Un hermano chupapollas III
Según lo acordado, Albert se escabulle entre la oscuridad de la madrugada y entra a la habitación de su hermano a por su ración nocturna de semen..
Albert se removía inquieto bajo sus sábanas, mirando el reloj a cada rato para comprobar cuanto tiempo faltaba para poder ir a la habitación de su hermano. Julián le había dicho que hasta que fueran como mínimo las 2 de la madrugada no podían hacer nada, ya que su padre solía irse a la cama realmente tarde, pero ya eran más de las 12 y cada minuto sentía como sus ojitos se cerraban más. No quería quedarse dormido sin complacer a su hermano, por lo que se levantó con cuidado de la cama en busca de su ración de leche.
El menor hizo una especie de montaje en su cama con algunos de sus peluches para simular su silueta y que pareciera que él seguía estando allí. Luego, se puso sus zapatillas de conejitos y se acercó sigilosamente a la puerta, la cual abrió lo más cuidadosamente que pudo, aunque no pudo evitar que se escuchara un molesto ruido; la mayoría de las puertas de aquella casa no habían sido cambiadas desde que la casa se construyó por primera vez, por lo que ya estaban en unas condiciones no muy óptimas.
Albert logró salir al pasillo y desde ahí analizó el panorama para ver qué es lo que tenía que hacer para llegar al cuarto de su hermano. Pudo comprobar que la tele del salón estaba encendida, lo que significaba que su padre seguía allí; Albert estuvo a punto de abortar misión y desistir en su idea de darle placer nocturno a su hermano, pero sus ganas eran tantas que decidió arriesgarse. En el caso de que llegaran a pillarle, solo tenía que poner una pequeña excusa y siendo su padre, lo dejaría pasar e incluso le invitaría a ver la tele junto a él.
Albert se agachó y fue gateando por el suelo para evitar ser visto. La habitación de su hermano estaba pegada al salón, por lo que sí o sí tenía que pasar por allí. Su corazón se paró cuando escuchó a su padre hablar en sueños; inmediatamente pensó que le habían cazado in fraganti, pero no, su padre seguía de viaje en el mundo de los sueños y no se había percatado para nada de su existencia. Albert observó por unos momentos la silueta de su padre, estaba despatarrado en el sillón con tan solo unos calzoncillos slips cubriendo su hombría. El corazón del menor se aceleró ante la loca idea de poder tocar también el pene de su padre, le daba mucha curiosidad y quería ver qué tan grande era, pero cuando extendió su mano para poder tocar el paquete de su progenitor, Albert se acobardó y desistió en su idea, por hoy se limitaría a llevar acabo el plan que tenía con su hermano mayor.
Siguió gateando hasta la puerta de Julián y, cuando llegó a ella, se levantó y se quedó ahí unos cuantos segundos, tal vez su hermano se enfadaría al ver que había incumplido su trato y había llegado antes de lo planificado. Con un poco de nervios, Albert agarró la manecilla y tiró de ella, para luego entrar y cerrar la puerta con pestillo.
— ¿Albert? ¿Qué haces aquí? — Preguntó Julián hablando lo más bajo que podía. — Te dije que debías esperar a las tres, nos pueden pillar.
— Tenía sueño y no quería esperar más.
— Para ser sinceros, yo tampoco podía esperar más. — Los hermanos se dedicaron una mirada cómplice y provocativa, sabían que podían ser pillados y aun así les daba igual, lo único que les apetecía era continuar con aquel juego que tanto les estaba gustando.
— Ven aquí enano, mira lo que te tengo preparado.
Julián se agarró el paquete por encima del pantalón para recordarle a su hermanito lo que había venido a hacer. Albert se subió apresuradamente a la cama, ilusionado por la idea de volver a tener la polla de su hermano mayor en su boca. El menor se acomodó entre las abiertas piernas Julián para tener mejor acceso a su rabo; no tardó demasiado en posar su curiosa mano sobre aquel rabazo que la vida le estaba regalando, pero sin embargo, de un momento a otro la volvió a quitar. Julián lo miró extrañado.
— ¿Qué pasa? ¿Es que ya no quieres?
