Un hermano chupapollas IV
Albert recibió una gran cantidad de leche cómo regalo por su décimo cumpleaños..
Aquel día iba a llevarse a cabo la celebración de una fecha muy especial para toda la familia Gutiérrez; el cumpleaños número 10 del pequeño Albert. Y, cómo era de esperar, el menor se despertó desde incluso antes de que amaneciera, a las seis menos cuarto de la mañana para ser exactos. El menor esperó durante una hora y pico acostado en su cama, pero la emoción no le dejaba conciliar el sueño, a si que decidió que tal vez era una buena hora para despertar al menos a su hermano.
Albert se levantó y caminó de puntillas hasta la habitación de Julián, con mucho cuidado de no despertar a sus padres aún. Cuando entró al cuarto de su hermano, el menor se acercó lentamente a su cama con la intención de levantarlo.
— Eh, Julián, despierta — Susurraba el menor moviendo de un lado a otro el cuerpo de su hermano con el objetivo de que despertara, pero no encontró reacción por su parte. — ¡Despierta, Julián! — El mayor se despertó exaltado tras escuchar los gritos del menor.
— ¡Joder, Albert! — Julián extendió su mano hasta la mesilla de noche y su cabreo aumentó cuando comprobó la hora que marcaba el reloj. — Pero, ¿qué coño quieres? Son las ocho de la mañana.
— E-es mi cumpleaños. — Dijo el menor un poco cortado y avergonzado, al parecer estaba molestándolo.
— Ya lo sé enano, pero es muy pronto, vete a la cama anda. — Julián se cubrió sus ojos con uno de sus brazos para conciliar el sueño de nuevo.
Entonces, al pequeño Albert se le ocurrió una idea para conseguir que su hermano se levantara y le hiciera caso; se subió a la cama del mayor y se metió dentro de las sábanas como si fuera un perrito, aunque en este caso, el adjetivo animal que más se le acercaba era el de zorra.
Julián se removió incómodo entre las sábanas al sentir una presencia entre sus piernas, ¿qué parte de dejarle en paz no había entendido? El mayor lo hubiese echado de ahí a patadas si no fuera porque las intenciones de Albert no eran otras que ordeñar toda la leche que había en sus peludos huevos; el mayor abrió sus ojos en sorpresa cuando sintió la curiosa mano del menor agarrar su flácido miembro por encima del boxer. Julián miró por dentro de las mantas y se encontró a un sonriente Albert que estaba intentando quitarle los calzoncillos.
La cara del mayor cambió por completo; una sonrisita pícara se formó en sus gorditos belfos, podía notar como el morbo se instalaba en cada rincón de su cuerpo, ya habían pasado más de dos meses desde que empezó aquel inocente juego con Albert y aún no se cansaba de su boquita ni de las sensaciones que éste le hacía sentir, cada roce, cada beso, cada mamada… cada una de sus sesiones sexuales era mejor a la anterior y sinceramente no sabía si algún día serían capaces de parar; sobretodo el pequeño Albert, que cada día que pasaba estaba más y más enganchado a la polla de su hermano mayor.
Albert sacó la polla de su hermano del interior del calzoncillo y observó maravillado aquel blanco trozo de carne, le gustaba mucho cuando aún estaba blandita, se le hacía muy agradable al tacto y le hacía risa sentir cómo crecía en sus manos o boca. Sin perder el tiempo, el menor abrió bien su boca y tragó toda la cantidad que pudo; al estar aún flácida, era más difícil chuparla, pero aún así, sabía muy bien cómo manejarla.
Albert agarró los testículos de su hermano cómo soporte para poder manejarla mejor, la chupaba con calma y técnica, movía con avidez su lengua a la vez que su cabeza bajaba y subía lentamente. Albert pudo saborear algunos restos de lefa del glande del mayor, resultado del pajote que Julián se había hecho anoche, debido a que Albert se había quedado dormido demasiado pronto y no lo había podido descargar.
— Ahg, joder, qué gusto… Chupa, chupa… — Julián comenzó a acariciar lujuriosamente el cabello de su hermanito, apartaba cariñosamente los mechones de pelo que sobresalían a su frente para poder ver mejor su carita, se veía tan adorable y a la vez tan puta.
La polla de Julián respondió con éxito a los estímulos de su hermanito, al menor se le estaba complicando por momentos tragarla entera, hasta que llegó un punto en el que solo pudo tragar hasta la mitad. Albert notó cómo su hermano comenzó a empujar su cabecita con fuerza, a si que el menor tomó la peor decisión que podía haber escogido; negarse y hablar.
— P-para… que no puedo, es mucha.
Julián jaló con fuerza el pelo del menor y abofeteó su cara con su duro rabo.
— Déjate de tonterías y traga maricón.
Albert no sabía que sentir ante aquella palabra; por una parte, le dolió un poquito aquel comentario, era el que usaban los niños en la escuela para meterse con él, pero a la vez, sintió cómo su pajarito se hinchaba y cómo sus ganas de seguir chupando aumentaron de golpe; quería ser usado, tragarse aquel pollón hasta la tráquea y degustar la leche de su hermano mayor. Sus compañeros tenían razón, era un mariconcito.
