Un hombre casado (mecánico) me convierte en su puta. Parte III
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por EduardoDz.
Me dio mucha hambre y fui a la cocina, comencé a comer un montón y me dormí de nuevo.
Cuando abrí los ojos escuché un motor escandaloso en el patio y unas voces de hombres… Miré por mi ventana y ahí estaba, el mecánico casado que me había penetrado días atrás.
A pesar de que me había masturbado hacía unas horas, mi pene reaccionó cuando lo vi, dio un brinquito.
Venía con los otros dos hombres de su taller mecánico y todos se acercaron a ver la troca de mi papá, una que ya no usábamos.
Me levanté y salí a la cocina para ver mejor y escuchar lo que decían.
Y cuando llegué ahí, mi papá entraba con uno de los hombres, que era alto, muy alto, barbón, con aspecto de asesino y cuerpo fornido.
Llevaba una camisa muy apretada, y cuando dejé de verle el pecho, él me estaba mirando fijamente, muy serio.
Su mirada me puso nervioso, a pesar de que lo conocía, él nunca me había visto tan fijo y serio.
Mi papá me dijo que le diera agua mientras él iba por unas cosas a su cuarto.
Lo saludé, le di agua y nos quedamos en silencio.
Hasta que él dijo:
––¿Ya no vas a trabajar al taller?
––No.
––¿Por qué?
––Por… mi escuela.
––Tienes novia.
–no me preguntó, lo dijo como hecho.
––No.
––Y eso ¿por qué? –dijo muy sorprendido.
––Ninguna me hace caso…
Y en ese momento, por obra del destino, apareció una chica, compañera de clases mía, que mencioné en el relato pasado, como la hija de una señora que me echaba el ojo y me quería para su hija; eran mis vecinas.
––¡Eduardo! –gritó desde el patio.
Miré por la ventana que el mecánico pervertido sonrió y miró hacia la casa, mientras que le decía algo al otro hombre gordo que estaba junto a él sobre el motor de nuestra troca.
No quería salir, pero el hombre alto que estaba conmigo en la cocina, me dijo divertido: “parece que ya vas a tener novia”
Salí.
Y la chica me saludó y me abrazó y comenzó a decirme que me invitaba al cine.
Mientras ella hablaba no pude evitar darme cuenta que los hombres en la troca me miraban sin parar.
Los tres.
Me pareció raro y pensé asustado… Lo saben todo, saben que su jefe me hizo su puta.
Me puse muy nervioso y asustado, pero le dije a la chica que sí iría con ella.
Cuando entré a la casa, pregunté a mi papá porque estaban esos hombres ahí con la troca que ya no usábamos.
Él dijo que el mecánico se había ofrecido a arreglarla para que yo la usara… Y dijo:
––Venía a decirte que salieras a ayudarles, por el favor que nos están haciendo.
––¡No, no quiero! –dije acalorado.
Mi papá me miró molesto, pero solo dijo:
––Bueno, yo y tu mamá debemos salir en unas horas, ellos estarán aquí hasta tarde, así que tú les atiendes si necesitan algo.
Me enoja que seas muy malagradecido.
Salió de la casa.
Pasaron las horas y yo no pensaba en salir a ver si necesitaban algo y menos cuando mis papás se fueron.
Me bañé, me cambié y esperé a que la chica se comunicara.
En eso, escucho unos golpes rudos en la puerta.
Mi corazón comenzó a saltar y yo a temblar…
Me asomé por una ventana que estaba de un lado y podía verse la puerta principal y estaban los tres hombres parados ahí, en la oscuridad, frente a mi puerta.
Todos sucios y grandotes.
Los golpes siguieron y yo no quise abrir.
Mi celular sonó, era él.
En eso veo que la chica llega en carro de dos amigos más y pitan.
Corrí a la puerta y abrí.
Los hombres me miraron de pies a cabeza.
––Te ves muy bien, Eduardo –murmuró el mecánico, mientras los otros se quedaban como estatuas.
Cerré la puerta y mientras caminaba hacia el carro de mis amigos, ellos me siguieron.
Estaba por subirme y el mecánico dijo:
––Le estaba diciendo a Eduardo que necesitamos que vaya con nosotros a probar la troca que hemos estado arreglando toda la tarde.
Su voz era gruesa pero amigable.
Mis amigos dijeron:
––Ah, está bien… ¿tardarán mucho?
––No, claro que no –dijo el pervertido .
––Pero, ellos tienen prisa para comprar boletos –dije nervioso.
––Pues si ese es el caso, que ellos se adelanten y nosotros te llevamos al cine en la troca.
Será rápido… –dijo el degenerado.
––¡No! –dije abriendo la puerta del carro de mis amigos.
––Eduardo, está bien, te vemos allá –dijo mi amiga–.
Ellos han estado trabajando toda la tarde, atiéndelos.
Pues qué pasó… ¿? Terminé cediendo, tal vez ya sabiendo lo que me esperaba, pero en ese momento, todo estaba muy confuso.
Comencé a darme cuenta de la situación hasta que me vi sentado junto al pervertido y sus compañeros, yo iba entre los tres.
La troca iba rápido, pregunté:
––¿A donde vamos?
Nadie me contestó.
Todos tenían miradas de asesinos.
El mecánico iba manejando tan concentrado que me comenzó a excitar, aunque la culpa de que eso me excitaba me molestaba.
––¿A dónde vamos? –volví a preguntar.