— No, no es eso, e-es que… me gustaría probar una cosa antes. — Dijo Albert, con su carita roja de la vergüenza.
— Claro, dime nene, ¿qué quieres hacer?
— Y-yo eh… m-me podrías dar… ¿un beso?
Julián se quedó de piedra al escuchar aquello, no esperaba aquella petición de ese estilo de parte de su hermanito. Pero, mentiría si dijera que no le daba morbo ser el primero en probar los gorditos labios que el menor usaba a la hora de chuparsela.
— Ven, siéntate aquí. — Julián dió unos golpecitos en sus muslos para indicarle a su hermano dónde debía sentarse.
Albert obedeció y tomó asiento en su regazo, al menor le gustó sentir la hombría de su hermano rozar su rajita, le hacía sentir bien. Julián agarró su cinturita y, mirándolo a los ojos, juntó sus labios con los del pequeño Albert; al menor le gustaba el picor de la barba de dos días que tenía Julián, le hacían cosquillas los pelitos que tenía alrededor. Por otro lado, Julián disfrutaba de los suaves labios de Albert. Los labios de Julián eran exigentes y calientes, su lengua hizo que su hermanito abriera la boca, donde él entró y exploró sin miedo percibiendo un sinfín de sensaciones que hasta el momento nunca había experimentado. Este era el primer beso de ambos.
El beso se volvía más salvaje cada segundo que pasaba; Julián enredaba sus dedos en el cabello de su hermano mientras este se agarraba con sus manitas al pecho del mayor. Los hermanos se separaron por falta de aire, a Julián le puso aún más cachondo ver los labios de Albert al rojo vivo por las leves mordidas y chupetones que le había hecho.
— ¿Te gustó el beso? — Julián amaba preguntarle aquellas cosas a su hermano, le encantaba la timidez con la que respondía.
— Sí, me gustó mucho… ¿podemos repetir? — Albert se inclinó para volver a besar a su hermano, pero el mayor colocó uno de sus dedos en sus labios.
— En otro momento podemos repetir, ahora tienes que chuparmela.
Albert asintió y procedió a enseñarle a su hermanito todo lo que había aprendido desde la primera vez, había visto algunos vídeos porno en internet y ya sabía un poquito más sobre cómo complacer a un hombre. El menor dió un tierno besito en su pecho, a este le siguió otro y otro más, descendiendo por todo su abdomen por un caminito de besos que a Julián le estaba encantando. Cuando Albert llegó hasta su bulto, Julián hizo que frenara antes de que liberara su verga del pantalón.
— Espera, voy a hacer una cosa. — Julián extendió su mano hasta la mesilla y agarró su móvil, tenía planeado grabar toda la escena.
A Julián siempre le había dado mucho morbo grabar escenas sexuales, tenía muchísimos videos suyos masturbándose que luego pasaba a chicas de Internet, y ahora qué tenía a alguien con quien hacer sexo, no iba a desaprovechar la oportunidad de grabarlo.
— Venga Albert, sonríe a la cámara. — Dijo Julián después de darle al botón de grabación, sonriendo pervertidamente, estaba muerto de morbo.
Albert metió la mano dentro del short de su hermano, pudo comprobar que, al igual que en la tarde, no llevaba calzoncillo puesto. Julián se quitó el pantalón como pudo y lo lanzó a una esquina de la habitación. Albert agarró en su mano el duro trozo de carne de su hermano y se lo metió a la boca sin esperar indicaciones. Julián soltó un suspiro de alivio, solo habían pasado unas pocas horas desde la última vez que lo habían hecho, pero para él había sido toda una eternidad; y además, estar los dos solos, en la intimidad de la madrugada y con su padre durmiendo en el salón hacían de aquello algo muchísimo más excitante y morboso.
El pequeño Albert movía su cabeza de arriba a abajo, saboreando cada centímetro del mástil de su hermano; sin duda, su parte favorita del miembro era el rosadito y gordo glande que tenía Julián, le encantaba pasar su lengüita por la rajita de la uretra, juraba que podía sentir restos de la corrida de esta tarde.