Julián mantuvo el agarre que estaba ejerciendo sobre Albert, le ensartó el rabo de golpe ante la sumisión del menor y comenzó la follada de su vida; la polla del mayor entraba y salía sin respeto alguno por la boca del pequeño Albert a un ritmo y potencia desmesurados para un niño de apenas 10 años sin ningún tipo de experiencia sexual. Sus huevos golpeaban frenéticamente contra la barbilla del menor mientras Julián sudaba y bufaba del esfuerzo que estaba empleando en aquella mamada.
La boca de Albert empezó a babear, no podía controlarlo, podía notar cómo su saliva salía y se caía por su barbilla. En aquel momento, el menor se acordó de las pelis porno que había visto con su hermano, en donde las actrices salivaban exageradamente mientras eran folladas por aquellos musculosos hombres que tanto le gustaban, Albert se preguntaba si tendría la misma pinta que ellas en aquellos momentos.
Julián obligaba al menor a tragar lo máximo posible, a veces sus miradas se cruzaban y podía observar los ojos llorosos y la carita roja de Albert. Con sus manos libres, Albert agarraba los peludos huevos de Julián, dejando que se moviesen en su mano con el ritmo de la mamada, sintiéndolos hinchados, llenos de aquella varonil esencia a la que tanto estaba enganchado.
Ya llevaban más de media hora así, cuando estaban juntos, los hermanos Gutiérrez no sentían la noción del tiempo, se encerraban en su excitante burbuja sin tener en cuenta el exterior. Ahora, Albert se encontraba con su lengua afuera esperando a que su hermano mayor terminara de pajearse y le diera toda su leche. Pero, momentos antes de que aquello pudiese ocurrir, unos golpes en la puerta del dormitorio los alarmaron y cortaron la corrida de Julián.
— ¡Julián! Espabila venga, que en nada salimos a celebrar el cumpleaños de Albert, yo voy a despertar al cumpleañero. — Gritó Pablo, el patriarca de los Gutiérrez.
— No hace falta pa, Albert está aquí conmigo. — Respondió Julián mientras buscaba por la habitación los calzoncillos que su hermano le había quitado minutos antes.
— Ah, ¿y se puede saber que hace ahí?
Julián abrió la puerta y respondió: — Este, que no se puede estar quieto y vino a despertarme.
Pablo miró sonriente a su hijito menor, que se encontraba sentado en la cama con una tímida sonrisa. Lo que el adulto no imaginaba es que el hecho de que fuera su cumpleaños no era el único motivo por el que estaba tan contento, sino que también influía la follada de boca que Julián le acababa de dar.
— Bien, vuestra madre está haciendo el desayuno, vayan buscando la ropa que en nada nos vamos. El cine está esperando.
Aquellas palabras mágicas fueron suficientes para que Albert se bajara corriendo de la cama y se fuera en dirección a su armario a la velocidad de la luz; una de las cosas que más amaba Albert en todo el mundo a parte de chupar la polla de su hermano, era ir al cine, y más si iba a poder ver la nueva película de La Sirenita, su princesa Disney favorita. Aunque a Julián no le hizo demasiada ilusión la idea del cine.
— Joder papá, que yo no quiero ver una película de niños. — Julián estaba muy cabreado, él tenía planeado entrar con sus padres a ver una película de terror que estaba muy de moda en ese entonces, y sin embargo, le habían encargado entrar a la sala con su hermano pequeño.
— Y yo te estoy diciendo que vas a tener que hacerlo. Tu hermano es muy pequeño, no puede estar en una sala de cine solo, que se puede perder. — Replicó Pedro, cansado de las quejas de su hijo más mayor.
— ¿Entonces por qué no vas tú?
— ¿Quién paga las entradas? — Preguntó Pedro, pero no obtuvo respuesta. — ¿Quién te ha comprado ese móvil que tienes en la mano? — Volvió a preguntar.
— Tú p-pero-
— Que no me repliques hostias. Julián, no quiero discutir ahora, es el cumpleaños de tu hermano, no seas egoísta. Vas con él y te aguantas.
Julián soltó un profundo resoplido, ser el hermano mayor era una mierda, o al menos así lo veía el pelinegro en aquellos momentos. Siempre tenía que hacerse todo lo que Albert quisiera, su opinión no contaba en nada. Era algo injusto y ya estaba cansado de tener que complacer siempre los berrinches y caprichos de su hermano menor.
Por orden de su padre, Julián pidió las entradas y palomitas mientras que Albert cogía las pajitas que había en el mostrador para los refrescos. A la hora de escoger los asientos, la mente pervertida del mayor se encendió como una bombilla y decidió elegir los asientos que más altos estaban, eran los más apartados que había; dejando de la lado el hecho de que desde allí las películas se veían mejor, si se aburría podría coger el móvil sin problema, además de poder poner a mamar a su hermano sin molestas intervenciones. Julián rezaba porque no hubiera demasiada gente en esta sesión.