––Te voy a llevar al monte para darte lo que mereces, puta.
–me contestó el mecánico.
Miré a los otros hombres y ellos me veían fijamente.
Continuamos en silencio, y cuando llegamos a un campo solo, oscuro, yo estaba demasiado excitado, pero no decía nada.
Ninguno decía nada.
El mecánico me tomó del brazo y me llevó afuera.
No sabía qué esperar con esos dos hombres ahí en la troca.
Afuera, el macho me dijo: “arrodillate, puta de mierda”
Me arrodillé, él se rió y miró hacia la troca.
Yo me ocupé en abrirle el pantalón, me metí su vergota sin que él me dijera .
Y así comencé a mamarsela y él a usar mi cabeza, me jalaba los cabellos y luego me volvia a empujar a su herramienta.
Me sorprendí que eso ya no me hacía tanto, y lo estaba disfrutando.
Me olvidé de los otros dos hombres por un rato, hasta que oí que uno abrió la puerta y se colocó a nuestro lado, jalaba su verga.
Miré y era el altote barbón.
Seguí mamando.
––Ya, ya, zorra cochina.
Ahora, vete al tronco, como sabes, para tus nalgotas…
Me dirigí al primer árbol que encontré, y él bajó mis pantalones.
Aquello parecía ya una rutina ensayada.
Yo estaba excitadísimo por lo que venía… pero actuaba como asustado y temeroso.
Sentí como manoseaba mis nalgas.
Me sorprendía que estuviera tan callado, pero supuse que era porque estaban los otros dos ahí, mirándonos.
También yo estaba algo tímido.
––Mira el culazo de este maricón –dijo el macho a su compañero de barba.
El barbón solo asintió sin dejar de jalarsela.
Que les pareciera apetecible a los dos me puso al cien.
Y mi verga creció sin esfuerzo.
El macho degenerado comenzó a metermela.
––Aaaaah, aaaah –dije al sentir dolor.
––Así, puta sucia, así, lo que te gusta.
Aguanta marrana de mierda.
Estuvimos un rato así sin movernos.
Luego él empezó a moverse lentamente y eso me hacía gemir y gemir sin parar.
––¡Pinche zorra pervertida! –gritó el macho, dándome una nalgada–.
Mueve esas caderas…
––¡AAAAAAH– decía yo, pero ya lo estaba disfrutando.
No creía que aguantaría por mucho, sentía demasiado placer, recorriendo todo mi cuerpo, pero algo me hizo desconcentrarme.
El hombre barbón y alto se había acercado, y tomaba mi cuello.
Me hizo soltar el tronco y me tomé de su brazo.
Le miré y él me dijo:
––Chupa mi verga, PUTA GUARRA.
Me la metí a la boca y él comenzó a usarme como el otro macho.
No podía creer lo que estaba pasando.
Comencé a sudar y a gemir como loco, no sabía como asimilar lo que sucedía en el hoyo de mi culo y en mi boca al mismo tiempo.
Era muy raro y doloroso a ratos.
Los gemidos de los machos me comenzaron a calentar; gemían como toros.
Y miré hacia la troca, el gordo se masturbaba desde ahí en el asiento.
Y me miraba fijamente.
Eso me enloqueció y grité de placer.
El macho que me follaba gritó:
––¡ESO ES PUTA PERRA! ¡GRITA PORQUE TE GUSTA QUE TE USEN, GRITA COMO LA PERRA VICIOSA QUE ERES!
NO pude más.
Me vine como nunca.
COMO NUNCA.
Salió un chorro mijando el zapato del macho barbón que usaba mi boca.
Eso lo hizo gritar a él también:
––¡GUARRA VICIOSA!
Y se vino en mi cara, manchando mi cabello, nariz y boca.
El macho en mi culo también gritó y se vino en él, otra vez.
Aunque nunca había sentido semen en mi cara, el e olor y la sensación me pareció muy rara pero me excitó mucho.
Me gustó y mas si venía de un machote sucio y rudo como ese.
––Mira como te has quedado, puta zorra caliente –dijo el mecánico con una risotada–.
No creo que quieras que te llevemos al cine, así todo bañado de leche.
Negué con la cabeza mientras me limpiaba la cara bañada con semen con los dedos.
––Trágate eso –me dijo el barbón como una orden de militar .
Y le obedecí.
––Eso es, guarra sucia, eso es…
Me llevaron a mi casa mientras que en el trayecto me hablaban amablemente, como si no me hubiesen dicho cochinadas y hablado como puta.
Bajé de la troca y ellos caminaron hasta el pickup que traían.
El mecánico se volteó y me dijo, antes de entrar a mi casa:
––¿Te ha gustado, maricón?
No dije nada.
––Yo sé que sí… YO sé sí… –dijo riéndose, y prendiendo el motor.
Todos me miraron hasta que dieron vuelta en la calle.
Yo, un chico atractivo, que podría tener muchas novias, ahí estaba, con semen en el cabello, camisa, y chorreando de mi culo.
Y me había encantado…
Haber tenido a dos hombres usándome, fue desconcertante, pero quería que se repitiera.
Oh, y no sabía lo que me esperaba… No sólo tendría a dos hombres al mismo tiempo en el futuro… Pero eso será para otro relato, de lo que me pasó con este hombre y sus secuaces.
¡Espero que les haya gustado mi relato!
Comenten si les gustó…
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!