Julián agarró la cabeza de su hermanito con una mano mientras usaba la otra para grabar. Primero se limitaba a empujar lentamente su cabeza sin ser demasiado rudo; podía notar como el menor apretaba sus labios para que la verga de Julián no pudiera escapar de sus labios.
Después, comenzó a follarle la boca a un ritmo considerable; Albert abrió lo más que pudo la boca para que sus dientes no dañaran a Julián. Al menor le excitaron sus varoniles jadeos, el notar cómo Julián perdía el control y se iba poniendo más cachondo con el paso de los segundos. Albert sentía como le caía saliva por la barbilla, saliva que posteriormente acababa en los muslos de Julián o en las sábanas.
Las arcadas de Albert podían escucharse por toda la casa, su hermano le estaba reventando la boca pero bien, sin importarle lo más mínimo la integridad de su garganta; se la metía hasta las pelotas, su capullo llegó a rozar la campanilla del menor en varias ocasiones, Albert se quejó un poco pero su hermano ya no tenía la más mínima intención de parar, no quería que se la chupara, quería follarle la boca como una puta, su puta. La saliva seguía cayendo por las comisuras de los labios de Albert mientras el enorme miembro de Julián violaba su boca.
Julián gemía y gemía, era imposible para él callar el placer que la boca de su hermano estaba provocando en él. Después de aquellos intensos minutos, Albert sentía cómo su cuello le comenzaba a doler, su hermano había estado usando su boca por tanto tiempo que ya sentía que no iba a ser capaz de aguantar mucho más. Por parte de Julián, el mayor sentía como su polla se hinchaba cada vez más en la boca del menor, no aguantaba más, iba a correrse cómo nunca en aquel húmedo agujero.
Julián agarró la cabeza de Albert y la empujó de golpe hasta la base de su polla. Cuando su glande rozó de nuevo la campanilla del menor, Julián literalmente explotó:
— ¡A-aahhh! ¡O-ohhh! ¡A-aahhh! J-joder.. — Hasta 5 tallazos de lefa inundaron aquella noche la cavidad bucal de su hermanito, el cual lo tragó todo gustoso, aunque tosiendo en algunas partes, su hermano le había jodido la boca pero bien.
Sin duda, el plano de Albert mirando con su carita roja y sudada a la cámara después de tragarse la lefa de su hermano mayor fue infinitamente superior al de cualquier película de James Cameron. Aquel vídeo serviría para hacerse muchas pajas en el futuro.
— Joder nene, eres el mejor, la chupas de puta madre. — Alabó Julián.
— Jeje, gracias, ya me acostumbro un poco más… Me gustó mucho tu leche. — Dijo Albert sonriendo tímidamente. Julián, se limitó a reír nervioso.
— Venga, hora de dormir, lávate los dientes y a la cama, ¿entendido?
El menor asintió unas cuantas veces, se bajó de la cama y abandonó la habitación de su hermano de nuevo, una estancia en la que iba a pasar mucho más tiempo del que pensaba a partir de ahora.
Cuando se quedó a solas, Julián se quedó tal cual estaba, desnudo y mirando al techo, planeando cómo sería la próxima vez que usara de nuevo la boca de su hermanito menor.
Gracias por compartir
Recordé fugazmente cuando inicié a mis hermanos.
Espero la próxima parte.
Cada parte es mejor, me pone muy cachondo esta historia, espero con ansias la próxima parte, y como te he comentado antes, espero que continúe mucho mas
son geniales tus relatos, gracias por sacarlo tan rapido, seria bueno que para la parte 4 lo ponga a mamar en una posición, quiza el hermanito recostado en la cama y Julian follandole la boca, seria super hot algo asi.
Es maravillosa esta historia, me encanta la relación entre los hermanos, espero con muchas ganas las siguientes partes.
Uffff que bien vas! Me encantaría que en algún momento el papá también usara a Albert para su placer
esta historia es genial porque es entre hermanos, una edad de exploración y morbo. Ojala siga asi, no hay nada mas morboso que queres usar la boca de tu hermano de todas las formas posibles
Muy bueno. Sigue así