Cuando llegó el ecuador de la película, Julián comenzó a llevar a cabo su plan; bajó la cremallera de la bragueta y sacó a pasear su flácido trozo de carne, la situación de por sí ya era arriesgada y tenía que tener mucho cuidado con las prendas que se quitaba. La polla de Julián no tardó demasiado en enderezarse, con tan solo imaginarse la boquita de su hermano terminando lo que empezó en la mañana fue suficiente para ponerse duro como una roca.
El menor estaba embelesado mirando la gran pantalla, la película le estaba encantando y estaba más que metido en la trama. Julián picó el hombro del menor para llamar su atención, pero fue completamente ignorado, a si que siguió picando su hombro hasta que consiguió una repuesta por parte de Albert.
— Shhh, no molestes. — Susurró el menor irritado por la interrupción de su hermano, sin saber que estaba rechazando el rabazo que tanto le gustaba.
— Ah, pues vale, yo pensé que querrías probar lo que tengo aquí. — Julián susurró aquellas palabras mágicas en la oreja del menor, causando escalofríos en su pequeño cuerpo.
Albert ahogó un gritito de sorpresa cuando encontró a su hermano con la polla tiesa apuntando en alto, esperando a su tragona boquita; «¿Iban a hacerlo allí?» – Se preguntaba el menor. Pero, en lugar de sentir reparo por aquello, a Albert le entraron aún más ganas de hacerlo, al pequeño le daba mucho morbo el saber que podían pillarlos en cualquier momento. A Julián le pasaba lo mismo, al fin y al cabo, ambos vivían en esa situación diariamente, con aquella constante tensión de que sus padres los pillaran en plena faena.
Julián sonrió victorioso cuando vió al menor inclinar su cuerpo y agachar la cabeza en dirección a su polla; sabía que su hermanito no iba a rechazar una buena comida de rabo, ni en público dejaba de ser una marica sumisa, siempre buscando polla por doquier, en cualquier sitio y hora.
Albert abrió bien su boca y engulló el rabo de su hermano sin dejar de mirar a la gran pantalla. Julián estaba que se subía por las paredes, si fuera por él le habría reventado la boca ahí mismo sin importarle la opinión de los demás, pero no, tenía que controlarse. El mayor de los Gutiérrez se sentía un rey, un rey muy poderoso, capaz de tener a su disposición todo lo que él quisiera, cómo por ejemplo, su propia puta personal.
Julián era un chico aguantador, por mucho que le excitara el momento, no solía correrse rápidamente, pero aquella situación le estaba superando; el morbo de estar en pleno cine y los movimientos de su hermanito iban a provocar una eyaculación precoz, algo nunca visto en él. De un momento a otro, Albert comenzó a succionar aquel pollón ntensamente, su cabeza subía y bajaba frenéticamente, prácticamente estaba ordeñando a su hermano mayor. El menor notó cómo la verga de su hermano comenzaba a vibrar en su boca, ahí venía; Julián comenzó a correrse a montones en la boca de su hermanito mientras dejaba salir algún que otro suspiro de placer, Albert tragó aquella rica esencia con gusto.
Cuando Albert terminó de limpiar los restos de lefa que habían quedado en el pene de Julián, el mayor se la guardó entre pequeñas risas, aún no se creía que lo que acababan de hacer. Albert prestó atención a lo que quedaba de película mientras que Julián se entretenía con su móvil. Cuando terminó la película, los padres de los Gutiérrez estaban impacientes esperándolos, al parecer la película de los adultos tenía una duración bastante inferior a la de Disney que habían visto Albert y Julián.
— ¿Qué tal estuvo la peli? ¿Te aburriste mucho? Jajaja — Preguntó Pablo a su hijo mayor entre risas.
— Pues, sorprendentemente no, al final me lo pasé bastante bien. Albert también se lo pasó genial, ¿a que sí enano?
El menor asintió un poco sonrojado, sabía perfectamente a lo que se estaba refiriendo su hermano mayor. Julián y Albert se rieron juntos ante las extrañas miradas de sus progenitores, quienes decidieron pasar del tema al no tener ni idea de por qué se estaban riendo tanto.
Definitivamente había sido una gran celebración de cumpleaños para Albert.
como sigue
Cada vez que veo que has publicado algo de esta historia voy corriendo a leerla, espero poder seguir leyendo la historia de estos 2 hermanos mas tiempo.
Siempre te lo digo, pero que maravilla de relato y de historia, como siempre estoy con ansias saber cómo continua.
He leido que hay gente que quiere que el padre también participe, pero en mi opinión creo que lo bueno de este relato, es que son 2 hermanos experimentado y creo que al unir al padre ya seria muy forzado, para mi esta perfecto con los hermanos y como digo estoy deseando saber mas.
Es hora de que esa puta entregue el culo.
Muy bueno. Sigue así, poco a poco, sin prisa. Muy morboso lo del cine
me encanta esta historia, soy seguidor fiel <3
me encanta que vaya avanzando a este ritmo, pero creo que Albert merece una comida de culo como premio
¡Hola! Muchas gracias por seguir esta saga. Me entristece anunciar que queda una cantidad de 2 o 3 capítulos. Pero tranquilo, que serán muy intensos jejeje y al final del último capítulo habrá una sorpresa… Estad atentos 😉