose en su boca con múltiples tallazos de lechita bien espesa. Albert cumplió su promesa y tragó todo sin rechistar, tragando toda la varonil esencia de su hermano mayor.
— A-ahh… qué rico, joder, menuda boquita.
Albert se sacó el miembro de su hermano de la boca y le miró sonriente. El sabor del semen le había gustado, al principio era raro, pero acabó por cogerle el gustillo.
Cuando le miró a la cara, la culpabilidad invadió el cuerpo de Julián, no se podía creer lo que acababa de hacer, ¡le había lefado la boca a su hermano pequeño! Se sentía mal, pero cuando miró restos de su corrida alrededor de sus labios, su verga dió un salto. Julián quería estar solo, quería pensar.
— Albert, vete a lavarte los dientes y déjame solo. Ya hablaremos sobre esto.
La sonrisa del pequeño Albert se borró de inmediato, por lo que se veía, su hermano no iba a querer repetir. Se levantó y puso rumbo al baño, dejando a su hermano mayor completamente desnudo en la cama, totalmente a solas con sus pensamientos.
Muy buen relato, me gustaría leer más.
Me alegro mucho de que te haya gustado, y sobretodo, excitado jeje, espero no tardar demasiado en la siguiente parte, ya que en la web Todorelatos estoy en proceso de continuar algunos.
Puffff que divino!
Me alegro de que lo hayas disfrutado jeje, espero no tardar demasiado con la segunda parte.
amigo tienes que seguirla ya, que siga usando la boca de su hermanito, si es posible con los padres en casa para que viva el morbo de ser descubierto
Tranquilo, habrá segunda parte más pronto de lo que crees 😉
Que buen relato, como quisiera que me hubiera pasado algo así con mi hermano
A mi me hubiese gustado mucho ser Albert en su momento…
Está muy bueno, continúa contando que ya me imagino a ambos perdiendo la virginidad.
Habrá segunda parte, espero no tardar mucho ya que estoy muy liado y tengo más relatos en proceso de escritura en Todorelatos, te invito a visitar mi perfil allí y leerlos.
Espero una segunda parte
este relato necesita la segunda parte, esperemos que el autor no lo deje asi, hay muchos autores que solo suben el primer capitulo y despues no siguen; esperemos no sea el caso.
He estado liado, pero me complace informar de que la segunda parte está casi terminada. Y a la segunda parte le seguirá como mínimo una tercera 😉
He leído que vas a continuar con la historia y me alegra, ya que está historia tiene mucho potencial y además narras las cosas muy bien.
gran relato como continua
Me hubiera gustado tener u hermano asi, que me llenara la boca con leche.